viernes, 20 de julio de 2012

EL “CÍRCULO INFERNAL” PARA INTERVENIR Y COMPRAR ESPAÑA (y II)



PROTESTAS ARCHI-JUSTIFICADAS PERO INOPORTUNAS PARA EVITAR LA INTERVENCIÓN


Como el actual Gobierno español, que relevó a sus nefastos predecesores con modales versallescos y absurdos discursos laudatorios, no tenía cabal idea de lo que se iba a encontrar (en buena medida, por pereza gravemente culpable de la “cúpula” del Partido Popular), transmitió a los ciudadanos una prolongación de su, llamémosle así, discurso electoral: “esto lo arreglamos nosotros en un pis pas”. Craso error doble, que, en cuanto levantaron un pico del mantel del festín previo, no enmendaron adecuadamente, porque, al contrario, subieron el IRPF con una explicación del todo insuficiente, como era una concreta cifra de desfase del déficit. La más ajada retórica política, que, al parecer, consideraban suficiente dada su mayoría absoluta, se empleó en lugar de explicaciones completas y bien documentadas. A quienes sabían hasta qué extremos la situación económica era gravísima y sabían incluso el gran pufo interno del sistema bancario, no se les encargó contar a la población la realidad en “prime time”, como aquí pedimos una y otra vez, sino que se les puso a bregar con la Comisión Europea y “los mercados” a golpe de ocurrencias para salir de los constantes apuros, ganar unos días y afrontar subastas de deuda pública para ir sacando unos dinerillos. Hubo unas torpes dosis de chulería en la relación con el Eurogrupo y fue muy relevante la penosa gestión de BANKIA, que aquí quizá fuimos de los primeros en criticar. Y así hemos llegado, tras los “irremediables” pero pésimos “recortes” y “ajustes” de la semana pasada, a la situación descrita en la primera parte de este “post” o entrada. Hemos llegado al borde de la suspensión de pagos y del rescate e intervención como país (se hablaba en el “post” anterior de un inasequible 4’5 % de interés de los bonos a dos años; el 19 de julio de 2012 se han tenido que colocar esos bonos al 5’2%).

Cuando el Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, habló de la necesidad de recaudar para poder pagar las nóminas -cosa señalada expresamente en “EL CIRCULO INFERNAL... (I)- no supo reprimir un dato sincero para ofrecer un argumento y muchos comentaristas hispanos dijeron que había hecho subir la prima de riesgo. Dudo mucho de que, a estas alturas, esa subida se debiese a una  explicación de Montoro, no del todo bien narrada por “los medios”. La situación era la que era antes de la frase de Montoro y no resultaba precisamente desconocida para los mercados. ¿Qué ha sucedido en España del domingo 15 de julio de 2012 hasta hoy? En términos de “show” para espectadores foráneos (y es de fuera de donde esperamos unos dineros que eviten la intervención de España y, sobre todo, su ruina, quizá no declarada, pero en avanzado curso de realización), han sido varios los sucesos llamativos: la protesta social se ha hecho visible todos los días, por los cortes de tráfico en Madrid debidos a la movilización de algunos centenares de funcionarios, más las manifestaciones de la tarde-noche del 19 de julio; los jueces y otros profesionales de la Justicia han aparecido unidos para formular duras críticas y casi inéditas protestas y ha sucedido también -esto es, pienso, de la mayor importancia- que bastantes Comunidades Autónomas (CC.AA.), incluso gobernadas por el Partido Popular -el del Presidente Rajoy- han rechazado públicamente su parte en “ajustes” y “recortes”. Por añadidura, el PSOE y otras fuerzas políticas han mostrado la realidad de una clase política dividida, con toda la oposición actuando como si los problemas de España fuesen sólo cosa del Gobierno y del partido político gobernante.

