miércoles, 30 de marzo de 2011

"¿CÓMO SE LES OCURRE A LOS JAPONESES VIVIR EN JAPÓN?"


SOBRE HERR OETTINGER, "LAS NUCLEARES", EL JAPÓN Y CIERTA MISERIA OCCIDENTAL
(ampliado y matizado a 1 de abril de 2011)


Dos amables comunicantes me han escrito sin identificarse y no he podido, para empezar yo mismo cumpliendo las normas de este “blog”, publicar lo que me enviaban como comentario a dos distintas “entradas”: LIBIA Y JAPÓN, EN NUESTRAS CASAS, de 14 de marzo de 2011 y URGE QUE EL COMISARIO EUROPEO DE ENERGÍA, GÜNTHER OETTINGER, VUELE A JAPÓN, de 17 de marzo de 2011. Pero lo que planteaban era y es interesante y no quiero dejar de tratarlo. Además, la grandeza y la miseria se siguen exhibiendo a cuenta de la catástrofe japonesa.

El “comentario” al “post” sobre Herr Oettinger me hacía notar que, a la vista de los últimos acontecimientos, quizá Oettinger tenía razón en sus análisis apocalípticos y en sus profecías aún más apocalípticas. Y que quizá yo fui demasiado severo con este Comisario europeo. Me añadía que Herr Oettinger tiene un club de “fans” en España, porque se opone a lo que quieren los poderosos o algo parecido.

De esto último nada sé y lo considero perfectamente irrelevante, pero me releo y pienso que no tengo nada que rectificar -rectificar cuando me equivoco no me cuesta- de mi “post” sobre Herr Oettinger. Cuando yo escribía, Herr Oettinger había proferido declaraciones infundadas (infundadas en el momento en que las hacía y hasta hoy mismo) y profecías harto imprudentes (también en aquel momento). Declaraciones o veredictos y profecías empapados de insensatez y rezumantes de indisimulado afán de notoriedad. Por eso, pensaba que urgía su vuelo a Japón. Como quiera que no fui el único en juzgarle severamente -aunque quizá sí uno de los primeros-, el Comisario Oettinger ha guardado silencio desde entonces o, al menos, no ha dicho nada digno de grandes titulares en todos los continentes. Modestamente, yo he guardado silencio sobre él.

La situación de la central de Fukushima I no acaba de estabilizarse, sino que parece empeorar en algunos momentos y en cierto sentido. Pues bien: ni siquiera ahora debería el Comisario Oettinger decir lo que dijo. Carezco del menor interés personal en la industria de la energía nuclear y no mantengo relación con nadie de ese ámbito. Por profesión, tampoco experimento ninguna inclinación a defender a capa y espada la seguridad de las centrales nucleares, como es explicable que la sienta un ingeniero nuclear. Sencillamente opiné y sigo opinando que Oettinger no había sido justo con Japón al decir que habían perdido el control (perder el control no es lo mismo que no poder arreglar un desastre con la rapidez deseable) y que Oettinger había sembrado el pánico cuando no existían motivos para tal siembra. En cuanto a las dotes proféticas de Oettinger, no le reconozco ninguna. Simplemente, de cara al futuro, se apuntaba a vaticinar la mega-catástrofe nuclear. Espero que se equivoque y pienso que se equivocará. Pero si, lamentablemente, acertase, no sería por conocimientos -que él mismo reconoció no poseer, aparte de los que le aportaban los periódicos-, sino porque cualquiera tiene un 50% de probabilidades de acertar si apuesta a negro respecto de rojo. Para escribir los dos “post” citados, personalmente hice bastante más que leer los periódicos.

Un segundo comentario, cuya amabilidad aprecio y agradezco de corazón, va más al fondo de la cuestión. Y me permito reproducirlo íntegro. Dice así:

“Querido profesor, no debiera usted confundir eventos naturales con responsabilidades y naturaleza humana. Debemos compadecernos y solidarizarnos con el pueblo japonés por las circunstancias que atraviesa como consecuencia de una catástrofe natural pero eso no es excusa para advertir que esta catástrofe ha sido magnificada por una actuación humana. Es un hecho incontestable que la construcción de esa central nuclear y muchas otras se ha basado en hipótesis demasiado optimistas. Es más, nunca debieron ser construidas allí porque Japón se encuentra situado en una zona de máxima actividad sísmica y esto no es una novedad puesta de manifiesto con el reciente terremoto. Pero es que este enfoque del problema de la seguridad nuclear basado en el protagonismo de los eventos naturales también es incorrecto porque en este caso lo primero que se debe garantizar es la integridad, competencia y honestidad humana. Menuda tarea ¿Verdad? Un abrazo, profesor." [El subrayado es mío]

Afectuosamente, yo quisiera formular dos consideraciones previas sobre este enjundioso comentario. La primera es que no suelo “confundir eventos naturales” con “responsabilidades y naturaleza humana”. Aparte de que la distinción es asequible a un sinfín de personas con mediana instrucción, la formación jurídica ayuda adicionalmente a evitar esa confusión: distinguimos entre “hechos” y “actos jurídicos”; utilizamos el concepto de “fuerza mayor” y, por supuesto, el de “responsabilidad”, sobre el que he trabajado especialmente. En algún momento, puedo, pese a todo, claro está, incurrir en un error en el que esté presente la confusión que me atribuye el amable comentarista. Pero, revisado mi “post” de 14 de marzo pasado, no encuentro que en ese texto se dé esa errónea confusión. Más bien ocurre lo contrario: insisto mucho en distinguir lo que es humano y en lo que es cosa de la naturaleza (no humana, porque pienso que existe también la naturaleza humana). Lo que en realidad diferencia mi postura de la del amable comentarista es que atribuimos a los eventos naturales -los terremotos y tsunamis registrados- distinta relevancia en la situación creada en Japón: él mucha menos que yo. [ADICIÓN: es posible, desde luego, y así lo mantienen diversos expertos, que, aunque los eventos naturales del 11 de marzo de 2011 fuesen excepcionales, las centrales nucleares niponas no se encontrasen en las mejores condiciones dentro de los estándares oficialmente aprobados. El mismo Gobierno de Japón, con prudencia pero con suficiente claridad, ha efectuado fundados reproches a TEPCO. Me parece muy digna de consideración, muy acertada, la idea de que la privatización de la energía nuclear es absolutamente imprudente sin constante control por expertos de las autoridades públicas. Aquí parece haber fallado el Gobierno japonés, en una manifestación más -como las que tenemos aquí mismo- de la conmixtión y complicidad objetiva entre los poderes públicos y los privados.]

Una segunda consideración es que “garantizar” “la integridad, competencia y honestidad humana”, que el comentarista considera “primero” o prioritario, no es que sea una tarea ímproba, como se deduce del final del comentario (y estamos de acuerdo), sino que no sé de ningún método especial para tal garantía. La honradez o integridad y la competencia profesional del elemento humano es buscada teóricamente por todas las sociedades, a innumerables efectos, por innumerables caminos. Es un asunto que me preocupa en extremo desde hace muchos años y que coincido en considerar fundamental. Desde hace muchos años vengo sosteniendo públicamente que no hay sistema de convivencia (sistema político, social o económico) que no sea susceptible de corrupción si falla el elemento humano. Es una verdad tan antigua, al menos, como la escritura, sobre la que ahora no voy a extenderme. Pero si resolviésemos no acometer empresa alguna de cierta magnitud y riesgo salvo tener primero garantizado que en la empresa no fallará el factor humano, nos estaríamos disponiendo a la quietud absoluta.

Dicho lo anterior, me permito discrepar de lo que son afirmaciones centrales del comentario reproducido.

1º) No tengo claro que los efectos de los terremotos y los tsunamis hayan sido magnificados por una actuación humana. También se puede afirmar lo contrario, a saber: que la actuación humana -en concreto, la de construir con determinadas normas de resistencia sísmica- ha permitido reducir de modo extraordinario aquellos efectos, desde el momento en que, p. ej., Tokio, Kioto y Osaka están hoy perfectamente en pie, lo que no ocurriría, según los datos de que disponemos, con San Sebastián, Santander, Oviedo o Burgos, p. ej., si el terremoto de 9 grados hubiese tenido su epicentro a cien millas de la costa este del Cantábrico.

2º) No estoy seguro de que sea “un hecho incontestable que la construcción de esa central nuclear (la de Fukushima I) y muchas otras (¿cuáles?) se ha basado en hipótesis demasiado optimistas”. Esta afirmación del excesivo optimismo me parece respetable, pero no incontestable en estos momentos, porque incontestable es lo que no admite discusión (contestation o contestación) y pienso, más bien, que la respetable afirmación del comentarista es discutible. No digo que se trate de una afirmación falsa que entraña un juicio erróneo, pero, a mi entender, dista mucho de resultar evidente o de estar probado, hoy, un excesivo optimismo de los japoneses (o, lo que sería igual, una gran imprudencia por su parte), especialmente si se tiene en cuenta que carecen de suficientes fuentes de energía propias en proporción a sus necesidades.

Es un gran tópico, pero también una gran verdad, que muchas cosas que hacemos los seres humanos entrañan riesgos. En todos esos casos (los ejemplos están de más), hay que sopesar los riesgos y los probables beneficios de lo que resulta arriesgado. A diferencia del amable comentarista, no encuentro en estos momentos datos para fundar la certeza de un error grave en la prudente ponderación que correspondía a los gobernantes, industriales y ciudadanos japoneses.

3º) “Más aún -sostiene el amigo comentarista- (las centrales nucleares) nunca debieron ser construidas allí porque Japón se encuentra situado en una zona de máxima actividad sísmica y esto no es una novedad puesta de manifiesto con el reciente terremoto”. No puedo compartir esta tajante afirmación, porque algunos datos -hechos- permiten cuestionarla como verdad indiscutible o incontestable.

a) En Japón hay 17 centrales nucleares con un total de 54 reactores. Cuando se produjo el terremoto de máxima intensidad, del pasado 11 de marzo, estaban en funcionamiento 37 reactores. Son 4 (de las 17) las centrales nucleares situadas en la zona del terremoto más intenso y del peor tsunami posteriores. Y los problemas se circunscriben ahora mismo a 1 (una) de esas 4 centrales, la Fukushima I.

b) Resulta innegable, desde luego, que Japón es una zona de máxima actividad sísmica y que eso no lo ha puesto de manifiesto el reciente terremoto de 9 grados ni sus réplicas o posteriores terremotos. Pero el terremoto del 11 de marzo de 2011, frente a las costas de la Prefectura de Fukushima, es el cuarto terremoto más fuerte de la historia humana desde que se guardan registros. Ninguno de los tres que le superan se produjo en Japón o afectó a ese país. Desde 1707 ó 1923 (años de dos grandes seísmos en Japón), los frecuentes terremotos en Japón han oscilado, como máximo, entre 6 y 7’8 grados en la escala Richter. Los importantes terremotos de 14 de junio de 2008 (magnitud 6.8 en la escala de Richter), 10 de agosto de 2009 (magnitud 6,4) y 26 de febrero de 2010 (magnitud 7,3 grados) en las islas Ryuku, al sur, se saldaron sin una sola víctima.

