jueves, 17 de marzo de 2011

URGE QUE EL COMISARIO EUROPEO DE ENERGÍA, GÜNTHER OETTINGER, VUELE A JAPÓN


O CESE DEL COMISARIO O COMISIÓN DE SERVICIOS A EVITAR EL "APOCALIPSIS"


Günther Oettinger, Comisario de la UE para la Energía, está tratando de ganarse el sueldo con un acelerado trabajo, en los últimos días, sobre el Apocalipsis y las catástrofes precedentes. No es un especialista en exégesis bíblica ni un reverendo telepredicador. Pero, con sus estudios de Derecho y su dilatada carrera política en la CDU (desde joven, como está mandao: ahora ya es “ex-joven” (v. en este mismo blog el "post" de 10 de marzo de 2011), Günther Oettinger ha sido en estos días -y parece decidido a seguir siéndolo- el analista más contundente de lo que sucede en la central nuclear de Fukushima. Su definición de la situación en Japón como “apocalipsis”, no sólo ha hecho fortuna mediática, sino que, según el mismo Oettinger, que interpreta un doble papel en la película (el de autor y el de crítico del autor), ha sido la más exacta y precisa expresión de lo que ha sucedido y está sucediendo en Japón. No contento con el análisis, Oettinger ejerce también de profeta y de juez: predice lo que va a ocurrir (“entre catástrofe y gran catástrofe”, ha dicho hace pocas horas, clarividente él) y dicta veredictos. El último es el de “falta de profesionalidad de los japoneses”. No mucho antes, fue el primero y único en culparles de “pérdida del control”. Sólo le ha faltado recriminarles los terremotos y el tsunami.

La historia de este personaje, nacido el 15 de octubre de 1953, es la de un político profesional al que acaban aparcando en un cargo europeo después de llegar a Presidente (Minister-Präsident) del Land de Baden-Würtenberg, que no es poca cosa. Veamos lo ocurrido con Herr Oettinger. A este sujeto le había precedido en la presidencia de Baden-Würtenberg, en 1966, Herr Doktor Hans Karl Filbinger, del que se destapó en 1972 un importante pasado nazi y una reprobable actuación jurídico-judicial en la Marina alemana bajo el III Reich. El “affaire Filbinger”, que tuvo su punto culminante -aunque no su final- al dimitir como Presidente del citado Land en 1978, se reveló, tras la caída del muro y la recuperación de documentos, como un asunto especialmente sucio, cuando menos algo trucado y manipulado por la Stasi. Pero lo que ahora tiene más interés es que el listísimo Oettinger, en el funeral de Filbinger, el 11 de abril de 2007, incluyó en su elogio fúnebre tajantes afirmaciones exculpatorias, que levantaron enorme polvareda, con amonestación de Angela Merkel incluída y ulteriores vacilaciones de Herr Oettinger (primero, “me ratifico”, después “ha habido malentendidos”, etc.). La trayectoria de Herr Oettinger registra otros significativos episodios personales, pero, aunque son públicos, les hago gracia de ellos, pues sólo añaden algunas pinceladas para matizar su retrato.

En todo caso, no cabe duda de que este “brillante ex-joven” fue objeto de una “patada lateral (método de promoción-remoción descrito en “El principio de Peter”) hacia la UE y la Comisión Europea y apartado de la política alemana, precisamente por no controlar sus palabras. O sea, castizamente, por bocazas. Todo cuadra: ahora, ante la catástrofe natural de los terremotos y tsunamis en Japón, parece que ni la magnitud y fuerza de esos fenómenos ni la destrucción y la muerte subsiguientes llamaron especialmente la atención a Oettinger, pero sí vio el cielo abierto, como se suele decir, ante tamaña ocasión de recuperar su afición preferida de decir barbaridades, para la que, innegablente, se encuentra bien dotado a causa de sus pocas dotes. Ocurre que, en este caso, no han sido imprudencias políticas domésticas, sino un mayúsculo desdén de la realidad terráquea, con graves afrentas para Japón entero y, en especial, para quienes allí trabajan en durísimas condiciones. Las barbaridades de Herr Oettinger, reveladoras de una ignorancia supina, un mega-ego patológico y una penosa miseria moral, deberían conducir a su cese como Comisario europeo. Un necio genuinamente planetario, que además se pone escatológico, mejor que no maneje la res publica. Si tuviese alguna dignidad -mera hipótesis a efectos retóricos, porque ha demostrado carecer de ella- Oettinger, tan listo y tan preparado, habría ya volado sin demora a Fukushima, bien para dejar constancia de sus acertadísimos criterios de acción, con los que se recuperaría el control y se evitaría el “apocalipsis”, bien, más modestamente, para relevar a los operarios agotados que luchan por apagar incendios y refrigerar reactores.

Lo que quiero con este post es que no se pueda decir que no ha habido un europeo que pidiese la dimisión de este sujeto. Desde este pequeño rincón electrónico pido a Herr Oettinger que dimita. Y ya puesto a pedir improbabilidades, pido subsidiariamente al Presidente de la Comisión, Sr. Barroso, que lo cese. O que, al menos, lo envíe, justamente como Comisario, en comisión de servicios a la Prefectura de Fukushima, Región de Tohoku, Isla de Honshu, Japón, hasta que la situación deje de ser allí apocalíptica, catastrófica y descontrolada. Si Barroso lo comisiona a asesorar (en solitario, hablando consigo mismo, porque no tendrán tiempo ni ganas de escuchar sus ocurrencias) o a retirar escombros y Oettinger se niega, siempre puede cesarle por desobedecer, sin sentar el precedente de que se cesa a quien dice grandes tonterías. En verdad, sería un precedente muy peligroso en la política mundial.

Les dejo el enlace a un excelente comentario de Charo Zarzalejos, titulado "Los almendros solitarios del Japón". Por contenido y forma, da gusto y consuelo leerlo:

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