sábado, 27 de agosto de 2011

CONTRA LA CRISIS ECONÓMICA NACIONAL, CONSTITUCIÓN A PALO SECO



EL RECURSO A LA MAGIA POLÍTICA: “ABRACADABRA, PATA DE CABRA”


Había creado en este blog unas páginas de INTERÉS PERMANENTE, donde coloqué, en su momento, tres textos sobre la idea-fuerza del gran éxito político e intelectual de los juristas de gabinete del “Gobierno de España”: el anteproyecto del proceso penal democrático, gracias al Fiscal situado en lugar del Juez instructor. Pero ese éxito, en el que sólo cree su autor político (hasta el extremo de que, según testigos presenciales, se lo explica a toda persona con la que se encuentra e incluso se lo dice a sí mismo en voz alta), ya no tiene interés, ni permanente ni anecdótico. Por tanto, he eliminado los tres textos y, en su lugar, tienen los lectores el actual art. 135 de la Constitución Española (CE) y la nueva redacción de ese precepto constitucional tras el previsible triunfo de la reforma a que se refiere el “post” anterior. Durante una temporadita, la ocurrencia de reforma constitucional merece fácil acceso a cualquier visitante de ese blog.

Elucubrando sobre peligros y riesgos, me preguntaba en el “post” anterior qué límite al déficit público se establecería en la Constitución. Pero es que yo no sé nada de política. Si supiera un poco, hubiera sabido también que poner un límite constitucional al déficit público no requiere cuantificar en la Constitución ningún límite. Como pueden comprobar, con el nuevo art. 135 se introducen en la Constitución bastantes párrafos sobre “principios”, empezando por el “principio de estabilidad presupuestaria”. Y de ahí ya viene todo lo demás, entre lo que sobresale el concepto de “déficit estructural”. El art. 135 CE pasa de tener dos breves apartados, lacónicos y sin gracia, a tener seis apartados, largos y pletóricos de contenido. Importantes, decisivas, son las dos remisiones a lo que diga la Unión Europea: a lo que diga, “en su caso”, sobre el “déficit estructural” y, por lo que respecta a la relación deuda pública-PIB, al “valor de referencia establecido en el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea”.

Todo eso, sin embargo, podrá ignorarse “en caso de catástrofes naturales, recesión económica o situaciones de emergencia extraordinaria que escapen al control del Estado y perjudiquen considerablemente la situación financiera o la sostenibilidad económica o social del Estado, apreciadas por la mayoría absoluta de los miembros del Congreso de los Diputados.”

¿Les parece que el nuevo precepto constitucional adolece de vaguedad? No se preocupen, porque en él (aptdo. 5) se prevé que una Ley Orgánica desarrolle los principios enunciados anteriormente, es decir, el “principio de estabilidad presupuestaria” y algún otro no nombrado de modo expreso como “principio”, pero que sin duda debe existir implícito y ya se explicitará por la Autoridad en su momento, o sea, “cuando toque”, que es la fórmula actual. Y esa Ley Orgánica, en la que se concretará todo lo concretable, “deberá estar aprobada antes de 30 de junio de 2012”, si bien “los límites de déficit estructural establecidos….entrarán en vigor a partir de 2020”.

Uno, en su ignorancia, puede preguntarse en qué consiste exactamente la “estabilidad presupuestaria”, al suponer que no puede ser algo tan obvio como evitar que los Presupuestos aprobados cambien al buen tún tún. Puede preguntarse asimismo qué es el déficit apellidado “estructural”. Pero, si se disfruta del adecuado “optimismo antropológico”, eso lo aclarará la Ley Orgánica.

Hay otros elementos que resultan inquietantes por su vaguedad. Así, mientras que cabe pensar que las “catástrofes naturales” serán, p. ej., terremotos devastadores, sequías pertinaces o inundaciones de grandes proporciones, resulta más difícil imaginar, descartadas estas catástrofes, qué se considerarán “las situaciones de emergencia extraordinaria que escapen al control del Estado (¿huelgas de controladores o de pilotos, vistos los precedentes sobre el “estado de emergencia”? ¿quiebras de bancos? ¿desabastecimiento?, ¿cierre masivo e indefinido de fábricas?). Y uno puede sencillamente no saber qué pensar sobre “situaciones” que “perjudiquen considerablemente la situación financiera” (¿de quién?) o “la sostenibilidad económica del Estado” y no digamos la sostenibilidad “social” del Estado, novísimo concepto, sumamente sugerente, pero que no refulge por su precisión.

Todas estas dudas deben ser eliminadas por la misma Ley Orgánica y las excepciones al déficit estructural y al volumen de deuda pública (en relación con el PIB) también serán perfiladas en esa Ley, que, por si fuera poco, “contemplará (¡qué manía la de estas leyes contemplativas!) los mecanismos que permitan el cumplimiento del límite de deuda pública a que se refiere el artículo 135.3”, límite que es “el valor de referencia establecido en el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea”.

Ahora, una vez expuesto lo que a buen seguro dirá un nuevo art. 135 CE, no faltarán lectores a los que se les ocurra que el nuevo texto constitucional no contiene nada, absolutamente nada, que sea de aplicación directa, salvo el mandato al legislador (a un Parlamento distinto del actual) de elaborar la traída y llevada Ley Orgánica. No seré yo quien lo niegue. El nuevo art. 135 CE es una estricta declaración solemne de intenciones. Todo lo que tiene que verdad con la realidad económica depende de la Ley Orgánica, es decir, de la mayoría absoluta en Congreso y Senado. ¿Para qué, entonces, tocar la Constitución?

Sin embargo, no pocos comentaristas -en especial, expertos en Derecho Constitucional, que en España son legión, incluido cierto número de analfabetos jurídicos- consideran que son notables las bondades de esta reforma. Señalan, por ejemplo, que las Comunidades Autónomas resultan así sometidas, y en pie de igualdad, a una disciplina presupuestaria y de gasto público (aunque sin sanción en caso de incumplimiento). Es innegable que así se dice en los apartados 2 y 3 del nuevo art. 135 CE, frente al silencio actual. Pero la Administración Central, las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos ya son, desde 1978, destinatarios del art. 31.2 CE, que dice: “El gasto público realizará una asignación equitativa de los recursos públicos, y su programación y ejecución responderán a los criterios de eficiencia y economía.” Dudo mucho de que Presidentes de todo tipo, Ministros, Consejeros, Alcaldes y Concejales hayan sido conscientes, desde 1978, de la existencia de esta norma constitucional. Y no dudo nada de que, en innumerables ocasiones (diarias, mensuales y anuales), los “recursos públicos” han sido asignados, programados y ejecutados con clara infracción del art. 31.2 CE.

Otros comentaristas afirman que esta reforma contribuirá a restablecer la confianza en España de los inversores y de “los mercados”. Si esa confianza se restablece, seré de los primeros en alegrarme. Pero que tamaña bendición se deba a la reforma constitucional exigirá que inversores y “mercados” no lean (ni por encima) lo que se reforma en la Constitución y, en cambio, crean a esos comentaristas. ¿Dará confianza a unos y otros que el "Reino de España" se conceda diez meses para concretar la inconcreción del art. 135 CE y más de 8 años para cumplir los límites del “déficit estructural”?

Lo que me temía en el “post” anterior se ha visto superado muy ampliamente por estos turbo-reformadores constitucionales. No es que la reforma sea de contenido “flexible” o “muy flexible”. Es que no tiene contenido dispositivo, y sí, en cambio, muy numerosos conceptos para alimentar discusiones posteriores. El texto del nuevo art. 135 CE da ocasión para aducir reales o pretendidas contradicciones, no sólo entre lo se haga en materia presupuestaria y de gasto y el nuevo art. 135 CE, sino entre éste y lo que disponga la Ley Orgánica a la que se remite para casi todo.

