PROTESTAS ARCHI-JUSTIFICADAS PERO INOPORTUNAS PARA EVITAR LA INTERVENCIÓN
Como el actual Gobierno
español, que relevó a sus nefastos predecesores con modales versallescos y
absurdos discursos laudatorios, no tenía cabal idea de lo que se iba a
encontrar (en buena medida, por pereza gravemente culpable de la “cúpula” del
Partido Popular), transmitió a los ciudadanos una prolongación de su,
llamémosle así, discurso electoral: “esto lo arreglamos nosotros en un pis pas”.
Craso error doble, que, en cuanto levantaron un pico del mantel del festín
previo, no enmendaron adecuadamente, porque, al contrario, subieron el IRPF con
una explicación del todo insuficiente, como era una concreta cifra de desfase
del déficit. La más ajada retórica política, que, al parecer, consideraban
suficiente dada su mayoría absoluta, se empleó en lugar de explicaciones
completas y bien documentadas. A quienes sabían hasta qué extremos la situación
económica era gravísima y sabían incluso el gran pufo interno del sistema
bancario, no se les encargó contar a la población la realidad en “prime time”,
como aquí pedimos una y otra vez, sino que se les puso a bregar con la Comisión
Europea y “los mercados” a golpe de ocurrencias para salir de los constantes
apuros, ganar unos días y afrontar subastas de deuda pública para ir sacando
unos dinerillos. Hubo unas torpes dosis de chulería en la relación con el Eurogrupo y fue muy relevante la penosa
gestión de BANKIA, que aquí quizá
fuimos de los primeros en criticar. Y así hemos llegado, tras los “irremediables”
pero pésimos “recortes” y “ajustes” de la semana pasada, a la situación
descrita en la primera parte de este “post” o entrada. Hemos llegado al borde
de la suspensión de pagos y del rescate e intervención como país (se hablaba en
el “post” anterior de un inasequible 4’5 % de interés de los bonos a dos años;
el 19 de julio de 2012 se han tenido que colocar esos bonos al 5’2%).
Cuando el Ministro
de Hacienda, Cristóbal Montoro,
habló de la necesidad de recaudar para
poder pagar las nóminas -cosa señalada expresamente en “EL CIRCULO INFERNAL... (I)”- no supo reprimir un dato sincero para
ofrecer un argumento y muchos comentaristas hispanos dijeron que había hecho subir
la prima de riesgo. Dudo mucho de que, a estas alturas, esa subida se debiese a
una explicación de Montoro, no del todo bien narrada por “los medios”. La situación
era la que era antes de la frase de Montoro
y no resultaba precisamente desconocida para los mercados. ¿Qué ha sucedido en España del domingo 15 de julio de 2012
hasta hoy? En términos de “show” para espectadores foráneos (y es de fuera de
donde esperamos unos dineros que eviten la intervención de España y, sobre
todo, su ruina, quizá no declarada, pero en avanzado curso de realización), han
sido varios los sucesos llamativos: la protesta social se ha hecho visible
todos los días, por los cortes de tráfico en Madrid debidos a la movilización
de algunos centenares de funcionarios, más las manifestaciones de la tarde-noche del 19 de julio; los jueces y otros profesionales de la
Justicia han aparecido unidos para formular duras críticas y casi inéditas
protestas y ha sucedido también -esto es, pienso, de la mayor importancia- que bastantes
Comunidades Autónomas (CC.AA.), incluso gobernadas por el Partido Popular -el del Presidente Rajoy- han rechazado públicamente su
parte en “ajustes” y “recortes”. Por añadidura, el PSOE y otras fuerzas políticas han mostrado la realidad de una clase política dividida, con toda la
oposición actuando como si los problemas de España fuesen sólo cosa del
Gobierno y del partido político gobernante.
Así, hay que pensar que
habrá empeorado considerablemente la impresión que causa al espectador de fuera la
situación de España. Es decir, se ha puesto mucho más difícil que recursos
ajenos, europeos y extraeuropeos, fluyan a España, porque la confianza en ella ha
disminuido aún más. Aquí hemos sido y seguimos siendo muy críticos con el
Gobierno y el PP, pero tanta crítica o más aún merece la oposición y el resto
de la clase política, porque, sin
trabajar apenas (con algunas excepciones) y sin altura de miras, se han
dedicado a jugar a la contra,
en un momento en que eso era y sigue siendo, inevitablemente, jugar a la contra
de España como país.
