tag:blogger.com,1999:blog-3183634337846237013.post1330274122482165341..comments2023-07-03T12:58:16.360+02:00Comments on LO QUE URGE RECORDAR. POR DERECHO - IV Época (2018): RUIZ GALLARDÓN DEFORMA LA HISTORIA DE ESPAÑA HASTA HACERLA IRRECONOCIBLEAndrés de la Oliva Santoshttp://www.blogger.com/profile/01537443726090054226noreply@blogger.comBlogger4125tag:blogger.com,1999:blog-3183634337846237013.post-87046835075423686122012-12-23T02:05:27.119+01:002012-12-23T02:05:27.119+01:00Ruiz Gallardón es un experto en la manipulación qu...Ruiz Gallardón es un experto en la manipulación que, a colmo de males, guía sobre todo por su narcisismo y un poso de rencor incurable contra cualquiera que se atreve a enfrentarse a alguna de sus disposiciones unilaterales. ¡ Y eso que se estaba tratando de implantar una imagen de liberal y conciliador que, finalmente se ha comprobado, le quedan como unas tetas postizas ! Lo de las tasas, por mucho que el Tribunal Constitucional ya haya dicho que no son inconstitucionales per se (sentencia de 22 de febrero de 2012), cuando llegan a unas cuantías como las que se han implantado (el caso de la multa de 100 euros lo explica muy bien), hacen que el "pedir justicia" sea en la práctica no ya papel mojado (como tantos principios constitucionales), sino contraproducente; es decir, va a hacer que mucha gente estime que aquéllo de la tutela judicial efectiva (el acceso a la misma) no es que sea pura palabrería, sino un perjuicio para uno mismo. Y cuando el acceso a la tutela judicial se impide se le está diciendo al ciudadano que se tome la justicia por su mano, o que se burle todo lo que pueda de ella. Lo demás, lo del control por el Tribunal de Cuentas, no creo que sea rechazado por los jueces, pero se publicita como aditamento para que engrase al ciudadano, con el supuesto palo a los jueces, el supositorio de las tasas.<br /> Gallardón se enroca siempre, y ataca con alfiles, por los flancos. Pero no nos engaña. Se embravece para demostrarse a sí mismo lo fuerte que es, que con él nadie tenga la osadía de protestar. Menudo liberal. Y lo malo es que, para sacar dinero, hay soluciones mucho más justas (y, probablemente más rentables). ¿Por qué no se hace pagar los gastos de la justicia a los que obligan a litigar sin razón ninguna, a los que meten tornillos en los engranajes de la justicia para hacer desistir a los que llevan toda la razón, mediante la implantación de una especie de costas en favor del Estado? Y es que, si bien se pagan las costas al que gana un pleito, sin embargo a todos los ciudadanos que le tenemos que pagar a los tramposos sus artimañas ¿quiénes les reserce y por qué éstas les salen gratis?<br /> El señor Gallardón (incluso el Tribunal Constitucional) no tienen en cuenta que, cuando se acude a la Justicia y ésta resuelve, en vez de hacerlo cada uno por su cuenta según el poder que ostente, no se presta simplemente un servicio público individualizado (que justifique la gravación con una tasa y como si el que acudiera a la justicia y no se la tomara él fuera un egoísta que se aproveche para su uso particular de lo que es de todos); sino que, cuando la justicia actúa, no sólo beneficia al ciudadano particular, sino también a la sociedad en su conjunto, impidiendo la justicia privada y haciendo que impere la ley del Estado y no la del más fuerte. La tasa es injusta, y más cuando llega a cuantías como las que ha establecido: 800 euros para apelar es una barbaridad y que se tenga en cuenta que si se resuelven pequeños pleitos (son quienes los tengan los que, con estas tasas, desistirán de apelar), muchas veces se evitan pleitos mayores (eso está plenamente probado en el ámbito penal). Es decir, si a usted no le paga 800 euros un golfo y le dicta una sentencia en primera instancia un juez apresurado o un sustituto despistado, no se moleste en ir a la Audiencia, contrate un matón por 500, que le resultará una tutela mucho más efectiva.<br /> Es decir: el Estado no puede impedir al ciudadano que se tome la justicia por su cuenta, y luego considerar que si acude al poder público para reclamar justicia se está aprovechando egoistamente y para su interés particular de la sociedad. Este es el significado inexplicable de la tasa judicial. Reclamar justicia no es poner un chiringito en la playa; es que si queremos justicia, el Estado nos obliga a que acudamos a los tribunales, luego no puede impedírnoslo por otro lado, por el de la tasa, a riesgo de que decidamos resolver la contradicción por la vía del pistolerismo.Miguelhttps://www.blogger.com/profile/06628697865438276806noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-3183634337846237013.post-34749390936658302282012-12-22T10:30:40.955+01:002012-12-22T10:30:40.955+01:00Alberto Ramsés de los Dolores, dador de dolor, ges...Alberto Ramsés de los Dolores, dador de dolor, gestor del sufrimiento ajeno, allá donde recala engorda el pasivo de la hacienda. Ahora enfoca a los justiciables, jueces, procuradores y letrados con esa mirada de complacencia en cuyo rellano se adivina la espuela, tasador de los accesos; en la cima de sus signos de desdén nos cuenta que esto es una cuestión gremial de los iudex; olvidando que la queja de los abogados es ajena a pagas extras. Éstos son muchos, y Él conoce la receta de adelgazamiento. Pasa la guadaña tributaria diciéndonos que los costes de la Justicia deben caber en una maceta, olvidando que de míseros esquejes no brota un servicio público y un pilar del templo. El trípode de los tres poderes estatales recibe coces en la misma pierna porque antes se había librado, al parecer, de la onda del legrado. Repartamos dolor, abramos la hucha. Lo crucial es recolectar a vuelo de siega, gesto liberal, el que consume paga, claro. Si el estadio está lleno de voces cromáticas en contra, ¿el dador parecerá sordera o, simplemente, es inmune a la resonancia? Pregunta retórica en nuestra soledad.<br />Feliz Navidad, profesor.Lisiasnoreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-3183634337846237013.post-50916271196648084692012-12-15T01:55:22.286+01:002012-12-15T01:55:22.286+01:00Continuación...