La historia de la reforma del art. 135 CE para limitar el déficit público puede haber comenzado en Bonn o en Bruselas. Puede que exista una carta del Banco Central Europeo a algún capitoste español. Puede que al Sr. Rodríguez Zapatero le haya producido una intimísima satisfacción estropear el discurso electoral al Sr. Rubalcaba, “llamadme Alfredo” (v. post del domingo 24 de octubre de 2010, EL NUEVO GOBIERNO DE ESPAÑA, PENÚLTIMA IMPOSICIÓN A ZAPATERO (y II) http://andresdelaoliva.blogspot.com/2010/10/el-nuevo-gobierno-de-espana-penultima_24.html)

Mas, se trate de una reforma al dictado (poca duda ahí de eso) y cualesquiera que sean los entresijos y los efectos colaterales, eso de afrontar nuestra situación de crisis económica con el cambio de un precepto de nuestra Carta Magna puede mirarse como un hecho desnudo. Y, así mirado, me parece a mí como si, a falta de información completa, de ciencia económica y de verdadera voluntad de cambios necesarios, se hubiese decidido echar mano de la magia. Enfrentarse al conjunto de una crisis económica tan grave y compleja como la que sufrimos con un nuevo precepto constitucional no es, no, una demencia pareja a la de quien hiciese frente a todas las Panzer Divisionen protegido con una hoja de parra y esgrimiendo un ramito de olivo: es recurrir a la magia, a la magia pura, la del ungüento amarillo, el bálsamo de Fierabrás y los conjuros, relanzados por la saga de Harry Potter. Contra crisis, Constitución.

De niños, en mi generación todos sabíamos, por estar incluidas en diversas narraciones, las palabras mágicas “abracadabra, pata de cabra”. No recuerdo que se asociasen, como los conjuros del Master de Magia Avanzada de Harry Potter, a ningunos efectos concretos. Eran un ejemplo de conjuro breve, divertido y fácil de aprender y recordar. Eso es el nuevo artículo 135 de la Constitución Española, un “abracadabra, pata de cabra”, aunque más largo, más aburrido y sin rima.

Bastantes comentaristas y muchos políticos parecen seguros, sin embargo, de que la idea va a funcionar. Oigan, igual funciona. Ya lo he dicho antes y ahora es un momento perfecto para repetirlo: yo no sé nada de política.

miércoles, 24 de agosto de 2011

DE PRONTO, ZAPATERO & CO. CREEN EN LA CONSTITUCIÓN, PERO, ¿QUIÉN CREE A ZAPATERO & CO?



LOS NUEVOS “AJUSTES” DEL “GOBIERNO DE ESPAÑA”: EXPRIMIR A LOS DEMÁS PARA MALGASTAR ELLOS

(actualizado a 25 de agosto de 2011)

El “Gobierno de España” no es una entelequia, como algunos piensan y hasta lo dicen. No: ahí están el Presidente, dos Vicepresidencias y trece Ministerios, con sus Secretarías de Estado,  Subsecretarías y Direcciones Generales. Ahí están los centenares de asesores, las Agencias, los Consejos, los Observatorios y las todavía numerosísimas empresas públicas, muchas de ellas dudosamente útiles. No hablemos ya de las Comunidades Autónomas ni de los grandes Ayuntamientos, a los que por ley cabría reducir de tamaño. Eso sigue igual tras el último Consejo de Ministros. Las grandes medidas fueron: reducir el IVA en la compraventa de viviendas, imponer los medicamentos genéricos en el sistema público de salud e introducir cambios en el pago del impuesto de sociedades para que el Tesoro ingrese más rápidamente algunos millones de euros más.

Nadie ha considerado que esos “ajustes” fuesen en verdad relevantes en cuanto al déficit público. Incluso resulta que el del IVA favorece a los bancos con activos inmobiliarios, mucho más que animar el exánime mercado de la vivienda. De manera que ahora se anuncian, para dentro de unos días, dos medidas. Una es reducir un 8% lo que los funcionarios de la Administración del Estado -al parecer, no los de otras Administraciones- perciben como retribución ligada a la productividad (sin que esté claro qué parte de la retribución será considerada así). Es una reforma de color gris, de la que se ha hablado muy poco en los “medios”, oscurecida del todo por la segunda medida.

Porque la segunda medida presenta los colores del arco iris con su máximo fulgor y se pregona con focos y música apropiada para enfervorizar al mundo (me parece escuchar marchas militares y también una versión marchosa del segundo movimiento del Cuarteto de cuerda nº 62, op. 76, nº. 3, de Franz Joseph Haydn, el Kaiserquartett.) (A ver si les suena: http://www.youtube.com/watch?v=4t3Vmo_EM8Y.) ¿Pensarán que “los mercados” son idiotas y que Frau Merkel, que a veces se equivoca, se va a dejar engañar? ¿Pensarán que así se amansarán los analistas y los números dejarán de significar lo que significan?

Y es que la segunda medida consistiría, nada más y nada menos, que en reformar la Constitución Española de manera que en ésta constase expresamente un límite (por ahora sin definir) al déficit público. No es una idea muy original (de hecho, es copia de antiguas y recientísimas propuestas, nacionales y extranjeras), pero ha quedado resultona, con aspecto de gran cosa y todo el mundo está aplaudiendo.

Me niego a sumarme al aplauso. Todo lo contrario. Primero, porque la constitucionalización del límite del déficit sólo sería buena ahora si se acertase en el límite y el acierto no es seguro, sino muy difícil arriesgado. Si se fuese a constitucionalizar un “déficit 0” se exageraría, porque una economía puede estar sana con algún endeudamiento razonable. En cualquier otro caso de límite de déficit, podríamos, como quien dice, pillarnos los dedos, porque lo que ahora conviene puede ser malo dentro de pocos años y no es serio andar reformando la Constitución cada dos por tres.

[ACTUALIZACIÓN: Introducir en la Constitución una fórmula "flexible" de limitación del déficit, como ahora se está matizando, resultaría nefasto: la mucha "flexibilidad" sería, no ya lo mismo que no decir nada, sino algo mucho peor: el germen de discusiones constantes sobre constitucionalidad de la acción de los poderes públicos, con remisión de parte de esas discusiones al Tribunal Constitucional. ¡Lo que nos faltaba! O, más castizamente: "¡por si fuéramos pocos, parió la abuela!". ¡El TC dictaminando sobre el déficit!]

Así que reformar la Constitución para limitar el déficit público me parece una bobada peligrosa, porque un buen límite actual se podría pactar públicamente, con la máxima solemnidad, sin necesidad de abrir el melón de cambiar el texto constitucional, precisamente ahora, con nacionalismos independentistas rampantes y otros extremismos no menos dañinos. De hecho, cuando esto escribo ya están “las redes” ardiendo con peticiones de reformas y referenda con los más diversos contenidos.

En segundo lugar, no aplaudo, sino que silbo y pateo la propuesta,  porque no puedo creer que quienes han hecho y hacen de la Constitución (y del Derecho) tan grandísimo y constante escarnio se hayan convertido o se vayan a convertir ahora en personajes respetuosos con la Norma fundamental y con el Derecho, que han tenido la costumbre de pisotear. Esta iniciativa, viniendo de Rodríguez Zapatero, con el respaldo del PSOE, es una burla, un sarcasmo, una tomadura de pelo. ¿Acaso no será el déficit un concepto “discutido y discutible”? ¿Que la reforma es avalada también por el PP? Me da igual. También el PP ha sido cooperador necesario de la repetida infracción de los artículos 117 y 122 de la Constitución Española, en materia más importante aún que el déficit público, como es la independencia de la Justicia y su impartición por los Jueces y Magistrados constitucionalmente previstos.

