“QUIÉNES SON ÉSTOS” Y “CÓMO ACABARÁ ESTO”
Varias de las más conocidas e importantes plazas de ciudades españolas, empezando por la Puerta del Sol, en Madrid, centro geográfico de España, se han llenado de unas multitudes que protestan. Aquí, el próximo domingo, 22 de mayo, se celebrarán elecciones municipales y autonómicas, excepto en Andalucía, Cataluña, Galicia y País Vasco. En “medios” extranjeros trazan un paralelismo -apoyado por la similitud visual- con las protestas de la Plaza Tahrir en El Cairo.
Digamos para empezar, en atención sobre todo a los lectores no españoles de este blog, que España no es Egipto ni Túnez ni Siria. Las situaciones sociales y políticas son muy diferentes. Pero hay dos elementos en común, innegables: la indignación contra el status quo como motor de la protesta, por un lado y, por otro, la comunicación electrónica como instrumento de conexión y conocimiento personales, de debate, etc.
La indignación contra el status quo, contra “lo que hay”, presenta innumerables matices diferenciales. “Lo que hay” es más fácil de identificar y más rápido de explicar cuando, como en los países árabes en una pretendida “primavera” de la libertad (me temo que más deseada que real), se trata de una dictadura o una tiranía indisimulables, que incluso pretenden ser hereditarias. En cambio, resulta mucho más complejo “lo que hay” de indignante en España, se tarda mucho más en explicarlo y los “catálogos de motivos de indignación” pueden ser muy diferentes entre “los indignados” españoles. Aunque existan coincidencias muy claras e intensas, unos están indignados por unas pocas cosas y otros, por ésas y muchas otras cosas más. O unos sintetizan mucho y, en la misma medida, explican poco, mientras que otros, aun capaces de sintetizar, quieren explicarse con detalle y ordenar de lo más general a lo más concreto o incluso jerarquizar sus motivos de indignación. En todo caso, aquí no se plantea la inmediata caída de Ben Alí o de Hosni Mubarak ni acabar con ventitantos años de estado de excepción en Siria.
La diversidad de las “indignaciones” tiene consecuencias muy importantes, pero no quiero seguir adelante sin antes decir, claro y por derecho, que en España sobran motivos de indignación para manifestarse públicamente y del concreto modo en que se está haciendo. En mi caso, llevo manifestándome, de otro modo, pero públicamente, desde hace bastantes años. Hay prueba escrita de mi indignación, no ya con tal acción o con tal otra omisión, sino con “el sistema”, al menos desde el 15 de diciembre de 1999. Vean, si no me creen, el post de este blog de 15 de agosto de 2010 (http://andresdelaoliva.blogspot.com/2010/08/el-sistema-no-quiere-que-pensemos-por.html) en que se reproduce un artículo publicado en EL MUNDO en la primera fecha. Podría remontarme mucho más en el tiempo, pero considero suficiente esa muestra, por si no abundasen desde el comienzo mismo de este “blog” y en la raíz de haberlo iniciado (“lo que no cabe en los periódicos”… y no sólo por excesiva extensión).
Madrileño e “indignado” como soy, no he hecho, sin embargo, acto de presencia en la Puerta del Sol, por motivos que diré y que son similares a los de muchos otros madrileños. Pero, señoras y señores miembros de la clase política (con valiosas excepciones individuales, que siempre hay): no han querido Vds. enterarse de lo que estaban diciendo, una y otra vez, las grandes encuestas del oficial Centro de Estudios Sociológicos: que Vds., en cuanto clase, eran y son vistos por una gran mayoría de españoles como uno de los grandes problemas, aunque de Vds. deberían venir las soluciones. Aquí lo hemos explicado varias veces. Pues, señoras y señores: ahora tienen Vds. imágenes, que son algo muy parecido a lo que les importa (la imagen), en lugar del pensamiento, el conocimiento serio de las cosas, la laboriosidad y la prudencia.
