EN LOS TIEMPOS DEL “PERFIL”, UN MINISTRO DESPERFILADO
“El grado de adhesión al
líder es inversamente proporcional al conocimiento que se tiene de él”. Escuché
esta frase, no recuerdo de labios de quién, hace muchos años. Me pareció
entonces muy certera y nada me ha hecho cambiar de criterio: todo lo contrario.
D. José Luis Rodríguez
Zapatero (ZP) comenzó a ejercer como Presidente del Gobierno (el “Gobierno de
España”) con un alto grado de adhesión dentro y fuera de nuestras fronteras.
Parece ahora muy claro que correspondía al escaso conocimiento que se tenía de
alguien que, bien mirado, sólo había sido en su vida, legislatura tras
legislatura, un Diputado del montón, obediente pulsador de los botones cuando
tocaba votar. ZP se ha despedido con un altísimo grado de rechazo –decisivo
para el triunfo del Partido Popular- porque la ciudadanía sabía ya mucho más
que suficiente sobre las carencias y las manías del sujeto y sobre las
devastadoras consecuencias de su inanidad y de la de sus acompañantes (por
cierto, más cambiantes de lo habitual: a unos cuantos les pareció insufrible
hasta la apariencia de subordinarse a semejante paradigma andante de estulticia y
fanatismo).
A estas horas ya han
tomado posesión los Ministros del Gobierno presidido por D. Mariano Rajoy. Por
simples motivos de edad, no puedo aplicarles la máxima con la que he arrancado
este “post”. Conozco personalmente a varios Ministros, pero, a casi todos
ellos, muy poco. Y lo mismo tengo que decir del Presidente. De manera que no
influyen en mi impresión las experiencias y recuerdos que, en cambio, otros
tendrán por haber acompañado durante cierto tiempo a los nuevos gobernantes.
Por lo demás, no me parece que, pasadas sólo unas horas desde que han tomado
posesión (¡qué enorme anacronismo, Dios mío, el de las “tomas de posesión”!), sea
un momento apropiado para transmitir críticas u objeciones. No se trata de que
haya unos cuantos días en que no importe lo que hagan u omitan los gobernantes, días
inhábiles, como si dijéramos, según un intocable protocolo consuetudinario. De lo
que se trata es de evitar, por prudencia y justicia, juicios (incluso provisionales)
precipitados y de esperar a conocer sobre los nuevos gobernantes algo más que
la información sobre su trayectoria pasada, pues, en rigor, hay que dejar
espacio y tiempo para la rectificación incluso si los antecedentes no son
buenos.
Con todo, hay un
elemento muy desconcertante, sin paliativos, en el nuevo Gobierno, en especial
si se tiene en cuenta el duro esbozo de la situación educativa de España contenido en el discurso de investidura del Sr. Rajoy. Llevamos ya bastante
tiempo con la moda de los “perfiles”: “perfil alto”, “perfil bajo”, “no me das
el perfil”, “encajas en el perfil”. El "perfil" vale para todo: desde entrenador de
fútbol (el benemérito Del Bosque no encajaba, según D. Florentino Pérez, en el “perfil”
propio del Real Madrid) hasta Secretario General de la ONU, pasando por las plazas de
Profesores Titulares de Historia Contemporánea o de Teoría de la Comunicación Espontánea I, materias susceptibles de innumerables “perfiles”.
Pues bien, dado que, nos guste más o menos o nada, estamos en el mundo de los “perfiles”,
es imposible resistirse al pensamiento de que un especialista en sondear a la
opinión pública no da el “perfil” mínimamente adecuado para ser el nuevo “Ministro
de Educación, Cultura y Deportes”. Me
refiero a D. José Ignacio Wert. Vean su perfil según tres periódicos
nacionales:
Habrá quien piense que
mi criterio es que para ser Ministro de Educación (dejemos ahora la cultura y
del deporte) hace falta ser Catedrático de Universidad. Pues no. De ninguna manera. En lo que
podría ser mi gremio -que no existe siquiera- hay una muchedumbre de
incompetentes para casi todo y, desde luego, para gobernar cualquier entidad. No
hace falta ser tampoco miembro de otro cuerpo funcionarial docente. Dentro de
esos cuerpos puede haber –seguramente cabe encontrarlas, tomando precauciones-
personas con “perfil” y cualidades, pero lo que resulta imprescindible es conocer
a fondo al menos alguno de los diversos mundos educativos, cosa que el Sr. Wert
no tiene acreditada en absoluto. Y no digo que no tenga ideas. Pero eso no
basta e incluso puede ser malísimo. Porque ideas
sobre la educación las tiene cualquiera (de hecho, las tiene todo el mundo)
y no les han faltado ideas a los diversos responsables del desolador panorama
actual. Pero ideas buenas y hacederas son harina de otro costal. Dña. Pilar del
Castillo, por ejemplo, tenía ideas. Pero ahora no hay nadie en la Universidad
que no piense que hubiese sido muy preferible que no hubiera tenido ninguna y,
en consecuencia, no hubiese hecho nada. Nada hubiese sido infinitamente mejor
que lo que hizo.
