MANHATTAN: MOTOS, NO;
LIMUSINAS, SÍ
No circulan
motos en Manhattan. Se ven, en
cambio, esas limusinas gigantescas, sin las que parece que a la Gran Manzana le faltaría uno de sus iconos
distintivos, un rasgo de su incomparable fisonomía, un ingrediente de su
específico glamour. Esas limusinas -que
han comenzado a utilizarse, alquiladas, en grandes ciudades europeas- son como
la apoteosis hiperbólica del automóvil, plantada en el mejor escaparate del
gran país del Ford T. Son el no va más
de lo que en España llamamos, durante tantas décadas, el cochazo. Así decíamos, porque los cochazos eran, por definición, apodícticamente, los “coches
americanos”.
Pues no crean que la ausencia de motos en Manhattan es por incompatibilidad con la imagen, el carácter y el glamour neoyorkinos, porque las motos destrozarían el ambiente como podrían hacerlo en Paris dos docenas de planeadoras que surcasen a toda marcha el Sena junto a los apacibles bateaux mouches. El fenómeno no puede tener una causa más prosaica. Apenas hay motos en Manhattan a causa del pésimo estado de las calzadas. Las limusinas, con suntuosa suspensión a juego con lo demás, no lo notan. Los motoristas probablemente sufrirían bajas mortales. No me extrañaría que la abundancia de “yelow cabs”, otro icono de NY, se deba al propósito de que sean principalmente esos destartalados cacharros los que afronten un pavimento penoso. Las limusinas, por su parte, simbolizan bien la desmesura del culto a la riqueza o a su apariencia.
Pues no crean que la ausencia de motos en Manhattan es por incompatibilidad con la imagen, el carácter y el glamour neoyorkinos, porque las motos destrozarían el ambiente como podrían hacerlo en Paris dos docenas de planeadoras que surcasen a toda marcha el Sena junto a los apacibles bateaux mouches. El fenómeno no puede tener una causa más prosaica. Apenas hay motos en Manhattan a causa del pésimo estado de las calzadas. Las limusinas, con suntuosa suspensión a juego con lo demás, no lo notan. Los motoristas probablemente sufrirían bajas mortales. No me extrañaría que la abundancia de “yelow cabs”, otro icono de NY, se deba al propósito de que sean principalmente esos destartalados cacharros los que afronten un pavimento penoso. Las limusinas, por su parte, simbolizan bien la desmesura del culto a la riqueza o a su apariencia.
Viene esto a cuento de la situación económica en general y, en particular, de los EE. UU., patria de millones de personas trabajadoras y generosas (lo tienen archidemostrado históricamente), pero también de los dominadores de esos “mercados”, que, no sin motivos poderosos, no creen en España y ya, en los últimos días, tampoco creen en Europa: ni en Merkel, ni en Sarkozy/Hollande ni en el euro ni en el Banco Central Europeo (BCE).
El gran ejemplo de entidades que han enfangado y confundido el estado económico del mundo hasta el punto de convertirlo en una aporía insoluble lo han dado gigantes económicos de los EE.UU. como Enron (repasen esta edificante historia googleando un poco: no tiene desperdicio) y Arthur Andersen (cooperador necesario de Enron) (les recomiendo, para el week-end próximo, ver este documental: “Enron: los tipos que estafaron a América”: http://www.youtube.com/watch?v=mnyzZ7r1zdA) (para ponerse en ambiente antes, con datos en general fiables, pueden leer varios papeles, por ejemplo: http://www.monografias.com/trabajos12/posible/posible.shtml). Estos chicos de Enron -los más listos entre los superlistos- fueron pioneros en convertir materia prima energética (en concreto, gas natural) en “productos financieros”, bursátiles, manipulando el valor y convirtiendo el real (razonablemente calculado) en un valor absolutamente subjetivo, pero que funcionó bastante tiempo (el suficiente para enriquecer enormemente a unos cuantos, empobreciendo a muchos).