4º) Parece difícilmente refutable que los japoneses se atienen en sus construcciones a unas “normas sísmicas” adecuadas a su innegable riesgo telúrico. De lo contrario, el 11 de marzo pasado, gran parte de Japón habría sido literalmente asolada y los muertos serían cientos de miles o millones. Muy probablemente, la central nuclear Fukushima I habría sido destruída por completo, con lo que los problemas, de existir, serían muy distintos de los actuales. Con los datos hoy disponibles, no me atrevo a pensar, contra el criterio de todos los dirigentes y profesionales japoneses involucrados en la construcción y funcionamiento de 17 centrales nucleares, que haya sido sumamente insensato, como sostiene nuestro comentarista, instalar en Japón centrales nucleares. Llevaría la contraria a demasiadas personas, de las que no sólo en absoluto me considero superior, sino a las que no tengo ningún motivo para suponer que son todas o en su mayoría ignorantes y ciegas a los riesgos y gravemente temerarias en sus decisiones, aunque pueda haber quienes no las han ejecutado adecuadamente, esto es, con una indeclinable preocupación por la seguridad, muy superior al interés por el beneficio económico. Con los datos de que disponían cuando decidieron, se puede sostener lo que personalmente defiendo, hoy por hoy: que los japoneses -que, no se olvide, apenas poseen fuentes de energía propia- son gente seria para organizar su vida ordinaria en sus condiciones geográficas y geológicas y gente muy especialmente fuerte para las calamidades extremas e imprevisibles (un terremoto de 9 grados era imprevisible o, al menos, no entraba dentro de las previsiones generalmente aceptadas). [ADICIÓN: Cosa distinta de estos criterios generales, es que la metalización o pura y simple codicia que muchas veces determina los comportamientos empresariales, haya llevado al descuido, más o menos grave y a una injustificada auto-indulgencia en la gestión por TEPCO de varias de sus centrales. Así se ha afirmado y puede confirmarse, lamentablemente, con el desarrollo de los acontecimientos.]

Si la realidad sismológica del archipiélago japonés y lo que sucede ahora mismo en Japón -que, por cierto, no es sólo ni principalmente lo que ocurre en Fukushima- no se pusiese en relación con lo que la actuación humana japonesa ha dispuesto respecto de aquella realidad, tendría sentido hacerse en serio la pregunta con que he encabezado este “post”, entrecomillada porque es copia de un escueto y chusco comentario de un “bloguero” de periódico. No deberíamos quedarnos en las centrales nucleares: tendríamos que preguntarnos cómo son los japones tan insensatos que viven en Japón. O, más a fondo y más exactamente, ¿cómo es que hay japoneses?

A algunos, a bastantes -no me refiero ya a nuestro amigo comentarista-, que extraen conclusiones de pretendida validez general sobre las centrales nucleares y su seguridad a partir de la situación de Fukushima I tras un terremoto histórico, un maremoto tremendo y tropecientos terremotos más, se les queda corto el viejo refrán castellano: “a cojón visto, macho”.

Cabe dentro de lo posible que Fukushima I encierre importantes lecciones para todos –empezando por los japoneses- en materia de riesgos y seguridad en el uso pacífico de la energía nuclear. Sería necio cerrarse a esa posibilidad. Pero esas lecciones no se han impartido todavía y quizá nunca sean impartidas. Por ahora, las lecciones las están dando la inmensa mayoría de los japoneses: lecciones de control, de serenidad, de constancia y de resistencia. Les dejo un enlace a un excelente artículo de Michel André aparecido en EL PAÍS: “El abandono de Japón”. Léanlo, porque proporciona perspectiva.


Millones de occidentales han sido colocados por su propia ignorancia y cobardía -más la inestimable ayuda de muchos “medios”, asimismo ignorantes de casi todo en materia nuclear- en estado próximo a un pánico histérico y se han olvidado de los miles de muertos a causa del terremoto y el tsunami -los cadáveres se van contando uno a uno y ya alcanzaban ayer la cifra de 11.168- y desaparecidos, de la inmensa devastación de ciertas áreas (hay un cuarto de millón de japoneses alojados en casi 2000 refugios temporales) y del gigantesco esfuerzo que tendrá que hacer Japón. En esos pobres seres humanos occidentales se ha detectado algo bastante peor que ciertos niveles de radiación: la ausencia de cualquier noble sentimiento y de cualquier propósito solidario.

De entre los líderes occidentales, por fin -no me duelen prendas en decirlo- uno de ellos, Nikolas Sarkozy, Presidente de Francia, ha viajado a Japón, aunque da la impresión de que más para promover la industria francesa nuclear que por razones humanitarias. La ausencia de gestos de solidaridad y afecto ha sido -y sigue siendo, por ejemplo, en Obama o en la Unión Europea- sencillamente escandalosa.

Termino con un pequeño suceso significativo. El Gobierno español acabó fletando un Boeing 747, con más de 400 plazas de capacidad, para traer a España a compatriotas que quisiesen abandonar Japón. Lo habían solicitado 250 españoles. Este avión regresó a España el pasado día 23 de marzo de 2011 con sólo 80 españoles, una tercera parte de los solicitantes y casi la mitad de los que se apuntaron al vuelo. Digo yo que, en unos días, algo se les fue pegando de la serenidad japonesa a estos compatriotas. Y, desde luego, comprobaron también que las casas no se les caían encima.

sábado, 26 de marzo de 2011

UNA SENTENCIA INCOMPRENDIDA Y OTRA SENTENCIA INCOMPRENSIBLE (I)


LA SENTENCIA INCOMPRENDIDA: “EL CUCO”, ABSUELTO DE ASESINATO Y VIOLACIÓN POR GRAVES FALLOS DEL MINISTERIO FISCAL
(con añadidos a 28 de marzo de 2011)


Muy grande y extendida indignación ha producido en España que un menor de edad, “El Cuco”, haya sido condenado exclusivamente por encubrimiento (tres años de internamiento, gran parte de los cuales se considerarán ya cumplidos, pues “El Cuco” estaba provisionalmente internado), pero haya resultado absuelto de la acusación de asesinato y violación de la joven Marta del Castillo, sevillana de 17 años, desaparecida el 24 de enero de 2009. El caso de Marta del Castillo es uno de los más notorios crímenes de los últimos años, a lo que han contribuido diversas circunstancias: durante días Marta fue buscada con esperanza de encontrarla viva y se produjeron numerosas manifestaciones de solidaridad. El 14 de febrero de 2009, Miguel Carcaño, antiguo novio de Marta confesó haberla violado y asesinado, deshaciéndose después del cadáver. A partir del momento de la confesión, se llevaron a cabo búsquedas del cadáver en diferentes lugares, sin que hasta ahora haya sido encontrado. Y este caso, junto con otro poco tiempo anterior, ha suscitado una polémica sobre el tratamiento jurídico-penal de los menores de edad penales, en la que no vamos a entrar aquí.

Para los lectores no españoles o españoles que no conozcan nuestro Derecho, hay que señalar que, respecto de “El Cuco”, por ser menor de edad penal, se ha seguido un proceso penal especial previsto en la llamada Ley del Menor, en el que la instrucción (fase de investigación previa al juicio) no le corresponde a un Juez, sino al Ministerio Fiscal (o Ministerio Público) (MF) y, si se llega a formular acusación, la fase de juicio y la sentencia es competencia de un Juez de Menores. Es la sentencia de 24 de marzo de 2011, del Magistrado-Juez de Menores de Sevilla, la que ahora nos interesa. Respecto de los implicados, mayores de edad, se sigue otro proceso penal ordinario, en fase de juicio oral ante la Audiencia Provincial de Sevilla.

Ante la sentencia contra “El Cuco”, se han alzado muchas voces airadas e incluso algún contundente comentario editorial, que más adelante comentaré. Pues bien: el Magistrado-Juez de Menores de Sevilla ha dictado, a mi entender, una buena sentencia, conforme a Derecho, como tiene que ser. La gran prueba contra “El Cuco” respecto del asesinato y la violación de Marta del Castillo consistía en una de las muchas declaraciones del ex-novio de Marta, el tal Miguel Carcaño, prestada ante el Juez de Instrucción del proceso ordinario que se sigue a los acusados mayores de edad. Conforme a numerosa y contundente jurisprudencia, tanto del Tribunal Supremo como del Constitucional, si se quería que esa declaración inculpatoria de “El Cuco” tuviese valor probatorio contra “El Cuco” tendría que haberse efectuado de modo que “El Cuco” (mediante su abogado) hubiese podido intervenir. Y no tuvo la defensa de “El Cuco” esa oportunidad. Es cierto, desde luego, que “El Cuco” no era parte en el proceso ordinario contra los mayores de edad en el que Carcaño declaró. Pero me parece que tiene razón el Magistrado-Juez de Menores de Sevilla cuando reprocha al Fiscal de Menores que se haya limitado a presentar copia auténtica (“testimonio”) de la declaración de Carcaño en el proceso ordinario, sin intentar siquiera obtener una declaración de Carcaño en la instrucción (expediente de reforma) del proceso de menores contra “El Cuco”, de modo que el abogado del menor pudiese intervenir, siendo perfectamente previsible que, como ocurrió, Carcaño se negase a declarar en la fase de juicio del proceso de menores. La Fiscal Jefe de Sevilla se ha mostrado “decepcionada” y ha hecho declaraciones bastante extensas sobre la sentencia, que recurrirá, pero, significativamente, se ha guardado muy mucho de formular objeciones al duro reproche del Magistrado-Juez hacia el Fiscal de Menores. Ni argumentación mínima frente a los muchos folios de Magistrado-Juez sobre el error de la Fiscalía y ni siquiera una escueta mención de desacuerdo con los argumentos del Magistrado.

[AÑADIDO: Se me envía un comentario anónimo, que no publico para no quebrantar la norma de este blog, en el que se viene a sostener que, en definitiva, este error del Ministerio Fiscal habría sido irrelevante, pues, por lo que se reseña enseguida, la declaración de Carcaño tampoco habría valido para destruir la "presunción de inocencia", algo que a todos nos ampara (también a "El Cuco") y que sólo se destruye -dice la teoría y la jurisprudencia- mediante pruebas incriminatorias o "de cargo" regularmente practicadas. En ese comentario anónimo se mencionaban los arts. 714 y 730 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (que copio más abajo), como medio de que valga como fundamento de la sentencia lo que se haya declarado en la fase de instrucción. Muy bien: no habíamos olvidado estos preceptos, pero lo que aquí sucedió fue que, cabalmente, nada se le pidió a Carcaño que declarase en la fase de instrucción del proceso  de menores, que es el que importa respecto de "El Cuco". Si el Fiscal de Menores hubiese interrogado a Carcaño al instruir el proceso contra "El Cuco", tal vez Carcaño hubiese guardado también silencio. Pero tal vez hubiese hablado y su declaración quizá hubiese resultado convincente en algún sentido. Estas posibilidades fueron impedidas indebidamente por la omisión del Ministerio Fiscal.]

[Art. 714: "Cuando la declaración del testigo en el juicio oral no sea conforme en lo sustancial con la prestada en el sumario podrá pedirse la lectura de ésta por cualquiera de las partes. Después de leída, el Presidente invitará al testigo a que explique la diferencia o contradicción que entre sus declaraciones se observe." Art. 730: "Podrán también leerse a instancia de cualquiera de las partes las diligencias practicadas en el sumario, que, por causas independientes de la voluntad de aquéllas, no puedan ser reproducidas en el juicio oral."]

