LA IMPOSTURA DEMOCRÁTICA DE ZAPATERO Y SU FASHION TEAM
“PRIMARIAS” SÍ, PERO CON MIS CANDIDATOS
El Sr. Rodríguez Zapatero, aún presidente del “Gobierno de España” (en adelante, GdE), apoyó firmemente al Alcalde de Parla (Madrid), D. Tomás Gómez Franco, para que encabezase el PSM (Partido Socialista Madrileño, filial regional del PSOE), tras la derrota de Rafael Simancas en las últimas elecciones autonómicas de Madrid (2007). El Sr. Rodríguez Zapatero (ZP, en adelante) siempre ha considerado que las elecciones primarias son un método excelente para que un partido político escoja a sus candidatos en los distintos procesos electorales.
No estoy tan seguro de esa excelencia, aunque sólo sea porque fueron unas primarias -en las que aquí, en España, sólo votan los afiliados- las que llevaron al Sr. Rodríguez Zapatero, un oscuro aunque sempiterno diputado, sin otro oficio que el ocio político-partidista (no se le conocía ninguna iniciativa), a la Secretaría General de un partido político centenario como el PSOE (alguien me ha dicho que ese fue el resultado de tener que elegir entre lo pesimo conocido y lo pésimo por conocer: hay que reconocer el ingenio de esta descripción). Pero lo que cuenta es que ZP ha sido en todo momento un adalid de ese método de designación de candidatos.
Pues bien: ZP, que blasona de demócrata y transparente, ha quedado ya plenamente al descubierto en su condición de dictadorzuelo, amante del engaño en la oscuridad y de la intriga mentirosa. Porque resulta que ZP es partidario de las elecciones primarias con la condición de que él designe al único candidato o, si le parece más oportuno, a dos o tres de ellos que hagan el paripé de la “democracia interna”, algo, por cierto, absolutamente desconocido en la historia del PSOE (no digo que no sea también desconocido en otros partidos, pero lo es en el centenario PSOE, como tienen muy investigado prestigiosos historiadores, de ésos no demasiado mediáticos).
De hecho, está meridianamente claro que ZP decidió que la Sra. Jiménez, Dña. Trinidad, actual Ministra de Sanidad, era la candidata ideal para postularse ante los madrileños, en 2011, como Presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid. ZP envío recados públicos sobre sus preferencias a D. Tomás Gómez Franco. Éste insistió en su propósito. Fue entonces llamado a Moncloa, donde ZP ejerce como Presidente del GdE. Pero Gómez no fue convencido para que cediese el paso a Jiménez ni por la torpe prosa de ZP ni por su exhibición inmobiliaria y mobiliaria de poder. Y ahora tenemos a Jiménez vs. Gómez, en circunstancias que distan sideralmente, no ya de la democracia interna, sino del decoro más común. Porque resulta que una pugna que, conforme a las reglas escritas del socialismo español, corresponde a los militantes madrileños del PSM, ha sido convertida por el falso demócrata ZP en una batalla pública del Gobierno (socialista) de España contra el Sr. Gómez, jefe del socialismo madrileño. Y como, para estos pseudodemócratas que inundan toda nuestra política, el único poder es el Ejecutivo, ese partidismo al cuadrado del GdE ha significado que el aparato central del PSOE, que dirige ZP, se ha volcado abiertamente a favor de Jiménez y contra Gómez.
No tengo el gusto de conocer personalmente ni a Jiménez ni a Gómez. Me da igual lo que decidan los militantes socialistas madrileños, incluso si eso tuviese repercusiones más amplias de las que en teoría le corresponden (una crisis política interna de ZP, como señalan algunos dentro del mismo PSOE). Pero no me da igual pasar en silencio una enésima prueba de la impostura de ZP, el falso demócrata. De manera que dejo dicho que el espectáculo de esas “primarias” resulta indecoroso. ZP carece de talante democrático. Cero absoluto en democracia.