Así, hay que pensar que habrá empeorado considerablemente la impresión que causa al espectador de fuera la situación de España. Es decir, se ha puesto mucho más difícil que recursos ajenos, europeos y extraeuropeos, fluyan a España, porque la confianza en ella ha disminuido aún más. Aquí hemos sido y seguimos siendo muy críticos con el Gobierno y el PP, pero tanta crítica o más aún merece la oposición y el resto de la clase política, porque, sin trabajar apenas (con algunas excepciones) y sin altura de miras, se han dedicado a jugar a la contra, en un momento en que eso era y sigue siendo, inevitablemente, jugar a la contra de España como país.

Las protestas sociales nunca han sido tan justificadas, pero quizá nunca hayan sido, a  la vez, tan inoportunas e incluso contraproducentes. Esta inoportunidad, sin embargo, encuentra excusa por la falta de explicación oficial previa de la gravedad de la situación. No se puede pedir a los ciudadanos que se aguanten la indignación para no empeorar las cosas cuando nunca se les ha explicado -y explicar no es lo mismo que afirmar- lo mal que están y lo peor que pueden ir si no se evita la “intervención” y no se detiene el proceso de ruina y de compra de España. No se les puede pedir contención cuando la contención parece que se está aplicando a la banca, importantísima causa de nuestros problemas.

De los funcionarios, continuamente denigrados desde la clase política y desde el “empresariado” presidido por el ignorante y demagógico Sr. Rosell, nada voy a añadir ahora a lo que ya dije en el post anterior y en otros muchos.

Por su parte, la bastante repentina y aparentemente unitaria protesta de las distintas asociaciones de jueces, de fiscales y de secretarios judiciales es un tumulto de rebeldía con mezcla de motivaciones muy diversas y con discursos heterogéneos. En todo caso, se equivocan quienes, por ignorancia o interés, lo conectan con la crisis del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y la reciente elección de un Presidente del Tribunal Supremo y del mismo CGPJ, con mandato que no sobrepasará el año. El CGPJ está, hoy por hoy, irremisiblemente desprestigiado y muchas cosas tendrían que cambiar para que el desprestigio se atenuase siquiera. La movilización contestataria sí tiene que ver, en cambio, con los últimos proyectos del Ministro de Justicia, que, con toda razón, parecen cambios surrealistas y sin ningún previsible efecto positivo sobre la realidad de la Justicia en España. Me parece, sin embargo, que el detonante de la transformación del hartazgo judicial en protesta pública está en la disminución de las retribuciones en ese ámbito. Jueces y Magistrados arrastran graves malos tratos de los que se ha dejado aquí cumplida reseña y ante los que apenas han reaccionado. Sin embargo, tocarles la paga mensual ha sido como apretar el gatillo. Lo de la paga es, a mi parecer, el menos sólido de los motivos para protestar, pero algo bueno podría salir de ese “basta ya”.

Lo de las Comunidades Autónomas es, con mucho, lo peor, porque es sabido que en ellas reside gran parte del déficit y sus “noes” a “ajustes” y “recortes” dan cumplida idea al exterior de lo difícil que le resulta al Gobierno central conseguir resultados de contención del gasto. También dijimos aquí hace tiempo que ese Gobierno tenía que estudiar con urgencia algo más eficaz que las amonestaciones y ciertas débiles amenazas a las CC.AA. No era ni es tarea fácil, pero no consta que ni siquiera se haya emprendido. Así que Alemania puede ver -no ya saber, sino ver- que nuestras CC.AA. ponen en aprietos al Gobierno de la Nación mucho más que los Länder al Gobierno Federal.