Y las imágenes de la expresión colectiva de “los indignados” se quedan cortas. Porque hay muchos, muchísimos más “indignados” contra “lo que hay” haciendo su vida normal, sin participar visiblemente, de momento, en concentraciones o acampar en las plazas. Por los más diversos motivos, muchísimos “indignados” no pueden o no quieren, al menos de momento y en días ordinarios, ni concentrarse en la calle ni menos aún pernoctar en camping urbano. En mi caso, no he acudido a concentraciones ni he dormido en la plaza por varias razones: por ineludibles compromisos de trabajo, por mi escoliosis lumbar, porque nadie que conozca me ha convocado y porque padezco (aunque sea en grado leve) lo que se llama, al parecer, “pantofobia” o “enoclofobia”. En román paladino: fobia a las multitudes, cualquiera que sea el motivo que las reúna. Aunque ya no estoy para ciertos trotes, puedo vencer esa fobia, pero sólo cuando siento que tengo un grave deber de hacerlo. Y todavía no siento ese deber. Pero sí siento desde hace mucho tiempo el deber cívico, ético, de pensar sobre lo que veo y de expresar libremente lo que opino.
Flotan en el ambiente dos grandes interrogantes. ¿Quiénes son éstos?, sería el primero. “¿En qué va parar esto?”, sería el segundo. En cuanto a la primera pregunta, muchos parecen haber decidido, conforme a costumbre muy extendida, responder sin más averiguaciones a esa pregunta, que, además, les parece decisiva, porque si son “de los suyos”, estupendo y si no, malo, fatal. Si son independientes de verdad, "vale", "interesante".
Y así, “son los ‘antisistema’”, responden unos. “Esto está organizado por Rubalcaba" (el Ministro del Interior español, al que ya se le están atribuyendo dotes que probablemente son más legendarias que reales, aunque ciertas cualidades están fuera de duda), han dicho otros. Error en las dos respuestas. Entre lo que sé a ciencia cierta y lo que deriva de una experiencia muy probada, dentro y fuera de España, algo puedo aportar aquí. Y, en síntesis, pienso que se equivocan por completo los que consideran la movilización hasta ahora visible de “los indignados” como el montaje de un partido o una coalición política o de un movimiento de ya considerable trayectoria. Aunque estos fenómenos de movilización social atípica son, por su naturaleza, muy cambiantes, me parece que estamos en presencia de algo nuevo, iniciado hace meses con ocasión de una iniciativa político-legislativa impresentable y al que se han sumado otros grupos de “indignados”, con perfil bastante diferente del que creo primero. A base de mucha comunicación, mucho debate y muchos contactos personales en distintos lugares, personas muy distintas han ido perfilando lo que ahora presenciamos y organizándolo con unos cuantos criterios atinados -no violencia, no dejarse manipular, aportación de distintos elementos, materiales o inmateriales, según las posibilidades de cada miembro activo- y con unos objetivos bastante bien delimitados, sin pretender derribar “el sistema” de buenas a primeras, aunque sí presionando con firmeza, desde el principio, para que se produzca un cambio muy serio, una verdadera regeneración. Este era el planteamiento inicial y el que cuando escribo aún predomina, al menos en Madrid. Muy poco que ver -nada que ver- con el pobre “Cojo Manteca”, q.e.p.d.
Indicio poderoso de que no ando descaminado es observar cómo la clase política -que no ignoraba la existencia de muchos “indignados”- ha sido cogida por sorpresa, y sorpresa doble: primera, porque “los indignados” hayan logrado materializar como lo han hecho la expresión de la indignación; segunda, porque se vaya comprobando aceleradamente que el movimiento no responde bien a los típicos “clichés” sumariamente descalificadores. El encapsulamiento de la clase política en su propia atmósfera comporta incapacidad de entender y sentir.
La segunda pregunta es de muy difícil respuesta. Supongo que se la han hecho y se la hacen, ante todo, las cabezas más pensantes de los mismos “indignados” que ocupan las plazas. Porque es probable que, por la suma de varias plataformas distintas, surjan discrepancias importantes y haya, por ejemplo, “indignados” más partidarios del enfrentamiento y de la insumisión y otros, en cambio, convencidos de que un ataque frontal y una clara situación de ilegalidad no conviene nada al movimiento. Acaba de hacerse pública una declaración -de uno de los grupos- en la que se pretende poco menos que la soberanía nacional reside en la acampada de la Puerta del Sol, que vendría a ser una “asamblea nacional constituyente”. Ése, me parece, no es ni un pensamiento medianamente sólido ni un buen punto de partida de una línea de actuación eficaz por realmente viable. Lo que se ha logrado ya es tan excepcionalmente valioso que no se no debería poner en peligro como base para avanzar. Y hay algo muy claro: pasar de mostrar con claridad y contundencia la magnitud e intensidad de la indignación que tantos sentimos a articular más detalladamente sus causas es muy difícil y requiere tiempo y ninguna precipitación. Y más tiempo aún se necesita para formular propuestas de cambio con la más amplia sintonía de los ciudadanos: no pueden ser muchas, sino unas pocas bien seleccionadas, que aglutinen sin separar y consoliden el apoyo popular.
