Y UN NOTICIÓN PARA ADOLESCENTES LIBERADOS: DETENCIÓN INMEDIATA DE LOS PADRES “PLASTAS”
A) ¡CUIDADO CON LOS BIOÉTICOS!
Alessandra
Lungalingua y Marcelo
Testacalda, dos académicos de Oxford,
acaban de publicar un estudio científico en el Journal of Medical Ethics,
publicación perteneciente al grupo
British Medical Journal, en el que superan la tesis de otros dos académicos de Oxford, Francesca Minerva y Alberto Giublini, que vio la luz a
principios de febrero de 2012 en la misma publicación. Minerva y Giublini propugnaban
que está justificado que los médicos pongan fin a la vida de los bebés, dado
que se trata de personas potenciales
(como el feto, no actuales) y, por
tanto, moralmente irrelevantes, de modo que su vivir puede ser poco conveniente
para la madre y para la sociedad por una larga relación de motivos. Lungalingua y Testacalda
comparten los criterios básicos de Minerva
y Giublini –“all the individuals who are not in the condition of
attributing any value to their own existence are not persons. Merely being
human is not in itself a reason for ascribing someone a right to life. Indeed, many humans
are not considered subjects of a right to life”- pero, precisamente por eso, consideran
que el ámbito y enfoque de sus colegas es “unjustifiably
restrictive”, injustificadamente restrictivo. Para Lungalingua y Testacalda,
también son individuos humanos que no están en condiciones de atribuir valores a
su propia existencia muchos homeless,
abotargados sensorial y estéticamente y a todas luces
incapaces de un horizonte vital distinto de su mera supervivencia. Sin
necesidad de ampliar la lista de los “merely
human being” incapaces de atribuir valores a su propia existencia,
ampliación que sería perfectamente lógica, pero que quizá provocaría rechazo
social, Lungalingua y Testacalda se centran en el caso de
estos marginales que duermen envueltos en cartones, mantas viejas y piezas de
tela, sin otra actividad que la recogida de comida y materiales para su
asentamiento nocturno y con una socialización que, en algunos casos, se reduce al
mero agrupamiento físico nocturno para protegerse mejor del frío y de amenazas externas.
Son actividades (cuidado del nido, agrupación defensiva) bien conocidas -dicen-
en gran número de especies animales: desde las golondrinas a los arenques.
No hay nada de nuevo en estas tesis, como ya se
encargó de subrayar Julian Savulescu, Editor del Journal of Medical Ethics, al
defender el trabajo de Minerva y Giublini: “The arguments presented,
in fact, are largely not new and have been presented repeatedly in the academic
literature and public fora by the most eminent philosophers and bioethicists in
the world, including Peter Singer, Michael Tooley and John Harris in defence of
infanticide, which the authors call after-birth abortion.”
“The novel contribution
of this paper is not an argument in favour of infanticide – the paper repeats
the arguments made famous by Tooley and Singer – but rather their application
in consideration of maternal and family interests. The paper also draws
attention to the fact that infanticide is practised in the Netherlands.” Les dejo un link con el que podrán acceder a esta
defensa del “paper” de Minerva y Giublini (y a muy interesantes comentarios): http://blogs.bmj.com/medical-ethics/2012/02/28/liberals-are-disgusting-in-defence-of-the-publication-of-after-birth-abortion/
Para leer el “paper” completo y sus tesis, que han prolongado tan
lógicamente, aunque con excesiva timidez, mis personajes Lungalingua y Testacalda,
les dejo otro link:
No me parece necesario decir nada sobre estas tesis. A mí lo que me
molesta sobre todo es que a Minerva
y Giublini los haya presentado la
prensa como “académicos de Oxford”. En realidad son dos becarios
postdoctorales italianos en dos Universidades de Melbourne (Minerva es
una Licenciada en Filosofía que se doctoró en Bolonia en 2010 con una tesis
sobre objeción de conciencia, que ha disfrutado de una estancia en el Oxford Uehiro Centre for Practical Ethics,
de la Oxford University, United Kingdom; Giublini
se doctoró en Milán, en Filosofía y se encuentra en la Monash University of Melbourne: no hay más datos disponibles). Con tamaño historial científico (sabemos que
las tesis doctorales, en Italia, frecuentemente se asemejan a nuestras tesinas),
el lanzamiento de su “paper” de 6 páginas implica mucha propaganda y nulo rigor
científico. No se trata de ningún trabajo de Medicina ni de una reflexión
filosófica seria, sino de un manualito axiomático -parte de axiomas sobre el
ser humano al que puede adscribirse el derecho a vivir- que dos activistas bioéticos
pretendidamente filósofos proporcionan a algunos médicos que ya no entiendan cuál
es el sentido y la finalidad de la medicina y cómo, se piense como se quiera,
el aborto después del nacimiento (after birth abortion) o infanticidio
-así lo llama Julian Savulescu- del
neonato no es un acto médico. Estos muchachos académicos oxionienses surten a
ciertos médicos de un elemental argumentario para que se consideren
con derecho -en eso concluyen: en el derecho del médico- a
disponer de vidas que tengan en sus manos. Irritante es también, por su
desprecio de la seriedad científica, la defensa de Savulescu, que entroniza como grandes sabios de la Humanidad a
gente muy notoria, como Peter Singer,
que con su defensa del derecho de los animales y otras extravagancias, ha
alcanzado una proyección mediática tan notable como la debilidad de sus fundamentos
filosóficos.
