miércoles, 25 de abril de 2012

LA BATALLA ECONÓMICA USA-UE (y II)



MANHATTAN: MOTOS, NO;  LIMUSINAS, SÍ


No circulan motos en Manhattan. Se ven, en cambio, esas limusinas gigantescas, sin las que parece que a la Gran Manzana le faltaría uno de sus iconos distintivos, un rasgo de su incomparable fisonomía, un ingrediente de su específico glamour. Esas limusinas -que han comenzado a utilizarse, alquiladas, en grandes ciudades europeas- son como la apoteosis hiperbólica del automóvil, plantada en el mejor escaparate del gran país del Ford T. Son el no va más de lo que en España llamamos, durante tantas décadas, el cochazo. Así decíamos, porque los cochazos eran, por definición, apodícticamente, los “coches americanos”.

Pues no crean que la ausencia de motos en Manhattan es por incompatibilidad con la imagen, el carácter y el glamour neoyorkinos, porque las motos destrozarían el ambiente como podrían hacerlo en Paris dos docenas de planeadoras que surcasen a toda marcha el Sena junto a los apacibles bateaux mouches. El fenómeno no puede tener una causa más prosaica. Apenas hay motos en Manhattan a causa del pésimo estado de las calzadas. Las limusinas, con suntuosa suspensión a juego con lo demás, no lo notan. Los motoristas probablemente sufrirían bajas mortales. No me extrañaría que la abundancia de “yelow cabs”, otro icono de NY, se deba al propósito de que sean principalmente esos destartalados cacharros los que afronten un pavimento penoso. Las limusinas, por su parte, simbolizan bien la desmesura del culto a la riqueza o a su apariencia.

Viene esto a cuento de la situación económica en general y, en particular, de los EE. UU., patria de millones de personas trabajadoras y generosas (lo tienen archidemostrado históricamente), pero también de los dominadores de esos “mercados”, que, no sin motivos poderosos, no creen en España y ya, en los últimos días, tampoco creen en Europa: ni en Merkel, ni en Sarkozy/Hollande ni en el euro ni en el Banco Central Europeo (BCE).

El gran ejemplo de entidades que han enfangado y confundido el estado económico del mundo hasta el punto de convertirlo en una aporía insoluble lo han dado gigantes económicos de los EE.UU. como Enron (repasen esta edificante historia googleando un poco: no tiene desperdicio) y Arthur Andersen (cooperador necesario de Enron) (les recomiendo, para el week-end próximo, ver este documental: “Enron: los tipos que estafaron a América”: http://www.youtube.com/watch?v=mnyzZ7r1zdA) (para ponerse en ambiente antes, con datos en general fiables, pueden leer varios papeles, por ejemplo: http://www.monografias.com/trabajos12/posible/posible.shtml). Estos chicos de Enron -los más listos entre los superlistos- fueron pioneros en convertir materia prima energética (en concreto, gas natural) en “productos financieros”, bursátiles, manipulando el valor y convirtiendo el real (razonablemente calculado) en un valor absolutamente subjetivo, pero que funcionó bastante tiempo (el suficiente para enriquecer enormemente a unos cuantos, empobreciendo a muchos).

Pero también en EE.UU. nació y quebró Lehman Brothers  (v. http://es.wikipedia.org/wiki/Lehman_Brothers), sobre la que la BBC produjo un excelente documental relativo a sus últimos días (otro entretenimiento para el week end, sea el próximo o el siguiente: http://www.documaniatv.com/social/los-ultimos-dias-de-lehman-brothers-video_202413eeb.html) (es opinión casi unánime que el documental es muy superior a la película  Margin Call, que parece tratar de LB, pero sin citar una sola vez a la compañía). Y vuelvo a recomendar muy vivamente el documental Inside Job, tras contrastar su contenido con un amigo muy experto en finanzas y extraordinario conocedor del mundo bursátil y de la reciente historia económica de los EE.UU (vale la pena comprar el DVD, para verlo y escucharlo a gusto y guardarlo como documentación, pero les dejo este link con el que ahora mismo acceden on line legalmente y con más que decente imagen y sonido en su PC:  http://vimeo.com/27292661). Para terminar con los botones de muestra, en el post I de esta mini-serie he aludido ya a la trayectoria, no precisamente edificante, de Merrill Lynch y Citigroup, principales e instantáneos críticos de los esfuerzos españoles. De Goldman Sachs poco espacio es necesario ocupar aquí (datos suficientes en http://es.wikipedia.org/wiki/Goldman_Sachs): las han hecho de todos los colores y ahí (es decir, aquí) siguen: a diferencia de España, donde la quiebra o concurso de acreedores de un banco o de una compañía importante rarísimamente permite que revivan, todos estos gigantes USA con pies de barro, que se derrumban estrepitosamente con miles de perjudicados y escándalos penales, resucitan en dos o tres años.

De todo lo anterior, que son sólo unos pocos ejemplos, quiero concluir que desde las tribunas y foros y económicos estadounidenses debieran mirar los problemas ajenos -los europeos y los españoles, por ejemplo- con una mezcla de pudorosa y comprensiva moderación -dada la nacionalidad USA de la crisis y los malos ejemplos del mundo estadounidense- y de una capacidad de análisis completo, sereno y certero, que sin duda poseen no pocos expertos norteamericanos. Cuando estas características no se aprecian en lo que sale de los foros y tribunas económicas USA (que, al contrario, rezuman con excesiva frecuencia acidez, mal disimulado alborozo por los males ajenos y, por añadidura, un tono de superioridad, no ya técnica, sino incluso moral, que ya es el colmo), no es insensato pensar que, no sólo no reconocen su parte de culpa en los apuros ajenos, sino que, en conjunto, con excepciones de muy minoritario conocimiento, el mundillo estadounidense de la selección de noticias y del comentario y análisis en el ámbito económico ha adoptado una posición de neta beligerancia. Están más preocupados por censurar y dañar a los demás que por explicar y ayudar a todo el mundo e incluso a ellos mismos. Están en guerra, están librando una batalla y, aunque no descuiden otros frentes, uno de gran importancia es Europa y, en especial, la eurozona y los países encuadrados en ella.