Este amplio apoyo pupular se perdería, por cierto, si el movimiento girase, no ya hacia la violencia, sino simplemente hacia una ruptura radical en cualquier sentido. Muchos “indignados”, cientos de miles, están muy convencidos de la necesidad de un cambio real, cuanto antes, pero, por instinto conservador o por reflexiones sobre el futuro posible (o por ambos factores), rechazarían la violencia (incluso la verbal) o el “cul de sac” o callejón sin salida (así lo ven) de un planteamiento constituyente o radicalmente rupturista, por más que se presentase con la conocida vestidura de la utopía que hay que exigir. Uno de los grandes aciertos del movimiento, hasta ahora mismo, es la armonía entre la firmeza y la ausencia de odio o crispación y el esfuerzo por presentar un rostro amable, que sinceramente responda a una protesta tan firme como civilizada y tranquila. Una cosa es encontrarse en posesión de argumentos que cuestionen a fondo la actual legitimidad de ejercicio del poder en España (ésa es una postura que personalmente sostengo) y otra, muy distinta, pasar a una acción ilegal desde el punto de vista del Derecho positivo y, por tanto, enfrentarse fácticamente al poder. A veces, la prudencia (que no es cobardía ni pusilanimidad, sino el puente entre las ideas y las decisiones y puede imperar actuar y avanzar en vez de omitir y pararse) marca una distancia entre principios y posibles conductas insalvable para la acción.
Supongo que las cabezas más pensantes son perfectamente conscientes del peligro de una ruptura interna que acecha al movimiento y que insistentemente procurarán provocar los más firmes partidarios de “lo que hay”. Pero no quiero ahora, ni extenderme más en el análisis de nuestro fenómeno ni en las diversas experiencias históricas que pueden considerarse precedentes del movimiento de “los indignados” (si fuese necesario, tiempo habrá de sacarlas a colación) ni dedicarme a dar consejos. Cómo acabará esto es imposible de predecir. Cómo acabaría, lamentablemente, tras haber comenzado bien, es, en cambio, algo sobre lo que sí resulta posible reflexionar, con algunas consideraciones que espero sean útiles. Terminaré con una información y dos propuestas.
Curiosamente, este movimiento ha venido a coincidir en el tiempo con la constitución, como asociación común, del núcleo de una plataforma transversal -jueces y no jueces, entre los que me cuento, e incluso personas no dedicadas al Derecho- en defensa de la Justicia y, especialmente, de su independencia. A mi parecer, ése es un valor que cualquier “indignado” ante “lo que hay” no es que pueda asumir con plena coherencia, sino que debe hacerlo. Primero, como reacción, porque “lo que hay” está ejecutando una múltiple acción para dejar a este país sin Jueces y Magistrados independientes y operativos; segundo, porque, como acción positiva, todos necesitamos -y más los ciudadanos comunes- una buena Justicia. Ella debe ser, entre otras cosas, el instrumento eficaz y civilizado contra la corrupción. Y, a pesar de muchos pesares, lo está siendo. El movimiento de “los indignados” ya ha hecho varias referencias a este asunto de máxima importancia. Sería excelente que, en su momento, la asunción de ese valor quedase nítidamente formulada.
Y voy a permitirme otra propuesta a “los indignados”, también por completo coherente con la efectividad o realidad de la democracia. ¡Defiendan a las claras la larga tradición democrática española consistente en que todo ciudadano pueda acusar, pueda ser parte en los procesos penales! ¡Defiendan la denominada acción popular! ¡No dejen en manos del Ministerio Fiscal el inicio de los procesos penales y la acusación! El stablishment busca anular desde hace años la acción popular y ahora vuelve a las andadas, con desprecio de la Constitución vigente.
9 comentarios:
Como siempre, los comentarios sobre los "indignados" intentan simplificar este movimiento según sus intereses, algo común en una sociedad donde es necesario etiquetarlo todo rápidamente: buenos o malos. Etiquetas rápidas, como la comida rápida para una colectividad que huye de la reflexión seria, profunda y matizada.