Mas, por si fuera poco, ocurre -y es lo más irritante- que la medida -puramente verbal- de constitucionalizar no se sabe qué límite del déficit público, viene acompañada de una enésima ocasión desperdiciada de reducir enseguida el gasto público y del anuncio de un nuevo expolio de varios millones de familias españolas: las de los funcionarios, bastantes de los cuales han de vivir con un régimen de incompatibilidades en algunos puntos más duro que el de los mismísimos jueces.

Los funcionarios de carrera no son millonarios y sí han debido superar, en muchos casos, unas pruebas competitivas de cierta dureza. Pero los políticos se han encargado de desmoralizarlos y de crear en España un laberinto normativo y organizativo que impide cualquier Administración Pública seria. Sin embargo, los funcionarios, con los que lidia el ciudadano, son los malos de la película. Los malos son los Inspectores del Banco de España que avisaron inútilmente a su jefe de la burbuja financiera y de la excesiva “exposición al ladrillo” de bancos y cajas. Los malos son los Inspectores de Hacienda que, de vez en cuando, hacen llegar al público algunas verdades. Los malos son los profesores que, a pesar de los pesares ajenos y propios, han alzado la voz sobre la degradación de la enseñanza con cada reforma. Los malos son los médicos que, también a pesar de parecidos pesares, dispensan una sanidad pública de buena calidad. Pues, todos éstos, los funcionarios, los malos, van a ser, de nuevo, los atracados en beneficio de las arcas públicas vaciadas por una clase política intelectualmente indigente y éticamente inane. Los funcionarios, los malos, se empobrecerán de inmediato, no para reactivar la economía española real (el consumo, la demanda y la producción) (todo lo contrario), sino para que no eche el cierre la insaciable industria extractiva de la clase política.

[ACTUALIZACIÓN: Después de publicado este post, desde el Gobierno se empieza a hablar de aumentar los impuestos a "los ricos", como para hacer más presentable el expolio al funcionariado y no quedarse atrás de lo que es clamor en otros países. La cuestión es qué van a entender  por "ricos". Y me temo, por los criterios que se han barajado en otros momentos, que no se trate de los "mega ricos" o "super-ricos" que diría Warren Buffet, sino que afecte a la clase media y no sólo a la clase "media alta", lo mismo que a las "grandes fortunas". Cuanto más amplia fuese la noción de "ricos", mayor sería la explotación fiscal, depresiva de la economía real. Y menos se entendería el 8% de reducción a los funcionarios a cuenta de la productividad.]

Es grosero, casi lascivo y obsceno, el modo en que nuestros gobernantes miran a los votantes. Miran a los votantes sin mirar la realidad, ni la doméstica ni la mundial. Y miran a los votantes exclusivamente como los elementos necesarios para no perder, de aquí en unos meses, sus propios empleos, sus sueldos, su poder y los grandes negocios que, de vez en cuando (es decir, siempre que se tercie), pueden hacer con ciertos amigos del “sector económico”. Los negocios de los aeropuertos innecesarios, del AVE con 9 pasajeros diarios, de privatizaciones muy sospechosas de gran lucro individual sin beneficio general, de la informatización doblemente analfabeta de la Justicia, que la paraliza pero que viene suponiendo contratos millonarios, de los carnet de identidad con microchip que no sirven para nada, de las políticas energéticas super-primadas que luego dejan caer, etc., etc.

Ante esto, tan sabido y verbalmente aborrecido como inalterado e inalterable, vuelvo a repetir, primero, que los votantes no son tontos y, segundo, que estos gobernantes (jobernantes, más bien) y sus acólitos siguen, erre que erre, jugando con fuego. Se quemarán, sin duda, pero lo malo es que el fuego hará otros estragos que no nos merecemos.

Nada que no sea entre malo y  catastrófico se puede esperar de la concreta tropa socialista de este PSOE, que es tanto el de ZP  como el del Sr. Rubalcaba, “llamadme Alfredo”. Otra tomadura de pelo sangrante lo de la gran promesa de la izquierda renovada, el Sr. Rubalcaba, descubridor de instituciones inútiles que ha mantenido durante lustros sin el menor problema, con González y con ZP, y que ya anuncia la continuidad de las más preciadas joyas del equipo ZP (Chacón, Pajín, Jiménez, etc.) Mientras, D. Mariano y su gente, a la expectativa y a remolque. Pero de las opciones para el 20-N habrá que tratar con más detenimiento en el futuro.

jueves, 18 de agosto de 2011

LOS MARCIANOS DE KRUGMAN, OTROS “GURÚS” DE LA ECONOMÍA Y UN MONUMENTO A WARREN BUFFET


BABIA, LAS BATUECAS Y LOS CERROS DE ÚBEDA: DESTINOS PREFERIDOS DE LOS DIRIGENTES ESPAÑOLES (Y TAMBIÉN, EN LOS ÚLTIMOS DÍAS, DE MERKEL Y SARKOZY)
(actualizado a 20 de agosto de 2011)


La cosa está que arde
(Enterado del s. XXI)

Pues resulta de nuevo que, sin yo saberlo, sé muchísimo de economía (o sea, que no sé nada en realidad, pero tanto como los economistas estrella). Porque si hace unos días afirmaba yo aquí (http://andresdelaoliva.blogspot.com/2011/08/la-guerra-de-los-mundos2011-el.html) que, al estilo de G.H. Wells, las economías del “primer mundo” sufren el ataque de unos nuevos marcianos invisibles, que son “los mercados”, va Mr. Paul Krugman, Premio Nobel de Economía, me roba la idea y aparece en un importante programa de la CNN, Global Public Square, para afirmar que la crisis económica  mundial (en realidad, se refirió a la estadounidense) sólo se podría arreglar con un ataque de los marcianos. La economía de guerra con los marcianos reactivaría de manera extraordinaria la economía real: una inversión y una producción masiva para defendernos redundarían en un enorme aumento de la demanda y del consumo, hasta el punto de que si luego la amenaza alienígena resultase falsa, el bien ya estaría hecho.

Este Krugman es también, como Guy Sorman, de los partidarios de no entretenerse con el endeudamiento de los países (ni con el de los hipotecados) y otras fruslerías como la caída de las Bolsas. Pero mientras Sorman nos insta a imitar a China y la “cuenca desregulada” del Sudeste asiático y a autoesclavizarnos (no metafóricamente) y así competir, para Krugman, a quien todos señalan como un Keynes redivivo, programas de fuerte gasto público y política expansiva de la Reserva Federal (o sea, mucho dinero prestado barato) son la solución (para los EE.UU.: los demás no le interesamos a este caballero), porque, dice, aunque con una economía deprimida “es muy difícil conseguir inflación”, “se puede conseguir” mediante esos dos remedios.