SI ESTAMOS MUY MAL, INTERVENIDOS ESTAREMOS MUCHO PEOR

Lo que la generalidad de los españoles continúa sin entender -porque nadie se lo ha explicado como sería necesario- es que la intervención directa de España por la “troika” (dirigentes de la UE, del Banco Central Europeo y del Fondo Monetario Internacional) constituye un peligro cierto y muy grave de un mal mayor que el que tenemos: supone más depresión o recesión,  depreciación sistemática de todos nuestros activos (los tangibles y los intangibles), mayor paro y menor poder adquisitivo de todos los trabajadores. Los interventores no tienen tanto dinero como para recuperar la economía española y, de tenerlo, no tendrían voluntad de gastarlo con esa finalidad. Así que la intervención, a la postre, supondría que los interventores nos obligasen a todo lo necesario para perder ellos el menor dinero posible. Así de bestia veo yo el horizonte de la intervención. Se van a resistir a intervenirnos, porque no les sale precisamente gratis, pero, de no variar los elementos ahora presentes, tendremos intervención y rescate de España y no ya de la banca española. Y para los funcionarios, p. ej., la receta de los interventores pudiera parecerse, no ya a la griega, sino, más cercanamente, a la del Presidente de la CEOE: poner en la calle a varios cientos de miles.  

Algo más que lo que han hecho hasta ahora, algo muy serio y que no empobrezca a los españoles, tendría que hacer el Gobierno central en un último intento de que se recupere fuera la confianza en España. Algo que, ante todo, empuje una recuperación de confianza dentro. Ahí están, repito, las televisiones y radios públicas, perfectamente suprimibles y ahí está, por más que sea asunto delicadísimo, el art. 155 de la Constitución para meter en cintura a CC.AA. que se resistan a recortes necesarios, que previamente haya aplicado el Gobierno de la Nación. Y me permito pensar que, como la crisis es mundial pero también de UE y de la Eurozona, el Gobierno tendría que poner a trabajar buenas cabezas, las mejores (estarán de más los genios solitarios y será suficiente con personas desinteresadas, expertas y prudentes), en la doble hipótesis de un fracaso del euro y de nuestra salida de la eurozona. No, no descartemos nada, porque son demasiados -y no precisamente tontos- los que ven inviable la UE. Por estudiar lo que ahora se llama “posibles escenarios” no se va a perder nada, sino todo lo contrario: es probable que se entienda mejor el terreno movedizo por el que tenemos que andar.

Sin demagogias, pero con justa firmeza y cargado de razón, el Gobierno tiene que hacer notar a la ciudadanía y al mundo exterior que está resuelto a no permitir más tiranía del mundo financiero, comenzando por el español.  De paso, mostraría así que desengancha las conexiones con ese mundo bancario: por mucho que se hayan probado estrechísimas en todas partes (en EE.UU. y en la Gran Bretaña, sobre todo), también se han probado criminalmente nocivas para la gente en todas partes. Al respecto sigo sin entender por qué, frente al MoU, hay autoridades españolas empeñadas en que ningún banco quiebre. Cuando hay banqueros medianamente decentes abogando por dejar caer a quien se lo ha buscado, esa actiitud oficial me parece tenebrosamente inexplicable.

Como ven, no he podido dar a luz ninguna ocurrencia especial. Simplemente insisto en lo que se viene diciendo por personas sensatas desde hace años. Entretanto y retornando al presente, quizá me equivoque, pero me parece que el momento en que sería precisa la máxima frialdad y serenidad -este momento- está siendo justamente, entre tirios y troyanos (¡no olvidemos a los sindicatos, quizá los españoles máximos beneficiados de la crisis!), el momento de máxima calentura y visceralidad… hasta ahora. La responsabilidad de este lamentable desajuste no se puede atribuir a la ciudadanía, sino al Gobierno, a la clase política (destacadamente al PSOE y a CiU) y a unas centrales sindicales que no representan a los españoles trabajadores, sino que, al revés, encarnan un híbrido perfecto de la máxima picaresca laboral y de la peor politiquería. El Gobierno no está bien, pero, desde luego, no salgo a la calle tras las banderas de ninguna central sindical. Hay, sin duda, sindicalistas honrados y laboriosos -algunos conozco-, pero la oligarquía sindical es de lo peor que cabe toparse en España.

