UN NOBEL DE LA PAZ, PALADÍN
DE BOMBARDEOS HOMICIDAS
Por si la autolisis del establisment mundial (España incluida) (v. post de 23 de enero y 3 de febrero de 2013 en este mismo blog) no estuviese más
que clara, por si se abrigase alguna duda, tenemos un Nobel de la Paz —distinción archi-sorprendente en su momento —
que lidera una acción bélica. Por supuesto, la acción bélica que propugna Barack Obama se justifica, nos dicen,
porque se va a dirigir contra un país, Siria,
en el que se han usado armas químicas y las ha usado el gobierno. Tienen
pruebas sobre estos hechos pretendidamente justificativos de la guerra: los dirigentes USA han
dicho que tienen pruebas, sin mostrarlas, porque eso iría contra la seguridad nacional (¡santas palabras: no se digan más!). Y se han sucedido
afirmaciones en el mismo sentido de dirigentes franceses y británicos, que
tampoco han mostrado nada, porque eso, las cosas concretas, pertenecen a lo que
ahora llaman, con uno de los muchos trucos eufemísticos, “inteligencia” (antes,
espionaje).
No me voy a entretener
en la cuestión de las pruebas con el recordatorio de las armas de destrucción
masiva que Irak-Sadam Hussein con
toda seguridad poseía, mentira (no error craso de la “inteligencia”) hoy
universalmente reconocida. Pasaré a examinar otro aspecto de la nueva iniciativa
del gobierno USA: la decisión de limitarse
a un bombardeo, sin invasión terrestre: “sólo vamos a lanzar bombas; no vamos a
arriesgar la vida de ninguno de nuestros
muchachos”, precisan. “Y tampoco bombardearemos mucho tiempo: será una
acción limitada”, nos tranquilizan.
Yo no me tranquilizo
nada y escribo este post, sin pretensión de originalidad alguna, porque estamos
ante unos hechos reales —los propósitos
bélicos de Obama & partners, dentro y fuera de USA —
y ante un probable acontecimiento, el bombardeo, que no consienten el silencio.
Supongamos que existen
las pruebas del uso de armas químicas y del uso precisamente por el ejército
gubernamental sirio. Y además de suponer lo no probado, prescindamos de otros
muchos factores. Prescindamos, como Obama
& partners prescinden, del
Derecho Internacional, que —ya ha sido
expuesto en varios lugares estos días — no legitimaría en absoluto el bombardeo
de Siria. Prescindamos, por tanto,
de la ONU y de su Consejo de Seguridad.
Prescindamos de que los adversarios interiores de Al Assad en esa guerra civil (con 100.000 muertos ya) no son precisamente
unos acreditados defensores de los derechos humanos, sino responsables de numerosos
asesinatos de civiles sirios. Prescindamos de los riesgos de extensión de la guerra
que entraña el que Irán sea firme
aliado de Siria. Prescindamos de las
reiteradas advertencias de Rusia,
con su importante base naval en la costa siria (se diría que Putin y Obama han debido llegar a algún acuerdo secreto, porque, de lo
contrario, el riesgo de una nueva guerra mundial sería gravísimo y hasta un
botarate teledirigido como Obama lo
evitaría, digo yo, quizás con excesiva ingenuidad).
Una vez que hemos
prescindido de tantas cosas, viene la pregunta clave: ¿puede Obama o cualquier partidario de los
bombardeos a Siria, garantizar que
las bombas no matarán cientos o miles de sirios sin responsabilidad alguna en
el uso de armas químicas? (cuando, por cierto, Obama & Co. aún no saben los objetivos y no
podrán saberlos con mediana certeza). Me parece que la respuesta negativa es la
única posible. Con toda seguridad, las bombas de Obama & partners
matarán a cientos o miles de sirios inocentes y destruirán sus hogares y
centros de trabajo. Para quien aún conserve un resto de razón y un ápice de
consideración por la dignidad de las personas, es un resultado abominable que,
por unos muertos por algún tipo de gas, mueran cientos o miles de personas
mediante bombas (por cierto: muchas de ellas son armas químicas, como lo eran
los exfoliantes utilizados en la guerra de Vietnam).