Me atrevo a lanzarle una reflexión y dos preguntas. La reflexión es que, antes del 15-M, ha habido partidos políticos que han criticado el sistema actual, incorporando en sus programas gran parte de las propuestas de los indignados. Algunos ha sido partidos de ámbito local, y otros de ámbito nacional. Aunque IU también tiene propuestas similares, dentro de estos últimos destaco a UPyD, que es una fuerza nueva y ajena al establishment político.
Las preguntas: ¿por qué cree usted que estos movimientos han preferido la acampada antes que apoyar a estas fuerzas políticas?
Ahora que se está hablando de disolver las acampadas para el 21 y 22-M. ¿Qué cree usted que tendría más éxito, la disolución por la fuerza o esperar a que el movimiento se disuelva como azucarillo en agua, fruto de sus propias contradicciones?
Magnífico una vez mas D. Andres. He observado hoy en usted algo que echo en falta en muchas personas supuestamente sensatas: paciencia y confianza.
Son muchos los que piden a los indignados soluciones para hoy sin permitir siquiera que se cueza el potaje. Porque allí hay de todo y puedo afirmarlo como testigo presencial.
En cualquier caso, que esa juventud que creiamos dormida de muestras de vida no creo que pueda ser otra cosa que una buena noticia.
Tambien yo pondría la Justicia en la primera linea de las propuestas pues ¿quien sino los jueces pueden evitar que el Estado aplaste a sus ciudadanos?. En un foro tengo esta firma: "Sólo las leyes nos protegen de la arbitrariedad y permiten desplegar la libertad, apoyada en la predictibilidad firme sobre los límites en que la actividad pública puede incidir sobre la vida de cada uno"
Pero no basta con leyes. Tiene que haber además jueces honorables y con medios que las apliquen y esa carencia es una insoportable tiranía.
Un abrazo
Joaquín
Para "Quijotadas del Sur", a la 1ª pregunta: no lo sé, pero me permito suponer que algunas cosas no acaban de convencerles en UPyD. Y no puedo decir que me extrañe, si están bien informados (que algunos lo están). Me parece que UPyD ha perdido poder de captación por varios factores.
En cuando a la segunda cuestión, debo suponer, ante todo, que usted habla de "éxito" refiriéndose a los que quieren acabar con el movimiento y no al éxito de éste. Esto sentado, no sé qué sería más exitoso desde un punto de vista que no es el mío y al que no seré yo quien dé ideas aquí. Pero me parece, en todo caso, que es claramente improcedente e insensato disolver por la fuerza las concentraciones. Por el momento, son pacíficas y quieren seguir siéndolo y, desde el punto de vista de las inminentes elecciones, no veo que se les pueda reprochar que intentan limitar la libertad de los electores.
Finalmente, no estoy nada seguro de que estemos ante un azucarillo
soluble. Lo que se ha iniciado es muy difícil, por muchos motivos, pero, hasta ahora, nada indica que las cabezas más pensantes no sean suficientemente inteligentes para abordar las "contradicciones internas". En la gestación de lo que llevamos visto se habrán manifestado ya esas "contradicciones".
Para Joaquín Galán: Muchas gracias por el comentario. En todo estoy completamente de acuerdo. Un abrazo.
Con contradicciones o sin ellas, muchas de las reivindicaciones de los acampados están en los programas de IU o de UPyD, ninguno de los cuales ha participado en los gobiernos de la nación hasta la fecha, y menos el segundo por su juventud. Me preocupa que movimientos antisistema de corte anarquista acaben acaparando un movimiento de indignación necesario, previsible, y que si algo le critico es que tenía que haberse iniciado hace mucho tiempo. Estas son las movilizaciones que vengo reclamando en mi blog, pero me preocupa que los iniciadores de estas acampadas (gente como usted dice, preparada y sensata) no sean quienes estén capitalizando la fuerza del movimiento.
Con respecto al "éxito", es cierto que me refería a la disolución de las acampadas, pero sólo de cara a la jornada de hoy de reflexión y la de mañana de votación. Humildemente creo que no puede vulnerarse el derecho positivo, por mucha razón que lleven en sus reivindicaciones. Y por éxito entendía una disolución para estos dos días sin violencia.
Como dijo Sócrates, las leyes están para cumplirlas o para cambiarlas. Razones de justicia material no deben permitir vulnerar la legislación positiva. Y muy fácilmente pueden disolverse hoy y mañana las acampadas, y continuar con ellas el 23-M. Salvo sorpresa mayúscula que haga que gobiernen IU, UPyD u otros partidos minoritarios, el día 23 seguirá habiendo un gobierno del PPSOE que pretenderá mantener el status quo.
