domingo, 12 de junio de 2011

DE LA INDIGNACIÓN ACAMPADA A LA CÓLERA DE LOS NO ACAMPADOS


LA SITUACIÓN IMPOSIBLE DE ESPAÑA

Este país se descontrola aceleradamente. Quiero decir que los asuntos públicos que nos afectan a todos van empeorando sin que dé la menor impresión de que haya alguien a los mandos de la maquinaria social y política. Al contrario, entre avalanchas de informaciones banales, cuando no insultantemente frívolas, aparecen aquí y allá datos muy preocupantes. Porque lo son, por ejemplo, los endeudamientos que ahora comienzan a verse más claros y más graves en municipios y comunidades autónomas. Pero todavía peor es el conjunto de signos indicativos de que la economía real (la que se mide por el empleo, la producción y la demanda, las compras y las ventas) no para de caer. Y si la economía real no sólo no despega, sino que continúa en pérdida o en barrena, otros indicadores importan menos que un sano y sabroso pepino español. Aquí nos vamos encontrando cada vez peor, como si nos hubiésemos dedicado a ingerir brotes verdes alemanes contaminados por caca de vaca (por cierto que lo verdaderamente sucedido en la eficiente Alemania enseña que los huertos y las granjas ecológicas presentan algunos problemas, si lo natural no se controla).
Si alguien no se cree que la realidad económica vaya tan mal, que se dé una vuelta por su barrio y vea los comercios y las empresas pequeñas que cierran, los locales comerciales que se alquilan o se venden (es decir, que no se alquilan ni se venden). O que haga una pequeña encuesta en tres o cuatro notarías, donde le contarán (sin prisa, porque no hay clientes esperando), todo lo que ya no se hace en las notarías. Ni hipotecas ni renting ni leasing ni crédito al consumo ni compraventas de casas, pisos o solares. Disoluciones de sociedades, eso sí.
Pregunten, si no lo notasen directamente y no lo viesen claro, por el impago de todas las Administraciones públicas a sus proveedores (porque más que de mora, se trata ya de impago). Es como si, de pronto, las arcas públicas se hubiesen vaciado indisimulablemente. Las máquinas de pagar, las innumerables máquinas de pagar, que permitían consumir, crear demanda, no pagan o pagan a éstos no pagando a aquéllos. ¿Imaginan la mitad de los cajeros automáticos fuera de servicio durante semanas? Pues algo parecido.
Todo esto coincide con algo que no cesa: los impuestos. Muchos españoles, después de retenciones bárbaras, esperan una modesta devolución. Bastantes, después de aún mayores retenciones, se encuentran con que han trabajado varios meses del año exclusivamente para las arcas públicas. Y, en cuanto a las sociedades, más palo para las pequeñas que para las grandes, entre unas cosas y otras. Y son las grandes las que se disponen a  ejecutar despidos masivos. Malas expectativas, pues, para la creación de empleo.
Se avecinan más “recortes” retributivos sobre todo en el sector público. Porque algo tienen que pagar de lo que deben y de algún sitio tiene que salir el dinero para pagar ese “algo”. La “solución” más sencilla: “recortar” aún más las nóminas. Si esto, que se ve venir, efectivamente viene (ya se conocen disminuciones tremendas en la nómina de la paga extra de julio), van a ocurrir indefectiblemente estas dos cosas:
Primera: una nueva depresión de la economía real. Porque millones de familias se encontrarán con menos recursos. Por tanto, menos podrán contribuir a la demanda y a la producción. La economía real de España sufrirá otro golpe. He dicho aquí varias veces algo sobre lo que, al parecer, cabe escasa discusión (de hecho, nadie lo ha discutido): no hay reactivación posible (al menos a corto y medio plazo) sin dinero en manos de los españoles.
Segunda: La indignación de los “indignados” va a resultar una broma surrealista comparada con la de millones de ciudadanos que no han acampado en ninguna plaza ni calle. Porque los afectados directos y los indirectos por los nuevos “recortes” saben perfectamente que, frente al “recorte” de sus sueldos, los “recortes” en el gasto público no han sido medianamente serios. Porque saben también que el endeudamiento del Estado ha ido a parar, en buena medida, al “rescate” de las instituciones financieras, que quizá se hayan saneado (aunque, sin duda, no todas), pero que, desde luego, no prestan dinero al ciudadano común: ni siquiera al que puede ofrecer las garantías de devolverlo que hasta hace poco exigían esas instituciones. Esos ciudadanos intuyen, además, que la reforma del mercado laboral no servirá para reactivar el empleo. Intuyen que esa reforma, inexplicada ni siquiera en sus puntos clave, ha sido puro maquillaje para no irritar a los sindicatos, que siguen teniendo tanta fuerza como escasa afiliación.
Mientras crece la indignación de los no acampados, en estos y en aquellos grupos  sociales confluyen diversos factores irritantes, que ahora multiplican su potencia enervante: fumadores perseguidos con celo talibánico, propietarios de restaurantes y bares perjudicados, conductores multados por descuidar el freno a 100 ó 50 kilómetros por hora,  comerciantes afectados por los campings de “los indignados”, litigantes, abogados y procuradores víctimas de un extraordinario colapso judicial en nombre de la modernización, jueces agobiados y denigrados, profesores hartos de nuevas exigencias sin sentido, estudiantes sometidos a experimentos dolorosos e incomprensibles, agricultores descontentos de larga duración, “constitucionalistas” de nuevo intimidados por la “izquierda abertzale” en el País Vasco, etc.
La indignación, tanto tiempo contenida, camina hacia la cólera. Muchos españoles se sienten (nos sentimos) muy mal tratados e incluso explotados injustamente. Y, mientras se apela al patriotismo y al sentido del Estado para exprimirnos,  a diario debemos contemplar bastantes ejemplos, no ya de falta de austeridad, sino de lujo y despilfarro. El malestar hacia la clase política (Gobiernos, partidos políticos, sindicatos) sigue aumentando y se extiende a los grandes “capitanes” empresariales.
Se piden en todos los "medios" y a todas horas cambios. Muchos sabemos qué enorme dificultad (casi imposibilidad, en las actuales circunstancias) entraña cualquier propuesta de cambio que implique una reforma constitucional ahora. Y, sin embargo, las exigencias de cambios radicales van inundando el ambiente social, diga lo que diga la Constitución, para la que no aparece alguien con algún poder que disponga de un sensato recambio y de un método generalmente aceptable para ese recambio. Demasiada gente quiere cambiar demasiadas cosas con demasiadas divergencias. La demanda de cambio es tan extensa e intensa como la discrepancia sobre el cambio. Y estamos, a la vez, con verdadera necesidad de cambiar a fondo y en muy malas condiciones reales para hacerlo. Podríamos sentir bastante alivio simplemente si el progresivo deterioro de todo se detuviese.
La situación a la que nos ha llevado, junto a los factores cambiantes, una clase política con escasas luces, indolente e insensible, bien puede calificarse como una situación imposible. “Imposible la hais dejado para vos y para mí”, le dice Don Luis Mejía a Don Juan Tenorio y lo podemos decir los ciudadanos mejías a los políticos tenorios. Éstos han creído y aún creen que no son parte de esa situación, que pueden seguir viviendo (mandando y gastando) al margen de la realidad. Pero no es así. Están metidos de lleno en la situación imposible. Y si nadie es capaz de predecir cómo evolucionará la indignación que no deja de crecer, lo que suele ocurrir con las ollas a presión que siguen hirviendo a fuego lento, sin parar, es que explotan.