Si Al Assad ha cometido un “crimen
contra la humanidad”, ¿justifica eso que Obama
& partners cometan lo que sería
otro “crimen contra la humanidad”?. Claro está que la pregunta es retórica. Y claro
está también que, si el uso no de las
armas químicas no puede quedar sin respuesta, mantra de casi todos en estos
días, los bombardeos sobre Siria distan
mucho de ser la única respuesta, como quieren presentarla.
El Papa Francisco ahora, como antes Juan Pablo II respecto de Irak
y otros conflictos, lidera una clara oposición a la guerra que Obama & partners propugnan contra Siria. Me parece que, además de los
valores indiscutibles en que estos Papas se apoyan, debió y debe ahora ser
digno de atenta consideración que siempre han dispuesto de información sobre el
terreno sumamente fiable. Que la Historia haya dado toda la razón recientemente
a Juan Pablo II resulta hoy un
elemento de juicio que no podría desdeñarse por personas razonables, aunque no
crean en Dios.
Mas, por si lo anterior
sobre Siria fuese una pequeñez, los
dirigentes políticos y económicos USA, que, ciertamente, no son ninguna
multitud, sino un pequeño grupo de políticos (demócratas y republicanos) y
financieros, exhiben un historial reciente tan abrumador como el absoluto y
cósmico desmadre del llamado “sistema financiero” y su incontrolable monstruo
del dinero ficticio, las hazañas bélicas
de Irak y Afganistán (si alguien puede imaginar un propósito más absurdo que
instaurar la democracia en Afganistán,
que nos lo cuente, por favor), la “Patriot
Act” que permite suprimir y suspender derechos elementales, el gulag de Guantánamo y algo más, de suma importancia, aunque no tan
noticioso, como es la exportación, a
golpe de presión mediática y de dólares, de sus sistemas —llamémosles así, piadosamente — de educación
y de Justicia. El primero sólo funciona en dos docenas de Universidades (de
entre miles, públicas y privadas) y el segundo, la Justicia, no funciona en
absoluto en lo penal y, en todo lo demás, resulta inaccesible para el ordinary people. Del Derecho (?) penal
USA nos quedamos con la dureza de sus castigos a ciertos delincuentes de cuello
blanco, pero pasamos por alto innumerables atrocidades sancionadoras (y no hablo
sólo la pena de muerte).
Por añadidura, en estos
meses pasados hemos tenido abrumadoras pruebas —pruebas de verdad — de lo que ya sabíamos: un
masivo espionaje de los EE.UU. a todo lo que han considerado de interés para su
“inteligencia” (NSA, CIA, etc.), un espionaje que no ha respetado ni
siquiera a las más altas instituciones de países presuntamente soberanos. Un tal
Mr. Snowden, sin duda desleal, ha
pasado a ser la bestia negra del establishment,
sin que lo que Snowden ha probado
haya merecido la mitad siquiera de la publicidad y los comentarios dedicados al
empleado de Booz Allen Hamilton, una
empresa subcontratista de la NSA (National Security Agency). Para más
inri, la NSA contó y supongo que
sigue contando con la colaboración de Google,
Yahoo, etc., así que todos sabemos
ya que, a cambio de importantes prestaciones (como la de albergar este blog y miles similares), cada paso que damos en internet queda registrado en alguna parte que
ignoramos y, probablemente, para utilidad de la “inteligencia” USA. Así se explica que en algún paraje de Utah,
se estén construyendo nuevas instalaciones de la NSA, que consumirán más energía eléctrica que la misma capital de
ese Estado, Salt Lake City.