Suponiendo que alguna similitud guarde la economía de un país con la individual o familiar, uno diría que para gastar, y gastar mucho, hace falta disponer de mucho dinero. Pero quien debe mucho dinero no tiene mucho dinero que gastar, salvo que sus acreedores se hayan desentendidos de sus créditos (cosa rara) y estén fascinados con las espléndidas propinas que su super-deudor prodiga cuando paga las cuentas de los restaurantes o cuando le desatracan el yate (quizá ya embargado) para pasear “celebrities” o personajes de su misma calaña. Ahora bien: si alguien que aún tiene dinero, pero debe mucho más de lo que tiene, se desentiende de sus acreedores y sigue frecuentando los mejores restaurantes y saliendo con el yate (aunque deba miles de euros o dólares del gas-oil), se trata, sin duda, de un caradura y de un desahogado, que está perjudicando aún más a sus acreedores y alargando un poco su agonía: ya está en la ruina y muy pronto se le declarará socialmente arruinado.

Supuesta la similitud señalada, cuando Krugman propone que los EE.UU. se dediquen, como si los marcianos amenazasen, a gastar mucho dinero, dado que es notorio que los EE.UU. no tienen mucho dinero, porque el que tienen de facto lo deben y con creces, digo yo que Krugman está proponiendo que los EE.UU. utilicen con soltura las máquinas de acuñar y de imprimir monedas y billetes en dólares. Así que el Nobel Krugman propone, en un programa televisivo no humorístico, que los USA, que deben más de lo que producen, en vez de pagar, se fabriquen dinero a manta, no para ir pagando a sus acreedores, sino para gastar a mansalva en armas anti-marciano, porque así se reactivará la economía. Por supuesto que así también se generará inflación -Krugman lo reconoce-, pero es una inflación buenísima, palabra de Krugman.

A primera vista, se me ocurren algunas objeciones a esta genialidad marciana. La primera es por qué se supone que esa creación de moneda -que tendría que ser enorme: un inminente ataque de Marte no es una escaramuza- no desencadenaría una máxima desconfianza mundial en los EE.UU., con las consecuencias propias de tal desconfianza. ¿Nadie se daría cuenta de que el dólar es papel mojado si, de pronto, los EE.UU., que estaban al borde de la quiebra, del “default”, apareciesen gastando a troche y moche y facilitando aún más el crédito? Una segunda objeción consiste en que la idea de Krugman implica considerar admisible para un Estado aquello que llevaría a la cárcel a unos empresarios. La estafa piramidal -del famoso “esquema Ponzi”- consiste en ir pagando a unos lo que se les prometió como rentabilidad a base de utilizar el dinero que se va recibiendo de otros para la presunta inversión. Lo ilícito es, al parecer, prometer más de lo razonable, sin proveer para situaciones apuradas y, sobre todo, afirmar que el dinero recibido se va a invertir cuando, en realidad, se utiliza para pagar a acreedores anteriores. Pero, al fin y al cabo, nada hubiese ocurrido si Madoff hubiese seguido pagando -de hecho, nada ocurrió mientras pagaba- y quien le daba dinero a Madoff podía pensar que las ganancias que Madoff le iba proporcionando mientras la prestidigitación funcionaba, al ser superiores a la rentabilidad de los mejores negocios ordinarios, tenían que obedecer a algún “truco”. ¿O es que aún quedaban “grandes inversores” que creían en los “duros a cuatro pesetas”. ¿Por qué no debería ser socialmente reprobable (y con la máxima reprobación, la penal) que los gobernantes de un Estado pagasen con dinero recién impreso, notoriamente desprovisto del respaldo de cualquier valor real, a nuevos acreedores, sin respetar la preferencia de los anteriores? Si alguien en quiebra (con activo inferior al pasivo) privilegia a su arbitrio a unos acreedores (los que le fabrican la nueva piscina, cuando a otros les debe aún la antigua), seguramente lo pasará mal.

Más objeciones: ¿por qué piensa Krugman que la inflación que él desea ardientemente para reactivar la economía podría ser controlada de modo que el nuevo dinero de los programas de gasto público y de “política expansiva” sirviese, pese a la inflación, para reactivar espectacularmente, como desea, el consumo y la producción? Además, ¿no han sido los artilugios del dinero sin valor, de la más avanzada ingeniería financiera (el dinero “humo”, ése de las “titulizaciones” y de los sofisticados derivados, dinero producido en cantidades astronómicas), los que nos han traído a la situación presente?

Otro Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, se preocupa también de la situación y escribe, en Le Monde, 17 de agosto de 2011, que, “en este diluvio de malas noticias económicas, el único pensamiento reconfortante es que podría haber sido peor: las tres agencias de calificación hubieran podido degradar la nota de los Estados Unidos, las Bolsas habrían podido caer aún más y los Estados Unidos habrían podido entrar en suspensión de pagos de su deuda.”

La opinión general es que, a partir de ahora, en este nuevo episodio de la Gran Recesión, existe un riesgo elevado de que las cosas empeoren, sin que los gobiernos dispongan de ningún instrumento eficaz. El primer punto es acertado, pero el segundo no es completamente exacto”.  Al leer estas últimas palabras, uno se excita con la esperanza de una inmediata bocanada de optimismo y piensa: “veamos lo que sí podrían hacer eficazmente los Gobiernos". Para llegar a la esperada esperanza hay que leer antes varios párrafos descriptivos y de descarte de medidas eficaces (p. ej. “un tercer episodio de flexibilización cuantitativa” por parte de la Reserva Federal, si se lograse “calmar a los halcones de la inflación” que en ella anidan, “sería aún menos eficaz que el anterior”; mantener los tipos bajos hasta el 2015) . Mas, por fin, Stiglitz afirma: “Sin embargo, la verdadera respuesta, al menos por lo que concierne a los países que, como los Estados Unidos, pueden obtener créditos a bajo interés, es simple: utilizar el dinero para realizar inversiones de alto rendimiento. Todo eso a la vez [AOS: la verdad es que no deja claro qué es “todo eso” que irá “a la vez”] relanzaría el crecimiento y generaría ingresos fiscales, haciendo bajar a medio plazo la ratio de la deuda en relación al producto interior bruto (PIB) y mejorando la sustentabilidad de la deuda.”

Y continúa: “incluso con la situación presupuestaria que conocemos, reorientar los gastos y los impuestos hacia el crecimiento –disminuyendo las retenciones sobre los salarios y aumentando los impuestos de los más ricos, pero también bajando los impuestos a las empresas que invierten y aumentándolos a las que no lo hacen- permitiría mejorar la sustentabilidad de la deuda”.

En estas frases hay algunas recetas, no enteramente coincidentes con la economía de guerra ficticia propuesta por Krugman. Pero hay también unos puntos clave de suma vaguedad o ambigüedad y, por tanto, “bla, bla, bla”, palabrería indisimulablemente inane: porque ¿qué es “utilizar el dinero para inversiones de alto rendimiento”? (¿como cuáles?) O ¿en qué consistiría lo que tendría que ser igual a esas inversiones (aunque quizá no lo sea), “reorientar los gastos y los impuestos hacia el crecimiento”?. En sentido negativo, una anti-receta sería la austeridad. La austeridad sería malísima. Dice Stiglitz que  el otro problema de Europa es que, en ella, demasiadas personas consideran que la austeridad presupuestaria es la respuesta acertada”, pero reforzar la austeridad no tendrá otro resultado que ralentizar el crecimiento de Europa y aumentar sus problemas presupuestarios.” Vean, si quieren, todo el artículo: http://www.lemonde.fr/idees/article/2011/08/16/joseph-stiglitz-comment-eviter-une-longue-lethargie-de-l-economie_1560104_3232.html

No parece que los sabios estén mucho más preparados que los gobernantes (luego veremos a qué se dedica el dúo Merkel-Sarkozy) para acertar el rumbo en la situación tal como es. Parece, eso sí, que los sabios, ex post facto, saben explicar con gran aplomo por qué las cosas siguen sin arreglarse.