Pero también en EE.UU. nació y quebró Lehman Brothers (v. http://es.wikipedia.org/wiki/Lehman_Brothers), sobre la que la BBC produjo un excelente documental relativo a sus últimos días (otro entretenimiento para el week end, sea el próximo o el siguiente: http://www.documaniatv.com/social/los-ultimos-dias-de-lehman-brothers-video_202413eeb.html) (es opinión casi unánime que el documental es muy superior a la película Margin Call, que parece tratar de LB, pero sin citar una sola vez a la compañía). Y vuelvo a recomendar muy vivamente el documental Inside Job, tras contrastar su contenido con un amigo muy experto en finanzas y extraordinario conocedor del mundo bursátil y de la reciente historia económica de los EE.UU (vale la pena comprar el DVD, para verlo y escucharlo a gusto y guardarlo como documentación, pero les dejo este link con el que ahora mismo acceden on line legalmente y con más que decente imagen y sonido en su PC: http://vimeo.com/27292661). Para terminar con los botones de muestra, en el post I de esta mini-serie he aludido ya a la trayectoria, no precisamente edificante, de Merrill Lynch y Citigroup, principales e instantáneos críticos de los esfuerzos españoles. De Goldman Sachs poco espacio es necesario ocupar aquí (datos suficientes en http://es.wikipedia.org/wiki/Goldman_Sachs): las han hecho de todos los colores y ahí (es decir, aquí) siguen: a diferencia de España, donde la quiebra o concurso de acreedores de un banco o de una compañía importante rarísimamente permite que revivan, todos estos gigantes USA con pies de barro, que se derrumban estrepitosamente con miles de perjudicados y escándalos penales, resucitan en dos o tres años.
De todo lo anterior, que son sólo unos pocos ejemplos, quiero concluir que desde las tribunas y foros y económicos estadounidenses debieran mirar los problemas ajenos -los europeos y los españoles, por ejemplo- con una mezcla de pudorosa y comprensiva moderación -dada la nacionalidad USA de la crisis y los malos ejemplos del mundo estadounidense- y de una capacidad de análisis completo, sereno y certero, que sin duda poseen no pocos expertos norteamericanos. Cuando estas características no se aprecian en lo que sale de los foros y tribunas económicas USA (que, al contrario, rezuman con excesiva frecuencia acidez, mal disimulado alborozo por los males ajenos y, por añadidura, un tono de superioridad, no ya técnica, sino incluso moral, que ya es el colmo), no es insensato pensar que, no sólo no reconocen su parte de culpa en los apuros ajenos, sino que, en conjunto, con excepciones de muy minoritario conocimiento, el mundillo estadounidense de la selección de noticias y del comentario y análisis en el ámbito económico ha adoptado una posición de neta beligerancia. Están más preocupados por censurar y dañar a los demás que por explicar y ayudar a todo el mundo e incluso a ellos mismos. Están en guerra, están librando una batalla y, aunque no descuiden otros frentes, uno de gran importancia es Europa y, en especial, la eurozona y los países encuadrados en ella.