En esa batalla de ideas, impresiones y datos, paso a trasladarles, ante todo, mi impresión sobre el enemigo, impresión que no creo haber formado a la ligera.  En síntesis: los Estados Unidos de América andan muy regular tirando a bastante mal, aunque haya unos cuantos, pocos, enriqueciéndose mucho, incluso de forma indescriptible. Las motos no pueden circular por Manhattan porque las calzadas de la fascinante Nueva York están hechas una pena (mordiéndome la lengua y los dedos con que tecleo, logro sustituir shit por pena). En los USA sufren repetidamente apagones eléctricos masivos, casi impensables en Europa. El país de la poderosísima industria del automóvil, con la General Motors como abanderada general (“cuando la General Motors estornuda, América se resfría”: este dicho fue certero durante muchas décadas), empezó a ir por detrás y a rastras de europeos y asiáticos hace bastantes años. GM quiebra en 2009 y a los dos años, with a little help of my friends (p. ej., 50.000 millones US$ del US Government), ya se había rehecho (de lo que me alegro, que conste), pero el ideal del acomodado US citizen sigue siendo un vehículo BMW, Mercedes, Porsche o Audi (por no hablar de Ferrari) y el menos acomodado se lanza a por los coches orientales. En cuanto a ferrocarriles, la red ferroviaria es vieja y no se renueva a fondo al menos desde Eisenhower. Ni un solo trayecto con tren de alta velocidad (TAV) en EE.UU. Pero es que los EE.UU., siempre adelantados en aviación, están siendo igualados e incluso superados por EADS/Airbus, que puede ganar la batalla a Boeing/General Dynamics, etc. Hay, sin duda, muchos sectores económicos en que los EE.UU. siguen por delante, pero a cualquier viajero atento, español o de cualquier otro país de Europa Occidental, le pueden llamar la atención diferencias bien visibles y significativas en cualquier viaje a los EE.UU., sin necesidad de recalar en las diferencias entre los sistemas sanitarios, como es muy frecuente. En limpieza, estado de las calles, mobiliario urbano, transportes públicos, accesos y comunicaciones por carretera, no pocas ciudades europeas (también, desde luego, muchas españolas), superan con mucho a nuesta admirada Nueva York y a otras ciudades de los Estados Unidos. Si quieren un último ejemplo, la reacción ante catástrofes como la de Nueva Orleans y la del vertido del Golfo de México no son precisamente muestras de potencia y determinación para la consecución del bien común, si es que este concepto aún les resulta comprensible a los dirigentes de los EE.UU., con Barak Obama, el Gran Incumplidor, a la cabeza (el hombre que no ha hecho nada de lo que prometió y que ha hecho, eso sí, todo lo contrario, comenzando por someterse al sector financiero de su país).

Pero vean ahora lo que hay en materia de deuda USA, no sin antes recordar que “billion” es, para los norteamericanos, no un un millón de millones, sino simplemente mil millones: un millón de millones es one trillion. La deuda USA, a 1 de enero de 2012, es de $15,170,600,000,000, es decir, más 15 millones de millones de dólares (quince trillones en su terminología, 15 billones en la nuestra). Los Estados Unidos deben ahora más dinero que su producción anual (PIB), cifrada en $15,064,816,000,000. Hay quien sostiene -y parece que con buenas fuentes, del mismo Tesoro USA- que los compromisos de pago que el US Government) sabe que tiene que afrontar, con no sabe qué ni cómo, alcanzan los 114,5 billones (nuestros) de dólares (v. http://vanityfea.blogspot.com.es/2012/01/deuda-usa.html).

¿Por qué, pese a algunas aisladas voces de alarma, esta situación, malísima para todos, apenas se airea, mientras las dificultades de los países europeos son voceadas por Wall Street Journal, New York Times, etc.? En parte, porque los mejores analistas norteamericanos, por un patriotismo que me parece explicable y en cierta medida incluso envidiable, rehuyen empeorar la situación de su país con sus publicaciones, que, además, serían duramente criticadas como catastrofistas por el entorno y el sistema (es, pienso, el caso de John Mauldin, un muy respetado analista y escritor: sus newletters resultan muy interesantes, documentadas y serenas). Pero también, en una parte mayor, porque a los patrones o mandamases de la política y de la economía -muy simbiotizados desde hace tiempo- NO LES INTERESA hablar de su propia casa. Lo entiendo. Lo que digo es que su beligerancia contra Europa es muy clara y tan clara como ilegítima.

En los EE.UU. no sólo se mantienen, sino que aumentan en la población unas diferencias sociales y económicas incomparablemente mayores que las de los países europeos civilizados (entre los cuales incluyo a España, claro está). Pero los mejores cerebros económicos USA siguen preferentemente dedicados a sacarle rentabilidad al dinero de sus dueños o arrendadores en vez de a mejorar, no ya la situación mundial, sino la de su propio país. Y mientras idean cómo enriquecer más a sus dueños o arrendadores y enriquecerse más ellos mismos, se les da una higa la suerte de este mundo que han contribuido a sumir en la confusión, engañando o sobornando a los gobernantes y explotando a los gobernados (en primer lugar a los ciudadanos USA).

La producción USA en China es un escándalo plurifacético (del que el caso de Apple sólo es ejemplo más significativo). Se ha estimado que medio millón de empresas americanas se han establecido en China. It’s OK si se piensa sobre todo (aunque no exclusivamente) en China como mercado de consumo, pero no es tan OK si se piensa en mano de obra baratísima. Desde que el complejo dirigente político-financiero permitió a China entrar en la Organización Mundial de Comercio (OMC) hasta nuestros días han recorrido un camino muy largo, sin decencia ni patriotismo. Es probable que ya no les quede mucho camino, pero, por ahora,  siguen consintiendo todas las trampas del Gobierno chino y la absoluta opacidad de su economía, porque aún se aprovechan de ella.

Así las cosas, Europa es el gran competidor y, en especial, la eurozona. Y si nos vamos devaluando -también, por supuesto, por nuestros propios errores- podrán comprar muy baratos los activos europeos e incluso la mano de obra. Además, hablar de la crisis europea, globalmente o por partes, distrae a los US citizens de las propias debilidades, causadas, en grandísima medida, por las fechorías de sus dirigentes. Eso, la distracción, es -lamentablemente, pero lo sabemos con certeza- del máximo interés de los políticos y de los financieros. Ni que decir tiene que en la batalla EE.UU-UE, los estadounidenses pelean con ventaja. Ellos están sujetos por menos reglas y sus mecanismos de decisión y de actuación son mucho más sencillos. Europa pelea con una mano atada a la espalda, como me decía un amigo (su política arancelaria y su desfase entre crecimiento económico, población y prestaciones sociales, a las que, en sustancia, no quiere renunciar, son lastres respecto de la economía estadounidense). Y, por si fuera poco, los cerebros económicos europeos no atinan demasiado.

Ya termino, por hoy. Y me parece que debo hacerlo con alguna elevación por encima de la economía y apuntando a asuntos más básicos, a criterios elementales y fundamentales de nuestra vida social, que deberíamos procurar no perder en Europa. Quizá los Estados Sociales y Democráticos de Derecho europeos no sean ya sostenibles sin muchas podas de extravagancias introducidas por ilusos y manirrotos, pero, como idea de la sociedad y del Estado, peores, no son peores, sino más bien mejores, que el establishment USA (es decir, todo lo producido tras su controvertida Constitución). Aquí (me refiero ya a España) ha habido hipertrofia estatal, corrupción, despilfarro y superendeudamiento, pero, por ejemplo, la Seguridad Social no es una mala idea, como no lo es que los españolitos se puedan plantear y se planteen acudir al Juzgado, aunque no sean económicamente fuertes. Son buenas ideas y fueron buenas realidades, como lo era, durante un tiempo, la de unas Universidades decentes, abiertas a quienes no necesitaban andar económicamente sobrados. Hoy, España está en una crisis tremenda y Europa en una muy grave, aunque muchos europeos no se hayan dado los gustazos que los poderes públicos españoles (demasiado numerosos: una clase endogámica y endofágica) se han permitido desde hace mucho tiempo, pero la crisis económica y social de los EE.UU. es enorme, gravísima. La erosión de todas sus instituciones, sencillamente espantosa. Y, desde luego, no están en condiciones de darnos lecciones sobre modelos (el jurídico y judicial, por ejemplo, es lamentablemente elitista, pese al papanatismo fervoroso con el que aquí se mira aún) y tampoco sobre el uso de los fondos públicos. Los Estados Unidos de América son un gran pueblo, al que admiro por muchos motivos y en muchos aspectos. Pero sólo sin ojos o con ojos provistos de estrechas anteojeras o sin cerebro, con el añadido de una pavorosa incultura, puede admirarse e imitarse todo lo estadounidense y menos aún, sin duda, sus peores defectos. Lo grande del caso es que esta llamada de atención no es mía, entre unos cuantos europeos, sino que nos llega constamente desde ese extraordinario país de América. Los mejores norteamericanos nos lo dicen de mil formas distintas. Basta ver y leer.