Sin embargo, hay varias coincidencias entre Krugman y Stiglitz (lo que, dirán algunos, no es de extrañar, pues ambos son keynesianos). Coinciden en no estar a favor de la austeridad presupuestaria. Pero coinciden también -en esto muy poco influidos por doctrinarismo de escuela- en que importa mucho el crecimiento de la economía real e importa mucho el paro. Importan más que la ratio deuda-PIB. Importan más que las calificaciones de las tres grandes agencias. Importan más que el equilibrio presupuestario.

No encuentro demasiada dificultad en aceptar esa prelación de “importancias”: aquí he defendido siempre la prioridad de reactivar la economía real, estimulando demanda, producción y empleo. Lo que no me acaba de convencer en los grandes análisis de estos dos gurús económicos (como en el de Sorman) es que lo que más importa se pueda y se deba tratar como ellos lo hacen, es decir, prescindiendo de lo que importa menos. Porque importará menos, pero importa y es relevante. Aunque teóricamente fuese irrelevante, en realidad tendría relevancia porque los gobiernos se la otorgan, al menos en Europa.

Así que nada tiene de extraño que Stiglitz, tras abrir puertas a la esperanza, acabe dando un portazo de total desesperanza, con frases que vendrían a ser un “ni idea” a la pregunta del título de su texto: “Comment éviter une longue léthargie de l’économie?”. Porque éste es el final: “Ahora que la amplitud del problema ha salido plenamente a la luz, ha surgido una nueva certeza: la certeza de que, cualesquiera que sean las medidas adoptadas, las cosas van a empeorar. Un letargo prolongado aparece como el escenario optimista.” Si yo comienzo un texto con la pregunta transcrita y lo termino con las frases reproducidas, cambiaría la pregunta del título (diría, por ejemplo, “¿se puede evitar un letargo prolongado de la economía?”, para responder de inmediato con la respuesta (“no”) y luego explicarla.

Pero, miren por dónde, en las mismas fechas, salta una gran noticia, en todos los sentidos de la expresión: Mr. Warren Buffet, tercera fortuna del mundo, escribe en el New York Times su ya histórico “Stop Coddling the Super-Rich”: “Dejen de mimar a los super-ricos”, que, naturalmente, Buffet se aplica a sí mismo en primer lugar. Asombroso que alguien beneficiado, privilegiado, diga, amable pero firmemente, algo así como: “es inicuo cómo me privilegian Vds., señores de la política.” Esto escribe Buffet:
(Lo que sigue es más interesante: corto sólo por no ocupar demasiado espacio directamente visible del blog)

viernes, 12 de agosto de 2011

MENSAJE A DÑA. ANGELA MERKEL: NO TODOS LOS ESPAÑOLES SOMOS ZAPATERO



“UNA MIAJA DE CIRCUNSPECCIÓN”, SEÑORA, BITTE SEHR

Parece mentira que estos alemanes -tan admirables y por mí tan admirados por muchos conceptos- estén de nuevo dando muestras de la soberbia intelectual y política que tantos disgustos le ha costado a la Humanidad (y a ellos). La Sra. Merkel, que sin duda procura representar a Alemania, no cesa de prodigarse en diatribas y desprecios  a los países mediterráneos y, por tanto, a España. No seré yo quien hable por ItaliaFrancia. Pero, como español y como europeo, que conoce decentemente la historia, la cultura e incluso la mentalidad alemana (si se puede generalizar; y si Frau Merkel puede, yo también, al menos “en términos de defensa”, que dicen los abogados), me declaro harto de Dña. Angela Merkel y de los dirigentes alemanes. Y voy a tomar mis modestas medidas personales, en coherencia con el hartazgo que esta Sra. Cancillera me produce.

Quiere que seamos austeros, ahorradores y abominadores de la siesta, precisamente ahora que la siesta está a punto de ser declarada terapia preventiva universal. Pues, siesta aparte, yo también quiero que seamos austeros y ahorradores. Por eso digo: si Frau Merkel no rectifica en un mes, no compramos ni alquilamos más productos alemanes. Venga, lectores, vivan y difundan este mensaje: en septiembre, fuera BMV, Audi, Mercedes, Porsche, Volkswagen, etc. No sustituyan su vieja nevera, su antiguo aspirador, su lavaplatos que renquea, su máquina de afeitar eléctrica o manual (cuchillas incluidas), etc., por ningún producto alemán. Es lo primero que yo voy a hacer al volver a Madrid: que me cambien el renting a un vehículo francés. El Audi que utilizo me va bien, pero le alegra la vida a quien me produce malhumor semanal. Pues se acabó. Austeridad y ahorro, pero en beneficio de la reciprocidad. ¿Me ofende Vd., Sra. Merkel, con sus malhumorados reproches y con sus desabridos consejos (el último el de que vendamos nuestro oro: ¿para qué? ¿para seguir teniendo liquidez y gastar en productos alemanes?)?: ¡pues pague Vd. el malhumor que Vd. me produce!

Tal parece que cierta “intelectualidad” española (de nuestra clase política más vale no hablar: pero tampoco mucho de la alemana, ojo), que no pierde ocasión para la autoflagelación y la regurgitación de los tópicos antiespañoles más burdos e injustos, encuentra en estos días especial satisfacción para su inflada autoestima confeccionando comentarios que secundan las despectivas frases de Frau Merkel, de modo que, en síntesis, cuán trabajadores y austeros son todos los alemanes y cuán perezosos y manirrotos somos todos los españoles. Estos “intelectuales” nuestros de chichinabo, papanatas iletrados, igual se creen regeneracionistas al soltar esa tan elaborada idea, pero en realidad ejercen de voceros de lugares comunes viejísimos que nos condenarían a no regenerarnos nunca. Tal vez la ilustre química Merkel, de sinuosa trayectoria vital y política, disponga de estudios sobre una genética inferioridad española, siempre conforme a las DIN (Deutsche Industrie Normen), pero de cultura, de historia y hasta de historia de la economía no anda muy impuesta. Y el sentido político o el simple buen sentido lo tiene perdido. Como acabará perdiendo las elecciones. Por supuesto, no en el momento pensado por nuestro inefable Zapatero, sino cuando los clientes y los socios de Alemania digamos ¡basta ya!, durante una buena temporada, a la profesional antipatía de Frau Merkel. Los políticos no son buenos por ser simpáticos (el simpático profesional es, indefectiblemente, un farsante), pero un antipático (o una antipática) profesional no es buen político (o buena política). Y a los alemanes, tan finos ellos en el humor, cualquier día de éstos les puede resultar ya cansina la aspereza de esta señora de Hamburgo, recriada en la RDA, que, a base de regañinas, les puede hacer perder hasta la menor simpatía de muchos europeos, entre ellos los camareros y camareras españolas y, lo que resultaría más doloroso, puede destrozarles la clientela de sus sofisticados productos, no pensados precisamente para la más austera de las vidas. Y oigan, no todos los alemanes austeros, como los Von Bismark o los Hohenholle, se pueden venir a vivir a Marbella. Bastantes, que vienen a aquí sólo quince días y otros muchos, que nos venden de todo todo el año, pueden considerar inconveniente una Cancillera tan gruñona. Y es que hay días en que a Frau Merkel se le pone cara de “solución final” al hablar de los mediterráneos. Y eso es malo, muy malo.

Mire Vd., Dña. Angela Merkel, siempre que logre Vd. sonreir un poco, cuidar sus modales, dejar la acidez para las coles y afinar su educación, cuando tenga claro que lo que dice no lo escuchan o lo leen sólo sus mosqueados electores de Prusia, p. ej. (lo leemos en todo el mundo), será bienvenido sin reservas cualquier consejo sensato que Vd. nos proporcione o que proporcione a nuestros dirigentes políticos. Lo que Vd. necesita es sólo, como dice la zarzuela, “una miaja de circunspección”. Bitte sehr!