Por otra parte, al anterior error formal o procedimental se añade la debilidad de la prueba principal en que el Fiscal basó su acusación. Porque tiene toda la razón el Magistrado-Juez de Menores al señalar que las declaraciones de un coautor que inculpan a otro como coautor han de ser valoradas siempre con muchas cautelas. Es criterio firme de la jurisprudencia y de la doctrina, en España y fuera de España. Y resulta que Carcaño ha hecho NUEVE diferentes declaraciones sobre los hechos, TRES ante la policía y SEIS ante la autoridad judicial del proceso ordinario aún pendiente de sentencia. En esas declaraciones, Carcaño varía sustancialmente su versión de los hechos: en las tres primeras, ante la policía, y en las dos primeras, ante el Juez (van CINCO), Carcaño se declara autor único del asesinato. En la tercera declaración ante el Juez, Carcaño cambia su versión y atribuye a “El Cuco” la violación y el asesinato de Marta del Castillo, hechos en los que dice que él, amenazado por el menor con un cuchillo, no habría participado. En una declaración posterior, de 17 de marzo de 2009, también ante el Juez se ratifica en esta versión (y ésta es la declaración que la Fiscalía de Menores lleva al proceso de menores como pieza inculpatoria principal de “El Cuco”) (van SIETE declaraciones). Pero, posteriormente, en dos distintas ocasiones, Carcaño vuelve a declararse, siempre ante el Juez, autor único del asesinato: el papel de “El Cuco” sería de nuevo, según Carcaño, el de encubridor, por haberse encargado, con otra persona mayor de edad, de hacer desaparecer el cadáver de la pobre Marta. Es decir, que siete veces, frente a dos, Carcaño se había declarado autor único de la violación y el asesinato: había matado a Marta golpeándola en la cabeza con un cenicero. En dos ocasiones Carcaño se autoexculpa y habría sido "El Cuco" quien mató a Marta estrangulándola con el cable de un alargador.

¿Se puede reprochar al Juez que afirme la escasa credibilidad de Carcaño y que su declaración no le parezca suficiente para condenar? ¿Se le puede reprochar que, en esa línea, traiga a colación, explicándolos, posibles móviles de venganza y resentimiento para el cambio de Carcaño contra “El Cuco”? [AÑADIDO: Lo que no se puede -o no se debe- hacer es formalizar una acusación sin pruebas suficientes y añadiría que resulta especialmente exigible no contribuir a crear y alimentar seguridades y certezas sociales de culpabilidad cuando, en realidad, no se dispone de elementos probatorios que funden una probabilidad muy alta de condena. Con otras palabras: debe huir el Ministerio Fiscal, en todos los casos, de la gravísima responsabilidad moral y cívica que contrae al hacer pensar a los ciudadanos que procede una condena severa cuando, en verdad, no es así y el Ministerio Fiscal, con escasos y débiles elementos inculpatorios, parece estar fiando la condena a la presión social sobre el juez o el colegio de jueces. Harán muy bien los jueces en actuar conforme a Derecho resistiendo a la presión social equivocada. Pero el resultado de una obligada absolución en un caso como el de Marta del Castillo, provocado por una acusación mal fundada, hace mucho y muy injusto daño a la Justicia. En España, no basta el interior convencimiento del juez para condenar. Eso vale, en otros países, en los procesos ante Jurados, que declaran culpabilidad o inocencia según su íntimo convencimiento y a los que no se exige que motiven su veredicto.]

A mi parecer, el Magistrado-Juez, autor de una muy decente sentencia, está recibiendo unos palos que no merece, porque se ha visto en el forzoso trance de aplicar reglas que él no se ha inventado y que, en sí mismas, son razonables. Por extensión, se arremete de nuevo contra los Jueces y Magistrados en general (contra “la Justicia” española). Y, como en tantas otras ocasiones, el Ministerio Fiscal, se libra, no ya de cualquier responsabilidad jurídica -el régimen legal, contra el que clamo desde hace años, blinda al MF, a diferencia del de los Jueces y Magistrados-, sino incluso de la responsabilidad social, porque el comportamiento del MF ni siquiera puede ser objeto de crítica por los ciudadanos, puesto que la noticia y, sobre todo, los titulares con que “los medios” la presentan, se refiere exclusivamente al “fallo” o parte dispositiva de la sentencia (la condena o la absolución). “Los medios” bien podrían referirse al “fallo” y a su justificación, pero eso, al parecer, es pedir demasiado. Un periódico que tengo por serio publicaba hace unos días un pequeño editorial que reproduzco:

“NO SE HIZO JUSTICIA”

“Más allá de la aplicación estricta de la ley y por encima de consideraciones técnico-jurídicas, la Justicia, por definición, tiene que hacer honor a su nombre. La Justicia no compensará en ningún caso el dolor por el asesinato de una hija, pero al menos debería servir como elemento reparador, en parte, del sufrimiento de unos padres. La absolución del «Cuco» de los delitos de asesinato y violación en el caso de la joven Marta del Castillo puede ser técnicamente conforme a la ley, pero si así fuera —cosa que es discutible— la norma es injusta, y la sentencia que de ella emana, reprobable.”

Aquí se viene a sostener - muy sorprendentemente para mí, porque ésa no es la línea general del tal periódico-, en primer lugar, que las normas sobre prueba, presunción de inocencia y garantías elementales, son “consideraciones técnico-jurídicas” que deberían ceder ante la denominada “Justicia material” y, en segundo lugar, que una sentencia “técnicamente conforme a la ley” es, en lo que tiene de absolutoria, “reprobable”. No puedo estar más en desacuerdo: ante todo, no es aceptable que reglas jurídicas que nos protegen a todos se presenten como “tecnicalities”, tecnicismos (término con clara resonancia negativa) que los juristas manipulan para negarse a hacer justicia. Para hacer justicia digna de tal nombre no se puede prescindir ni de la “aplicación estricta de la ley” (es una interpretación estricta la que se ha de hacer en el seno de un proceso penal) ni cabe pasar por encima de las mal llamadas “consideraciones técnico-jurídicas”. Finalmente, si la sentencia es “conforme a la ley” (a la penal y a la procesal, en este caso), la sentencia no puede ser “reprobable”, por más que lo sea la ley a la que el juez ha de atenerse. Las sentencias basadas en leyes reprobables pueden ser lamentables, pero entonces, para ser justos con quienes las dictan (y, al parecer, la Justicia es lo que preocupa), habrá que aclarar que se lamenta el resultado, pero sin que se pueda reprobar a quien no ha tenido otra opción que llegar a él.

No es éste último, por otra parte, el caso de la sentencia del Magistrado-Juez de Menores de Sevilla. La sentencia, en lo que tiene de absolutoria, no aplica una ley injusta, sino justa: el Ministerio Fiscal debe probar seriamente, con medios de prueba válidos, aquello de lo que acusa. Las condenas en los procesos penales no se pueden basar en la convicción social -con frecuencia malamente creada- de que los acusados son elementos de cuidado, por muy atroz que haya sido el crimen y grandísimo el dolor de sus víctimas directas, como sucede en el caso de Marta del Castillo.

Es posible que sea erróneo mi criterio jurídico-procesal sobre la inexistencia de prueba válida que fundamentase la acusación a “El Cuco”. No ha sido un criterio formado a la ligera, pero les dejo un “link” para que lean la sentencia íntegra, juzguen por sí mismos y puedan contrastar mi parecer:

http://www.elpais.com/elpaismedia/ultimahora/media/201103/24/sociedad/20110324elpepusoc_1_Pes_PDF.pdf

En todo caso, quede claro que no sufro una enajenación que me lleve a considerar perfecto y defendible, siempre, lo que cualquier tribunal decide. No es así y en un próximo “post” voy a ocuparme de otra sentencia, desconocida y, por tanto, no criticada. El caso es interesante y la sentencia, lo adelanto ya, me parece increíblemente injustificada. Es lo que cabría denominar "el caso de la juez falsificadora, que no cometió delito de falsificación".

domingo, 20 de marzo de 2011

LIBIA: POLVAREDA BÉLICA ELECTORAL,TARDÍA, DESCONCERTADA Y DESCONTROLADA


MIENTRAS PARTICIPAMOS EN EL BARULLO, AUMENTAN NUESTRA DEUDA Y NUESTRO GASTO PÚBLICOS
(Actualización a 23 de marzo de 2011, 23.45 horas)


Con el paraguas político de la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU, sin acuerdo en la OTAN, Sarkozy, ObamaCameron (más Rodríguez Zapatero y otros socios menores) han intervenido en Libia por aire (con bombardeos y misiles). No hubo nadie que no pensase que la operación resultaba tardía si el objetivo, como en Kosovo, era, según la ONU, esencialmente humanitario: que Gadafi no masacrase más a sus compatriotas. La intervención limitaba su eficacia a impedir que Gadafi volviese a utilizar su aviación, pero ni había evitado la masacre de bastantes días atrás, debida al exitoso contraataque del tirano hasta las puertas de Bengasi, ni evitaría que, como ocurría y sigue ocurriendo, Gadafi continuase atacando otros objetivos y causando más víctimas entre la población libia. Parecía y parece claramente dispuesto a hacerlo mientras cuente con armamento y soldados.

La zona de exclusión aérea no es poca cosa, pero los aviones franceses y británicos sobrepasaron desde el principio lo dispuesto por la ONU en la resolución 1973 del Consejo de Seguridad, que marca unos limitados objetivos: zona de exclusión aérea y protección y ayuda de los civiles, con expresa prohibición de invasión y ocupación alguna. V., los interesados, la resolución entera en:


La zona de exclusión aérea suponía dominar el cielo sobre Libia. A tal fin, los aviones y los misiles occidentales podían justificadamente atacar aeropuertos, instalaciones de radar y defensas antiaéreas en manos de Gadafi, pero ya el domingo 20 de marzo de 2011 se nos hablaba también de bombardeos contra objetivos (en Bengasi y en Trípoli) no relacionados con el dominio del aire y con el resultado de importante número de muertes, que ni siquiera se afirma que afecten exclusivamente a las fuerzas de Gadafi. Dado que la resolución de la ONU expresamente reconoce “el importante papel de la Liga Árabe”, es interesante lo que declaró desde el principio el Secretario General de la Liga, Amro Musa:

"Lo que pasó en Libia es diferente del objetivo de imponer una zona de exclusión aérea, lo que queremos es proteger a los civiles y no bombardear a más civiles". Refiriéndose sólo a los ataques iniciales, lo decía Musa en una rueda de prensa conjunta con el presidente del Parlamento europeo, Jerzy Buzek, en la sede de la Liga Árabe en El Cairo.