miércoles, 18 de abril de 2012

EL MONARCA ESPAÑOL Y EL REINO DE ESPAÑA



NO JUGAR CON EL REINO A CAUSA DEL MONARCA
(Actualización a las 20.00 horas del 18 de abril de 2012)

 
En algún momento de la pasada semana, el Rey de España, D. Juan Carlos de Borbón, salió de viaje para ir a cazar elefantes a Botswana y no tenía previsto volver hasta otro momento desconocido, pero, en todo caso, posterior al lunes 16 de abril de 2012, porque se sabe que ese día no despacharía con el Presidente del Gobierno. Sin embargo, sufrió ya en Botswana una fractura de cadera y tuvo que regresar a España para ser operado el día 14 de abril de 2012.

Voy a dar por supuestos dos factores. El primero, que esa expedición privada no le iba a costar y no le ha costado nada al contribuyente, pues la asistencia del médico personal y de los tres escoltas que acompañaban al Rey en todo caso estaba cubierta por el presupuesto y porque todo lo demás, viaje de ida, estancia e inesperado viaje de vuelta lo pagará D. Juan Carlos de Borbón a cuenta de su personal fortuna, que, al parecer, es grande.

Es de sobra conocido que el Rey es un grandísimo aficionado a la caza, también la denominada caza mayor. Así que voy a dar por supuesto y aceptado un segundo factor, a saber: que la caza mayor y, en concreto, la de elefantes en Botswana (una de las grandes reservas de caza en África) no ofrece mayor reparo, aunque sé que un creciente número de ciudadanos se oponen a la caza en general o a la de ciertas especies (el hombre puede colaborar racionalmente, mediante una caza controlada, a lo que se denomina “control de población” cuando ésta, sea de conejos, de ciervos, de jabalíes, de palomas torcaces o de lobos, resulta excesiva y perjudicial para la especie misma de que se trate, para otras especies y, en definitiva, para el equilibrio ecológico). Voy a mostrar, por tanto, la máxima comprensión hacia los impulsos del tipo de cazadores a que pertenece D. Juan Carlos y no me cuesta imaginar que el viaje a Botswana se le presentaba como una oportunidad especial para cobrar una pieza notabilísima de elefante. También tengo en cuenta que a la apasionada afición y a la correspondiente ilusión del cazador ante el proyecto de viaje probablemente se añadía una sensación de necesidad de cambiar radicalmente de ambiente durante algunos días.

Además, pudo el Rey pensar a) que por permanecer en La Zarzuela no iba a resolver ninguno de nuestros problemas; b) que, en caso de urgencia, siempre podría volver antes de lo previsto (como, efectivamente, ha ocurrido) y c) que, desde luego, su viaje privado no aumentaría el gasto público. Comprendo la tentación, pero no acabo de comprender siquiera que no se viese como tal y que no fuese rechazada. En unas cuantas ocasiones de mi vida, ante personajes públicos, inclinados o decididos a una actuación secreta, he tenido la oportunidad de expresar esta regla elemental de comportamiento: si no quieres que algo se conozca, si incluso te molestaría o incomodaría que algo se supiese, no lo hagas. Esta regla era, a todas luces, de aplicación a la cacería en Botswana. Pero, ante todo y sobre todo, por sentido y sensibilidad, por conciencia de su condición, el Rey debió ver claro que no era el momento de irse de caza de elefantes al sur de África, dada la situación de España. Comparto, pues, el juicio negativo que este episodio ha merecido a un sinfín de personas.

Quizás hayan observado que no he tocado nunca en este “blog” noticias relativas al Rey de España, Jefe del Estado. Hay algunos, muy pocos asuntos, que uno, casi instintivamente, considera prudente no tratar. Pero, ante ese viaje, callarse podría ser muy malinterpretado. Callar por completo cuando se ha constuido una tribuna de opinión, por modesta que sea, como lo es este blog, bien pudiera considerarse cobardía, miedo, ausencia de criterio, conformidad con el comportamiento, indulgencia absoluta hacia el real agrado. Como no hay en mí nada de eso y sería injusto que se me atribuyese, dejo escrito mi disgusto. Pero es que, además, me parece que puedo añadir algo de utilidad, que no se daría en una opinión más sobre el viaje, como tantas otras. Y lo que tengo que añadir es que, en todo caso, el Reino importa más que el Monarca, más que el Rey.

[Actualización: al ser dado de alta, D. Juan Carlos ha reconocido y lamentado su error. Es un gesto, poco habitual, que le honra y que merece gratitud, al menos la mía. Que conste. Y, por lo demás, aprovecho la ocasión para llamar la atención de los lectores sobre un texto aparecido en EL MUNDO digital y titulado "LAS EXCENTRICIDADES DE OBAMA". No se pierdan qué desmesuras de gasto y lujo son consideradas "excentricidades": parece una invención, pero no concibo que lo sea al estar firmado con nombre y apellidos por la corresponsal en Bogotá:  http://www.elmundo.es/america/2012/04/16/colombia/1334591165.html]

 El Rey está sufriendo ya el juicio negativo de muchos españoles: en el error está llevando una dura penitencia. En cambio, el “Reino de España”, que es la denominación oficial de nuestro país en el ámbito internacional, no merece sufrir a causa de la cacería en Botswana. Ya son muchos nuestros sufrimientos colectivos y personales. Una cosa es la crítica y otra el enredo con asuntos muy serios. Y voy directamente al grano. Aunque comprendo muy bien que el hartazgo con el poliédrico status quo puede desencadenar primeros movimientos de cólera y hasta de discurso revolucionario, pienso que, recobrado el pulso, se ve muy claro que, objetivamente, España no está para Terceras Repúblicas: sería un cambio más difícil y mucho más incierto que el de la Transición tras la muerte de Franco. De manera que, opínese con toda libertad sobre el viaje del Monarca, pero entiéndase, con responsabilidad, que el viaje a Botswana a cazar elefantes -añadido a otras situaciones ciertamente deplorables- no es un motivo suficiente para agitar el ambiente en favor de un cambio de régimen, de la Monarquía a la República, por más que a uno ésta le guste más que aquélla. No pienso que tal cambio esté, como quien dice, a la vuelta de la esquina y, por tanto, no me mueve a escribir este “post” el temor de que se produzca ese cambio. Lo que temo son las consecuencias de un debate prolongado que no conduzca a nada útil y factible, pero que nos distraiga en exceso de lo que es más importante y preocupante y, sobre todo, que alimente la visceralidad cuando los tiempos requieren energía y sentido crítico, sí, pero también serenidad, prudencia y frialdad racional.