Frau Merkel, de verdad: ahí va un consejo de amigo. Todavía arrastra Alemania su Schuldkomplex. Yo lo lamenté profundamente cuando lo palpé por vez primera en Bonn y Colonia hace más de tres décadas. Unos cuantos años después lo lamenté menos y lo entendí más. Y es que, sencillamente, la culpa había sido muy gorda. No fanfarronee con la virtud cívica propia y los graves vicios ajenos hasta adentrarse en una nueva soberbia nacionalista. Juegue Vd. en Europa, Sra. Cancillera, el papel que libérrimamente le parezca mejor. Pero juegue limpio y claro. Aunque algunos de sus dirigentes hayan copiado tesis doctorales, se espera de Alemania que no haga trampas. Si piensa que esta Europa no puede funcionar, proponga otra. Pero no ande todos los días como reprochándonos que no seamos todos alemanes. Es que no podemos, Sra. Merkel, ¿no lo comprende? Y, aunque pudiéramos, Sra. Merkel, algunos no querríamos serlo. Vds. tienen grandes virtudes y algunos que otros defectillos. Conceda Vd. a estos españoles, siempre tan orgullosos  (ya sabe Vd. Frau Merkel lo que se dice en su tierra: Stolz wie ein Spanier!), algunas virtudes con ciertos defectillos. No tenemos el mismo clima, no tenemos el mismo tono vital: no pretenda que sean iguales nuestras mentalidades. Armonicemos y verá qué bien nos va. Así ha sido mucho tiempo y así debe volver a ser.

Mire, Sra. Merkel, no se confunda: aquí no somos todos, ni la inmensa mayoría, unos vagos e insolventes morales e intelectuales como algún español que Vd., como nosotros, ha tenido la desgracia de conocer. A ver si se convence: si España va bien (si vuelve algún día a ir bien), Alemania irá aún mejor. No haga Vd. caso de Mr. Barack Obama, que ya se aproxima al nivel del Sr. Zapatero (ZP), sólo que no se retira a su Camp David como ZP a Doñana. Infórmese sobre los buenos viejos tiempos. Verá que tengo razón. Prioridad alemana: restaurar las mejores relaciones con España.  Si no, en septiembre empezaremos austeridades con los productos alemanes.

lunes, 8 de agosto de 2011

LA “GUERRA DE LOS MUNDOS.2011”: EL INNEGABLE ATAQUE MUNDIAL DE LO DESCONOCIDO


¿QUÉ QUIEREN DE NOSOTROS? ¿DÓNDE ESTÁN “LOS MERCADOS”? ¿DÓNDE ESTAN LOS ACREEDORES?
(actualizado dos veces a 10 de agosto de 2011)

Estamos viviendo una especie de “Guerra de los Mundos”, de G.H. Wells, pero en la que se ataca al “primer mundo” en su economía y, en vez de marcianos de naturaleza desconocida, aunque visibles, los causantes de los ataques son “los mercados”, unos entes invisibles y de muy difícil identificación. Otra gran diferencia es que en esta Guerra el desenlace es enteramente incierto. Ningún G.H. Wells indica el punto débil de los marcianos. Más aún: nadie nos dice quiénes son los nuevos marcianos que nos atacan.

La caja de Pandora destapada en su día en los EE.UU. con el uso de prácticas de ingeniería financiera hasta entonces inimaginadas ha acabado por afectar, ya indisimulablemente, a los mismísimos EE.UU. Mientras en España y en otras naciones nos entretenían acontecimientos de más o menos importancia y mientras tragedias humanas inmensas  asolaban otros países y zonas de la tierra, ocurría algo tan insólito como que los EE.UU. se encontraban al borde de la suspensión de pagos, de la quiebra y nos llegaban a cada rato noticias (no muy claras, la verdad) de una tremenda pugna entre demócratas y republicanos, para intentar evitar esa quiebra (el “default”), que, in extremis, se eludía con un acuerdo aprobado a trancas y barrancas. La crisis económica era indisimulablemente mundial. Porque el Gigante estaba y está tan endeudado como el que más (ya se había escrito y publicado y, al parecer, una opinión muy minoritaria (la de Bill Gross, cofundador y director de PIMCO, el mayor fondo de inversión en deuda pública del mundo, pasaba en cosa de horas a ser convicción unánime de la clase económica y política). El país líder de casi todo, había estado, públicamente, al borde de quebrar. Y, naturalmente, cuando se está al borde de la quiebra, por mucho que ésta se evite en un momento determinado, la situación sigue siendo muy mala. La prueba, si acaso se necesitase alguna, es que una de las tres entidades a las que el mundillo económico ha reconocido (no muy sensatamente: ahora se ve claro) como diagnosticadoras de la salud económica, Standard and Poor’s, degradaba globalmente a los EE.UU. (lo único extraño es que eso no hubiese sucedido antes).

 [Por cierto, recuerden lo que dije aquí el pasado 7 de junio: “Cuando estaba por cerrar este “post” veo en una foto a Dña. Angela Merkel con Don Barack Obama. Dña. Angela sigue dale que te pego con la cantinela (o cantilena) de la “productividad”. Pero lo de Mr. Obama tiene mucho delito. Ha dicho Mr. President que “no se debe permitir que la situación financiera en Europa ponga en peligro la recuperación económica mundial”. Debería ser tan posible que un gato silbe como que el Presidente de los EE.UU. soltase frases como ésa, reveladoras de un cinismo monumental, puesto que la ignorancia crasa de lo que sucedía y sucede en USA debe descartarse. Este Obama, ¿cómo se atreve a dar lecciones de situaciones financieras?”]

[Inciso actualizador sobre el Presidente Obama.- En estos días, llegaron a España, prácticamente con diferencia de minutos, varias noticias: 1ª) Obama y Zapatero han hablado por teléfono sobre la crisis y se han felicitado por sus respectivos cumpleaños. Noticia en sí misma risible para cualquiera medianamente informado; 2ª) Obama ha afirmado en un discurso que los EE.UU., diga Standard & Poor's lo que quiera, son y serán siempre un país triple AAA (máxima calificación). Mientras el discurso era pronunciado, Wall Street baja tres puntos. A mí este discurso me parece patético y también zapateril; 3ª) Obama -lo he leído en varios "medios", sin posterior mentís- afirma que cuando en España hay problemas, siempre acaban llegando a los EE.UU. Esta afirmación, sumamente equívoca, me deja simplemente turulato. Intuyo que ni siquiera debo intentar entenderla. En todo caso, estas noticias proporcionan una idea de la magnitud del desconcierto en el Gobierno del Imperio.] 

Prosigo el hilo principal del post. Con la crisis de los EE.UU. visualizábamos (como ahora se dice) que, si el futuro de la Unión Europea es tenebroso, desde el Gigante USA no llega ni llegará demasiada luz. Aquí, en la vieja Europa, seguimos a rastras con el euro y el “rescate” de Grecia y el “rescate”, o no, de Italia y de España. Aquí estuvimos pendientes de una actuación del Banco Central Europeo (BCE), sobre la que reinaba el más absoluto desacuerdo, porque se defendía que el BCE no está para lo que se proponía (comprar papelitos representativos de la llamada “deuda soberana”) y también se afirmaba que debía haberlo hecho ya (lo ha hecho, al parecer, en cuantía no conocida con precisión, pero pequeña). Los termómetros económicos más sensibles (?) que nos hemos dado, las Bolsas, indican crisis mundial. Y así, por ejemplo, Israel entraba de pronto (eso parecía, aunque realmente no debía ser nada repentino) en grandes temblores, al subir la temperatura en la bolsa de Tel Aviv, mientras que, también como de la noche a la mañana, se registraba allí una protesta callejera monumental.