En esa batalla de ideas, impresiones y datos, paso a trasladarles, ante todo, mi impresión sobre el enemigo, impresión que no creo haber formado a la ligera. En síntesis: los Estados Unidos de América andan muy regular tirando a bastante mal, aunque haya unos cuantos, pocos, enriqueciéndose mucho, incluso de forma indescriptible. Las motos no pueden circular por Manhattan porque las calzadas de la fascinante Nueva York están hechas una pena (mordiéndome la lengua y los dedos con que tecleo, logro sustituir shit por pena). En los USA sufren repetidamente apagones eléctricos masivos, casi impensables en Europa. El país de la poderosísima industria del automóvil, con la General Motors como abanderada general (“cuando la General Motors estornuda, América se resfría”: este dicho fue certero durante muchas décadas), empezó a ir por detrás y a rastras de europeos y asiáticos hace bastantes años. GM quiebra en 2009 y a los dos años, with a little help of my friends (p. ej., 50.000 millones US$ del US Government), ya se había rehecho (de lo que me alegro, que conste), pero el ideal del acomodado US citizen sigue siendo un vehículo BMW, Mercedes, Porsche o Audi (por no hablar de Ferrari) y el menos acomodado se lanza a por los coches orientales. En cuanto a ferrocarriles, la red ferroviaria es vieja y no se renueva a fondo al menos desde Eisenhower. Ni un solo trayecto con tren de alta velocidad (TAV) en EE.UU. Pero es que los EE.UU., siempre adelantados en aviación, están siendo igualados e incluso superados por EADS/Airbus, que puede ganar la batalla a Boeing/General Dynamics, etc. Hay, sin duda, muchos sectores económicos en que los EE.UU. siguen por delante, pero a cualquier viajero atento, español o de cualquier otro país de Europa Occidental, le pueden llamar la atención diferencias bien visibles y significativas en cualquier viaje a los EE.UU., sin necesidad de recalar en las diferencias entre los sistemas sanitarios, como es muy frecuente. En limpieza, estado de las calles, mobiliario urbano, transportes públicos, accesos y comunicaciones por carretera, no pocas ciudades europeas (también, desde luego, muchas españolas), superan con mucho a nuesta admirada Nueva York y a otras ciudades de los Estados Unidos. Si quieren un último ejemplo, la reacción ante catástrofes como la de Nueva Orleans y la del vertido del Golfo de México no son precisamente muestras de potencia y determinación para la consecución del bien común, si es que este concepto aún les resulta comprensible a los dirigentes de los EE.UU., con Barak Obama, el Gran Incumplidor, a la cabeza (el hombre que no ha hecho nada de lo que prometió y que ha hecho, eso sí, todo lo contrario, comenzando por someterse al sector financiero de su país).
Pero vean ahora lo que hay en materia de deuda USA, no sin antes recordar que “billion” es, para los norteamericanos, no un un millón de millones, sino simplemente mil millones: un millón de millones es one trillion. La deuda USA, a 1 de enero de 2012, es de $15,170,600,000,000, es decir, más 15 millones de millones de dólares (quince trillones en su terminología, 15 billones en la nuestra). Los Estados Unidos deben ahora más dinero que su producción anual (PIB), cifrada en $15,064,816,000,000. Hay quien sostiene -y parece que con buenas fuentes, del mismo Tesoro USA- que los compromisos de pago que el US Government) sabe que tiene que afrontar, con no sabe qué ni cómo, alcanzan los 114,5 billones (nuestros) de dólares (v. http://vanityfea.blogspot.com.es/2012/01/deuda-usa.html).
¿Por qué, pese a algunas aisladas voces de alarma, esta situación, malísima para todos, apenas se airea, mientras las dificultades de los países europeos son voceadas por Wall Street Journal, New York Times, etc.? En parte, porque los mejores analistas norteamericanos, por un patriotismo que me parece explicable y en cierta medida incluso envidiable, rehuyen empeorar la situación de su país con sus publicaciones, que, además, serían duramente criticadas como catastrofistas por el entorno y el sistema (es, pienso, el caso de John Mauldin, un muy respetado analista y escritor: sus newletters resultan muy interesantes, documentadas y serenas). Pero también, en una parte mayor, porque a los patrones o mandamases de la política y de la economía -muy simbiotizados desde hace tiempo- NO LES INTERESA hablar de su propia casa. Lo entiendo. Lo que digo es que su beligerancia contra Europa es muy clara y tan clara como ilegítima.
En los EE.UU. no sólo se mantienen, sino que aumentan en la población unas diferencias sociales y económicas incomparablemente mayores que las de los países europeos civilizados (entre los cuales incluyo a España, claro está). Pero los mejores cerebros económicos USA siguen preferentemente dedicados a sacarle rentabilidad al dinero de sus dueños o arrendadores en vez de a mejorar, no ya la situación mundial, sino la de su propio país. Y mientras idean cómo enriquecer más a sus dueños o arrendadores y enriquecerse más ellos mismos, se les da una higa la suerte de este mundo que han contribuido a sumir en la confusión, engañando o sobornando a los gobernantes y explotando a los gobernados (en primer lugar a los ciudadanos USA).