Así que no me (o “nos”) queda otra posibilidad que contemplar lo que se hace y lo que no se hace, con la idea de que es muy probable que un día amanezcamos muy malamente. Pero hay un ingrediente del “cacao” que no quiero silenciar. Los indicios están ahí, en el curioso sesgo de ciertos “medios” y de comentaristas militantes que han variado significativamente su posición para atacar a Rajoy (al mismo Rajoy al que pusieron por las nubes). Y coinciden sospechosamente con la difusión del rumor según el cual los grandes agentes económicos españoles se habrían fijado un plazo (bastante corto, por lo demás: en pleno mes de agosto de 2012), que, una vez transcurrido sin que el Gobierno tomase las medidas que ellos consideran indispensables, se verían en el trance de pasar a la acción. No se sabe qué acción podría ser ésa, aunque, por fortuna, no parece apuntarse a nada semejante al magnicidio de Dallas. Seguramente asistiríamos a una presión concertada, con mezcla de todas las técnicas de acoso y derribo conocidas en nuestra historia moderna y contemporánea, excepto el ingrediente militar, supongo.

Es conocido por los lectores de este “blog” que no soy precisamente un “fan” de Rajoy, ni cuando estaba en la oposición ni ahora, que preside el Gobierno de la Nación. He dicho aquí que a Rajoy se le había agotado el crédito y que debía haber una única voz autorizada para hablar de la situación económica y explicarla de forma inteligible y, por supuesto, sincera. Pero también dije que era Rajoy quien debía poner al timón a esa persona con sus colaboradores (v. http://andresdelaoliva.blogspot.com.es/2012/05/parece-que-cuenta-de-bankia-rajoy-ha.html). Por poquísimo que me guste este Gobierno y su Presidente, la perspectiva de unos salvapatrias pensando en mandar, porque son "los listos", más listos que nadie, me produce movimientos de vómito. Y, por motivos y razones obvios para los lectores habituales de este blog, mis convulsiones eméticas cursan con alucinaciones cuando escucho que la fórmula de salvación sería -¡qué originalidad!- un gobierno de concentración, de unidad nacional, para el que se desliza, como cabeza, el nombre del Comisario europeo D. Joaquín Almunia. Cualquiera que mire al PP y al PSOE sabe que de sumar dirigentes de los dos partidos (y eventualmente, de otros) sólo resultaría un desastre: nada mínimamente mejor que el Gobierno actual. Nada más pensar en opositores internos del PSOE y del PP  recomendando nombres para un gobierno de concentración me entra la risa floja: río en vez de llorar porque la escena me parece grotesca. Quede dicho todo esto por si no careciese de fundamento (y me parece que no) andar con la mosca detrás de la oreja.

Son duros y tristes tiempos éstos en los que hay que elegir entre dos o más males, en que lo sobradamente justificado puede resultar muy perjudicial y en que, por concretar más, protestar en la calle por los "recortes" puede estar haciendo el juego a quienes los han apoyado y, por supuesto, siempre han estado confortablemente a salvo de ellos (el hispano "mundo del dinero"). Cada uno se encuentra en su particular "círculo infernal".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me consta, por testimonios directos, que ya desde mediados de 2008 los técnicos de diferentes Ministerios alertaron expresamente a los políticos de entonces de la situación que se avecinaba y que no tardó en llegar. Al igual que en el Banco de España esos informes, tildados de agoreros,fueron archivados convenientemente en la papelera, tanto física como electrónica. A la voz de que "el que venga después que arree",la falta de acción en el momento oportuno ha producido efectos catastróficos.
Y estando de acuerdo con usted en casi todo, no se le puede achacar a Rajoy que no haya sido sincero (para algunos demasiado sincero, como ahora a Montoro): desde enero, pienso, que la cruda y cruel realidad ha sido expuesta sin ambages. Otra cosa es que muchos no quisieran aceptar la verdad. Y otra cosa es cómo se ha explicado la situación real, con demasiados paños calientes respecto a la acción y omisión, sobre todo, del gobierno (con minúscula) anterior.
Sólo resta pedir que se obre el milagro -a eso hemos llegado- de que el Gobierno (ahora con mayúscula) acierte en sus decisiones, que no sean alocadas y sin fundamento, que no se tire a todo lo que se mueve, sino que se acierte en la diana (o dianas) aunque el pulso no esté muy calmado. Complicadísima misión.
Rafael