(Entre paréntesis, el
Nobel de la Paz, Barack Obama,
prometió cerrar Guantánamo y meter
en cintura a los lobbies del Congreso y a Wall
Street. Nada de eso ha cumplido. Guantánamo
sigue abierto y la simbiosis político-financiera se ha robustecido, mientras el
endeudamiento USA les acerca de nuevo a la suspensión de pagos y amenaza al
dólar como moneda de referencia y mientras en los EE.UU. la pobreza crece
y las desigualdades antes enormes empiezan ahora a resultar abismales. El panorama
del Detroit decadente es un símbolo
escalofriante del indisimulable fracaso político y social en los USA de los
valores humanos más elementales, precisamente los que buscaron garantizar los founding fathers de la gran nación
norteamericana)
Todo lo que vemos ahora
en los EE.UU. tiene largas y profundas raíces. Por poner sólo dos ejemplos, ya
el Presidente Einsenhower, un militar
de brillantísima carrera, al despedirse de su cargo en 1961, se refirió con suma preocupación
al “complejo militar-industrial” de
los EE.UU (http://www.youtube.com/watch?v=T-xEcChFC6I).
Y John Kenneth Galbraight diseccionó
“El nuevo Estado industrial” en 1967,
señalando cómo la “tecnoestructura” creada
distorsionaba, con el creciente poder del Estado, las leyes clásicas del
mercado. En cuanto a la estructura y funciones del sistema bancario de la Reserva Federal (FED), han sido y son constantemente cuestionadas, pero nadie logra
siquiera establecer la más elemental auditoría sobre lo que hace y no hace esa
extrañísima institución, entre lo público y lo privado, pero, en todo caso, tan
tremendamente opaca como poderosa.
Por si fuera poco,
suceden en los EE.UU. acontecimientos de extrema gravedad y trascendencia, que
no son satisfactoriamente explicados, por decirlo muy delicadamente. Me
limitaré a dos de ellos. El asesinato del Presidente J.F. Kennedy en Dallas, Texas, el 21 de noviembre de 1963, se
atribuyó por la oficial Comisión Warren,
en 1964, a la acción solitaria de un solo tirador, Lee Harvey Oswald, que disparó desde detrás de la comitiva
presidencial. Pero en 1979, un Comité oficial del Congreso de los E.E.U.U. concluyó que probablemente
se había producido un cuarto disparo (frontal) por un segundo tirador, con lo que
se estaría ante una conspiración, como en 2003 creía un 70% de los
estadounidenses según una encuesta de la ABC News (el disparo frontal, por
cierto, es perfectamente apreciable por cualquiera que vea el famoso video). En
cuanto a los sorprendentes y letales ataques del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas y el Pentágono, son
numerosos y de suma importancia los interrogantes sin buena respuesta que
suscita la versión oficial. Sin apuntarme a ninguna de las teorías
conspirativas, veo que las verdades oficiales
distan mucho de ser convincentes, tanto en el caso de Kennedy como en el del 11-S,
acontecimiento que justificó tantas acciones posteriores. No es de extrañar que
en los EE.UU. crezcan, sobre todo
mediante internet, infinidad de resistencias al propio establishment USA, en un clima de creciente desconfianza radical en
sus gobernantes. Muchos rechazan de plano todas las teorías conspirativas, con
el fácil expediente de denominarlas conspiranoicas.
Sin duda hay ingredientes paranoicos en muchas de las teorías, pero los hechos inexplicados
persisten y las muy probables mentiras y ocultamientos de las verdades oficiales no son más
disculpables que las teorías conspirativas o conspiranoicas.
Concluyo. En los EE.U. de América ha habido y todavía hay
grandes hombres y mujeres. Se han manifestado y aún se manifiestan cualidades
de todo tipo, también morales, con el resultado de acciones admirables y dignas
de duradera gratitud. Pero, nacidos de Europa,
los EE.UU. albergan hoy, en sus
esferas dirigentes, una terrible traición práctica a los valores propios de la
civilización europea occidental. No digo que Europa goce ahora de una decente salud axiológica y ética. Al
contrario: padece, más bien, una anemia severa de principios, valores y
virtudes. Lo que pretendo transmitir en este post es que uno de los más claros
síntomas de la actual debilidad decadente de Europa (incluida España),
es, precisamente, que, en lugar de inspirarnos en nuestras propias raíces, tomemos
o continuemos tomando como modelo en casi todo el anti-modelo USA, su corrección social, política, económica y
jurídica.
NO al bombardeo de
Siria. Y NO al seguidismo estúpido y suicida del “modelo USA”, hoy ya, lamentablemente, un anti-modelo.