lunes, 23 de mayo de 2011

UNA ILUSIÓN DESVANECIDA Y LA VICTORIA POLÍTICA DE UN AMIGO "CURRANTE"


"LOS INDIGNADOS" SE AUTODESTRUYEN EN DOS DÍAS

PERO APARECE UN ALCALDE TRABAJADOR, CON LA IDEA DE LA POLÍTICA COMO SERVICIO

Dos días han descalabrado la esperanza que latió en la Puerta del Sol. El radicalismo se ha impuesto y los mejores acampados han sido desbordados por una caterva de figurantes profesionales y amateurs de la pseudorevolución, seguidos por jóvenes NI NI o CON CON, que se han apuntado a la pasajera euforia del utopismo más superficial en la forma y más inconsistente en el fondo. Lo siento mucho, aunque espero que los promotores más inteligentes se reagrupen y reconstruyan algo quizá menos llamativo, pero más efectivo, más sólido en el análisis y en el diagnóstico y más representativo de la indignación que muchos compartimos. Lo que comenzó bien estructurado y orientado, se ha convertido en un "happening" de impostura anarquista y de slogans tan simplones y manidos como los de clase política, lanzados muchas veces, demasiadas veces, por personas a todas luces desprovistas de legitimación para ejercer de portavoces de "los indignados" más machacados por el sistema y mejores conocedores de él. Lo que se presentaba amablemente, se ha inclinado a la crispación. Lo que no era anti-nadie, ha mostrado un rostro predominante con filias y fobias personales, que siempre dividen. Todo lo que latía en mi "post" anterior (los aciertos iniciales, las obvias dificultades para estructurar una permanente llamada de atención a la clase política y para impulsar firmemente una regeneración, los peligros que acechaban), todo eso ha resultado contradicho o ignorado. No esperaba, por supuesto, que el "post" se leyese en las asambleas. Lo que esperaba es que allí hubiese y permaneciese como rectora una inteligencia (encarnada en ciertas cabezas) que había podido observar en el origen del "movimiento". Pero todos los malos augurios implícitos en mi "post" (implícitos para no difundir desesperanza ni mala acogida) se han cumplido, punto por punto. Una pena. Algo triste, aunque no inesperado.

Por de pronto, lo de la "democracia real, ya" podía ser un grito justificado, pero si el "¡ya!" inspiraba la acción de cada día en el "movimiento", resultaba inevitable la deriva que acabo de describir. Porque tan clara como la multitud de razones y motivos para expresar con firmeza una gran indignación era, para cualquiera, la imposibilidad de un inmediato cambio del "sistema". El "¡ya!" era y es imposible. Y sólo podían apoyar tamaña inmediatez mentes aquejadas de ingenuidad infantiloide o adolescente o sujetos muy conscientemente interesados en darse a conocer como dirigentes de una minoría automarginada o, en todo caso, marginable, una minoría que el mismísimo "sistema" tolera como un ornamento de máximo pluralismo, porque la considera en realidad inofensiva. Hubo un momento en que se planteó, en la Puerta del Sol, una retirada hasta después de las elecciones. Evidentemente, la propuesta no salió adelante, sino que se decidió ampliar la acampada a las calles adyacentes. No digo que lo propuesto fuese necesariamente la mejor opción, pero entonces comenzaron los errores. Defendí aquí, sin ambages, la legitimidad inicial de la acampada, en tanto en cuanto, a mi entender, el derecho de reunión no queda en suspenso en vísperas electorales o en el día de los comicios, cuando no estorba ni impide votar a quien quiera hacerlo. Y las circunstancias causantes de la indignación justificaban la ocupación temporal de un espacio público, preferentemente peatonal. Pero la "indignación" con el "sistema", de ser genuinamente respetuosa con la libertad, no podía pretender la ilegitimidad de las elecciones y de la opción por participar en ellas de cualquiera de las formas posibles. Eso era ya un autoritarismo incoherente y autodestructivo del "movimiento", pero ésa fue precisamente la "tesis" de la asamblea. No me consta, por otra parte, que "los indignados" hayan dialogado con los comerciantes de la Puerta del Sol, tan pueblo como "los indignados", ni con los de las calles adyacentes. Y es innegable, me parece, que una "acampada" indefinida impone, incluso a los peatones ordinarios (y no digamos a la limitada pero real circulación de vehículos), unas restricciones de muy difícil justificación. Poco respetuoso y poco inteligente. Sobre los mensajes lanzados por esos "indignados" (por los que allí tenían voz pública) durante el sábado 21 y el domingo 22 de mayo, no me parece necesario consignar aquí comentarios concretos.

DE LAS ELECCIONES, DOS BUENAS NOTICIAS

¿Se podía razonablemente pretender que una mayoría de los electores considerasen ilegítimo comportarse como tales? A mi parecer, en modo alguno. Porque una cosa es que en el necesario "check and balance", la posible renovación periódica de los dirigentes politicos resulte insuficiente desde hace mucho tiempo, en comparación con el poder de que disponen (dirigidos por los partidos políticos financiados forzosamente por todos en modo excesivo) y otra cosa, muy distinta, es pretender que ni siquiera se aproveche la única fuerza que ocasionalmente posee cada ciudadano: votar (a éstos o a aquéllos), no votar, votar en blanco o emitir a conciencia un voto nulo. El "movimiento" de "los indignados", sin embargo, acabó transmitiendo el mensaje de la ilegitimidad de la participación, que no era la postura inicial. De ahí que una participación algo superior a lo habitual cayese en la Puerta del Sol como un chubasco decididamente congelado. Pero ¿qué esperaban?