Después, con ZP,
vinieron los ignorantes a promover sin la menor crítica el “proceso de Bolonia”
(o, más exactamente, lo que ciertos pedagogos, psicólogos y sociólogos declaran
imperativamente ser consustancial a “Bolonia”), que está siendo como las siete
plagas bíblicas. E instauraron el nuevo sistema de selección de profesorado mediante
evaluación de papeles por la ANECA, gran invento de la Castillo, ejecutado por D. Ismael
Crespo, un “valido” de la Ministra, apoyado más allá de cualquier consideración
racional. Como se veía venir, el PSOE aprovechó enseguida la ANECA, sólo para
burocratizar la vida universitaria hasta el paroxismo. Ahora, los tijeretazos están siendo brutales y la
promoción del profesorado, imposible (como comprenderán a mi personalmente no me afecta). Sin ir muy lejos, mi buen Rector, D. José Carrillo, ya ha
implantado en la Complutense una “tasa de reposición cero” contraria a la misma
idea de la Universidad. Pero a eso lo llama “eficiencia” y a las víctimas, por
osar expresar su desolación, les insultan como “insolidarios”. Resulta que los
compromisos públicos de una Universidad no valen nada cuando cambia el equipo
rector. ¡Toma Estado de Derecho!
El nuevo Ministro, ¿es,
como sociólogo y político, de la misma “escuela” que Dña. Pilar del Castillo?
Como político me parece que no, pero ¿y como sociólogo? Espero que tampoco. Y, en todo caso -aunque lo
que es dar el “perfil”, no lo da- deseo fervientemente que el Sr. Wert
acierte. Espero que, con la capacidad de iniciativa de legislativa y la mayoría
absoluta de que disponen, eliminen la actual evaluación de la ANECA y no permitan
que crezca más y más la “bolsa” (¡otra “bolsa” más!) de “acreditados sin plaza”,
de reconocidos sin reconocimiento. En este momento prenavideño, uno puede permitirse
ilusiones poco fundadas.
Son poco fundadas, sí,
porque está muy visto y muy experimentado: cuanto más afirman y repiten algunos que de la educación depende nuestro futuro, competitividad incluída, menos les
importa en realidad la educación.
A todos los seguidores y visitantes de este "blog", ¡FELIZ NAVIDAD!
Feliz Navidad Maestro. Por qué no abundaen el anacronismo de todas estas prácticas de juramentos, tomas deposesión, etc. Que piensa de gallardón en Justicia???Por favor no me deje así.
ResponderEliminarMás, la Universidad va hacia algún sitio??? En Derecho no sería mejor que los propios bufetes formen a sus abogados??, lo que de hecho está pasando???
ResponderEliminarFeliz Navidad, mi buen amigo "sinretorno". Opinaré sobre el nuevo Ministro de Justicia cuando tenga elementos de juicio.
ResponderEliminarNo soy partidario de que cerremos las Facultades de Derecho y volvamos a las escuelas particulares. Que los bufetes proporcionando elementos para una formación jurídica básica no es cosa que me conste como una realidad. Hay grandes bufetes que proporcionan cierta formación especializada y práctica a jóvenes graduados y a buena parte de sus miembros. Me parece que estamos muy lejos de que las corporaciones de profesionales sustituyan a las Facultades de Derecho, por muy malas que sean (que no lo son todas ni en todo).
Ahora mas que nunca debemos de involucrarnos TODOS en la educación de nuestros futuros profesionales, no podemos dejarlo solamente en manos de las autoridades, desde el hogar tenemos que preocuparnos por impartir los valores y principios necesarios para formarlos con excelencia.
ResponderEliminarMuy feliz Navidad, don Andrés. Un placer leerle
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