LA INTERVENCIÓN BÉLICA HUMANITARIA.- KOSOVO y LIBIA. En 1999, para impedir una mayor matanza de kosovares a manos de los serbios de Milosevic, la OTAN bombardeó durante meses una parte de la antigua Yugoslavia, hasta forzar unas negociaciones, que después fracasaron. En junio de 1999, llegó a Kosovo la KFOR, un conjunto de tropas de naciones coaligadas, con la finalidad de pacificar y administrar la zona. Y, después de arruinar a Serbia con los bombardeos, el régimen de Milosevic acabó cayendo. Pero, hay un par de datos muy llamativos: Kosovo, independizada (sin reconocimiento español oficial, pero con el de los EE.UU.) en 2008, tiene una extensión de 10.887 km². Serbia, con Kosovo incluida, ocupa 88.361 km². Cuando se bombardeaba Serbia, no había víctimas kosovares. En Libia los dos bandos luchan en el mismo territorio y Libia suma 1.759.540 km.2, un enorme desierto, con las ciudades, la industria (petrolífera) y la agricultura concentradas en la franja costera, que en total suma más de 1700 kilómetros de longitud. ¿Tenía la “intervención humanitaria” de 1999 algo que ver con la de Libia? No podría haber en Libia nada parecido a la KFOR, aun en el caso de que la ONU acordase nuevas resoluciones que permitiesen la acción sobre el terreno. Y, que se sepa, nadie -empezando por los Estados Unidos- quiere intervenir sobre el terreno libio.

En síntesis: la zona de exclusión aérea en Libia era muy importante hace 10 o 13 días, para evitar los avances de Gadafi y dar la victoria a las fuerzas opositoras. El domingo 20 y hoy miércoles 23 de marzo de 2011, en cambio, tiene una importancia limitada y puede permitir a Gadafi mantenerse en el poder. Una resolución de la ONU dirigida a 1) la exclusión aérea de Gadafi, 2) evitar más muertes de civiles, 3) permitir evacuaciones y 4) la llegada a Libia de ayuda humanitaria es, ahora, un papel con tres propósitos imposibles (las finalidades 2, 3 y 4). Hay algo más, que no debía olvidar y no olvidé el pasado día 20: el embargo de armas a Gadafi, ya decretado hace cinco años y no cumplido por unos cuantos países. Quizás ahora se impida el rearme de Gadafi, pero nadie sabe cuántas armas y municiones le quedan. Como Gadafi no esté al límite (cosa improbable), hay guerra en Libia para mucho tiempo. Una guerra -hay que añadir ahora- que, una de dos: o "los aliados" contemplarán desde el aire o en la que intervendrán desde el aire, fuera del marco establecido por la ONU y con muy probables víctimas no combatientes. Esto último parece ser lo que está ocurriendo en las últimas horas. Diríase que los mandos militares de los países involucrados han prescindido de la ONU.

Ésta fue la actuación mundial y de Occidente, al día 20 de marzo de 2011: pasividad, mientras parecía que Gadafi perdía. Tardanza, cuando Gadafi comenzó a contraatacar con éxito. La acción bélica me pareció  el día 20 una mera gesticulación política, con ruido de muchos aviones y barcos. Pero, como dijo un perspicaz comentarista (que, además, escribe muy bien), si Gadafi acabara manteniéndose, algunos gobiernos tenían que salvar la cara ante sus ciudadanos y políticamente no podrían renegociar el petróleo con Gadafi sin haber hecho algo en contra del tirano. Sarkozy, por lo demás, estaba y está en horas muy bajas, con índices de popularidad menores que la hija de Le Pen (aunque en Francia pasan esas cosas y luego vuelven las aguas a sus cauces). Y de ZP poco hay que decir en materia de popularidad. Anuncié que habría fotos, aunque me maliciaba que su efecto para los retratados no será tan estupendo como piensan. Los españoles ya no creen a ZP. Y no veo señales de que más fotos de nuestra Ministra de Defensa, Carme Chacón, la vayan a catapultar al liderazgo de España, con pleno olvido de su previo apoyo (“Tots som Rubianes”) a las reiteradas e intolerantes groserías del artista.

¿Qué pintan un par de buques y cinco aviones españoles en ese escenario? El día 20 de marzo de 2011, me parecía que no pintaban nada, excepto colaborar al bloqueo para que el embargo de armas sea efectivo. Pero para esto último, los buques americanos, ingleses y frances serían suficientes, porque no estamos en el Océano Índico. En relación con los objetivos humanitarios aprobados por la ONU, nuestro despligue militar -dije el día 20- era y es de muy escasa utilidad y supone para España un nuevo gasto, que este país no se puede permitir. España es ahora el país del mundo que menos debería gastar. Aunque sólo fuese por no desmentir los compromisos internacionales de austeridad, promesas solemnemente hechas ante una deuda gigantesca y con una dudosa voluntad de reducirla. Nuestros acreedores han podido comprobar que aquí no se reduce ni un euro el gasto público: ni el del Estado ni el de las Comunidades Autónomas ni el de los Municipios. Las fundadas dudas sobre la persistencia en el derroche de los gobernantes españoles se habrán convertido en certezas de que no se enmiendan. Se siguen dando motivos para que se dirija a nosotros la voracidad del "coco de los mercados" y se están renovando los temores de que seamos rescatados. A juicio de gente seria, no hay exageración alguna en la frase de Roig, el “boss” de Mercadona: “Lo único bueno de 2011 es que será mejor que 2012”. Y estamos a las puertas, nos guste o no, de que Dña. Angela Merkel, que se abstuvo en la ONU, nos examine de nuevo en lo económico. ¡Qué prudencia la de ZP!

Sobre un aspecto decisivo de nuestra situación económica, recomiendo la lectura de "La gran mentira", artículo de Carlos Sánchez en "El Confidencial": http://www.elconfidencial.com/mientras-tanto/2011/mentira-sector-inmobiliario-20110320-7138.html
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ACTUALIZACIÓN A LAS 23.45 DEL 23 DE MARZO DE 2011:

DESBORDAMIENTO DEL ÁMBITO DE LA RESOLUCIÓN 1973 DEL CONSEJO DE SEGURIDAD DE LA ONU. Han seguido ocurriendo cosas y, lamentablemente, los acontecimientos me parecen confirmar las impresiones de hace tres días. Hay un conjunto de aviones de distintas naciones vigilando el perímetro de la zona de exclusión y otros sobrevolando el espacio aéreo de Libia y atacando objetivos de lo más variado. A los paises involucrados les llaman los "aliados". Para empezar, de esos "aliados", unos quieren acabar con Gadafi -y Gadafi es el gran problema, ¿o no?- y otros rechazan, incluso con gran contundencia, que Gadafi sea el objetivo. El mando militar americano -provisional, no formalizado- no quiere seguir mandando. Los EE.UU. y otros países quieren que el mando lo tenga la OTAN. Francia se opone de modo tajante al mando OTAN y hasta ha explicado por qué: si el protagonismo es de la OTAN, se tratará sobre todo de una acción militar, poco flexible y de mala presentación ante el mundo árabe. No es mala esta argumentación (a la que España se ha sumado, por boca de la Ministra Jiménez), a la que hay que añadir la ya atávica inclinación francesa a pensar que África es "cosa de Francia" (y Francia, en efecto, posee importantes bases militares en África). En estos momentos, no hay acuerdo en la OTAN y Obama exhibe cada vez más prisa por ceder el "mando" y pasar visiblemente a un segundo plano. Un alto mando militar de Gran Bretaña acaba de proclamar que la fuerza aérea de Gadafi prácticamente no existe ya. Ergo, Gadafi sólo puede seguir matando libios por tierra (y también viendo cómo matan a algunos de sus seguidores, porque la sublevación armada en Libia no ha sido en absoluto parecida a los movimientos populares de Egipto, de Túnez o de Bahrein). Pero por tierra la ONU no quiere que se intervenga y nadie parece querer intervenir (como resulta harto comprensible). Ergo, bastaría seguir vigilando el espacio aéreo y marítimo, para que Gadafi no recibiese armamento ni, menos aún, nuevos aviones. Por tanto, se diría, punto y final o, al menos, punto y aparte, al episodio bélico extranjero sobre Libia. Pero eso sería así, o así podría ser, sin que se sepa cuánto tendría que durar el bloqueo. Y la duración es un chorro de dólares o euros. Y nadie -y menos nosotros- está para esas alegrías. Y, por otra parte, limitarse al bloqueo y al embargo sería la acción indudable si hubiese de verdad unos "aliados" occidentales, con cierto acompañamiento "árabe", que actuasen para cumplir un concreto mandato de la ONU. Pero no es eso lo que ocurre. Lo que ocurre es un ataque plural y sin concierto, con aviones -la inmensa mayoría: los americanos y los franceses- que bombardean carros de combate y edificios, mientras otros lo tienen prohibido e incluso se da el caso de aviones que regresan a su base sin bombardear los objetivos fijados (¿por quién?) a causa del fundado temor de causar víctimas civiles. De manera que lo que hay es un barullo bélico sin mando, sin objetivos claramente definidos y aceptados por los "aliados" y sin duración. Por si esta realidad descontrolada no fuese visible, Dña. Angela Merkel ha retirado hoy del "teatro de operaciones" de Libia hasta a los militares alemanos encargados de la vigilancia aérea, enviándolos a Afganistán.

Es todo un test de la desarticulación mundial. Es una improvisación poco racional en la que, por más que la apoye el Congreso casi por unanimidad (no vaya a ser que los electores pensemos que se apoya a Gadafi), España no pinta nada. Entrar en una guerra hay que pensarlo muy bien, aunque "la causa" sea justa y la intención, óptima. Pero entrar en una guerra sin objetivos, no hace falta pensar casi nada para rechazarlo de plano. Hasta aquí los razonamientos, pero ocurre, eso sí, que los vuelos de nuestros F-18 (las idas y las vueltas) y hasta la subida de periscopio de nuestro submarino pueden ocupar minutos en los informativos de nuestras plurales TVs. Dña. Carme Chacón arenga a los marineros de la fragata "Méndez Núñez" diciéndoles que van a proteger a los libios del "tirano". Y Don José Blanco afirma solemnemente que "vamos a liberar a los libios" (aunque ningún libio nos lo haya pedido, porque no lo han hecho los adversarios de Gadafi). ¿A qué verdadero humanitarismo están sirviendo?

jueves, 17 de marzo de 2011

URGE QUE EL COMISARIO EUROPEO DE ENERGÍA, GÜNTHER OETTINGER, VUELE A JAPÓN


O CESE DEL COMISARIO O COMISIÓN DE SERVICIOS A EVITAR EL "APOCALIPSIS"


Günther Oettinger, Comisario de la UE para la Energía, está tratando de ganarse el sueldo con un acelerado trabajo, en los últimos días, sobre el Apocalipsis y las catástrofes precedentes. No es un especialista en exégesis bíblica ni un reverendo telepredicador. Pero, con sus estudios de Derecho y su dilatada carrera política en la CDU (desde joven, como está mandao: ahora ya es “ex-joven” (v. en este mismo blog el "post" de 10 de marzo de 2011), Günther Oettinger ha sido en estos días -y parece decidido a seguir siéndolo- el analista más contundente de lo que sucede en la central nuclear de Fukushima. Su definición de la situación en Japón como “apocalipsis”, no sólo ha hecho fortuna mediática, sino que, según el mismo Oettinger, que interpreta un doble papel en la película (el de autor y el de crítico del autor), ha sido la más exacta y precisa expresión de lo que ha sucedido y está sucediendo en Japón. No contento con el análisis, Oettinger ejerce también de profeta y de juez: predice lo que va a ocurrir (“entre catástrofe y gran catástrofe”, ha dicho hace pocas horas, clarividente él) y dicta veredictos. El último es el de “falta de profesionalidad de los japoneses”. No mucho antes, fue el primero y único en culparles de “pérdida del control”. Sólo le ha faltado recriminarles los terremotos y el tsunami.

