viernes, 18 de junio de 2010

LIBROS, “PECÉS” Y PALABROTAS: DOS ESTUDIOS CIENTÍFICOS “LOW COST”


REMEDIOS CONTRA LOS EFECTOS DE LA PEDAGOGÍA MODERNA Y LOS DOLORES AGUDOS DE LA CRISIS



Mientras se aclara quién debe más a quién y quién miente a los otros (y a todos, de paso) con más “efficiency”, hay que seguir viviendo. Y suceden algunas otras cosas aparte de la gran madeja económica global, que nadie parece capaz de ir desenredando (quizá porque hay situaciones que no tienen arreglo, contra el axioma implícito que afirma exactamente lo contrario).

Ya saben los lectores que en este “blog” se apoya “a muerte” (ahora, si no es “a muerte”, no hay apoyo verdadero) la investigación científica de calidad. Hoy les doy noticia de dos estudios científicos de diversa naturaleza (el primero mucho más serio que el segundo), pero ambos interesantes y muy útiles en estos tiempos. Además, los dos se han realizado sin grandes inversiones y gastos, lo que

Aprendizaje mediante papel o por pantalla de PC: resultados comparativos; el grave peligro de TV y PCs

Traduzco con cierta libertad una parte del artículo que pueden encontrar en este enlace:


Los monitores del ordenador tienen un efecto similar [al de la TV] debido a la luz que irradian. A tres grupos de estudiantes del mismo nivel de lectura se les presentó por tres medios distintos la misma información. Al Grupo A se le facilitó una hoja de papel. Al Grupo B se le proyectó una película con la misma página. El Grupo C la vio en un monitor de ordenador. Entonces, se comprobó la retención de la información por los estudiantes.”

El Grupo A arrojó un porcentaje de 85% de retención después de ver el papel. El Grupo B retuvo entre el 25% y el 30% después de ver la pantalla de cine. El Grupo C alcanzó una retención de entre el 3% y el 5% tras ver el monitor del ordenador. Joseph Chilton Pearce, responsable de la investigación afirma: “Los ordenadores y la televisión están cambiando los cerebros de nuestros niños. Debemos animar a los niños a desarrollar su capacidad de pensar y sólo después darles un ordenador". Pearce cita la investigación sobre el desarrollo de Piaget: “Los primeros doce años de vida se dedican a construir las estructuras cognitivas que permiten a las personas captar tipos de información abstracta, metafórica y simbólica…el peligro es que los ordenadores y la televisión interrumpen ese desarrollo.”

A quienes este asunto crucial les interese más, les aconsejo vivamente que lean el artículo íntegro. En todo caso, empieza a resultar incontrovertible lo que ya captó Herbert Marshall McLuhan en los años 60, a partir de la para él dolorosa experiencia de que sus alumnos cada vez leían menos... porque la TV –eso descubrió- les absorbía. El bombardeo de imágenes retrasa o disminuye la capacidad de pensar, de entender y de expresar abstracciones, como lo son todos los conceptos. Lo más interactivo es un libro (afirmación de un informático).

Decir “tacos” o palabrotas reduce el dolor

No es que no supiéramos lo mucho que alivia soltar un “taco” cuando te das con el martillo en el dedo y no atinas en el clavo, pero ahora se ha estudiado universitariamente el fenómeno. Simplemente les copio la noticia, tal como apareció, ya hace unos meses.

“Según una investigación realizada por la Universidad de Keele (Reino Unido), decir palabrotas y maldecir reduce el dolor que sentimos cuando nos caemos o nos golpeamos. El estudio, que publica hoy la revista ‘NeuroReport’, concluye que emplear los términos malsonantes del lenguaje alarga en un 50 por ciento el tiempo que podemos soportar el dolor.”

“El director de la investigación fue el profesor de Psicología de esta Universidad Richard Stephens, quien explica que tuvo la idea de estudiar esta conexión cuando accidentalmente se golpeó un dedo con un martillo al construir un cobertizo.”

Stephens pidió a 64 estudiantes voluntarios que metieran una de sus manos en una cuba con agua helada y que resistieran lo más posible mientras repetían una misma palabrota de su elección. Después, les pidió que repitieran el experimento, pero esta vez utilizando una palabra común con la que describirían una mesa. El resultado fue que los estudiantes resistían una media de 2 minutos cuando empleaban términos ofensivos, indecentes o groseros, y una media de un minuto y quince segundos cuando no lo hacían.”

“El estudio admite que no queda claro el cómo o el por qué de la existencia de este vínculo, pero sugiere que el efecto de reducción de la sensación de dolor tiene que ver con que las palabras gruesas desatan lo que denominan `la reacción natural lucha-huida’.”

“Stephens explica que el corazón se nos acelera cuando utilizamos un vocabulario malsonante, lo mismo que ocurre cuando nos encontramos en una situación de debilidad o de miedo y tratamos de reducir la sensación de amenaza para hacerle frente.”

“Esta sería la razón por la que a lo largo de los siglos se ha creado en todos los idiomas un lenguaje paralelo de palabrotas, hasta completar diccionarios casi tan extensos como los oficiales.”

“El estudio de la Universidad de Keele también hace un ejercicio de pedagogía y advierte de que es importante no malgastar munición: ‘quien quiera utilizar este efecto de reducción del dolor en su beneficio debe limitar el uso de este lenguaje en el día a día’.”

"Decir palabrotas es un lenguaje emocional, pero si se emplea en exceso se pierde su vínculo emocional", concluye Stephens.

En resumen: no nos privemos, ahora y en el futuro, de aliviar los dolores habituales y otros venideros, menos habituales pero fáciles de conjeturar. Ahora bien: cuantas menos palabrotas digamos de ordinario, más alivio sentiremos en los momentos en que sean oportunas.

¡Qué cosas nos enseñan ahora las “Ciencias Sociales” y, sobre todo, la Psicología! Yo echo de menos, no obstante, un perfeccionamiento en los planes de estudio de Psicología y Sociología. Debería existir una materia titulada “Fenomenología de lo obvio”, que podría constar de dos partes: “Parte I: Teorización de lo obvio” y “Parte II: Comprobaciones empíricas de lo obvio”.

1 comentario:

Sinretorno dijo...

Magnífico , profesor. Mándelo a la Aneca, a los de los sexenios. Para el próximo curso empiezo el grado de Derecho y tengo que hacer una "cronografía" de lo que cada día voy a dar, incluyendo actividades, contenidos y prácticas.