Mientras se visualizaba la gravísima crisis económica global de los EE.UU. (han sido casi dos semanas de suspense), en el escenario europeo ocurría algo terrible, por lo visto: España primero y después Italia entraban en pánico por el traído y llevado diferencial de su deuda pública con el bono alemán. Llegábamos a superar los 400 puntos básicos, situación que, en algún momento, se había fijado como indicador de la necesidad de ser “rescatados” (un diferencial de 400 puntos significa que por la misma financiación España paga un 4% más que la República Federal Alemana, tomada convencionalmente como punto de referencia fiable de la confianza de los inversores en que recuperarán su inversión). 400 puntos querrían decir, por tanto, que prácticamente nadie se fía de nosotros o  de Italia, que llegó a superarnos.  Eso suponía que, sin completar el “rescate” de Grecia (un segundo “rescate”) y sin aclarar lo que la UE tendría que ayudar a Portugal, la perspectiva era (sigue siendo) tener que plantearse también el “rescate” de España y de Italia. No se sabe muy bien en qué consisten esos “rescates” (o se sabe, pero es casi peor: se inyecta más dinero, aunque no gratis, a quien ya se ha endeudado hasta límites descomunales). Es decir, crisis gravísima de la UE, con un subyacente debate, muy agudo y áspero, sobre sus mismos fundamentos, su funcionamiento general y la misma moneda única, el euro, que no todos los miembros de la UE han adoptado. No parece que la UE esté para “rescatar” a nadie más. Lo que está en duda (quizá inducida) es si puede salvarse ella misma. Hace setenta y dos horas se sugirió públicamente que la calificación de Francia a la baja podía estar siendo considerada. Ahora mismo, eso ya va muy en serio. 

Seguramente me dejo muchos elementos en el tintero, pero no pretendo -sería un completo necio si lo hiciese- una descripción completa de lo que nos pasa. No lo pretendo porque cabalmente escribo ahora para afirmar que, ante esta innegable crisis mundial aguda, es posible que lo que está pasando en todo el mundo únicamente sea muy bien conocido por unas pocas personas. Pero ni están bien identificadas ni se explican del todo ni las explicaciones fragmentarias nos llegan a los afectados, que somos todos. Porque todos estamos en peligro: no ya por “recortes sociales”, sino por impagos globales. Ante ellos, lo mejor que podría ocurrirnos es disponer de un huerto (y saber cultivarlo, claro), de un cerdo y de unas cuantas gallinas.

Si Vds. no han visto con atención ese extraordinario documental (¡norteamericano!) titulado “Inside Job” (Oscar 2011 al mejor documental), les recomiendo vivamente que se compren el DVD y lo vean. A quien se hubiese interesado seriamente por el origen de la situación, “Inside Job” (expresión usada para referirse a los crímenes cometidos con decisiva ayuda del círculo interno de la víctima) no le aportará muchas más explicaciones sustanciales (subprime, titulización, CDS, etc.), pero sí le refrescará muchos datos y nombres, con una apabullante demostración indiciaria de la implicación política. 

Sin embargo, además de algo que diré después, el documental me condujo a reforzar mi idea de que la clave de la crisis está en el descontrol económico mundial producido por la ingeniería financiera, a la que en los EE.UU. no se quiso poner límites. Si los cerebros de la ingeniería financiera fueron magos de la creación económica ficticia (o de ficciones económicas, lucrativas para unos pocos, depauperantes para muchos), sólo algunos de esos magos (seguramente no todos) tienen una idea cabal de cómo se podría ir acabando con la crisis que han generado, con la inestimable ayuda de una conmixtión inaudita del poder político y ciertos poderes económicos. Los magos no parecen estar dispuestos a llevar a cabo la misión de deshacer la crisis. El documental me aportó también una rotunda confirmación del decisivo y tremendo papel desempeñado por las tres grandes agencias calificadoras de fiabilidades y de riesgos: Moodys, Standard and Poor’s y Fitch. Después de ver el documental, he leído en el periódico EXPANSIÓN un artículo revelador sobre los propietarios de esas agencias. Léanlo mediante el link que les dejo y verán hasta dónde se ha llegado haciendo trampas (y sin que pase nada): 


Ahora quiero intentar transmitirles lo que pienso que subyace a esta “Guerra de los Mundos". Resumiré mi impresión -no pasa de ahí y ójala aporten otras ideas los lectores- en los siguientes puntos: 

Primero.- La clave de la crisis es una situación general de enorme endeudamiento de muchos países avanzados en cuanto tales, junto con el endeudamiento de una enorme cantidad de sujetos individuales y pequeñas empresas. El endeudamiento irresoluble de tal o cual persona o de tal o cual empresa recibe el tratamiento tradicional: quiebra. Un endeudamiento hipotecario -son relativamente muy pequeños, pero el conjunto de deuda es enorme- conduce a la pérdida del inmueble, con eventual persistencia de una deuda menor. En cambio, el endeudamiento de grandes empresas, con gran número de acreedores pequeños y grandes deudas con unos pocos acreedores grandes, se trata inyectándoles liquidez o nacionalizándolas. El pretexto-motivo de este trato diferenciado es la dependencia en que muchos ciudadanos se encuentran respecto de esas grandes empresas (sobre todo, instituciones financieras: bancos y cajas). En este segundo caso, la “solución” resulta muy discutible, porque la  inyección de liquidez suele proceder, paradójicamente, de quienes ya están demasiado endeudados: los Gobiernos y los países globalmente. 

Segundo.- Lo primero y principal que se ha sabido hacer ante un endeudamiento excesivo es conseguir fondos para ir haciendo frente a los vencimientos más perentorios, a base de endeudarse más (o de disponer de más dinero, imprimiendo billetes, donde pueden hacerlo autónomamente). Nadie piensa que eso sea algo distinto de capear un temporal que no tiene trazas de amainar. 

Tercero.- Otra medida que se ha procurado adoptar es desplazar la atención sobre el endeudamiento excesivo de unos países al endeudamiento excesivo de otros. Los EE.UU., con la inestimable colaboración del Reino Unido y de la prensa económica especializada (ésa en gran medida controlada por el malvado Murdoch), han logrado ese objetivo durante muchos meses, años ya. También las agencias calificadoras han sido instrumentos para las maniobras de distracción, que salvan a unos mientras hunden a otros. Como apenas hay economías sanas, el ataque de prensa especializada y de agencias calificadoras difícilmente se puede criticar: lo que dicen no es falso de toda falsedad, sino sustancialmente verdadero (si se eluden las comparaciones).

Cuarto.- Mientras lo que se debe está muy claro -cuantificaciones aparte: porque en eso, como en otras muchas cosas, medio mundo ha engañado y medio mundo se ha dejado engañar-, los acreedores correspondientes a esas enormes deudas son, en gran medida, muy difícilmente identificables. ¿Son los "mercados", marcianos de esta nueva “Guerra de los Mundos, los acreedores? A mi entender, no cabe esa identificación. Los acreedores son, muchas veces, también deudores y no parecen existir mecanismos de clarificación ni de compensación. En todo caso, no está nada claro quiénes son esos "acreedores" no víctimas (víctimas son pymes, autónomos, estafados en fondos de inversión o por otros productos tóxicos), sino probables agentes activos de la presente crisis.