La historia de este personaje, nacido el 15 de octubre de 1953, es la de un político profesional al que acaban aparcando en un cargo europeo después de llegar a Presidente (Minister-Präsident) del Land de Baden-Würtenberg, que no es poca cosa. Veamos lo ocurrido con Herr Oettinger. A este sujeto le había precedido en la presidencia de Baden-Würtenberg, en 1966, Herr Doktor Hans Karl Filbinger, del que se destapó en 1972 un importante pasado nazi y una reprobable actuación jurídico-judicial en la Marina alemana bajo el III Reich. El “affaire Filbinger”, que tuvo su punto culminante -aunque no su final- al dimitir como Presidente del citado Land en 1978, se reveló, tras la caída del muro y la recuperación de documentos, como un asunto especialmente sucio, cuando menos algo trucado y manipulado por la Stasi. Pero lo que ahora tiene más interés es que el listísimo Oettinger, en el funeral de Filbinger, el 11 de abril de 2007, incluyó en su elogio fúnebre tajantes afirmaciones exculpatorias, que levantaron enorme polvareda, con amonestación de Angela Merkel incluída y ulteriores vacilaciones de Herr Oettinger (primero, “me ratifico”, después “ha habido malentendidos”, etc.). La trayectoria de Herr Oettinger registra otros significativos episodios personales, pero, aunque son públicos, les hago gracia de ellos, pues sólo añaden algunas pinceladas para matizar su retrato.

En todo caso, no cabe duda de que este “brillante ex-joven” fue objeto de una “patada lateral (método de promoción-remoción descrito en “El principio de Peter”) hacia la UE y la Comisión Europea y apartado de la política alemana, precisamente por no controlar sus palabras. O sea, castizamente, por bocazas. Todo cuadra: ahora, ante la catástrofe natural de los terremotos y tsunamis en Japón, parece que ni la magnitud y fuerza de esos fenómenos ni la destrucción y la muerte subsiguientes llamaron especialmente la atención a Oettinger, pero sí vio el cielo abierto, como se suele decir, ante tamaña ocasión de recuperar su afición preferida de decir barbaridades, para la que, innegablente, se encuentra bien dotado a causa de sus pocas dotes. Ocurre que, en este caso, no han sido imprudencias políticas domésticas, sino un mayúsculo desdén de la realidad terráquea, con graves afrentas para Japón entero y, en especial, para quienes allí trabajan en durísimas condiciones. Las barbaridades de Herr Oettinger, reveladoras de una ignorancia supina, un mega-ego patológico y una penosa miseria moral, deberían conducir a su cese como Comisario europeo. Un necio genuinamente planetario, que además se pone escatológico, mejor que no maneje la res publica. Si tuviese alguna dignidad -mera hipótesis a efectos retóricos, porque ha demostrado carecer de ella- Oettinger, tan listo y tan preparado, habría ya volado sin demora a Fukushima, bien para dejar constancia de sus acertadísimos criterios de acción, con los que se recuperaría el control y se evitaría el “apocalipsis”, bien, más modestamente, para relevar a los operarios agotados que luchan por apagar incendios y refrigerar reactores.

Lo que quiero con este post es que no se pueda decir que no ha habido un europeo que pidiese la dimisión de este sujeto. Desde este pequeño rincón electrónico pido a Herr Oettinger que dimita. Y ya puesto a pedir improbabilidades, pido subsidiariamente al Presidente de la Comisión, Sr. Barroso, que lo cese. O que, al menos, lo envíe, justamente como Comisario, en comisión de servicios a la Prefectura de Fukushima, Región de Tohoku, Isla de Honshu, Japón, hasta que la situación deje de ser allí apocalíptica, catastrófica y descontrolada. Si Barroso lo comisiona a asesorar (en solitario, hablando consigo mismo, porque no tendrán tiempo ni ganas de escuchar sus ocurrencias) o a retirar escombros y Oettinger se niega, siempre puede cesarle por desobedecer, sin sentar el precedente de que se cesa a quien dice grandes tonterías. En verdad, sería un precedente muy peligroso en la política mundial.

Les dejo el enlace a un excelente comentario de Charo Zarzalejos, titulado "Los almendros solitarios del Japón". Por contenido y forma, da gusto y consuelo leerlo:

lunes, 14 de marzo de 2011

LIBIA Y JAPÓN, EN NUESTRAS CASAS


DOS CATÁSTROFES DISTINTAS: DOS LECCIONES DIFERENTES
(actualización a 15 de marzo de 2011, 23.30 horas)


Bastantes misterios ofrece la realidad española para que uno se meta en las realidades de otros continentes. Pero éste no es un “blog” especializado y sería muy raro desentenderse -o dar la impresión de estar desentendido- de acontecimientos tremendos, que justo por sus dimensiones y su importancia, se nos hacen presentes e inmediatos, igualándose en cercanía subjetiva a los sucesos locales.

Vaya por delante que el mundo islámico me resulta misterioso, extraño y, por tanto, subjetivamente muy lejano. Algunas cosas del islamismo las veo claras, pero no vienen ahora a cuento. Ahora se trata de llamativos acontecimientos en varios países habitualmente poco noticiosos y de que, evitadas masivas matanzas en dos de esos países, Túnez y Egipto, la situación de la zona no deja de parecer catastrófica a causa del conflicto armado en Libia, acompañado por episodios preocupantes que se suceden aquí y allá, pero siempre con cierta proximidad geográfica. Ésa es una catástrofe cien por cien humana, aunque sea difícil o imposible precisar las distintas concausas. A la vez, en el extremo Oriente, en Japón, se ha producido una catástrofe nada humana, producto de las placas tectónicas que chocan y tienden a superponerse. La catástrofe humana de los países islámicos tiene muy hondas raíces, difícil diagnóstico y tratamiento más que problemático, no ya desde fuera (desde fuera no hay tratamiento, me parece), sino desde dentro de esas sociedades. La gran catástrofe natural del Japón se superará, en cambio, por el elemento humano. En todo caso, ambas catástrofes tienen algo en común, meramente externo: son, en estos tiempos de comunicación global inmediata (y en gran medida, siempre precaria: convendría no olvidarlo), realidades que se introducen en nuestras casas.

LA CATÁSTROFE HUMANA DE LIBIA: SE NECESITAN ZONAS DE EXCLUSIÓN DE LOS TIRANOS

Tras los acontecimientos de Túnez y de Egipto, que vivimos “al minuto” por un empeño mediático y que han vuelto mediáticamente a un nivel casi subterráneo, la revuelta en Libia contra Gadafi es ahora lo que se sigue a todas horas. Las incertidumbres sobre Túnez y Egipto (con el añadido de Jordania, Arabia Saudita, Bahrein, Yemen, Sudán, etc.) son parejas a las de Libia, pero en estos días sólo hay noticias de Libia, donde existe una guerra civil o un aplastamiento de la rebelión (depende del punto de vista) con los tremendos ruidos y resplandores propios de la muerte incesante. Los medios parecen atender a lo más fenoménico, a lo que mejor se ve y se oye, a lo que más impacta sensorialmente. Sospecho que esa selección de lo noticioso no se debe sólo a la mayor dificultad de seguir lo que ocurre fuera de la luz pública en Túnez y en Egipto -y que seguramente será también sensorialmente perceptible, aunque con más esfuerzo, con personas más cualificadas-, sino también a la convicción de que los clientes de los “medios” prefieren lo más espectacular, aunque no sea lo más importante. De modo, que, entre unos y otros factores, de todos los “países árabes” con turbulencias internas (todos importantes), sólo seguimos recibiendo imágenes y noticias de Libia. Por el momento, eso es lo único espectacular y digno de atención mediática.

Destacable me parece, respecto de la convulsión política y social del mundo islámico, el nuevo fallo de eso que ahora llaman “inteligencia” y que antes se denominaba “servicios de información” (más espionaje, puro y duro) (como siempre, las denominaciones antiguas eran más modestas y precisas y las modernas, tan pomposas e inexactas como ridículas). La “inteligencia” occidental (es decir, la estadounidense, la británica y la europea continental) ha resultado decididamente tonta. No sólo no sabían nada de lo que no podía estar cociéndose sin el menor signo externo, sino que se han registrado meteduras de pata tan clamorosas como la del Secretario del Foreign Office, que anunciaba como noticia el traslado de Gadafi a Venezuela. Y es que en este ámbito como en otros más modestos (los faros, el pago en los supermercados, la Justicia, etc), los “dirigentes” de todas partes se vienen empeñando en sustituir (no complementar: sustituir) el “factor humano” (el del libro de Graham Greene; el de las obras de Le Carré) por la tecnología: aeronáutica, electrónica, informática. Y así, sin personas sobre el terreno, sólo se enteran de lo que surca el éter o de lo que fotografían los satélites (cuanto toca: hay gente que cree todo lo que sale en las películas y piensa que todos tenemos encima siempre uno o varios satélites): en todo caso, es tanta la información automática que no hay quien la “procese”.

Gadafi es, con mucho, el más esperpéntico e indisimulado dictador de los tres principales países en crisis, el tirano menos disfrazado, el más estridente. Y Libia carecía y carece de una estructura política remotamente comparable a la de Túnez o Egipto. Sin embargo, por los misterios del “realismo” de la política internacional, Gadafi ha sido el “líder” más viajado y el más vergonzosamente agasajado por dirigentes occidentales, incluidos los españoles.

Quizá a causa de haber leído de joven -y después releído- ciertas obras clásicas, nunca se me ha pasado por la cabeza la exportación de democracia. Lo de la democracia en Afganistán resultaría cómico si no hubiese costado ya tantas vidas. Pero una cosa es no imponer la democracia y otra, muy distinta, reirles las gracias a los tiranos y montarles las jaimas en territorio democrático. Ahora, ante Gadafi, los dirigentes occidentales hablan sin saber qué hacer. Y es la UE, con 27 oradores, la que se ha llevado la palma de la charlatanería: Obama ha hecho también sus frases, pero le critican más bien por su silencio. Todos dudan (normal: la situación es muy complicada); todos, excepto Rodríguez Zapatero (ZP), que, sin vacilar, enviaría tropas españolas a aquel desierto tribalizado siempre que lo acordase la ONU o algo parecido. Pero si ZP no duda es porque al enviar soldados españoles a Libia no estaría pensando ni en Libia ni en los soldados españoles, sino en levantar más polvareda aquí.

Quizá en Libia no se pueda, ahora, hacer gran cosa desde fuera. Se puede, sin duda, hacer el propósito de no alimentar más Gadafis. Como se pudo no presentar al mundo como normales al Ben Alí tunecino o al Hosni Mubarak egipcio, expulsados ambos de la Internacional Socialista casi a título póstumo. Lo de los “extraños compañeros de cama” debería tener algún límite: si no por decencia y dignidad, al menos por el pragamatismo que está aconsejando la experiencia. Si se hubiesen creado “zonas de exclusión” política, no se estaría planteando ahora la zona de exclusión aérea para neutralizar a Gadafi.