Está, además, la Historia. Si dejamos a un lado  el esperpéntico episodio de la primera República española (esperpento con muchos ingredientes trágicos: no todo fue cómico), la experiencia de la Segunda tampoco aconseja ponerse ahora a propugnar, de palabra o de hecho, la Tercera República, aun a sabiendas de que se trata de una cuasi-utopía. Se dirá que la España de 2012 no es la de 1931: algo evidente. Pero no veo yo tantas diferencias sustanciales en la clase política y en los dirigentes de esta España de 2012 -que las han hecho y las siguen haciendo mucho más gordas que el viaje africano- respecto de los de 1931. Al borde de la Segunda República, una clase política con muchas y profundas diferencias, pensó que ver salir de España a Alfonso XIII sería la catarsis necesaria  (y suficiente) para la regeneración nacional. Se olvidaron de ellos mismos. Actuaron como si el problema fuese Alfonso XIII. Simplificaron. Y ocurrió que, con su extrema simplificación y sus tremendas diferencias, originaron nuestro mayor fracaso colectivo. No puedo dejar de recordar que las mejores cabezas de aquella “Agrupación (de intelectuales) al Servicio de la República” ya veían trágicamente frustradas sus esperanzas e ilusiones de regeneración nacional muy poco después de que la Segunda República cumpliese medio año. 

Aunque resulte poco racional, la Monarquía es un rasgo histórico constante de España, favorable a su unidad y estabilidad. A mí me gustaría mucho una España que se pudiese plantear devenir en República. Pero no es ésa, desde luego, la España actual. No me parece necesario decir nada más. Si acaso, les recomiendo el breve ejercicio de imaginar posibles primeros Presidentes de una Tercera República española. A mí me ha producido la desazón propia de la más inquietante pesadilla.

Otra cosa distinta, que se plantea en un terreno nada utópico, es ese movimiento de cierta envergadura que se advierte en estos días turbulentos, aunque ya existía antes del viaje a Botswana, y que es la llamada, no abierta y clara, pero sí indisimulable, a la abdicación de D. Juan Carlos en favor de D. Felipe de Borbón. Aquí seré muy escueto y querría ser igualmente contundente. Además de mis dudas sobre los resultados de la comparación entre personalidades heterogéneas, además de mi aversión extrema a las intrigas palaciegas y cosas similares y además de mi muy seria desconfianza hacia buena parte de los abdicacionistas del momento, me atengo al conocido consejo de no cambiar de caballo mientras se cruza el río. Que el Rey abdique si quiere y cuando quiera.

sábado, 14 de abril de 2012

POR FAVOR: MIREN MÁS A ESPAÑA Y MENOS A BRUSELAS (Y A BERLÍN)



REACTIVACIÓN MUCHO MÁS QUE EQUILIBRIO PRESUPUESTARIO


APOLOGÍA (COYUNTURAL, PERO FIRME) DE LA ECONOMÍA DOMÉSTICA SUMERGIDA



Lo he he dicho muchas veces en este blog y de diversas formas. Lo repito en una de las posibles: nunca se ha visto (ni se verá) que la economía real de una sociedad (la que mantiene y aumenta la demanda y la producción y crea empleo) mejore en lo  más mínimo si la gente (no cuatro importantes, megarichs) no tiene dinero. Parecía que el Gobierno español, al batallar por una meta de déficit público menos dura, entendía que debía ajustar el presupuesto sin ahogar la economía real. Pero en las últimas semanas parece evidente que el Gobierno sigue detrás de la tesis de Dña. Angela Merkel, que sólo entiende de equilibrio presupuestario. Frau Merkel ganará quizás las próximas elecciones en Alemania, pero si sigue así eliminará un importante mercado para los productos alemanes… entre otras más amplias consecuencias.

Aquí, en vista de que no nos fían y nos amenazan, el Gobierno del Sr. Rajoy,  además del enorme error -político y económico- de subir los impuestos, prosigue una política, ya obsesiva, de equilibrio presupuestario y de “nosotros cumpliremos” (se lo dice a Dña. Angela y a Bruselas). El Gobierno está desequilibrándose a todas luces, cada semana, porque le importa mucho más aumentar la recaudación que disminuir racionalmente el gasto. Eso quiere decir, hablando en plata, que está más preocupado por sostener el Estado español (que es el "Estado de las Autonomías") que por relanzar la economía española.

Aunque sigo en la tesis de la guerra financiera USA-Europa, no me duelen prendas en reconocer que el 12 de abril de 2012 el New York Times (NYT) no se equivoca mucho (quiero decir que acierta sustancialmente) cuando resume la política global de la Eurozona, liderada por Merkel y concluye, en su editorial titulado “Una sobredosis de dolor para España”, que sería necesario un mayor apoyo al crecimiento y menos medidas de austeridad. Vean el editorial en http://www.nytimes.com/2012/04/13/opinion/an-overdose-of-pain-for-spain.html?_r=2&hp. Vale la pena leer este breve texto sin prejuicios de escuela económica (http://www.elmundo.es/elmundo/2012/04/13/economia/1334310630.html , para lectores en español).

Se me ocurren, no obstante, dos matizaciones al NYT. Primera: no se trata tanto de “menos medidas de austeridad” como de “mejores medidas de austeridad” y, desde luego, de menos voracidad recaudatoria para seguir sosteniendo lo insostenible. Ayer, 13 de abril de 2012, el Gobierno español, tras su Consejo, nada ha tratado sobre la Radiotelevisión pública ni sobre otros posibles recortes de gasto y ha proseguido su cantilena sobre el fraude fiscal y la economía sumergida, como si en eso estuviera el quid de la situación. Segunda matización: que ahora, en vez de apoyar al crecimiento, nos conformaríamos con que se procurase parar el decrecimiento, la recesión, el desempleo.

Dejo para otro día tratar del “Estado de las Autonomías”, sobre el que, frente a propuestas fragmentarias y discutibles, el Gobierno no parece tener otra idea que defenderlo porque está en la Constitución (lo que es falso, porque no está en la Constitución como está en la realidad). Ahora voy a sostener, a ciencia y conciencia, en serio, una gran “herejía”, a saber, que, dejando a un lado fallos recaudatorios sobre enteros sectores, cuando la presión fiscal es excesiva, depredatoria y nada equitativa (porque exprime sobre todo a la clase media), recurrir al “dinero B”, a la economía sumergida, puede ser ilegal, pero también perfectamente legítimo: concurre  la eximente de legítima defensa y hasta la del estado de necesidad en muchos casos.