La producción USA en China es un escándalo plurifacético (del que el caso de Apple sólo es ejemplo más significativo). Se ha estimado que medio millón de empresas americanas se han establecido en China. It’s OK si se piensa sobre todo (aunque no exclusivamente) en China como mercado de consumo, pero no es tan OK si se piensa en mano de obra baratísima. Desde que el complejo dirigente político-financiero permitió a China entrar en la Organización Mundial de Comercio (OMC) hasta nuestros días han recorrido un camino muy largo, sin decencia ni patriotismo. Es probable que ya no les quede mucho camino, pero, por ahora, siguen consintiendo todas las trampas del Gobierno chino y la absoluta opacidad de su economía, porque aún se aprovechan de ella.
Así las cosas, Europa es el gran competidor y, en especial, la eurozona. Y si nos vamos devaluando -también, por supuesto, por nuestros propios errores- podrán comprar muy baratos los activos europeos e incluso la mano de obra. Además, hablar de la crisis europea, globalmente o por partes, distrae a los US citizens de las propias debilidades, causadas, en grandísima medida, por las fechorías de sus dirigentes. Eso, la distracción, es -lamentablemente, pero lo sabemos con certeza- del máximo interés de los políticos y de los financieros. Ni que decir tiene que en la batalla EE.UU-UE, los estadounidenses pelean con ventaja. Ellos están sujetos por menos reglas y sus mecanismos de decisión y de actuación son mucho más sencillos. Europa pelea con una mano atada a la espalda, como me decía un amigo (su política arancelaria y su desfase entre crecimiento económico, población y prestaciones sociales, a las que, en sustancia, no quiere renunciar, son lastres respecto de la economía estadounidense). Y, por si fuera poco, los cerebros económicos europeos no atinan demasiado.
Ya termino, por hoy. Y me parece que debo hacerlo con alguna elevación por encima de la economía y apuntando a asuntos más básicos, a criterios elementales y fundamentales de nuestra vida social, que deberíamos procurar no perder en Europa. Quizá los Estados Sociales y Democráticos de Derecho europeos no sean ya sostenibles sin muchas podas de extravagancias introducidas por ilusos y manirrotos, pero, como idea de la sociedad y del Estado, peores, no son peores, sino más bien mejores, que el establishment USA (es decir, todo lo producido tras su controvertida Constitución). Aquí (me refiero ya a España) ha habido hipertrofia estatal, corrupción, despilfarro y superendeudamiento, pero, por ejemplo, la Seguridad Social no es una mala idea, como no lo es que los españolitos se puedan plantear y se planteen acudir al Juzgado, aunque no sean económicamente fuertes. Son buenas ideas y fueron buenas realidades, como lo era, durante un tiempo, la de unas Universidades decentes, abiertas a quienes no necesitaban andar económicamente sobrados. Hoy, España está en una crisis tremenda y Europa en una muy grave, aunque muchos europeos no se hayan dado los gustazos que los poderes públicos españoles (demasiado numerosos: una clase endogámica y endofágica) se han permitido desde hace mucho tiempo, pero la crisis económica y social de los EE.UU. es enorme, gravísima. La erosión de todas sus instituciones, sencillamente espantosa. Y, desde luego, no están en condiciones de darnos lecciones sobre modelos (el jurídico y judicial, por ejemplo, es lamentablemente elitista, pese al papanatismo fervoroso con el que aquí se mira aún) y tampoco sobre el uso de los fondos públicos. Los Estados Unidos de América son un gran pueblo, al que admiro por muchos motivos y en muchos aspectos. Pero sólo sin ojos o con ojos provistos de estrechas anteojeras o sin cerebro, con el añadido de una pavorosa incultura, puede admirarse e imitarse todo lo estadounidense y menos aún, sin duda, sus peores defectos. Lo grande del caso es que esta llamada de atención no es mía, entre unos cuantos europeos, sino que nos llega constamente desde ese extraordinario país de América. Los mejores norteamericanos nos lo dicen de mil formas distintas. Basta ver y leer.