LA CATÁSTROFE NATURAL DE JAPÓN, SU POTENCIA HUMANA Y EL ENORME PELIGRO OCCIDENTAL(ESTRICTAMENTE HUMANO) DE PERDER LA RAZÓN, LA PERSPECTIVA Y LA MÁS ELEMENTAL SENSATEZ

Tenemos metido a Japón en nuestras casas. Lo ha conseguido un violentísimo terremoto, algo de la naturaleza y no de la política ni de la ideología. Pero, con la inestimable ayuda de algunos “medios”, en Occidente somos capaces hasta de politizar los terremotos y los tsunamis. Y, por supuesto, nuestros "líderes" son capaces de comportarse -de hecho, lo están haciendo, desde alemanes hasta franceses, pasando por "comisarios" europeos- como si el país que sufre un terremoto de máxima intensidad (y 40 más, muy respetables) y un maremoto terrible fuese el causante o culpable de ambos fenómenos.

Japón es una tragedia inmensa, pase lo que pase con sus centrales nucleares en crisis. Polemizar genéricamente sobre la seguridad de las centrales nucleares en vista de lo sucedido con las afectadas por unos terremotos de intensidad, duración y réplicas como los sufridos por los japoneses, desde el día 11 hasta ahora mismo, me parece, bien mirado, algo, no ya de escasa sensatez, sino de mentecatez difícilmente superable, con  total pérdida de perspectiva (histórica, geográfica, geológica, etc.). Porque se esté tratando de los riesgos "ordinarios" de las centrales nucleares por comparación con lo ocurrido en uno de los lugares con más altos riesgos sísmicos de la tierra y a causa del cuarto terremoto más intenso de la historia humana conocida. Es algo tan necio como plantear los riesgos de las nucleares en caso de choque contra este planeta de un enorme meteorito. A ver si se enteran estos cretinos de lo que ha pasado. Porque, inexplicablemente, aunque lo vean y lo oigan, no se enteran. Dije inicialmente que la entera isla de Henshu (la principal del archipiélago y la más afectada por el terremoto y el tsunami) se movió 2’4 metros y el eje de la misma tierra puede haberse desplazado 10 centímetros. Ahora cambian las cifras, pero no disminuyéndolas.

[Acabo de escribir que, "inexplicablemente" los cretinos mayoritariamente gobernantes en medio mundo "no se enteran". No lo he dicho bien: es perfectamente explicable que estos necios bíblicos (en la Biblia es donde se habla más y más claro sobre la necedad), que gobiernan media humanidad -no exagero: pensemos en la que, por acción y por omisión, han montado con la crisis económica mundial, engañándose y dejándose engañar por los cerebros de la creatividad financiera- no se enteren de nada: aunque sea algo tan visible y ruidoso (más resulta inimaginable) como un terremoto de 9 grados y un maremoto con ola de 10 metros que echa a correr a 500 km. por hora. Las autoridades francesas, que repiten, en tono de reproche, que "los japoneses han perdido el control" (como si ellos se considerasen capaces de no perderlo: quizá porque evitarían terremotos y tsunamis), lo mismo que el tontucio europeo que habla del "Apocalipsis" y se siente genial por haber encontrado una frase histórica, pertenecen a la subespecie, abundantísima, de los necios bíblicos pasados de listos. O sea que son tontos de baba. No lo notábamos demasiado hasta ahora, pero es cabalmente en estos trances históricos donde la necedad se desnuda de todo disfraz y se presenta en su realidad gigantesca. Los verdaderos héroes, anónimos y silenciosos, están muriendo por otros hombres. Los héroes genuinos no paran de pensar a la máxima presión ni de trabajar sin descanso, mientras los importantes, bien dormidos y en buenas poltronas, pontifican lo primero que se les ocurre. Y, bien mirado, no es de extrañar porque es en estas ocasiones excepcionales cuando siempre se lucen los miserables y necios dando todas las notas de la escala, del "do" al "si", todas desafinadas, y mostrando su real estatura intelectual y moral, ínfima. Como el conocido comentarista televisivo en USA que se congratulaba -sí, así: se congratulaba- de que los costes de lo de Japón pareciesen ser más humanos que económicos. Por una vez, los dirigentes españoles no han sido (no están siendo) unos campeones de la mentecatez: las cosas como son. La Comisión Europea, en cambio, ese conjunto de sabios que no para de ir dando tumbos ante la crisis económica, encadenando improvisaciones, fulmina miserablemente a Japón: "han perdido el control", dicen en Bruselas. ¡Habría que verles a ellos!. Aunque, en serio, mejor no. No me gustaría ver el "control" de los dirigentes franceses -en este caso muy "valientes para los ratones"- ante un terremoto de 9 grados de intensidad a cien millas de la costa sur de Bretaña, por ejemplo. Admiro a Francia, pero no tanto a sus "líderes" actuales.]

Pese a la asombrosa solidez de cientos de miles de edificios, calculados y construidos adecuadamente a los específicos peligros, hay miles de muertes y una devastación tremenda: las primeras cifras -todavía estamos en ellas- han sido de muertos comprobados y contados. Eso, y las penalidades que están por venir, es lo que más debería importa ahora. En eso debería haber un consenso indisoluble. Pero no: están nuestros líderes ocupados en pedir responsabilidades. ¡En pedir responsabilidades por un terremoto del grado 9 con entre 30 y 40 terremotos más, bastantes de ellos del grado 6 para arriba! Y ciertos "medios" dizque de "comunicación" (alguno importante acabo de leer) insertan un titular preguntándose ¡si no se pudo prever la catástrofe! Lo preguntan, estos vende-periódicos-a-costa-de-su-madre, como si no supiese cualquier párvulo medianamente educado que los terremotos son imprevisibles en su momento concreto.

Junto a la congoja por la catástrofe, es conveniente, porque es lo humano y lo noble (lo demás es de animales estúpidos y brutos innobles), admirar la resistencia japonesa, en todos los sentidos. Para entendernos: si se hubiese producido un terremoto de 9 grados con epicentro a cien millas de Santander, estaríamos hablando de cientos de miles o de millones de muertos en toda España, puesto que nuestras normas sísmicas de construcción no son tan exigentes como las japonesas. Acabo de leer, de buena fuente (no de Buenafuente, ¡ojo!) que no hay en Barcelona (era un ingeniero catalán quien lo decía) ni un solo edificio, antiguo o nuevo, capaz de resistir un tal seismo. En Lisboa, 1775, un terremoto similar al último japonés, seguido de dos maremotos, destruyó la ciudad y causó cien mil muertos, no sólo en Portugal, sino también en la costa andaluza de Cádiz y Huelva. Un altísimo porcentaje de edificios de Sevilla se vieron afectados y están registrados los efectos en toda Andalucía y en las dos Castillas. El temblor se dejó sentir en Finlandia.

Japón, tan trabajador y organizado, ha sufrido y sigue sufriendo, pese a todas sus serias precauciones, un enorme golpe físico, moral, humano. Hubiese sido de desear -y así lo deseaba yo originariamente en este "post"- que no nos distrajesen con una reedición del consabido discurso del “peligro nuclear”, en el que nunca se aportan soluciones. Aquí sólo cabría, si acaso resultase ser cierto, criticar la falta de alguna medida aconsejable en Japón, dados sus especiales y conocidos riesgos sísmicos. Pero ójala proceda todavía una adicional felicitación a los japoneses -mayor que la que merecen ya por sus esfuerzos- si, finalmente, pese a la sostenida embestida de tan tremendas fuerzas de la naturaleza y a los daños en muchas de sus estructuras, logran, no ya controlar las crisis nucleares (como deseaba hace 24 horas), pero sí reducir sus consecuencias. Lo que hasta ahora ha sucedido es explicable por el terremoto y el posterior tsunami: el terremoto provocó la parada automática de los reactores, con la que debía empezar el enfriamiento; el primer sistema de enfriamiento (bombeo de agua) falló por pérdida del suministro eléctrico ordinario; debían entrar en marcha los generadores eléctricos de emergencia, pero el tsunami los inutilizó; se buscaron  y se buscan aún modos nuevos de refrigeración, pero los reactores se han ido sobrecalentando. Todavía quedan los edificios o recintos de contención, previstos para evitar que salgan al exterior altas radiaciones por fusión del núcleo de los reactores, aunque parece haberse resquebrajado al menos uno de esos recintos. Es temible lo que puede suceder aún, pese a lo que se están esforzando.

Algunas “pequeñas verdades”, en vista del tremendismo, son éstas: 1ª) Una central nuclear es algo muy distinto de una bomba atómica, empezando por los materiales radioactivos; 2ª) En 1986, la gran catástrofe de Chernobyl, una central nuclear malamente construída, se debió a la práctica inexistencia de ese edificio de contención; antes, en 1979, en Three Mille Island, Harrisburg, Pennsilvania, hubo evacuación de miles de personas, pero no muertos, porque el edificio de contención resistió la fusión del núcleo. Es decir, que, hasta hace unas horas, sólo existía un accidente catastrófico de central nuclear: el de Chernobyl, por falta de edificio o recinto de contención. Nadie podía descartar por completo la más grave catástrofe, pero la situación, en sí misma y proporcionalmente a la insólita intensidad (incluso para esa zona) del seismo principal, no justificaba crear pánico. Y ahora, es explicable y justificable que muchos, los verdaderamente amenazados, sientan pánico. Pero sigue siendo injustificado crear pánico desde la distancia. El pánico -el pánico auténtico, que no es el miedo cobardica de políticos diminutos, un pánico ofensivo para las víctimas japonesas- hay que sentirlo, ¡qué se le va a hacer!, cuando toca. Lo sintieron en Japón ante el terremoto principal y ante el tsunami. Lo sienten ante sus réplicas. A nosotros, nos correspondían y nos corresponden dos sentimientos más nobles y altruistas: la serenidad y la compasión, sentirnos próximos y sufrir o padecer con las víctimas. Y ayudar, que siempre es posible. En cambio, el griterío empavorecido de los "líderes" autonómicos, locales, nacionales y extranjeros en razón de "sus" centrales nucleares, callando por completo sobre el dolor y el sufrimiento del Japón, es todo un espectáculo de mezquindad e incluso de vileza. De esta especie de gente pequeñita, miserable y necia, son los causantes de nuestras catástrofes humanas. A la realidad más cercana -la europea, la norteamericana- me remito. Los japoneses saldrán de esa catástrofe natural, porque no son una catástrofe humana, sino de una naturaleza humana fuerte y tenaz. Les añado un link a la viñeta de Mingote del 14 de marzo, genial a sus años y después de tantas genialidades. Aunque serán muchos los que no lo entiendan, Mingote lo dice mejor que yo:

http://www.abc.es/humor/20110314/mingote

Les añado un link a EL MUNDO, en que se informa comparativamente de Chernobyl y Fukushima. He visto el comentario de un lector que decía: "por más que leo, releo y lo pienso, no encuentro el paralelismo". ¡Pobre! Es que el informe de EL MUNDO, aun siendo muy soft, lo que muestra es el contraste:

http://www.elmundo.es/elmundo/2011/03/15/internacional/1300208285.html

Encuentro en EL PAÍS una larga entrevista con observaciones importantes de un experto ingeniero nuclear. Léanla si el asunto les interesa:

http://www.elpais.com/edigitales/entrevista.html?encuentro=7818#

jueves, 10 de marzo de 2011

MÁS SOBRE POLÍTICOS “COMPETENTES”: ELEMENTALIDADES OLVIDADAS O DESPRECIADAS


EL "EX-OPOSITOR" (TRIUNFANTE) Y EL “EX-JOVEN”


Hace días, trataba de la “competencia” a propósito de la que tienen o no tienen nuestros dirigentes políticos o de otra especie. Lo que hoy quiero decir, verdaderas elementalidades, vale también para cualquier ámbito de la vida social. Y, en síntesis, es esto: no se debe confundir el principio con el final.