Alguien paga en B, en “negro”, si le es posible, porque no privarse ni privar a otros conciudadanos de una parte del precio (el añadido del impuesto), tiene el doble efecto de no sustraer de la economía real un dinero que la mueve y de evitar que el Estado lo malgaste. No defiendo ni la economía sumergida por sistema ni el fraude fiscal en general ni la falsificación de facturas o de cualesquiera otros papeles (y mucho menos el delito fiscal, aunque ahora mismo, en medio de esta situación, el Gobierno haya decidido una amnistía fiscal: ¡qué cosas! ¿Qué pensarán los autónomos perseguidos sañudamente por Hacienda?). Lo que digo es que, hoy y ahora, mientras los dirigentes políticos y económicos carezcan de legitimación para exigir al ciudadano común más sacrificios y mientras no aprueben los test de sinceridad y racionalidad en el recorte del gasto público, uno puede -con total tranquilidad de conciencia y con plena coherencia- pagar cash al pintor, al electricista o al fontanero, sin perdirles factura. Porque eso es mejor, no sólo para uno mismo y para el pintor, el electricista y el fontanero, sino mejor para la economía real y para la depuración de una clase política que sigue malgastando y  endeudándose (endeudándonos) y que continúa con dimensiones estructurales y actividades tan injustificadas como manifiestamente recortables. Para rematar la analogía con el Derecho Penal, en la economía sumergida doméstica concurriría la antigua antenuante de obrar por motivos altruistas y patrióticos.

Lo que acabo de escribir me parece ineludible conclusión de lo que he sostenido en el “post” anterior. Nuestros gobernantes, tras un nuevo Consejo de Ministros, siguen sin justificar debidamente los ajustes y siguen sin aprobar el “test” de las televisiones y las radios públicas. Y siguen, por añadidura, en una actitud de defensa numantina del actual “Estado de las Autonomías”. No puedo explicarme una tal defensa si no es por un interés político deleznable. Es verdad que reformar el actual “Estado de las Autonomías” sin vulnerar la Constitución no es cosa que se pueda hacer por simple Decreto. Pero no dar muestras de haberse puesto seriamente a estudiar el tema parece una neurótica negación del más importante “punctum dolens” de nuestro Estado hipertrofiado e insostenible. Pues bien: pagar con dinero B, sin factura, además de que puede ser bueno para que no cierren más empresas y no se pierdan más puestos de trabajo, es también un modo de decir, callada pero eficazmente, a los responsables de un gasto público injustificable: “no con mi dinero”.

Item más: no sé si esa nueva medida del límite en 2.500 € de las operaciones en metálico será o no eficaz, mucho o poco. En esa discusión no entro. Lo que resulta indudable es que nos ata aún más a la banca. Y digo yo que sí, que la banca se ha hecho necesaria. Pero me parece que demasiado necesaria. Si no hubiésemos tenido, in illo tempore, que domiciliar las nóminas  y todo lo que vino detrás y si el dinero efectivo hubiese seguido siendo relevante en las economías domésticas ¿habrían podido las entidades financieras contribuir tan eficazmente a la crisis económica mundial? Los servicios bancarios son, sin duda, útiles e incluso muy útiles, pero ¿acaso no sería deseable que poner nuestro dinero en el banco obedeciese a la mutua conveniencia del banco y nuestra, sin necesidad de imposiciones gubernamentales? ¿No es hora de que, como mínimo, los Gobiernos cuiden las apariencias de no vivir en fortísima simbiosis con las entidades financieras? A cambio de obligarnos más fuertemente a tener dinero en el banco, ¿no debería un Gobierno prohibir que pagar con un talón o una transferencia bancaria de 2.550 € lucrase a un banco?

No tengo ningún deseo de criticar al Gobierno. No me arrepiento de haber escrito aquí, no hace mucho, que era el único grupo de personas que yo veía arremangadas en el trabajo de hacer frente a nuestra crisis económica. Y como no me arrepiento, no rectifico esa afirmación. Pero que se les vea trabajar (a unos más que a otros, desde luego) es cosa distinta de que estén acertando. Con mi falibilidad por delante, en las últimas semanas me parece que están cometiendo errores de mucha importancia.

miércoles, 11 de abril de 2012

UN (MUY DESEABLE) ÚLTIMO SERVICIO DE LAS TELEVISIONES PÚBLICAS, ANTES DE SER CERRADAS: QUE DESDE ELLAS NOS EXPLIQUEN LOS “AJUSTES”



EL ESTADO NO ESTÁ NI PARA INFORMAR NI PARA ENTRETENER: SI NUESTROS POLÍTICOS NO CIERRAN TV Y RADIOS PÚBLICAS NO TIENEN LEGITIMACIÓN PARA AJUSTAR NI RECORTAR NADA
(Actualizado a 12 de abril de 2012: la necia injuria de un funcionario político, que desprestigia a España)


Continuaré, a no mucho tardar, el asunto de la “guerra económica” USA-Europa, pero hoy me parece necesario ajustar algunas cuentas con los “ajustadores”. No estoy seguro de la bondad pero tampoco de la maldad de ciertas medidas de ajuste presupuestario: de medidas adoptadas y de medidas que proponen adoptar unos y otros, con el consabido lanzamiento de “globos sonda” (que debería cesar y ser prohibido por la superioridad, porque es sumamente peligroso para todos). Pero estoy absolutamente seguro de dos cosas: la primera, es que, ya que nuestros gobernantes miran más a Bruselas que los españoles, deben evitar espectáculos como el de la desautorización de un Ministro de Economía por un cargo mediano del Partido Popular, desautorización clarísima aunque ahora, casi una semana después, resulte que siguen planteándose desde ese Partido lo que el Ministro puso sobre la mesa (el “copago” sanitario, concepto que no puede ser, por otra parte, menos preciso y menos apto para una discusión seria: ¿hay “copago” tanto si pongo de mi bolsillo la mitad del precio como si, aun provisto de receta “salvadora”, pongo 10 céntimos de euro cada vez que compro un medicamento?: el concepto puede aplicarse a lo uno y a lo otro y cualquiera aprecia que no es lo mismo) . Pero, a lo que voy: si el Ministro no hubiese estado acertado, él mismo, motu proprio o por mandato superior, debería hacer matizado sus declaraciones. Que saliera al paso de sus concretas declaraciones un Vicesecretario de Organización del PP no es nada acertado para la impresión que en Bruselas, en Nueva York, en Londres y en Berlín, conviene muy mucho que tengan de la autoridad de un Gobierno que afronta una crisis gravísima. No estoy abogando por fingir una autoridad de la que se carezca: sólo de que no se socave imprudentemente, insensatamente, la que se pueda tener.

[INCISO DE ACTUALIZACIÓN: El 12 de abril de 2012, todos los servidores públicos o, al menos, los del Estado, nos desayunamos con este mensaje del Sr. Beteta, de profesión funcionario del Partido Popular, con destino político interino como Secretario de Estado de Administraciones Públicas: "los funcionarios deben olvidarse del cafelito y de leer el periódico". Con tan generalizadora gracieta, el Sr. Beteta, para empezar denigra e injuria a muchos funcionarios públicos que ocupan puestos en virtud de los principios de mérito y capacidad tras superar pruebas competitivas -cosa que no ha hecho nunca Beteta- y que no merecen tacha alguna de vagancia, como la que él, irresponsablemente, nos ha arrojado a todos. Pero es que, además, Beteta, dando pruebas de nula prudencia, ha lanzado a los cuatro vientos, precisamente con la que está cayendo sobre España, el mensaje de que la Administración del Estado español está en manos de vagos. ¡Genial! En mi condición de funcionario del Estado, me siento personalmente personalmente ofendido y como los sindicatos de funcionarios no van a reaccionar (o muy poco), porque, al fin y al cabo, son sindicatos, tendré que decirle directamente a Beteta, para más inri "jefe de los funcionarios": "debe Vd. olvidarse de vivir de la política, que lleva Vd. haciéndolo desde 1983, y debe olvidarse de disponer de coche oficial con chófer: ¡váyase, Beteta, váyase del Gobierno y pruebe a intentar ganarse la vida por ahí, quizá donde no se lea el periódico ni se tomen cafelitos!" Y si no se va, porque no tiene tanta categoría, cumpla dignamente como Secretario de Estado de Administraciones públicas y haga que funcione la Inspección de Servicios, de modo que se expediente y se sancione a los funcionarios incumplidores, sin insultar a los demás. De lo contrario, tendremos que pensar que Vd., Beteta, es un resentido, que ha abusado de su cargo para un desahogo injusto e injurioso, muy dañino para España.] 