Muy diferente era Mediación. Era ...Continuación...<br /><br />Muy diferente era Mediación. Era forastera y apenas conocida, lo que mantenía a los hombres a una distancia prudente. Costaba familiarizarse con su acento del norte y su peculiar modo de hablar, y esto muchas veces era un obstáculo para entablar comunicación. Era sencilla en el vestir, no se maquillaba y sus facciones, con una nariz tipo Rosi de Palma alzándose cual promontorio sobre su rostro, tampoco acompañaban: sólo el trato continuado lograba alterar la percepción de aquel rasgo facial, convirtiéndolo en signo de una rara y exótica belleza. Por lo demás, era un encanto de persona: afable, simpática, comprensiva, generosa y capaz de dar felicidad a espuertas. El tipo de mujer que cualquier hombre desearía y podría disfrutar con sólo vencer sus miedos, olvidar sus prejuicios y superar su ignorancia.<br /><br />Obvio es que Mediación sentía envidia de su amiga Justicia, que tantas atenciones acaparaba; y obvio es también que Justicia se sentiría feliz si aquélla pudiera desviar de su camino a una porción, por mínima que fuese, de los moscones que la acosaban. El Ayuntamiento de esta pequeña localidad, sensible a las necesidades de todos los lugareños, no pudo por menos de fijarse en la situación de las dos amigas. Indudablemente había que tomar cartas en el asunto, hacer algo para que el público varonil tomara conciencia de las innumerables virtudes que adornaban a Mediación, le perdieran el miedo y la rondaran como merece una doncella de tan buenas prendas.<br /><br />En esta tesitura, el sentido común aconsejaba algunas medidas elementales: montar una fiesta e invitar a ella a todo el pueblo para agasajar y dar a conocer a la recién llegada; pagarle a ésta sesiones de peluquería, rayos UVA y maquillaje; llevársela de tiendas por la calle Serrano y, por qué no, contratar a un buen cirujano que convirtiese su tabique nasal en una obra de arte. Nada de esto se hizo. El concejal encargado del asunto, D. Alberto Ruiz Gallardón, optó por una solución muy distinta: en lugar de embellecer a Mediación, resolvió romperle la cara a Justicia. Tras contemplar su obra, y pensando que esto no era suficiente, cogió un bote de ácido sulfúrico y se lo tiró a los ojos.<br /><br />El resultado no pudo ser mejor: ni Justicia ni Mediación volvieron a comerse una rosca. En cuanto a los mozos del pueblo, algunos optaron por quedarse en sus casas y sofocar en solitario la llamada del instinto. Otros compraron cariño de contrabando en un sucio burdel de carretera. En cuanto a Gallardón... Ésa, es otra historia.Alberto Lafuentehttps://www.blogger.com/profile/03047961927592430879noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-3183634337846237013.post-12420544585040875912012-12-15T01:54:50.952+01:002012-12-15T01:54:50.952+01:00Estimado Prof. De la Oliva: difícilmente se puede ...Estimado Prof. De la Oliva: difícilmente se puede expresar mejor la insensatez, estulticia, hipocresía y arrogancia de este ministro que nos ha caído en suerte. Algunos nos alegramos cuando supimos de su nombramiento, por su fama de hombre cabal, respetuoso y dialogante. Parece que no era más que una máscara y que ahora el Sr. Gallardón, definitivamente desmelenado, ha sacado a la “dominatrix” que lleva dentro. Supongo que Vds. los madrileños ya sabían lo que había, pero los periféricos nos hemos llevado bastante chasco. Sólo espero que Rajoy tenga algún destello de inteligencia, alguna brizna de buen juicio que le haga prescindir de este mequetrefe aupado a ministro, si no quiere arder junto a él en el infierno.<br /><br />Está claro que las tasas “anti-judiciales”, como Vd. acertadamente las llamó, están pensadas para meternos la mediación entre los dientes y no incordiar a los jueces con nuestras tonterías. Creo que lo que ha hecho el Sr. Gallardón podría ilustrarse con una fábula un tanto erótico festiva, que me tomo la licencia de narrar aquí. Libre es de suprimirla si le parece desafortunada:<br /><br />En un pueblo llamado Españístan había dos mozas en edad de merecer, Justicia y Mediación. Ambas eran muy buenas amigas y se las veía a menudo juntas, pese a las diferencias que las separaban. Justicia era guapa y tenía un porte digno y elegante. Sus pretendientes, que eran legión, la idealizaban y ansiaban poseerla a toda costa; con frecuencia, sin embargo, quedaban defraudados. ¿Las razones? No es posible saberlas con seguridad: puede que fuera porque todos creían merecerla y tener derecho a su compañía, pensamiento que las más de las veces se salda con el desengaño; puede que fueran los celos típicos del amante despechado, que no soporta caer en el lance amoroso frente a adversarios que, pese a todo, estima inferiores a él; puede, en fin, que fuera por el trato displicente que prodigaba la muchacha, cuyo carácter se agriaba al verse asediada por tantas aves de presa.Alberto Lafuentehttps://www.blogger.com/profile/03047961927592430879noreply@blogger.com