4 comentarios:

mujer prevenida vale por dos dijo...

Dado que tiene habilitado el moderador de comentario por favor no publique éste.
Llegué a su blog por casualidad... y como soy muy bestia comenté. Ya era un poco tarde cuando me di cuenta que habia estudiado procesal con sus libros. Espero que se sienta medianamente orgullosa de mi porque soy una de esas abogadas de oficio que luchan por un mundo mas justo cada día. Aprendo procesal a salto de mata, es decir segun lo aplican no en la LECr o la LEC sino el juez de turno.
(Ya no puedo creer en la justicia, porque veo demasiadas injusticias con la ley en la mano, leyes injustas por otro lado)
Se que el procesal es la llave que no controlan o tal vez controlan demasiado quienes cometen más tropelias.
El destino me ha traido a su blog, para mi una suerte, para mis representados una suerte así que gracias.

Andrés de la Oliva Santos dijo...

Lo siento, "mujer prevenida", pero no he hecho caso de su ruego. ¿Por qué? Es un testimonio interesante, lo mismo que su comentario anterior, aclarando lo del "periodicazo" a los jueces. Si Vd. piensa que me puedo sentir orgulloso por lo que hace, me conoce bastante como jurista. Sí que me siento orgulloso. Y espero que haber estudiado procesal por mis libros le estará siendo de utilidad para ese aprendizaje actual "a salto de mata". Entiendo de que se trata, me parece, porque durante años ejercí a fondo como abogado y aún ahora vivo conectado a los casos más comunes. Mucho ánimo.

Sinretorno dijo...

Profesor, yo estoy indignado, mucho y veo que es más efectivo ser de Bildu que mantener un blog y participar en la vida política y social. Tentaciones tengo de entrar en Bildu. Quiénles paga el tabaco, la comida a los mugrientos indignados? de que viven, como lo hacen? Este año no me han mandado el borrador. He pagado más de 18000 euros de impuestos y el tío de la declaración me mira con mala cara. Le digo que todo ese montaje lo pagamos nosotros y se indigna. Me dice que me faltan datos, le digo que los busque. Hablo con un supervisor???? y por supuesto encuentra los datos y me devuelven ciento y pico pavos que todavía no han sido ingresados. El psoe cuando no gana en la urnas, lo quiere hacer en lacalle,lo han hecho y lo hacen y no han perdido perdón jamás. Eso,caso Bildu, que son más claritos...

José Antonio del Pozo dijo...

Un muy completo análisis, don Andrés. Coincido con Sinretorno: cuando la izquierda no gana en las urnas, apuesta por el golpe, que ellos llaman revolución, en su agit-prop.
Saludos blogueros