Pero aún más importante que evitar espectáculos como los referidos, es la segunda cosa de la que estoy seguro: los “ajustes” se están haciendo, no sólo a trompicones, no sólo con una dilación electoralista reprobable (que ya se apuntó en este blog), sino simplemente mal, en el fondo y en la forma. Comenzaré por la forma, que es rematadamente mala. En primer lugar, para hacer ajustes hay que legitimarse muy bien, muy contundentemente, sobre todo cuando los tijeretazos y los sablazos al contribuyente común llueven sobre mojado. Y esa legitimación continúa sin fundamentarse como es necesario. Por poner un par de ejemplos: resulta indecoroso que, tras el episodio aquí referido en el post de 25 de marzo de 2012, el Gobierno no haya actuado para eliminar “retribuciones” de consejos de administración -de cualquier clase de empresas- que ningún ciudadano decente puede entender, ni siquiera en tiempos de bonanza económica. A mí me parece vomitivo que se persiga el pluriempleo de mil formas distintas (vía incompatibilidades administrativas que no sean incompatibilidades reales, vía jurídico-laboral) y, en cambio, se admita como normal que Zutano y Perengano -siempre personas importantes, claro es- acumulen “retribuciones” por lo que se ha llamado y debe llamarse figurar. Estos figurantes riquísimos, acumuladores de “consejos”, son suficientes para desmoralizar al ciudadano, deslegitimar al gobierno y legitimar la cólera general. Otrosí digo: es lamentable la tardanza en la poda de empresas públicas injustificadas o en la fusión de organismos que, como diría Ockham (aunque, en muy diverso sentido, ya lo había apuntado Boecio), fueron en su día entes multiplicados sin necesidad.

Legitimados a fondo y con urgencia nuestros gobernantes, hay un segundo punto formal que tampoco se puede eludir por más tiempo: explicar los ajustes, cada uno (al menos los más importantes) y en su conjunto. Y eso no es una cosa que el Presidente del Gobierno pueda limitarse a desear o sustanciar con una amonestación a sus mesnadas a que expliquen “la política del Gobierno”.  Eso, en vista de lo que ocurre, lo tienen que hacer, en directo, los mismos gobernantes o dirigentes que nos aprietan el cinturón o el cuello. Los que aumentan impuestos directos e indirectos, los que suben tarifas de eléctricas y de gas, los que partipan en empresas que aumentan el precio del transporte público.

También en el fondo no son acertados los “ajustes”.  No lo son, porque hay algunas cosas, al parecer intocables, que no se tocan sin otro motivo que el menos elevado de los intereses políticos. Me refiero a las Televisiones públicas (y a las radios públicas). Que subsista Televisión Española (TVE), incluso con dos canales, quizá pueda tener la justificación histórica de haber sido la primera y, en aquellos tiempos, probablemente la única posible. Pero que haya 3 canales de TV autonómica en Andalucía, 6 canales en Cataluña, 2 en Madrid, 4 en Valencia, 4 en Galicia, 5 en el País Vasco, 2 en Canarias, 1 en Castilla-La Mancha, 1 en Murcia, 1 en Aragón, 2 en Asturias y 1 en Baleares es un desatino espectacular. No sólo por lo que gastan, sino por un cuestión de principio: porque para la información específica que el Estado (sea el Central, las Autonomías o los Municipios) tiene que proporcionar, no se necesita para nada la televisión. La información general, la opinión y el entretenimiento no están entre los fines claros del Estado. Lo dicho para los canales autonómicos de TV vale, por supuesto, para las emisoras públicas de radio.

Empezamos muy mal hace tiempo cuando se admitió -buena parte de mis colegas de Derecho Administrativo, no todos, tienen de qué arrepentirse- que el ejercicio de la libertad de difundir información por cualquier medio y el ejercicio de otras libertades de las llamadas ideológicas, fuese tratado como servicio público en sentido estricto y, por tanto, objeto de concesión administrativa. No me callé ante aquel esperpento jurídico, pero sí se me dio la callada por respuesta y, en privado, se enarboló como argumento la limitación del espacio radioeléctrico (¡qué diferente es hoy el estado tecnológico del asunto!).

CIERRE DE LAS TV Y RADIOS PÚBLICAS: NO PRIVATIZACIONES PARA QUE ALGUNOS HAGAN NEGOCIOS SUCULENTOS

No quiero extenderme más: ahora es el momento de cerrar -así, cerrar- las TV y las radios autónómicas y no aferrarse a lo que carece de otra justificación que el puro interés rastrero de la clase política. No mareen la perdiz con la privatización. Y nada de privatizar TVE para que unos cuantos compren a bajo precio sus activos y luego hagan negocio (esa película ya está muy vista): o la mantienen reestructurada y limitada, o la cierran. En cuanto a las TV autonómicas (y las municipales que pueda haber), echen el cierre, que hay modos de no dejar a la intemperie a los trabajadores de esos entes -por ejemplo, pagarles lo convenido hasta la jubilación, que sería la fórmula más costosa- bastante más económicos que mantener esos “medios de comunicación”.

Antes de cerrar esos “medios”, rotundamente supérfluos, acudan a explicar los gobernantes a explicar los ajustes. Que ése sea el último servicio que preste lo que nunca debió existir. En algunas cosas -autovías, trenes de alta velocidad (AVE), etc.- quizá hemos estirado más el brazo que la manga, pero esas infraestructuras son activos valiosos, que ahí están, mientras que las Televisiones y radios autonómicas no son ni activos, ni prestaciones sociales: son puras rémoras.  Es absurdo que se caiga en el meaculpismo por el AVE (o en la crítica, como la que acaba de hacer Artur Mas al AVE a Galicia) y nada se diga de las TV y radios públicas (¡seis tiene la Generalitat del Sr. Mas!). Y que, mientras las TV y radios públicas subsisten, se recorten becas y se congele la investigación en la Universidad no es sólo absurdo, es obsceno.

Si PP y PSOE no se ponen de acuerdo (“yo cierro Telemadrid; tú cierras Canal Sur”), llame el Gobierno a esos legisladores de emergencia, como los que tuvo Boyer (que se mejore le deseo sinceramente) para reprivatizar Rumasa o, sin ir tan lejos, ZP, Pepiño Blanco y Rubalcaba para la encerrona de los controladores aéreos, porque la situación no consiente contemplaciones. Seguro que en el equipo de Rajoy son capaces de producir instrumentos jurídicos aseaditos y decentes. El Decreto-Ley está aquí justificado.