Los so called, sogennante o cosidetti “especialistas en bioética” son, en conjunto, más
peligrosos que pirañas en bidé. Muchos de ellos provienen de Facultades de
Derecho o de Filosofía e incluso de “ciencias sociales” menos sólidamente
asentadas como ciencias. Pero la bioética -que empieza ya mal en su mismísima denominación:
no hay bioética como no hay Bioderecho ni Biofilosofía: otra cosa es el
biodiesel- permite hablar y escribir con soltura sobre lo que no se conoce sin
que, al parecer, nadie se se sorprenda. Recomiendo vivamente que al iniciar una
consulta con un médico y no digamos al disponerse a entrar en un quirófano
pregunten Vds. al doctor y al cirujano si ellos, o alguien de su equipo, ha
cultivado o cultiva la bioética. Si dicen que sí, huyan de inmediato hasta
encontrar a alguien que confiese considerarse un simple médico o cirujano que procura
estudiar y estar al día.
B)
LA PATRIA POTESTAD SE DESVANECE EN ESPAÑA
Algún parentesco con lo
anterior -va de menores de edad también- encuentro en la noticia -es cierta: lo
he comprobado- de la detención por la Guardia Civil de un padre, como posible
autor de un delito de detención ilegal, considerándose a la madre como posible
cooperadora. Cuando escribo, el padre ya ha sido puesto en libertad (el 2 de marzo de 2012) (con o sin cargos, según noticias contradictorias), pero fue sujeto pasivo de una detención desagradable (al
parecer el 28 de febrero) y ha pasado muchas horas privado de libertad porque,
con el apoyo de la madre, castigó sin salir de casa a su hija de 16 años y ésta
le denunció. Presurosos corrieron los “efectivos” a detener al padre porque,
nos dicen, con el Código Penal en la mano, no les quedaba otro remedio pues, al
parecer, era verosímil el delito. Tras la detención, se pusieron todos
-Ministerio Fiscal, Juzgado de Primera Instancia e Instrucción, Junta de
Andalucía- a estudiar el asunto y, por de pronto, ubicaron a la espabilada
chica en un Centro de Acogida (¿la dejarían salir?).
Todo esto ha ocurrido,
no porque el Código Civil haya suprimido la patria potestad o, para ser más
exactos, el Capítulo I (“Disposiciones generales”) del Título VII (“De las
relaciones paterno-filiales”) del Libro Primero (“De las personas”), donde
aparecen los deberes de los hijos hacia los padres. Tampoco ha ocurrido porque
el Código Penal fuese determinante de la detención (en absoluto lo era ni lo es,
salvo para quien haya sido instruido en leerlo con orejeras y descerebrado, sin
sentido común). Ha ocurrido porque existe una Consejería para la igualdad y el bienestar social y porque, como ha
explicado su titular, Dña. Micaela
Navarro, tras la denuncia, se siguió el protocolo habitual, que consiste en separar a la denunciante de
sus progenitores hasta que se investiguen los hechos. Ya dije aquí que las
fuentes del Derecho han sido alteradas. Y donde esté un protocolo, que se quiten los Códigos.
No se han abierto diligencias por detención ilegal a los números de la Guardia Civil que, presuntamente, no tenían más remedio que detener al papá.
Como en el asunto de los
becarios italianos, me parece que sobran los comentarios.
Perdón por el simplismo, pero nunca dos apellidos, la de estos italianos "especialistas en bioética", han retratado mejor el trabajo de los mismos. Lungalingua y Testacalda, que literalmente traducidos significan: Lengualarga y Cabezacaliente. Los italianos utilizan la expresión "testacalda" para referirse a un exaltado (si no me equivoco)y lungalingua sería sinónimo en nuestro castellano de lenguaraz, atrevido en el hablar, procaz, etc.
ResponderEliminarUnánse los dos apellidos y su significado y a las personas que las llevan y tendremos el nefasto artículo publicado. No hacen falta más comentarios. No podía salir nada bueno de esa conjunción.
Un cordial saludo. R. Cabrera.
Para Rafael Cabrera y otros lectores: "Lungalingua" y "Testacalda" son, como digo en el "post", "mis personajes". Que yo sepa no existen esas personas, pero puedo presentarlos como "académicos de Oxford" tanto han aparecido Francesca Minerva y Alberto Giublini.
ResponderEliminarHe "fabricado" una "noticia" similar a la real, con exactamente la misma tesis de los reales "especialistas en bioética" partidarios del "aborto post parto".
Los datos de los militantess bioéticos reales y las citas de sus argumentos son exactos (salvo las palabras "“unjustifiably restrictive”, injustificadamente restrictivo'").
Ciertamente, pensé en los apellidos en la línea que apunta R. Cabrera y calculando que tan significativos "apellidos" conducirían a pensar en la segunda "noticia" como un recurso literario por mi parte. Espero que ahora se entienda el "post" sin posibles equívocos.