MONCLOA’S FASHION YEARS
Pero no es sólo ZP, sino muchos de su cortejo, quienes acaban de dejar probado que no tienen nada de demócratas. ZP se sintió libre (y, ciertamente, lo era) para situar en el GdE a 9 mujeres, nueve Ministras (en otros países, Italia, p. ej., por muy mujer que sea la titular de un Ministerio, siempre es “el Ministro”, como sucedía en Francia hasta hace poco; por supuesto, en España no puede ser así). Tenemos, por orden alfabético y salvo error u omisión, a Bibiana Aído, Ministra de Igualdad; Beatriz Corredor, Ministra de Vivienda; Carmen (Carme, auf Katalanisch) Chacón, Ministra de Defensa; Elena Espinosa, Ministra de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino (en España, por cierto, ya no hay Ministerio de Agricultura); María Teresa Fernández de la Vega, Ministra de la Presidencia, Portavoz y Vicepresidenta primera; Cristina Garmendia, Ministra de Ciencia e Innovación; Ángeles González Sinde, Ministra de Cultura; Trinidad Jiménez, Ministra de Sanidad y Elena Salgado, Ministra de Economía y Hacienda y Vicepresidenta segunda. Nueve mujeres. Todas han sido muy libres de vestirse cómo les ha parecido oportuno. Que yo sepa, nadie avanzó directrices indumentarias, ni desde el mismo GdE ni desde la oposición ni desde la sociedad civil. Ocurrió, eso sí, que la revista “VOGUE”, que no es precisamente una publicación de análisis y pensamiento político, encontró gran interés y grandes facilidades para ocupar los aledaños del Palacio de la Moncloa, el 9 de julio de 2004, y componer un amplio reportaje fotográfico con la Vicepresidenta primera y siete Ministras más (de entonces), que posaron como modelos durante horas.
Aquello de VOGUE tuvo alguna cola, que me ahorro. Pero es que ahora, el Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ), que no es precisamente un periodiquillo de provincias ni un gran diario amarillista (no es el Bild Zeitung, vamos), ha publicado un reportaje de su corresponsal en Madrid, Leo Wieland, titulado “Zapateros Modepüppchen”, que se puede traducir, no sólo como “las maniquíes de Zapatero” (según apunta EL PAÍS), sino también como “las muñequitas de moda de Zapatero”. Al que le interese, lea y vea el artículo del FAZ en:
El Sr. Wieland no ha escrito a tontas y a locas, aunque su “Zapateros Modepüppchen” no sea un sesudo análisis ideológico, sino un comentario sobre imagen y moda en personajes públicos (también algunos y algunas del PP e incluso de CiU) con buenas dosis de crítica ácida, pero también con indicaciones y detalles concretos. Y, sobre todo, el Sr. Wieland se ha basado en antecedentes reales, como la “Pasarela Moncla” del 2004, continuada con la realidad de una constante presencia pública de Ministras ataviadas cuidadosa y costosamente: very fashioned people, nuestras Ministras. Han organizado algo mucho más grande que la Cibeles Madrid Fashion Week: nos han montado los “Moncloa’s Fashion Years”.