Si no adoptan esa medida -que causaría, a buen seguro, un fuerte impacto positivo en “los mercados” y, mejor aún, en la ciudadanía- que sepan que no les creemos y que no les queremos. Así de clarito he pensado que debía decirlo.

domingo, 8 de abril de 2012

LA BATALLA ECONÓMICA USA-UE (I)



LOS PRESUPUESTOS ESPAÑOLES COMO FRENTE DE BATALLA


Vuelvo sobre la cosa económica porque aquí, en España, se han presentado los Presupuestos Generales del Estado (PGE) con un fuerte recorte del gasto público y, sin embargo, no sólo nuestra economía no mejora (lo que era de esperar: de la noche a la mañana nada real cambia apreciablemente), sino que empeora el juicio foráneo sobre nuestra situación, con repercusión inmediata en la famosa prima de riesgo, que es un índice para la inversión en general y para la captación por el Estado de recursos con los que afrontar sus compromisos, que son enormes (34.000 millones de euros en este año 2012). Así que, con las palabras tópicas en estos días, “los presupuestos de España no convencen a los mercados”. Lo de menos son las penosas críticas de Rubalcaba a la política del Gobierno, porque, en buena medida, son como la crítica del superpirómano a los limitados resultados de los bomberos ante el magno incendio que él ha provocado (aunque parezca mentira, hay quien es capaz de olvidar el daño de los dos mandatos de Zapatero; daño adicional, si se quiere, pero como lo es la estocada o la puntilla). Lo grave, lo que nos afecta a todos vitalmente, es que los nuevos PGE no despierten esperanza, confianza. Que no relancen de inmediato la economía real es lógico. Que no despierten confianza es muy malo. Porque si mala, visiblemente mala para cualquiera, es la situación española presente y si podemos aceptar que no cambiará enseguida, puesto que los mismos PGE suponen sacrificios inmediatos al común de los españoles, resulta malísimo, descorazonador, que ni siquiera aparezca la confianza en que esos sacrificios no serán útiles para el futuro.

Con lo que queda dicho quiero dejar claro que vuelvo a escribir sobre la res oeconomica porque la considero un asunto en verdad vital y no por afición diletante a la economía. Claro es, desde luego, que también escribo porque pienso tener algo  personal que decir, que no es un “copia y pega” o una opinión ya expresada por otros y suficientemente difundida. Ojo: no confundan lo personal con lo original y menos con lo inédito. Es personal porque no lo copio, sino que procede de mi esfuerzo. Por supuesto, puedo estar equivocado, total o parcialmente: para tener en cuenta otra visión de las cosas, para rectificar, matizar o completar están los lectores y sus comentarios, en los que, directamente o por remisión, puedan aportar datos y opiniones convergentes o divergentes con las tesis generales que propongo.

Sentado lo anterior, ¿qué ha sido inmediatamente determinante de la desconfianza hacia España tras la presentación de los PGE? Lo determinante han sido las reacciones muy negativas de unos cuantos foros económicos extranjeros. Por supuesto, dentro de España ha habido opiniones críticas de economistas, fundadas, sobre todo, en lo que los PGE no han abordado mucho más que en lo que suponen. Pero los mismos “medios” españoles se han nutrido, para sus titulares, de tres o cuatro juicios muy desfavorables lanzados fuera de España al día siguiente de presentarse nuestros PGE: Merrill Lynch y Citigroup abrieron el fuego, con toda su artillería pesada. Al anatema de dos entidades de tamaño tan gigantesco como cuestionable reputación (Merrill Lynch se derrumbó en 2008 y fue comprada por el Bank of America; Citigroup, que protagonizó la gran estafa de las subprime y en 2007 declaraba $18.000 millones de cuentas incobrables, está acusada de un enorme fraude: v. http://noticias.lainformacion.com/economia-negocios-y-finanzas/seis-gigantes-financieros-acusados-de-manipular-los-prestamos-de-todo-el-mundo-para-ganar-mas-dinero_nsReCafbmlKLxeI32uHZU6/), se unió enseguida, como de costumbre, la prensa británica, comenzando por el Daily Telegraph y la BBC. No digo -porque carezco de conocimientos suficientes- que los PGE sean perfectos y ni siquiera muy buenos o buenos. Lo que digo es que la reacción negativa que generó la desconfianza fue demasiado rápida y demasiado contundente y que la fulminante condena procedía de entidades sin legitimación y, en definitiva, muy sospechosas de estar mucho más interesadas en su propia conveniencia que en ofrecer un criterio prudente y de la mayor objetividad posible.

Me explico: uno tiene también alguna fuente de gran solvencia en cuanto a la situación económica mundial. Y lo que escucho y lo que leo me confirman en mi ya añeja tesis (expuesta en este blog) de que los errores de la política económica y, en especial, la locura del superendeudamiento y la refinada avaricia de la ingeniería financiera, han provocado una situación de confrontación político-económica disimulada, pero no menos intensa que un conflicto bélico. Los sucesos concretos no deben verse de espaldas a esta guerra económica. En la crisis general, el bloque encabezado por los EE.UU., con los "primos ingleses" y otros aliados, combate a Europa y, más especialmente, a la Eurozona. Esta es la primera de las tesis de este post, tesis que, como digo, no aparece por vez primera en POR DERECHO.

ÉSTA NO ES UNA PELÍCULA DE “BUENOS” Y “MALOS: TODOS SON "MALOS" (PERO UNOS PEORES QUE OTROS)

Aunque Grecia, Italia y España (hablo así para entendernos: ya he dicho que es mentira eso de que todos tenemos la culpa) lo hayan hecho mal (nadie lo niega) la situación griega, primero, después la italiana y, enseguida, la española, son vistas y tratadas por los EE.UU. y la Gran Bretaña (GB) como armas de su batalla en el ámbito económico. Norteamericanos y británicos se presentan como “los buenos” de la película, que combaten a “los malos”. Es en esta presentación donde muestran su falsedad y se descubren como enemigos interesados, porque en la película de la crisis económica global, ellos (EE.UU. y GB: generalizo también para entendernos) no son “los buenos”. Ésta es una película de ésas en las que todos son “malos”, pero los pretendidos “buenos” bastante “más malos” que los demás. Por los “más malos” empezó el desastre: ellos situaron la economía financiera por encima y por delante de la real y ellos envenenaron el mundo entero con sus productos financieros tóxicos, amén de otras abominaciones entreveradas en la globalización. Sus modas (las de EE.UU., en especial) inspiraron e inspiran los errores ajenos (y no sólo en lo económico, desde luego:  porque hay que ver el daño que están haciendo en lo educativo y en lo jurídico). Y todavía, pese a la máquina de fabricar dólares incomparablemente más potente que la de fabricar euros, el endeudamiento real de los EE.UU. es superior al de la Eurozona e incluso al de España. Por si fuera poco, las enormes masas de dinero en sus manos -en las de los falsos “buenos”- se siguen utilizando principalmente para especular mucho más que para invertir.