Esa confusión es exactamente la que se manifiesta (o la que se fomenta, porque en ocasiones parece intencionada) cuando, sin más, se presenta como credencial definitiva de competencia e incluso de prestigio poseer un grado de Doctor o haber ganado (en buena lid, es de suponer) una oposición difícil (o dos). En la trayectoria profesional de un profesor universitario (única en la que el doctorado cuenta), el grado de Doctor es un segundo paso, al que deben seguir años de docencia, de investigación y publicaciones. Si después del doctorado se hace poco, no se estudia, no se enseña y no se investiga, magro será el curriculum. Si se sacó el número 1 en unas oposiciones de Notarías hace 15, 20 ó 30 años, pero apenas se ha ejercido el Notariado, estamos ante un lejano éxito inicial, pero no ante una trayectoria profesional ni ante una prueba de que, en la actualidad, aquel brillante opositor sabe Derecho. Lo único que acredita haber sacado Notarías a la primera, con 25 años, es que se trabajó muy duramente 3 ó 4 años y que, a los 25, se tenía magnífica memoria, buena cabeza y más que decente forma física. Pero hoy, a los 35, 45 o a 55 años, cuánto sabe, qué experiencia tiene e incluso quién es esa misma persona depende de lo que hizo (o no hizo) en los 10, 20 ó 30 años posteriores a su brillante triunfo inicial. El mero transcurso del tiempo sólo procura olvido del saber y enmohecimiento intelectual. Y el transcurso de 10, 20 ó 30 años de dedicación plena a la política, sin más, puede procurar los mayores olvidos y los más graves deterioros, intelectuales y éticos.

Indudablemente es legítimo, p. ej., sacar una oposición a Cátedra universitaria o a plaza de Letrado de las Cortes y dedicarse de inmediato a la política, como lo es ingresar en la Carrera Judicial y quedar excedente en ella al poco tiempo para dedicarse a la abogacía. Pero por la misma razón por la que ni el Catedrático y el Letrado de las Cortes pueden razonablemente exhibir esa mera condición como si constituyese un curriculum vitae rico en méritos, tampoco debería hacerlo el miembro destacado de la clase política que, en su día, ya lejano, ganó una oposición a un cuerpo funcionarial más o menos ilustre, pero en el que no ha desempeñado funciones más que por una corta temporada.

Fuera de la política y de la vida pública, es muy mala cosa confundirse hasta el punto de considerar un triunfo inicial (y, concretamente, en una oposición muy difícil, difícil o no facilona: grados bastante relativos) como éxito irrevocable y culminación del itinerario vital que de verdad atribuye competencia y mérito. Pero es en la política donde más se suele exhibir el triunfo inicial como certificado de idoneidad o de excelencia, precisamente a falta de una trayectoria posterior de sucesivos y constantes esfuerzos, con nuevos éxitos y con otras experiencias quizá no exitosas, pero muy relevantes para la personal formación profesional y la madurez humana, que son de gran importancia para desempeñar funciones públicas.

Por lo demás, para la res publica como para todo, es muchas veces preferible, por más prudente, el ignorante consciente de esa condición que el ignorante sabelotodo. Yo, desde luego, siento mucho menos pánico ante un ignorante perfectamente (re)conocido como tal que ante un sabihondo que no ha perdido las grandes ínfulas que le inflaron el ego de falsa superioridad el día en que, hace 10, 20 ó 30 años, fue “número uno” de su promoción de Profesional Importante. El ignorante actual pero prudente puede aprender y, sobre todo, estará inclinado a preguntar y a estudiar lo que haga falta. El cerebrito presuntuoso y creído no tiene que preguntar (o eso se cree él; de ahí que se le llame creído): lo considera innecesario. Y, si le contradicen con argumentos, lo toma muy mal, como si de un ataque personal se tratara. No acepta ni tolera la discrepancia y menos una completa discrepancia. Si, imprudentemente, coloca a los demás en el trance de discrepar y efectivamente discrepan con claridad se considera víctima de una humillación. Como no comete errores (o, si los comete, no está dispuesto a reconocerlos), no rectifica ni en el asunto de que se trate ni en su actitud habitual. Y sigue cometiendo los mismos errores.

LA MERA JUVENTUD, COMO MÉRITO (Y, FRECUENTEMENTE, COMO ÚNICO Y DECISIVO MÉRITO)

Hay otro fenómeno social frecuente en nuestros días, que es muy conveniente descubrir: la juventud como mérito. Ser joven es, por sí solo, para ciertos dirigentes políticos y para un número aún mayor de jóvenes (interesados), un mérito e incluso un mérito decisivo. Se trata de una de las grandes idioteces que impregnan desde hace unos años la vida social, aquí y en el ancho mundo. Cualquiera sabe que hay jóvenes muy inteligentes, inteligentes, lentos, cortos y muy cortos. Cualquiera sabe que hay jóvenes con mucho ímpetu y otros que se diría que nacieron ya cansados y no han hecho sino cansarse más en su infancia y su adolescencia. Vemos jóvenes trabajadores y otros sumamente vagos. Los vemos con ganas de comerse al mundo y cambiarlo, junto a otros sumidos en el sopor del más absoluto conformismo. Los vemos con ideales y los vemos con un utilitarismo y un egoísmo que asustan. La juventud es -si dejamos a un lado discursos tópicos, en un sentido y en el opuesto- una circunstancia temporal de la vida humana, que no incluye o arrastra, por sí misma, otros rasgos de temperamento, carácter, personalidad, cualidades y defectos, sino que se combina, en cada individuo, con los más diversos rasgos. Una persona joven puede, aun siéndolo, revelar una madurez y una sabiduría de la que carecen personas mayores, ancianas e incluso longevas, que quizá siguen siendo tan atolondrados y tarambanas como a sus 20 años, si no más, por la mayor “práctica”. A pesar de estas genuinas evidencias, hemos vividos y aún vivimos una época en que la juventud, en sí misma, parece considerarse como equivalente a capacidad y mérito.

En la vida política sobre todo, donde, a ciertos efectos, la juventud es algo demasiado relativo y se es joven (de las Juventudes Socialistas, Populares, Convergentes, etc.) tanto a los 18 como a las 37 años, muchas personas ocupan puestos de responsabilidad -incluso de mucha responsabilidad- por el simple hecho de ser jóvenes: algo más de 20 y menos de 36 años. Fulano (o Perenganita) llegó a ser Jefe de esto o de aquello, Director General, Secretario de Estado, Consejero, Viceconsejero, Asesor áulico, Secretario General, etc. cuando era lo que se dice “un joven (o una joven) brillante”, con una carrera universitaria y una conversación que parecía revelar cultura amplia, “lecturas complementarias” (si eran muchas y bien asimiladas o meras citas de ocasión, se descubriría después). Tal vez era también un “joven activo” y voluntarioso. Así empezaron muchos dirigentes políticos actuales y luego, pasados 10, 20 ó 30 años, esas personas siguen, en términos de mérito y capacidad, exactamente igual que cuando empezaron. Si tuviéramos que decir qué son ahora estos dirigentes, sólo podríamos afirmar que son “ex-jóvenes” o, si se prefiere, “ex-jóvenes brillantes”. Suena raro, ¿verdad? Pero, ¿acaso no es exacto en gran número de casos?

Quiero procurar ser objetivo y justo: algunos de los “jóvenes brillantes” dedicados a la política pueden exhibir, tras sus comienzos, una buena gestión de los empleos que obtuvieron. Llegan a ser personas maduras y competentes, con prestigio real y con oportunidades de empleo fuera del sector público. Cuando hablan, se nota que saben de lo que hablan (cosa imposible de fingir) y se les escucha con interés. Pero, por desgracia, se trata de excepciones a la regla. La regla es que los antaño jóvenes alcanzan la cincuentena y nadie, con desapasionamiento, los considera ya "profesionales brillantes” y ni siquiera profesionales, ni buenos ni mediocres. De modo que, por mucho que se estire temporalmente la juventud, han dejado de ser jóvenes y han pasado a ser únicamente “ex-jóvenes”.

He dicho antes que el mero transcurso del tiempo sólo procura olvido del saber y enmohecimiento intelectual. No tengo que rectificar, pero sí completar lo que viene con el tiempo. Por razón del tiempo, hay algo que los jóvenes nunca tienen (nunca hemos tenido): experiencia. O, al menos, suficiente experiencia. Ni experiencia de la vida ni experiencia profesional bastante. Y la experiencia hace falta, es un excelente “activo” para el desempeño de muchos empleos y funciones (aunque no hay que confundir experiencia con antigüedad; sólo interesa la experiencia buena: la mera antigüedad, por sí sola, no dice nada). Prescindir de la (buena) experiencia o minusvalorarla es una necedad tan asombrosa como extendida, que cometen los que, siendo jóvenes, desdeñan ser inexpertos y no toman precauciones. Pero la cometen también y es mayor aún el delito de los que, en el trance de seleccionar y designar a otros, lo hacen en favor de quienes, como suele decirse, aún están “verdes” (a los que harán bastante daño). Y no deciden en ese sentido por necesidad (por falta gente experimentada, p. ej.) ni adoptan prevenciones y cautelas. Lanzan jovencitos y jovencitas al estrellato (a las estrellas y a estrellarse), porque la falta de experiencia -que seguramente les aqueja a ellos mismos- no les parece de ninguna importancia, adoradores como son de la simple juventud. Así nos hemos visto en las malas manos de una efebocracia, que puede llegar a ser gerontocracia a cargo de “ex-jóvenes”.

lunes, 7 de marzo de 2011

2 DE MARZO DE 2011: TONTERÍAS HISTÓRICAS EN 24 HORAS



LO DE RODRÍGUEZ ZAPATERO YA ES DE CÓDIGO CIVIL (SÍ, NO ES UN LAPSUS: ES CÓDIGO CIVIL Y NO PENAL)



  • Se preguntarán Vds. si no me resulta cansado referirme, una y otra vez, a los dichos y hechos del Sr. Rodríguez Zapatero, con lo visto que está. No es que me resulte cansado: es que me agota y, además, me hastía. Pero pienso que no se pueden pasar en silencio sus tontadas. Si nadie se sobrepusiese al hastío y al cansancio, Zapatero llegaría a creer que todos nos hemos conformado o, al menos, insensibilizado. O que todos nos hemos vuelto tontos. Y no debe suceder ninguna de esas cosas. Mientras ZP siga siendo Presidente del "Gobierno de España" no cabe pasar por alto las necedades que dice y hace ni las que deja decir y hacer. Sencillamente, hay que procurar no acostumbrarse.


El día 2 de marzo de 2011 se vio con refulgente claridad hasta donde ha llegado el Presidente del “Gobierno de España” en su deterioro mental, en su pérdida del sentido de la realidad, en su máximo autismo no congénito.