Por último, gracias por su magnífico blog del que tanto estoy aprendiendo.
1.- Si abandonas el campo educativo, otros lo abonarán. Y ha sido abonado. Cuando crees en el piroperantimoniato y la estadística, dejando en paños menores filosóficos al 73% de los estudiantes, tu eutanasia estará asegurada (cuestión de compasión).
2.- Sorpresa! Grandes masas de la ancestral Tribu Nmwagüe (desconocedores de la relación entre la causa y el efecto) se incorporan a la política y prensa españolas. Marchesi sigue al mando (OEI) y la ex secretaria de Educación de Pilar del Castillo -Tesis Doctoral sobre el gel de suremi en la sardina pilchardus y devota logsiana- asesora todavía (santos y sufridos directores de calidad!!!!)
3.- Entre el mareo de mi propia enoclofia, divisé por doquier a Bakunin (se aloja también en mi Facultad junto con Jean Jacques). Sólo el joven Marx, no el último. Tolstoi en algunas zonas (Yasna Polyana school). Rousseau en casi todas. Sobre la asamblea de estudiantes y profs: Asamblearismo 8 - Delegación de estudiantes 2. Moderadores: estudiantes Fac Políticas UCM. Más entre Bakunin y Kropotkin que con Tolstoi. Habermas 0. Encargadas de "respeto" bien. Ayer me invitaron las chicas de 5º, hoy las de 4º, hace 3 días algunos ex alumnos de Ed. Social (CNT)… De Prada lo explica bien en su artículo de hoy. Me he tomado la libertad de feisbukizar “Por Derecho”.
Salu2 (Formato Tweet versus Formato Guttemberg... Cfr.: Connected. Christakis & Fowler. Harvard. New York Times Book Review. 2010.)
Boutade irrelevante-divertida:
https://www.youtube.com/watch?v=jTwpcCUSVhI
Ahora entiendo bien, "Quijote", lo de la disolución. De acuerdo por completo con el debido respeto a la legalidad y a los derechos de los demás, que también son "legalidad". No estoy seguro de que la ley suspenda el ejercicio del derecho de reunión si ésta no afecta a las elecciones, que es lo que han procurado. En todo caso, la acampada no puede seguir indefinidamente en la Puerta del Sol, por peatonal que sea (que sólo lo es en parte)y menos aún en las calles adyacentes.
Está claro que el movimiento original puede ser desbordado y sustituido por un asamblearismo inane, con una pseudoutopía más vista que el TBO y claramente instrumental de finalidades nada constructivas. No es de excluir que eso suceda. Y menos aún cabe excluir que lo que expresaba indignación y deseos de cambio procurando el máximo consenso y una actuación prudente, vire hacia una expresión tan vaga, tan abstracta (radical en las formas), que el movimiento se transforme en un "happening" más y se suicide al perfilarse como secuestrado por minorías marginales o automarginadas.
No deseo esa deriva, pero no puedo excluirla, en especial cuando veo cómo algunos medios, para ganar lectores (eso creen, aunque se equivoca), han comenzado ya unos ditirambos desaforados, en lugar de informar con detalle y opinar argumentadamente (si quieren opinar).
Gracias mil, Quijote. Y muchas gracias también a Autoayuda, aunque el mensaje, tan interesante en el fondo como galano en la forma, quizá contenga demasiadas elipsis para muchos lectores de este blog (y para mí mismo).
Lo se. Sorry. Conste que estoy en proceso de convertirme en Heteroayuda. Seguiré insertando Por Derecho en mis clases. Bueno, ya sólo quedan tres clases... pero plagiaré -sin mucho Derecho- Por Derecho, en mi próximo manual: "Las regiones del amor quebrantado. Manual de Heteroayuda".
A lo mejor empezó como indignación justa y legítima, pero ahora mismo lo que hay en la Puerta del Sol es esto:
http://www.youtube.com/watch?v=D6hQSIHJmIM
(aunque no se oye muy bien, escuchen lo que tiene que decir el joven "indignado" del video, que quedarán vacunados de por vida contra los "movimientos solares")
Por otra parte, algo no cuadra cuando desde el principio se elige precisamente la Puerta del Sol como lugar de la acampada (no Ferraz, no Moncloa, no la Junta de Andalucía, ni siquiera el Congreso de los Diputados o el Senado); y cuando el leit-motiv de la protesta es que gobierno y oposición están en el mismo saco y son igualmente corresponsables de la crisis.
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