Las protestas sociales
nunca han sido tan justificadas, pero quizá nunca hayan sido, a la vez, tan inoportunas e incluso
contraproducentes. Esta inoportunidad, sin embargo, encuentra excusa por la
falta de explicación oficial previa de la gravedad de la situación. No se puede
pedir a los ciudadanos que se aguanten la indignación para no empeorar las
cosas cuando nunca se les ha explicado -y explicar no es lo mismo que afirmar- lo mal que están y lo peor que pueden ir
si no se evita la “intervención” y no se detiene el proceso de ruina y de
compra de España. No se les puede pedir contención cuando la contención parece que se está
aplicando a la banca, importantísima causa de nuestros problemas.
De los funcionarios,
continuamente denigrados desde la clase
política y desde el “empresariado” presidido por el ignorante y demagógico Sr.
Rosell, nada voy a añadir ahora a lo
que ya dije en el post anterior y en otros muchos.
Por su parte, la
bastante repentina y aparentemente unitaria protesta de las distintas
asociaciones de jueces, de fiscales y de secretarios judiciales es un tumulto
de rebeldía con mezcla de motivaciones muy diversas y con discursos heterogéneos. En todo caso, se equivocan quienes, por ignorancia
o interés, lo conectan con la crisis del Consejo General del Poder Judicial
(CGPJ) y la reciente elección de un Presidente del Tribunal Supremo y del mismo
CGPJ, con mandato que no sobrepasará el año. El CGPJ está, hoy por hoy,
irremisiblemente desprestigiado y muchas cosas tendrían que cambiar para que el
desprestigio se atenuase siquiera. La movilización contestataria sí tiene que
ver, en cambio, con los últimos proyectos del Ministro de Justicia, que, con
toda razón, parecen cambios surrealistas y sin ningún previsible efecto
positivo sobre la realidad de la Justicia en España. Me parece, sin embargo,
que el detonante de la transformación del hartazgo judicial en protesta pública está en
la disminución de las retribuciones en ese ámbito. Jueces y Magistrados
arrastran graves malos tratos de los que se ha dejado aquí cumplida reseña y
ante los que apenas han reaccionado. Sin embargo, tocarles la paga mensual ha
sido como apretar el gatillo. Lo de la paga es, a mi parecer, el menos sólido
de los motivos para protestar, pero algo bueno podría salir de ese “basta ya”.
Lo de las Comunidades Autónomas es, con mucho, lo
peor, porque es sabido que en ellas reside gran parte del déficit y sus “noes”
a “ajustes” y “recortes” dan cumplida idea al exterior de lo difícil que le
resulta al Gobierno central conseguir resultados de contención del gasto.
También dijimos aquí hace tiempo que ese Gobierno tenía que estudiar con
urgencia algo más eficaz que las amonestaciones y ciertas débiles amenazas a
las CC.AA. No era ni es tarea fácil,
pero no consta que ni siquiera se haya emprendido. Así que Alemania puede ver -no ya saber,
sino ver- que nuestras CC.AA. ponen en aprietos al Gobierno de
la Nación mucho más que los Länder al
Gobierno Federal.
SI
ESTAMOS MUY MAL, INTERVENIDOS ESTAREMOS MUCHO PEOR
Lo que la generalidad
de los españoles continúa sin entender -porque nadie se lo ha explicado como
sería necesario- es que la intervención directa de España por la “troika”
(dirigentes de la UE, del Banco Central Europeo y del Fondo Monetario Internacional) constituye
un peligro cierto y muy grave de un mal mayor que el que tenemos: supone más
depresión o recesión, depreciación
sistemática de todos nuestros activos (los tangibles y los intangibles), mayor
paro y menor poder adquisitivo de todos los trabajadores. Los interventores no tienen tanto dinero
como para recuperar la economía española y, de tenerlo, no tendrían voluntad de
gastarlo con esa finalidad. Así que la intervención, a la postre, supondría que
los interventores nos obligasen a todo lo necesario para perder ellos el menor
dinero posible. Así de bestia veo yo el horizonte de la intervención. Se van a
resistir a intervenirnos, porque no les sale precisamente gratis, pero, de no
variar los elementos ahora presentes, tendremos intervención y rescate de
España y no ya de la banca española. Y para los funcionarios, p. ej., la receta
de los interventores pudiera
parecerse, no ya a la griega, sino, más cercanamente, a la del Presidente de la
CEOE: poner en la calle a varios
cientos de miles.
