LOS “5”, “5’5” Y “6’5”
NO SON IGUALES NI SOCIAL NI ACADÉMICAMENTE
BECAS Y “EXCELENCIA” NO ESTÁN NECESARIAMENTE RELACIONADAS
(Añadidos a 2 y 3 de julio de 2013)
(Añadidos a 2 y 3 de julio de 2013)
En un post de 22 de diciembre de 2011 (v. “DE
LA EDUCACIÓN DEPENDE NUESTRO FUTURO”: LOS MALOS AUGURIOS DE ESTA PROCLAMA, subtitulado EN LOS TIEMPOS DEL
“PERFIL”, UN MINISTRO DESPERFILADO (v.
http://andresdelaoliva.blogspot.com.es/2011/12/de-la-educacion-depende-nuestro-futuro.html),
ya advertí que consideraba un error -el más claro entonces, al tiempo de formar
Gobierno- que el Sr. Rajoy Bey
hubiese nombrado Ministro de Educación, Cultura y Deportes a D. José Ignacio Wert Ortega. De
entonces a acá no necesito decir hasta qué punto, lamentablemente, los hechos y
los dichos de Wert (¡qué dichos se
le ocurren a este hombre!) han apuntalado y remachado mi criterio. He sido un
adelantado, pero eso me entristece mucho, porque estamos pagando un alto precio
de tiempo perdido y de insensateces muy publicitadas, que no hacen ningún bien
a la opinión pública y al clima de concordia elemental que, dentro del
pluralismo, le conviene a cualquier país.
No me voy a entretener
glosando las hazañas de Wert,
también las relativas a sus nombramientos. Vamos al archipolémico asunto de un
anunciado Decreto sobre becas, que iba a exigir un 6’5 de media como requisito
ineludible para obtenerla y que, tras la última revisión, se conformaría con el
5’5 sólo para la exención de matrícula, pero mantendría el 6’5 para las becas
que supongan algo más que la matrícula.
Algo que he echado en
falta, desde que se inició la polémica hasta hoy mismo, es una observación muy
elemental, porque se basa en una realidad que casi todo el mundo conoce, a
saber: que obtener un 5’5 de nota media en muchas carreras -por ejemplo, la de
Derecho- es mucho menos difícil que en otras, como Medicina, Ingeniería
Industrial o Ciencias Físicas. Seguramente convendrán conmigo que quien saque
todo un curso de Medicina o de Ingeniería de Caminos, a la primera, o entre
junio y septiembre, con 5’5 de media merece indudablemente la beca. Hay ya, por
tanto, un grave error en la propuesta del Sr.
Wert y también, en buena medida, en quienes la discuten sin tener en cuenta
esta realidad diferenciada. No debería prescindirse de ella, aunque fuese para
considerarla irrelevante a efectos de becas. En todo caso, es la prueba del
nueve de que Wert se equivoca de
medio a medio y de que el futuro de las becas está muy mal planteado. Un “5”,
un “5’5” o un 6’5” son matemáticamente iguales a otro “5”, “5’5” o “6’5”, pero
no lo son académicamente y tampoco, como veremos después, socialmente y esta
desigualdad, de mucha importancia, nada o muy poco tiene que ver con el mayor o
menor esfuerzo personal del estudiante ni con su superior o inferior
inteligencia.
Estoy perfectamente de
acuerdo en que la Formación Profesional (FP) debe ser potenciada y en que buen
número de estudiantes universitarios habrían hecho mejor en acudir a la FP:
porque se adecúa más a sus cualidades y aptitudes y porque encontrarían trabajo
más fácilmente e incluso más satisfactoriamente. Pero como estoy convencido de
que, proporcionada a todos una completa información sobre las exigencias de las
carreras universitarias y de la FP, así como sobre las expectativas de empleo,
es muy preferible la libertad de decidir que la planificación, en especial si
se hace de modo simplista, el 6’5 no tiene nada que ver con Universidad o FP,
porque no alcanzar una nota media de 6’5 no significa que la FP sea más
adecuada para esa persona que se queda en el 5, en el 5’5 o en el 6’4. Esto es
evidente para quien haya conocido o conozca a los jóvenes estudiantes, como es
mi caso, pero, asombrosamente, no parece que sea el caso de Wert, de sus asesores y de sus
partidarios.
Por otra parte, obtener
una nota media inferior a 6’5 no es en absoluto indicativo -ni siquiera en lo
que antes llamábamos “carreras de letras”- de que el estudiante sea vago o al
menos indolente o carezca de la inteligencia que sus estudios requieren,
razones que justificarían que no obtuviese o renovase una beca. Acabo de leer
la noticia de una joven gerundense, Gemma Muñoz, con un 9’9 en la selectividad,
que defiende la reforma de Wert, dice la noticia, porque «ya está bien de de
pagar a gente desmotivada que no le interesa estudiar. Que te paguen la carrera
debería de ser una motivación». Esta chica, aún sin experiencia en la vida
universitaria, no ofrece, en realidad, ningún argumento sólido, porque obtener
nota promedio de 5 o de 5’5 no es ni siquiera un leve indicio de que quien las
obtiene carece de motivación o de interés en estudiar. Sin saberlo, la joven Gemma, con su 9’9 en la
selectividad, ha ofrecido un excelente ejemplo de ese vicio tan extendido al
opinar, que se denomina “inducción incompleta”. Y los medios que destacan el
juvenil error de Gemma parecen abonarse a la demagogia, a no ser que también practiquen
el fácil “deporte” de construir reglas generales a partir de unos pocos casos o
de uno solo.