EL CAMPO DE BATALLA EN LA CRISIS GLOBAL QUE YA NO ENTIENDE NADIE Y EN LA QUE CADA UNO VA A LO SUYO



No sé si han advertido que en los últimos meses, los análisis económicos, traten del déficit público, de la banca, del empleo, de la recesión o del crecimiento, de la inversión bursátil, etc., resultan cada vez más oscuros y difíciles de entender. Se trata de análisis sectoriales, porque han disminuido, hasta casi desaparecer, los intentos de explicación global de lo que sucede. Parece manifestarse una incapacidad generalizada de describir –simplemente describir- la crisis global y más aún de formular propuestas para ir saliendo de ella. Los cerebros de los economistas se dedican a lo sectorial y acentúan hasta el paroxismo un lenguaje realmente iniciático con abundantísimas siglas, todas ellas de realidades y teorías expresadas en inglés (en menos de 25 minutos y con sólo recorrer dos “medios” electrónicos, encuentro los siguientes palabros: stagflation, start-up, hard landing, PMI manufacturero,  ETF con código FXI, credit default swap o CDS, JOBS Act (de 'Jumpstart Our Business Start-ups') (por descontado, se sigue hablando de derivados, colaterales, preferentes, inventos de la ingeniería financiera al servicio de la banca, incomprensibles para el común homo sapiens sapiens, aunque posea una buena cultura y ejercite a diario el intelecto).
Las biblias periodísticas económicas (Wall Street Journal, Financial Times, The Economist) también han dejado de analizar la crisis global: están dedicadas a las cosas de sus habituales lectores, es decir, a señalar dónde y cómo se gana dinero y dónde y cómo se pierde, más los amplios capítulos de lo que ocurre aquí y allá y de lo que hacen éstos y a aquéllos (o sea, las noticias económicas propiamente dichas y, más concretamente, las empresariales y bursátiles).
Los dirigentes políticos, hasta hace poco muy locuaces, incluso charlatanes, guardan ahora silencio sobre la situación económica general, sus causas y los posibles remedios. Merkel calla, Obama calla, Monti calla y Sarkozy habla por los codos, pero en clave electoral francesa. Los gurús económicos, del ámbito empresarial o del académico, también permanecen en silencio, en especial si les compara con apenas un año atrás, en que se prodigaban en análisis y propuestas. Recuerden a los Nobel de Economía, declarando cada dos por tres: ahora callan.
Mi segunda tesis es ésta: no se explica o describe ya la crisis económica global y no se formulan propuestas para afrontarla sencillamente porque la situación se ha revelado tan compleja y difícil que nadie se considera capaz de ofrecer una síntesis bien estructurada de lo que ocurre en el mundo, a partir de la cual indicar un conjunto ordenado de acciones o medidas. Con otras palabras, la situación en su conjunto, aunque muchos de sus elementos se conozcan, resulta ininteligible o, cuando menos, inefable, es decir, inexpresable con palabras. El sueño de la economía, inducido por alquimistas codiciosos, ha engendrado un monstruo fuera de control: ni se controla intelectualmente, entendiéndolo, ni se controla prácticamente, domesticándolo o destruyéndolo. En particular, la cuestión de la armonía entre estabilidad presupuestaria y reactivación de la economía real (ya me conformo con reactivarla; no me entrego al cuestionado dogma del crecimiento constante) se presenta como un dilema insoluble. Ajustar las cuentas -en lo que más se insistía hasta hace poco- parece conducir inexorablemente a la recesión, con la que, a su vez, no parece posible cuadrar las cuentas. Hemos de volver sobre esto.
Así las cosas en cuanto a la crisis global, ahora busca cada uno su particular salida: cada empresa, cada sector económico y, lo que nos interesa más aquí, cada bloque: el bloque USA y la UE (la Federación Rusa y China siguen sus propios y oscurísimos caminos). Dirán que siempre ha sido así. Y tendrán razón en la medida en que el particularismo siempre ha estado presente. Pero ahora ya no hay disimulo alguno y, lo que es más importante, ahora ya no se advierte ningún esfuerzo por luchar contra la crisis económica con algún concierto universal (o, al menos, del mundo occidental), un concierto que era y seguiría siendo lógico puesto que la interconexión o globalidad es real. La necesidad derivada de la naturaleza misma de la Unión Europea, con su aparato político común, fuerza el concierto de buena parte de Europa. Los EE.UU, en cambio, carecen de límites a su soberanía y navegan con el viento a favor de su magnitud, de su tradición imperial y de ese aislacionismo cultural y vital al que se ha dado en llamar american exceptionalism, que les sirve lo mismo para un roto que para un descosido.
Dedicados a lo sectorial, recluidos en su interés particular, no es de extrañar la acentuación del lenguaje iniciático, difícilmente comprensible, en el tratamiento de asuntos económicos. No hay necesidad de que entienda nada quien no esté en el mundillo de que se trate. Y, a la vez, ese lenguaje permite sustraer los “productos” periodísticos o académicos (?) a la crítica de cualquier persona inteligente. Las columnas y comentarios económicos se llenan de textos en clave, blindados para quienes no formen parte de la cofradía (aun así, me he topado ayer mismo con un lector que descubría el plagio mal traducido de un analista en un destacado digital español).
Me quedo hoy en este resumen: en una situación económica general, que se ha renunciado a entender y a afrontar concertadamente, en la que cada cual va a lo suyo, los EE.UU. y GB prosiguen su guerra económica a Europa (a la UE y a la eurozona) y ahora hemos sido y somos el blanco principal. En España hay muchas cosas mal hechas (con Zapatero y con Rajoy: vean, sin ir muy lejos, http://andresdelaoliva.blogspot.com.es/2012/01/mas-que-un-tijeretazo-un-enorme-sablazo.html ) y muy difíciles de enderezar y enmendar (en particular, la estructura excesivamente costosa de nuestro Estado). Pero no somos “los malos” o los únicos “malos”. Y quienes ahora nos atacan no son “los buenos”. Han sido y son los “más malos”. Por eso, nos atacan más precisamente cuando se presentan unos presupuestos con un recorte de más de 35.000 millones de dólares. No deberían perjudicarnos miserablemente, añadiendo dificultades a las que ya tenemos y sin reconocer el menor esfuerzo. Pero lo hacen. Anecdóticamente -pero qué anécdota, damas y caballeros: ¡qué apoteosis de manipulación y de cinismo puritano!- el New York Times publica, precisamente ahora, un extenso reportaje sobre España como turismo de burdel:  In Spain, Women Enslaved by a Boom in Brothel Tourism (por si quieren leer la amplísima investigación, centrada en La Junquera, ahí va el link: http://www.nytimes.com/2012/04/07/world/europe/young-men-flock-to-spain-for-sex-with-trafficked-prostitutes.html?_r=2&pagewanted=1&hp. No sé qué me asombra e indigna más: si la maldad de estos genuinos plutócratas o la estulticia con la que ciertos "antisistema" regalaron al sistema, con ocasión de la "huelga (forzosa) general" del pasado 29 de marzo, las imágenes que el sistema buscaba para ilustrar el titular que les interesaba y que más daño podía hacer a los españoles sin empleo y en apuros: "Barcelona, la nueva Atenas".