Algo más que lo que han
hecho hasta ahora, algo muy serio y que no empobrezca a los españoles, tendría
que hacer el Gobierno central en un último intento de que se recupere fuera la
confianza en España. Algo que, ante todo, empuje una recuperación de confianza
dentro. Ahí están, repito, las televisiones y radios públicas, perfectamente suprimibles y ahí está, por
más que sea asunto delicadísimo, el art. 155 de la Constitución para meter en
cintura a CC.AA. que se resistan a
recortes necesarios, que previamente haya aplicado el Gobierno de la Nación. Y
me permito pensar que, como la crisis es mundial pero también de UE y de la Eurozona, el Gobierno tendría que poner a trabajar buenas cabezas,
las mejores (estarán de más los genios solitarios y será suficiente con
personas desinteresadas, expertas y prudentes), en la doble hipótesis de un fracaso del euro y de nuestra salida de la eurozona. No, no
descartemos nada, porque son demasiados -y no precisamente tontos- los que ven
inviable la UE. Por estudiar lo que
ahora se llama “posibles escenarios” no se va a perder nada, sino todo lo
contrario: es probable que se entienda mejor el terreno movedizo por el que
tenemos que andar.
Sin demagogias, pero
con justa firmeza y cargado de razón, el Gobierno tiene que hacer notar a la
ciudadanía y al mundo exterior que está resuelto a no permitir más tiranía del
mundo financiero, comenzando por el español.
De paso, mostraría así que desengancha las conexiones con ese
mundo bancario: por mucho que se hayan probado estrechísimas en todas
partes (en EE.UU. y en la Gran Bretaña, sobre todo), también se han probado
criminalmente nocivas para la gente en todas partes. Al respecto sigo sin
entender por qué, frente al MoU, hay
autoridades españolas empeñadas en que ningún banco quiebre. Cuando hay
banqueros medianamente decentes abogando por dejar caer a quien se lo ha
buscado, esa actiitud oficial me parece tenebrosamente inexplicable.
Como ven, no he podido
dar a luz ninguna ocurrencia especial. Simplemente insisto en lo que se viene
diciendo por personas sensatas desde hace años. Entretanto y retornando al
presente, quizá me equivoque, pero me parece que el momento en que sería
precisa la máxima frialdad y serenidad -este momento- está siendo justamente, entre tirios y
troyanos (¡no olvidemos a los sindicatos, quizá los españoles máximos
beneficiados de la crisis!), el momento de máxima calentura y visceralidad…
hasta ahora. La responsabilidad de este lamentable desajuste no se puede
atribuir a la ciudadanía, sino al Gobierno, a la clase política (destacadamente al PSOE y a CiU) y a unas centrales
sindicales que no representan a los españoles trabajadores, sino que, al revés,
encarnan un híbrido perfecto de la máxima picaresca laboral y de la peor
politiquería. El Gobierno no está bien, pero, desde luego, no salgo a la calle
tras las banderas de ninguna central sindical. Hay, sin duda, sindicalistas
honrados y laboriosos -algunos conozco-, pero la oligarquía sindical es de lo
peor que cabe toparse en España.