Los lectores de este "blog" habrán comprobado que, sobre las elecciones de ayer, no he querido nunca, dada la diversidad de escenarios y la deseable pluralidad de lectores, entrar en análisis de opciones ni en vaticinios de resultados y sus consecuencias. Hay, sin embargo, para mí (y supongo que para muchos otros), dos buenas noticias en los resultados: una, general y, otra, lo reconozco, muy particular, aunque socialmente muy importante, porque afecta a la ciudad de Sevilla, que no es poca cosa.

A mí me parece que el voto, en su conjunto, demuestra que la gente dista mucho de ser tan tonta, como ha veces parece ser considerada por la "clase política". Publiqué aquí, el martes 15 de febrero de 2011, un post titulado “PARA GANAR LAS ELECCIONES, HAY QUE MERECERLO” (I), en el que decía (perdonen la autocita, que no es argumento de autoridad, sino más fácil recordatorio:

"No es verdad que la culpa de todo sea de ZP y y no es justa esa atribución de culpa exclusiva. Se equivocan en el análisis de lo sucedido en estos años y cometen injusticia los que, en el PSOE, en el PP o al margen de uno y otro partido, arrojan todas las culpas a ZP. Recordemos cosas obvias: ZP no se colocó a sí mismo a la cabeza del PSOE. ZP es un producto PSOE. (Siento la tristeza que esto les causará a mis buenos amigos socialistas, que no son muchos, pero son buenos, pero veo así las cosas). Es un producto tan netamente PSOE que, terminada la carrera de Derecho (y sin conseguir plaza de profesor en la Universidad de León, aunque ahora su “bio” oficial diga lo contrario), ZP no ha hecho en la vida otra cosa que pertenecer al PSOE. El PSOE delimitó la contienda electoral interna a una alternativa que prefiero no calificar: o José Bono Martínez o José Luis Rodríguez Zapatero. Aunque por poco, los “grandes electores” del PSOE designaron Secretario General del PSOE a José Luis Rodríguez Zapatero. Fue candidato del PSOE a las siguientes elecciones. Y el PSOE bien que se alegró de ganar esas elecciones generales del 14 de marzo de 2004 y de volver a ganar las del 9 de marzo de 2008, siempre con ZP como “number one”. El número de militantes o simpatizantes del PSOE designados por ZP ha sido y es sencillamente incalculable. Y ZP no ha ideado ni hecho por sí solo cuanto a hecho, ni ha estado solo, sino muy acompañado por todo el PSOE, en sus clamorosas negaciones y omisiones, especialmente en las relativas a la crisis económica. La culpa (de todo o de lo más importante) no es sólo de ZP: al PSOE no le debe valer sacrificar a ZP como un chivo, ni expiatorio ni propiciatorio. El PSOE ha apoyado a ZP en sus reformas legales más discutibles y en sus aventuras más perniciosas."

El electorado parece haber comprendido estos argumentos. Ésa es la primera buena noticia.

La segunda es que Juan Ignacio Zoido sea el nuevo alcalde de Sevilla, con un resultado contundente, quizás entre los de mayor contundencia en toda España. Me apresuro a reconocer que conozco bien a Zoido y nos tenemos por amigos (de los pocos que me quedan en la política activa). Juan Ignacio Zoido, de carrera Magistrado, buen Magistrado, buen Decano de los Jueces de Sevilla en su día, Director General, preocupado de verdad por la Justicia a su paso por el Ministerio de Justicia, designado por la Ministra Mariscal de Gante y Mirón, ya se estrenó muy bien como candidato novato a la Alcaldía de Sevilla: fue en 2007 la lista más votada, con el 41'48% y 128.776 votos, pero no alcanzó la mayoría absoluta. Pero Zoido no se desinfló ni esperó el desgaste del adversario con una oposición protocolaria. Durante cuatro años, Juan Ignacio Zoido se ha currado Sevilla, se ha preocupado por Sevilla en serio, de modo que, ayer, obtuvo 166.040 votos (37.264 más que en el 2007), con un 49'31 % del total. Este "emigrante" de Fregenal de la Sierra, de familia de clase media, sencillo, sensible y cordial, siente -soy testigo de ello- un respeto excepcional por los caudales públicos como cosa ajena y concibe la política como un servicio al pueblo y sabe, naturalmente, que, así ejercida, la Alcaldía de Sevilla será una tarea mucho más ardua que placentera.

Comprenderán Vds. que, por una vez, me refiera a algo que considero personal. No he querido resistir el impulso de hacer una excepción, no sólo por la objetiva importancia general del hecho, sino porque considero justificado compartir una alegría, cuando les he hecho partícipes de no pocas tristezas.

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