Ese histórico día, ZP se fue a Túnez y se entrevistó con dirigentes de la delicada y aún incierta transición de ese país. Al llegar, dijo que no iba a dar lecciones, sino apoyo. Pero, fiel a su constante infidelidad a lo que anuncia y promete, ZP no paró de impartir lecciones sobre la libertad y la democracia, como si él supiese algo de una y otra. En perfecta simultaneidad con los problemas que se agravan aceleradamente en España y con las enormes dificultades de la situación de Túnez, ZP se mostró allí como lo que, al parecer, ha llegado a creer que es: un carismático estadista mundial. Dada la realidad de su pensamiento (es un decir) y de su capacidad de expresión, menos que mediocres, el resultado fue una penosa, muy triste, exhibición de tópicos como los que pueden reiterar por las calles, en voz alta, esos pobres hombres sonados a causa del alcohol y/o de otros males.

La prensa diaria española recogía así los momentos más importantes de la visita. Lean:

«En Túnez, ZP se explayó de nuevo sobre su experiencia familiar del franquismo: Evocó también cómo vivió la muerte de Franco, con 15 años, y cómo a los 18 pudo votar la Constitución.Merece la pena lo que ustedes han hecho. Mi padre no pudo disfrutar de las libertades y mi abuelo fue fusilado”».

«El líder socialista [sic] les ha exhortado a que busquen sobre todo el consenso político y les ha dicho que si de aquí a junio hacen las cosas bien, "el éxito está garantizado".» Nosotros sabemos muy bien cómo domina los plazos ZP. ¡Pobres tunecinos si le hacen caso! Pero sigamos con las lecciones: «"Tiene que haber un gran consenso" sobre las reglas de juego de la democracia, porque si no ésta no triunfará. Con un parlamento democrático les será más fácil superar la polarización política.» (¡Bonita y profunda teoría parlamentaria! El Parlamento como medio para evitar la polarización: espero que el Abate Sièyes se le aparezca por las noches a ZP. Es lo menos que se merece).

«En este sentido, dijo que los jueces que han servido en la dictadura se acomodarán a la nueva legislación democrática. "Aunque habrá aspectos en los que habrá que hacer cirugía", advirtió, en alusión a la jubilación de los magistrados que no se avengan al nuevo sistema político.»

«"Ustedes no lo saben", concluyó el presidente del Gobierno, "pero ya han ganado. Ya han conseguido un gran futuro para las próximas generaciones

«Antes de su intervención, el presidente del foro democrático, Ben Jaafar, le había pedido que lidere la Unión Europea en su apoyo a Turquía y había dicho que "con su visita a su país, la UE se reconcilia con la Europa de los valores y la democracia".» De donde se desprende que los dirigentes tunecinos no sabían con quién hablaban, porque ni ZP está para liderar a la Unión Europea en nada (y menos en un apoyo a Turquía: en todo caso, quizá Erdogan podría dejarle liderar un rato a Turquía ante la Unión Europea) ni ZP sabe una palabra de “la Europa de los valores y la democracia”, a la que, por cierto, habría que buscar como Diógenes de Sínope deambulaba por Atenas con su farol en busca de un hombre honrado.

Además de este surrealista encuentro con los dirigentes aludidos, extrañamente preocupados -con lo que tienen por delante en su casa- por la integración de Turquía en la UE, ZP escuchó cosas interesantes.

«Según informaron fuentes oficiales (…), en una reunión que mantuvo a solas con la prestigiosa intelectual Fauzia Charfi, secretaria de estado de Enseñanza en el Gobierno provisional tunecino, Zapatero pudo escuchar los temores de la autora de "Islam y libertad", una de las obras cumbre de la defensa del laicismo islámico, por la creciente penetración del radicalismo en las aulas universitarias.»

«A este respecto, Zapatero ha dicho en esa reunión a puerta cerrada: "Por favor, mantengan un estado aconfesional", si quieren garantizar el progreso de la democracia.» Bie, elemental y obvio, pero bien; sólo le faltó lo más importante y lo positivo: defender la libertad religiosa. Hay que reconocer que esperar eso era como esperar peras de olmo, porque lo de la libertad todavía le suena ZP, pero si se apellida “religiosa”, le suena francamente mal.

Con todo, lo más impactante ha sido la emoción de ZP, a duras penas contenida, al tocar con la mano la trémula esperanza de Túnez. Para animarles, ZP ha transmitido a sus interlocutores su personal e intimísimo sentimiento, casi inefable, con esta fabulosa sentencia:

"No saben cómo se puede disfrutar de la democracia. Incluso, como es mi caso, se puede llegar a presidente del Gobierno".

La otra gran frase de la jornada, con acentos de protagonismo epopéyico, ha sido ésta:

"España estará al frente ayudando a consolidar el proceso democratizador en el mundo árabe".

O sea, que la democracia se ha instalado en el "mundo árabe" y sólo necesita consolidarse. Y, ahí, dice ZP, España estará al frente. Fue en llegando a este punto cuando me dije : “Este hombre no puede estar tomando el pelo a los tunecinos, al llamado “mundo árabe”, a los españoles y a los millones de ciudadanos de terceros países. Este hombre está mal de la cabeza.”

No sé si Vds. lo han pensado a fondo. Yo lo vengo pensando desde hace tiempo (tengo testigos), pero ahora ya me atrevo a decirlo y publicarlo. El Sr. Rodríguez Zapatero es un enorme problema para todos nosotros, que, bien mirado, es un problema concerniente al Derecho Civil, parte relativa a las personas y, en concreto, al estado civil y condición de las personas. Es un caso de Código Civil, Título IX ("De la incapacitación") del Libro Primero (“De las personas”). Si nuestro padre o nuestro abuelo dijese lo que ZP dice y mantuviese algún poder de disposición sobre algo y físicamente pudiese ejercer ese poder de disposición (si pudiese salir a la calle y acercarse a una Notaría), cualquiera de nosotros diría: “hay que incapacitar a papá”, “hay que incapacitar al abuelo”. Volveríamos nuestros ojos hacia el art. 200 del Código Civil: “son causas de incapacitación las enfermedades o deficiencias persistentes de carácter físico o psíquico que impidan a la persona gobernarse por sí misma.” Pensaríamos dolorosamente en el peligro -para nuestro propio padre o abuelo, para su familia y para terceros- de permitir que alguien que dice tantas y tan grandes tonterías pueda vender, comprar, avalar, endeudarse, arruinar, etc. Y recurriríamos sin vacilar al proceso de incapacitación, con medidas urgentes de internamiento.

No voy a pedir -no vaya a ser que piensen que el chiflado soy yo- que sea el Ministerio Fiscal, legalmente legitimado para promover la incapacitación, quien tome la iniciativa. Pero conste que sería lo adecuado, porque a los familiares conocidos de ZP probablemente no les afecte negativamente lo que este hombre pueda gastar, enajenar, avalar, etc., puesto que lo va a hacer sin comprometerse ni comprometer a su familia. Para situaciones como ésa está legalmente la Fiscalía. Sucede, lamentablemente, que para lo que no está ahora la Fiscalía es para la legalidad.

En esas 24 horas, ZP no acaparó por completo las tonterías objetivas. Dos Ministros de su “Gobierno de España” estuvieron a tono (la Sra. Pajín, triministra, llevaba bastantes días callada, lo que es de agradecer, en estricta justicia). Vean:

JOSÉ BLANCO, EN MADRID:

“La limitación de velocidad ayudará a contener el precio de las hipotecas”

D. José Blanco , (a) “Pepiño”, relacionó el menor consumo de carburantes con la inflación y ésta con el coste de las hipotecas y con los demás precios. No hace falta saber mucho para cuestionar el automatismo de la relación que tan clara le resulta al ocurrente “Pepiño”. Lo que sí es verdad es que cuanto menos gastemos en carburante, más dinero nos quedará para pagar la hipoteca, como para comprar tocino para el cocido. De modo que, contra el dicho popular, se nos hace ver que la velocidad sí está relacionada con el tocino.

[INCISO: Pocas horas después, un Director General, el de la Policía, utilizaba un avión oficial para acudir a Córdoba, a la que se llega con el AVE en menos de dos horas. Pase, aunque esté mal, que ZP utilizase el Falcon oficial para volver a dormir a Madrid antes de salir para Túnez: es el Presidente del Gobierno. Pero que un Director General, por ser de la Policía, se permita gastar diez veces más en el avioncito oficial que en el transporte de alta velocidad, es, no sólo un descaro prepotente y una afrenta a todos, sino un fuerte indicio de que nuestros gobernantes consideran a España un Estado policial. Ningún otro Director General imagina siquiera poder aprovechar su cargo de ese modo: no está a su alcance. Por menos que eso -una absoluta burla y escarnio de todos los españoles, ahorradores forzosos- se echa a la calle un pueblo. Aquí ni siquiera se forma una plataforma en Feisbuq.] [NUEVO INCISO: poco después del vuelo del Policía Mayor, D. José Blanco -a los orates hay que llamarles de Vd.: se acabaron los apelativos cariñosos- profiere estas inspiradas palabras: "podríamos cerrar la Comunidad Autónoma de Madrid. Sería una medida de ahorro estupenda" Como broma no tiene gracia. Pero ese "podríamos cerrar" es, en cuanto indicio, muy revelador. Es un tic de generalote decimonónico, que da "golpes de café" a diario. A lo mejor hay que comentarlo más despacio.]

MIGUEL SEBASTIÁN, EN MADRID:

Este Sr. D. Miguel Sebastián, rara persona, ha salido de su prolongado silencio ausente en cuanto le han abierto las puertas de las ocurrencias con lo del ahorro energético. Y, en su estilo rarito y genial/locoide, ha vuelto a su manía de las bombillas (ahora, tras las de bajo consumo, las LED), ampliada a los neumáticos (que las Comunidades Autónomas retiren 250.000) y a las luces de las oficinas públicas, para que se apaguen cuando no haya nadie. Pero hay que reconocer que Sebastián, Ministro de Industria, no dice últimamente tonterías notables, frases para cita y reseña. Él escribe las tonterías y quiere que los demás las hagan. O se las hace decir a Rubalcaba, que solemnemente manifiesta su escándalo por ver encendidas las luces de unas oficinas públicas a las 21.30 horas, sin pararse a pensar si ese momento no coincide con el horario de la limpieza. Además, que no estén encendidas las luces no constituye ninguna medida de ahorro, sino la elemental eliminación de un indebido despilfarro: no hace falta reforma legal ni reglamentaria: sólo alguien encargado de apagar.

BROCHE FINAL DEL PRESIDENTE DEL “GOBIERNO DE ESPAÑA”, SIEMPRE EN TÚNEZ

Ante los datos de paro en febrero de 2011, 4’3 millones de desempleados y un aumento de 68.260 personas paradas en un solo mes, ZP sentenciaba, también en Túnez:

"El dato es malo, pero menos malo que en febrero del año pasado, y aún menos malo que el año anterior"

Tiene razón: en febrero de 2010 el desempleo aumentó en 82.132 parados y, en febrero de 2009, en 154.058. Pero, ¿acaso no van quedando menos personas que puedan parar? ¿Es razonable consolarse así?

También respecto de España, ZP profetizó en Túnez:

“La recuperación en 2012 será sentida y vivida por la sociedad española”.

Aquí se podría hacer un chascarrillo fácil: “eso seguro: en 2012, seguro: en cuanto te vayas, muchacho”. Pero no hago mío el chascarrillo, porque la huella de ZP & Friends (ésos que hace nada eran una gran legión y ahora sólo un menguado grupo, que se dicen “aprovecha mientras puedas”) será duradera.

A lo dicho: ZP está de incapacitar.