Es explicable que las Ministras estén enfadadas por el artículo del FAZ e incluso que alguna, más discreta, se pueda sentir con razón molesta por el efecto expansivo de la exhibición permanente de caros modelitos por las restantes colegas del GdE. Por lo demás, a los lectores no aludidos por el artículo de Wieland, esa pieza periodística nos puede parecer fundada o infundada (con matices intermedios), interesante o banal, divertida o sosa, tontucia o inteligente, etc. Lo que no cabe en un ámbito europeo-civilizado es que a unas Ministras (y a Dña. Leire Pajín, su oficiosa portavoz), concernidas por el artículo, éste les parezca “INTOLERABLE”. Desde el punto de vista de la libertad y de la democracia, la indumentaria con que se presentan públicamente las Ministras, que es indumentaria de mujeres (¿o también van a negar eso?), puede ser objeto de comentario y crítica, sin abuso alguno contra la dignidad, la intimidad, el honor o el buen nombre de nadie. El Sr. Wieland ha ejercido su libertad para opinar y expresarse, que incluye titular su producto periodístico destacando la habitual vestimenta de las “miembras” (Aido dixit) del GdE, aunque en el artículo se habla también del “look” y atuendo de Zapatero, Felipe González, José Blanco, Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría y Durán Lleida. A los afectados y afectadas les toca, no ya tolerar, sino respetar esa libertad. Cuando se indignan tanto y dicen que es “INTOLERABLE” que se les critique, se autoexcluyen terminantemente de la comunidad de los verdaderos demócratas o incluso de la de los sencillos ciudadanos apolíticos, que respetan las opiniones no coincidentes con la suya.
A mí no me interesó nada el reportaje de VOGUE. No se me ha ocurrido nunca emplear el jueguito de palabras aplicado a la Vicepresidenta primera. Y no me hubiese interesado lo más mínimo el artículo “Zapateros Modepüppchen” del Frankfurter Allgemeine Zeitung de no ser por la reacción de estos reaccionarios y reaccionarias. Me ha interesado, y mucho, la reacción intolerante y antidemocrática del “INTOLERABLE”. Y también me ha interesado, como muestra de intolerancia, que la crítica a unas Ministras sea “machista” y “antigua”. ¿Qué responsabilidad tiene el Sr. Wieland de que haya nueve (9) Ministras, de que todas ellas decidan presentarse vestidas como mujeres y de que casi todas gasten a diario modelos de marcas caras? ¿Acaso ya no se puede reflexionar y hacer cierta cuchufleta sobre la vestimenta de esas mujeres Ministras? ¿Tienen bula por ser Ministras-mujeres? Este recurso -el del pretendido “machismo”- pertenece a la más rastrera dialéctica y me parece un insulto gravísimo al sinfín de mujeres que se han ganado a pulso su puesto en todas las profesiones. Con estas "defensoras" y "representantes" de la condición femenina se denigra a la mujer y se fomenta el más genuino y negro machismo.
Le he comentado a un sabio amigo: “¿cómo no se han dado cuenta de que, aunque sólo fuese por guardar las apariencias de respeto a la libertad de opinión, “INTOLERABLE” era un adjetivo que no podían emplear, porque no tolerar la crítica es absolutamente incompatible con una convicción democrática?” Y mi amigo me ha dicho: “es que sí respetan y toleran la libertad de opinión y de crítica; pero de la opinión y de la crítica suya, ¿entiendes?”. Me ha costado un poco entender el matiz. Pero lo he entendido. A derecha y a izquierda, y sobre todo donde más se presume de democracia, sólo existo yo y mis cosas. Tolero a los demás y los respeto, por supuesto, siempre que yo pueda hacer lo que quiera respecto de los demás sin que los demás rechisten. Esto, que así enunciado, nadie tiene la desvergüenza y el atrevimiento de defender es, si bien se mira, la regla de oro diaria de los falsos demócratas, de los que se desviven por los “derechos humanos”, a condición de que se trate de sus "derechos humanos".
Se puede decir también de esta forma: “tu libertad termina donde comienza la mía, pero la mía de es de largo recorrido, que para eso mando”. O bien: “tus derechos tienen el límite de los míos, que son ilimitados.”