Al exigir un 5’5 de
nota media, el sistema de becas no estaba ni está todavía beneficiando a quien no
pega palo al agua, que es el erróneo punto de partida de los viscerales “argumentos”
de más de uno. Incluso donde las buenas notas -de “notable” para arriba-
son más fáciles de conseguir (las “carreras de letras”), la media de 5’5, aplicada
a un curso, significa un considerable esfuerzo de quien la logra y un
rendimiento suficiente. Los “5” no se regalan,
como regla general. Hay excepciones, sí, pero a los profesores que las hacen no
les costaría nada regalar los “6’5”. Y estamos hablando, no se olvide, de un
promedio de las notas de todas las asignaturas. Una media de 5’5 es indicativa
de un rendimiento suficiente y, sobre todo, no alcanzar el 6’5 no supone
desinterés, desmotivación, vagancia o estulticia.
Por lo demás, en las “carreras
de letras” un punto o dos y, desde luego, unas cuantas décimas están
frecuentemente determinadas por factores sociales y, muy destacadamente, por el
ambiente familiar, que no tiene que ver necesariamente con los ingresos o la
renta, sino con la educación recibida en ese ambiente y, en especial, con el
fomento, o no, de hábitos de lectura en los hijos o, por el contrario, con
dejar cómodamente que caigan en la inmersión total en el mundo de la imagen y
de la comunicación compulsiva constante.
Y vayamos, por último,
a la cuestión nuclear de las becas (y de su requisito de calificaciones o notas
anteriores). Las becas, ¿para qué están? ¿Para estimular y premiar a los más
listos y estudiosos (premiar la cacareada y muy maltratada excelencia) o para procurar una igualdad de oportunidades, de modo
que los ingresos familiares o personales bajos no impidan a nadie estudiar lo
que prefiera? Yo no tengo duda alguna de que se trata de esto último. Así que,
considerados todos los elementos que han de ponderarse, la exigencia de un 5’5
de nota media me parece mucho más justa que elevar ese requisito al 6’5. Esto
último es una barbaridad injusta, que clama al cielo cuando quien dispone de
recursos se puede permitir sin ninguna consecuencia negativa, dedicarse, en la
Universidad, a la pura vida social, acumulando suspensos o convocatorias sin
presentarse. Mientras tanto, es creciente el número de quienes cursan carreras
mientras trabajan, fenómeno que tampoco puede no ser objeto de la debida
consideración.
En resumen: precisamente
cuando han aumentado las tasas de matrícula, las becas no se deberían tocar del
modo que Wert pretende. [AÑADIDO a 3 de julio de 2013] Veo que ilustres colegas míos defienden el cambio wertiano y, aunque algunos de esos colegas me merecen muy especial respeto, lo que leo que dicen tiene mucho más que ver con no defender a ultranza una nota baja (en "carreras de letras": de las de ciencias experimentales e ingenierías apenas hablan) y con propugnar decididamente no conformarse con la ley del mínimo esfuerzo que con lo que realmente está en juego. Por supuesto, hay alumnos que a) juegan al mus incluso sentados en el suelo de algunos rincones de ciertas Facultades; b) suspenden una y otra vez asignaturas o dejan de presentarse a muchas convocatorias; c) si estudiasen más, en vez del "cinco pelado", podrían sacar sobresaliente; d) etc. Lo que ocurre es que no se ha determinado en modo alguno que los que juegan al mus en el suelo, los que muy reiteradamente suspenden o no se presentan a examinarse de una misma asignatura, los que se conforman con el "cinco pelado", etc. (pongan aquí todos los perfiles y rasgos negativos que se les ocurran) sean los becarios a base de una media de 5'5. Yo llevo 46 años en la Universidad y digo que no, que no son ésos los becarios del 5'5 de media. Y que subir la media a 6'5 no es garantía ni de acabar con vagos e irresponsables ni de conseguir una Universidad pública mejor, con más excelencia. A esto último y a la antipatía hacia los vagos y señoritos no me gana nadie.
AÑADIDO (2 de julio de 2013). Algo que di por sentado indebidamente: el requisito sine qua non de una nota media de 5'5 no significa que todos los solicitantes de beca con esa nota media obtengan efectivamente una beca. Lo que significa es que no se les excluye desde el principio del proceso de selección y final concesión. Evidentemente, si hay más solicitantes que becas -o incluso más solicitantes de becas para estudiar X que becas para estudiar X, lo que podría establecerse y concretarse de modo razonable-, las becas serán para quienes mejor nota media hayan obtenido y presentado, a igualdad o similitud de condiciones económicas.
Por otra parte, como algunos han indicado en las últimas horas, sólo una seria limitación de recursos económicos impediría que, junto a las becas ordinarias, encaminadas a la igualdad de oportunidades, se estableciesen estímulos y premios dinerarios a la "excelencia", medida en nota promedio alta. Ya existen las "matrículas de honor", pero algo más sería factible.
AÑADIDO (2 de julio de 2013). Algo que di por sentado indebidamente: el requisito sine qua non de una nota media de 5'5 no significa que todos los solicitantes de beca con esa nota media obtengan efectivamente una beca. Lo que significa es que no se les excluye desde el principio del proceso de selección y final concesión. Evidentemente, si hay más solicitantes que becas -o incluso más solicitantes de becas para estudiar X que becas para estudiar X, lo que podría establecerse y concretarse de modo razonable-, las becas serán para quienes mejor nota media hayan obtenido y presentado, a igualdad o similitud de condiciones económicas.
Por otra parte, como algunos han indicado en las últimas horas, sólo una seria limitación de recursos económicos impediría que, junto a las becas ordinarias, encaminadas a la igualdad de oportunidades, se estableciesen estímulos y premios dinerarios a la "excelencia", medida en nota promedio alta. Ya existen las "matrículas de honor", pero algo más sería factible.