EL TRIUNFO DE LA NORMALIDAD SENCILLA Y SERENA FRENTE A TANTA
TONTUNA MODENNA: GLAMOUR, LOOK, IMAGEN, TREND TOPIC
Hubiera escrito este
breve post aunque la selección de fútbol de España
hubiese perdido ayer frente a la de Francia.
El desbarre de las dos últimas semanas contra el seleccionador Vicente del Bosque sólo es posible en
un país de opinadores que, hasta en el fútbol, ofician de desbarrantes crónicos a imagen de esos neo-regeneracionistas
abanderados del fatalismo hispánico, del irredentismo, de la autoflagelación
sin pausa, del “me duele España” (y no sé por qué les duele con tanta persistencia,
puesto que, según ellos mismos, “España no tiene arreglo”). La verdad es que
yo, en este “blog” sin ir más lejos, he proporcionado muchos datos y argumentos
no precisamente favorables al optimismo. Porque, en realidad, las cosas están
muy mal y nuestros dirigentes no parecen capaces de arreglarlas mínimamente, de
mejorarlas un poco (no pienso ahora sólo ni principalmente en la situación
económica). Pero una cosa es decir las cosas como a uno le parece que son,
después de haberlas estudiado y otra, muy distinta, abonarse al masoquismo y
negar toda posibilidad de mejora. En tiempos difíciles, el humor, el talante de
cada persona, su disposición a mejorar ella misma y a mejorar su pequeño o no tan
pequeño entorno, son elementos decisivos, porque configuran el espíritu con que
una sociedad entera afronta la adversidad y hay, también, a la postre,
macroeconómicamente, una enorme diferencia entre una sociedad civil que sufre,
pero lucha, y una sociedad civil definitivamente deprimida y derrotada. Me parece que hasta “los
mercados” huelen el clima social y distinguen el aroma del empeño del mal olor
de la derrota adelantada.
Precisamente es en los
tiempos difíciles cuando destacan personas tan normales (de una normalidad excepcional, por desgracia) como el seleccionador
nacional, D. Vicente del Bosque, que
es capaz de afrontar con serenidad el desbarre inmotivado de muchos opinadores,
de responder a las preguntas con modestia, realismo y buen sentido y de lanzar, con cierta frecuencia, los mensajes empapados de la sólida sensatez que tanto
se necesita y tanto escasea. Vicente del
Bosque fue expulsado del Real Madrid
presidido por Florentino Pérez, el
mago empresarial, ahora un poco perdido a falta de ladrillo, justo cuando Del Bosque había
logrado los mejores resultados para su equipo. Y es que, para Pérez, con su cultivado aire de triunfador,
de conseguidor, Del Bosque no
encajaba con el "look" modenno,
juvenil, dinámico y de “ejecutivo de película” que Pérez
adjudicaba al Real Madrid, por mor
de la imagen institucional,
del marketing y del merchandising. Del Bosque, con su calva y su bigote y vestido con tendencia a lo
gris, sin ropa de marca, tan hispánico él, parecía -y sigue pareciendo- el “buen padre de familia” del que habla el
Código Civil. Y es que resulta que Del
Bosque lo es.
Del
Bosque es un señor, un señor que se viste por los pies, que nunca
ha protagonizado una salida de tono, que no exagera ni publicita las bofetadas
que le han dado en la vida, que no está obsesionado con la brillantez formal,
que carece de interés en ser trend topic,
que no envía mensajes por twitter y
que no se cree infalible ni se autocataloga como importante. Rara, rarissima avis
en la vida pública española.
Y se conoce que, con
esas cualidades, con su quehacer sin estridencias, con su aversión a hacer
frases y crearse minutitos de gloria, Del
Bosque ha logrado ensamblar a un conjunto de estupendos jugadores,
insuflarles sentido de la responsabilidad y del deber con su público, necesidad
de aparcamiento de divismos e individualismos, necesidad de trabajo (eso que
llaman “sudar la camiseta”, sí) e ilusión por afrontar, paso a paso, la tarea que les corresponde, sin
darse anticipadamente ni por vencidos ni por vencedores. Hemos visto desterrado
el vedettismo y la vagancia. Parece que llevamos tiempo con un grupo de
españoles muy distintos pero capaces de mantener, junto a la alegría, el
sentido del trabajo en equipo y la concentración, sin perderla por la euforia
precursora del descuido y sin venirse abajo ante la primera adversidad.
¡Aleluya!
Eso sólo lo logra una
persona buena (o sea, una buena persona) y una persona sabia. Una persona con
autoridad verdadera.
Estoy feliz por la
victoria del fútbol de España sobre
la selección de Francia (2-0). No es
que me pareciese cuestión de vida o muerte. Es que los tontorrones de los
guiñoles -con los que Del Bosque, como Nadal, rehusaron sabiamente enzarzarse- tendrán un cierto dolor de
hígado, que se han ganado a pulso con un humor sin calidad y espantosamente chovinista.
Y, además, esta victoria nos ha evitado más ataques malintencionados al ánimo
colectivo de España, bastante maltrecho, pero que importa mucho, muchísimo, templar
y fortalecer.
Frente a tantos
insolventes cantamañanas, los "equipos de trabajo" de España, que son tantísimos y tan
diversos, necesitan “Del Bosques”, personas
buenas y sabias, sencillas, discretas, trabajadoras, que los dirijan. Personas
como Del Bosque, aunque no sean
calvos ni bigotudos ni vistan tan grisáceamente. Ya sé que Del Bosque nunca querría encabezar una lista electoral. Pero he
titulado el post “¡DEL BOSQUE, FOR PRESIDENT! para llamar la atención sobre
esto: es hora de que los españoles vean claro cómo han de ser sus dirigentes,
cuáles son las virtudes (“las fortalezas”, como ahora dicen, frente a “las
debilidades”), que verdaderamente funcionan. Es hora de arrumbar los prototipos
o modelos erróneos, que,
camelísticamente, toman tantas “debilidades” como si fuesen “fortalezas”.
Del Bosque, el antihéroe, es un buen
ejemplo de triunfador sin ínfulas, pero triunfador. Porque, pase lo que pase en
la Eurocopa de fútbol, Del Bosque ha triunfado de verdad. Y su equipo de fútbol, también.
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