Así que no me (o “nos”)
queda otra posibilidad que contemplar lo que se hace y lo que no se hace, con
la idea de que es muy probable que un día amanezcamos muy malamente. Pero hay un ingrediente del “cacao” que no quiero
silenciar. Los indicios están ahí, en el curioso sesgo de ciertos “medios” y de
comentaristas militantes que han variado significativamente su posición para
atacar a Rajoy (al mismo Rajoy al que pusieron por las nubes). Y
coinciden sospechosamente con la difusión del rumor según el cual los grandes
agentes económicos españoles se habrían fijado un plazo (bastante corto, por lo
demás: en pleno mes de agosto de 2012), que, una vez transcurrido sin que el
Gobierno tomase las medidas que ellos consideran indispensables, se verían en
el trance de pasar a la acción. No se sabe qué acción podría ser ésa, aunque,
por fortuna, no parece apuntarse a nada semejante al magnicidio de Dallas. Seguramente asistiríamos a una
presión concertada, con mezcla de todas las técnicas de acoso y derribo conocidas
en nuestra historia moderna y contemporánea, excepto el ingrediente militar,
supongo.
Es conocido por los
lectores de este “blog” que no soy precisamente un “fan” de Rajoy, ni cuando
estaba en la oposición ni ahora, que preside el Gobierno de la Nación. He dicho
aquí que a Rajoy se le había agotado
el crédito y que debía haber una única voz autorizada para hablar de la
situación económica y explicarla de forma inteligible y, por supuesto, sincera.
Pero también dije que era Rajoy
quien debía poner al timón a esa persona con sus colaboradores (v. http://andresdelaoliva.blogspot.com.es/2012/05/parece-que-cuenta-de-bankia-rajoy-ha.html).
Por poquísimo que me guste este Gobierno y su Presidente, la perspectiva de unos
salvapatrias pensando en mandar, porque son "los listos", más listos que nadie, me produce
movimientos de vómito. Y, por motivos y razones obvios para los lectores
habituales de este blog, mis convulsiones eméticas cursan con alucinaciones
cuando escucho que la fórmula de salvación sería -¡qué originalidad!- un gobierno de concentración, de unidad nacional, para el que se desliza,
como cabeza, el nombre del Comisario europeo D. Joaquín Almunia. Cualquiera que mire al PP y al PSOE sabe que de
sumar dirigentes de los dos partidos (y eventualmente, de otros) sólo
resultaría un desastre: nada mínimamente mejor que el Gobierno actual. Nada más
pensar en opositores internos del PSOE y del PP recomendando nombres para un gobierno de concentración me entra la risa floja:
río en vez de llorar porque la escena me parece grotesca. Quede dicho todo esto por si no careciese de fundamento (y me parece que no) andar con la mosca detrás de la oreja.
Son duros y tristes tiempos
éstos en los que hay que elegir entre dos o más males, en que lo sobradamente justificado puede resultar muy perjudicial y en que, por concretar más, protestar en la calle por los "recortes" puede estar haciendo el juego a quienes los han apoyado y, por supuesto, siempre han estado confortablemente a salvo de ellos (el hispano "mundo del dinero"). Cada uno se encuentra en su particular "círculo infernal".
Me consta, por testimonios directos, que ya desde mediados de 2008 los técnicos de diferentes Ministerios alertaron expresamente a los políticos de entonces de la situación que se avecinaba y que no tardó en llegar. Al igual que en el Banco de España esos informes, tildados de agoreros,fueron archivados convenientemente en la papelera, tanto física como electrónica. A la voz de que "el que venga después que arree",la falta de acción en el momento oportuno ha producido efectos catastróficos.
ResponderEliminarY estando de acuerdo con usted en casi todo, no se le puede achacar a Rajoy que no haya sido sincero (para algunos demasiado sincero, como ahora a Montoro): desde enero, pienso, que la cruda y cruel realidad ha sido expuesta sin ambages. Otra cosa es que muchos no quisieran aceptar la verdad. Y otra cosa es cómo se ha explicado la situación real, con demasiados paños calientes respecto a la acción y omisión, sobre todo, del gobierno (con minúscula) anterior.
Sólo resta pedir que se obre el milagro -a eso hemos llegado- de que el Gobierno (ahora con mayúscula) acierte en sus decisiones, que no sean alocadas y sin fundamento, que no se tire a todo lo que se mueve, sino que se acierte en la diana (o dianas) aunque el pulso no esté muy calmado. Complicadísima misión.
Rafael