Es explicable que las Ministras estén enfadadas por el artículo del FAZ e incluso que alguna, más discreta, se pueda sentir con razón molesta por el efecto expansivo de la exhibición permanente de caros modelitos por las restantes colegas del GdE. Por lo demás, a los lectores no aludidos por el artículo de Wieland, esa pieza periodística nos puede parecer fundada o infundada (con matices intermedios), interesante o banal, divertida o sosa, tontucia o inteligente, etc. Lo que no cabe en un ámbito europeo-civilizado es que a unas Ministras (y a Dña. Leire Pajín, su oficiosa portavoz), concernidas por el artículo, éste les parezca “INTOLERABLE”. Desde el punto de vista de la libertad y de la democracia, la indumentaria con que se presentan públicamente las Ministras, que es indumentaria de mujeres (¿o también van a negar eso?), puede ser objeto de comentario y crítica, sin abuso alguno contra la dignidad, la intimidad, el honor o el buen nombre de nadie. El Sr. Wieland ha ejercido su libertad para opinar y expresarse, que incluye titular su producto periodístico destacando la habitual vestimenta de las “miembras” (Aido dixit) del GdE, aunque en el artículo se habla también del “look” y atuendo de Zapatero, Felipe González, José Blanco, Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría y Durán Lleida. A los afectados y afectadas les toca, no ya tolerar, sino respetar esa libertad. Cuando se indignan tanto y dicen que es “INTOLERABLE” que se les critique, se autoexcluyen terminantemente de la comunidad de los verdaderos demócratas o incluso de la de los sencillos ciudadanos apolíticos, que respetan las opiniones no coincidentes con la suya.
A mí no me interesó nada el reportaje de VOGUE. No se me ha ocurrido nunca emplear el jueguito de palabras aplicado a la Vicepresidenta primera. Y no me hubiese interesado lo más mínimo el artículo “Zapateros Modepüppchen” del Frankfurter Allgemeine Zeitung de no ser por la reacción de estos reaccionarios y reaccionarias. Me ha interesado, y mucho, la reacción intolerante y antidemocrática del “INTOLERABLE”. Y también me ha interesado, como muestra de intolerancia, que la crítica a unas Ministras sea “machista” y “antigua”. ¿Qué responsabilidad tiene el Sr. Wieland de que haya nueve (9) Ministras, de que todas ellas decidan presentarse vestidas como mujeres y de que casi todas gasten a diario modelos de marcas caras? ¿Acaso ya no se puede reflexionar y hacer cierta cuchufleta sobre la vestimenta de esas mujeres Ministras? ¿Tienen bula por ser Ministras-mujeres? Este recurso -el del pretendido “machismo”- pertenece a la más rastrera dialéctica y me parece un insulto gravísimo al sinfín de mujeres que se han ganado a pulso su puesto en todas las profesiones. Con estas "defensoras" y "representantes" de la condición femenina se denigra a la mujer y se fomenta el más genuino y negro machismo.
Le he comentado a un sabio amigo: “¿cómo no se han dado cuenta de que, aunque sólo fuese por guardar las apariencias de respeto a la libertad de opinión, “INTOLERABLE” era un adjetivo que no podían emplear, porque no tolerar la crítica es absolutamente incompatible con una convicción democrática?” Y mi amigo me ha dicho: “es que sí respetan y toleran la libertad de opinión y de crítica; pero de la opinión y de la crítica suya, ¿entiendes?”. Me ha costado un poco entender el matiz. Pero lo he entendido. A derecha y a izquierda, y sobre todo donde más se presume de democracia, sólo existo yo y mis cosas. Tolero a los demás y los respeto, por supuesto, siempre que yo pueda hacer lo que quiera respecto de los demás sin que los demás rechisten. Esto, que así enunciado, nadie tiene la desvergüenza y el atrevimiento de defender es, si bien se mira, la regla de oro diaria de los falsos demócratas, de los que se desviven por los “derechos humanos”, a condición de que se trate de sus "derechos humanos".
Se puede decir también de esta forma: “tu libertad termina donde comienza la mía, pero la mía de es de largo recorrido, que para eso mando”. O bien: “tus derechos tienen el límite de los míos, que son ilimitados.”
Desde hace tiempo ser socialista es estar en la verdad, lo demás es oscuridad y error. Lo hacen fatal, engañan, roban , por derecho, el suyo.
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