Quinto.- La conjetura sobre “los mercados que atacan" que me parece más fundada es ésta: son grandes masas de dinero con capacidad de influir en Bolsas y, por supuesto, perfectamente relacionadas con los magos de la ingeniería financiera. En gran medida, esas masas de dinero (fondos de alto riesgo, banca especializada, etc.) desencadenaron la gran crisis financiera y han aumentado con ella. Su idea es seguir lucrándose.

[Inciso actualizador y complementario sobre el papel de China: aunque China haya comprado mucha "deuda soberana" y muchos chinos sean acreedores y poseedores de buenas masas de dinero, no son ellos sólos ni son ellos los principales "mercados atacantes". No es en China donde se inventa la ingeniería financiera avanzada. China, indebida y malamente introducida en el comercio mundial, con la insensata aceptación de que "los chinos" entren en el mercado pero no tengan que respetar las reglas principales, hace el papel de "jugador de ventaja". Pero el progreso chino no existiría sin los EE.UU. Si "los chinos" fuesen los "marcianos" de esta "Guerra de los Mundos", en los EE.UU. sabrían cómo ponerles en su sitio y sin mucha tardanza (salvo que no sepan o no quieran, lo que no cabe excluir, dada la debilidad intelectual y moral del U.S. Government, trufado de "financieros" ). Mi sospecha -sólo eso, por ahora- es que "los chinos" son cómplices importantes de otros operadores más importantes aún, que, al menos en buena parte, son estadounidenses. Vean comentarios de J.B.  En todo caso, aunque China no es nuestro mundo, el titular de este post no pretendía sugerir que estamos ante una guera con China. Cosa distinta, que excede este post, ya largo, es que haya que declararle a China una guerra (económica y política) para impedir que siga jugando con una ventaja fullera inaceptable.]

Sexto.- Hay quien ha sabido muy bien cómo lucrarse inmensamente con este tremendo barullo, tan desastroso para casi todos. Los magos de la ingeniería financiera, trabajando por cuenta propia o por cuenta ajena, se han valido de instrumentos sumamente sofisticados, no sólo difíciles de entender, sino además opacados con un lenguaje ininteligible y encriptados adicionalmente mediante siglas y acrónimos. En esto hay unanimidad. Me atrevo a decir -o a repetir, pues me parece haberlo dicho ya aquí mismo- que miles de operadores económicos o paraeconómicos han estado utilizando con gran soltura conceptos que, en realidad, no entendían (el de "derivados", p. ej., en relación con productos clave de la más depurada ingeniería financiera estafadora). Está muy claro, por otra parte, que los magos o sus empleadores no sólo han engañado, sino que se han infiltrado en el poder político para favorecer las invenciones de la ingeniería financiera y para neutralizar los intentos de poner orden o de impedir la comercialización de los productos mágicos-tóxicos. Ahora mismo, esas mismas personas, saben cómo seguir lucrándose inmensamente con la “Guerra de los Mundos” que vivimos. Probablemente, muchos de ellos no sabrían ya, insisto, cómo ir liquidando el monstruo que han creado. En todo caso, ni los magos ni sus empleadores nos proveerán de fórmulas para acabar con la Guerra.

Esto, si lo miran bien, no es ninguna teoría conspiratoria.

¿Qué se puede hacer? Nada distinto de confiar que aparezcan unos sabios, no vendidos ni alquilados, que analicen, de adelante hacia atrás, lo que ha ocurrido y lo que está ocurriendo. Deberían aparecer unos sabios anti-magos y habría que confiar en que los gobernantes acabasen haciéndoles caso. Seguramente, habrá medidas que tomar, en las finanzas y en las bolsas, que no han querido hasta ahora adoptarse. Como verán, el margen para una confianza realista es ínfimo. Llevamos meses y meses, ya años, viendo cómo fallan las auditoras, los reguladores (FED SEC en USA, BdE, en España), las calificadoras y los gobiernos. Y viendo cómo triunfa la improvisación ignorante, la de que quienes sólo saben capear temporales. Pero, recurriendo al tópico, la Tormenta Perfecta ya está aquí. No vale correr la galerna.

Estos "marcianos" no quieren acabar con nosotros, los terrícolas. No les importamos. Si nos muriésemos de hambre, el negocio se les acabaría. Tranquilos, pues, sólo nos dejarán al borde de la ruina.

[Pequeña actualización sobre TRES LECCIONES sobre la crisis económica a cargo de GUY SORMAN: La "Tercera" de ABC de hoy, que sólo he podido leer hace un rato, consiste en un interesante artículo del "filósofo y ensayista" francés, Guy Sorman. Recomiendo leerlo, aunque no puedo colocar link, porque no estoy suscrito al mecanismo de pago recientemente instaurado.  Yo lo he leído con avidez, porque Sorman no suele decir tonterías y anunciar, precisamente ahora, tres lecciones sobre la crisis, era como para no perdérselas. A ver qué opinan Vds. En un primer momento, mi reacción ha sido "caramba, he dado una indebida importancia a algo epidérmico: el endeudamiento global, los líos financieros, la crisis reflejada en las Bolsas, etc. Lo que dice Sorman es lo importante: la cuenca desregulada del Sudeste asiático y China nos están dando 'pal pelo' a EuropaEE.UU., con la única excepción, según Sorman, de Alemania. Unos (los chinos) copian a toda prisa, otros innovan más deprisa (Taiwan, Corea, etc.) y unos y otros venden mucho más barato. O competimos con ellos o estancamiento y recesión para mucho tiempo en el 'mundo occidental'. Y para competir, tenemos que cambiar drásticamente. Efectivamente, hay que cambiar para que invertir en EE.UU. o en Europa vuelva a ser razonable. Efectivamente, debe haber políticas económicas estables y sostenidas." Un rato después he caído en la cuenta de que, aunque los datos de Sorman no sean discutibles y aunque buena parte de su explicación de la desconfianza inversora sea razonable y plausible, me parece que sus "lecciones" encierran dos "debilidades", como ahora se dice. La primera, que Sorman ha escrito como si una realidad económica -la de la alarma, el desconcierto, el "crash bursatil" y, sobre todo, el endeudamiento de los países- apenas tuviese entidad y como si las recetas que viene a ofrecer pudiesen aplicarse sin afrontar esa realidad o dejándola a un lado durante un rato largo. Por bueno que sea mostrar un horizonte más lejano y más importante, lo que tenemos ahora mismo no deja de ser un gran ataque al "primer mundo", del que habría que defenderse ahora mismo. La segunda "debilidad" -siempre según un criterio muy falible, como el mío- es una suerte de aceptación implícita de la política económica de la dichosa "cuenca desregulada del Sudeste asiático" y de China. ¿Tenemos que competir con ellos o deberíamos plantearnos pararles los pies? Ya sé que eso es mucho decir cuando miles y miles de empresas estadounidenses se han establecido en China y en esa "cuenca desregulada", con inversiones de billones de dólares. Pero, al final, esas empresas tendrían que elegir o ser obligadas a elegir (para eso están los Estados y sus Gobiernos): "o chivo o leche". Un detallito final: demasiada artillería me ha parecido la de Sorman para atacar pretendidas soluciones a base de gasto público. ¿De verdad todavía quedan economistas o políticos que se crean eso, sean o no keynesianos?]

martes, 2 de agosto de 2011

LO QUE PARECÍA IMPOSIBLE: MÁS EMBROLLO AÚN EN LA SALA DE LO PENAL DE LA AUDIENCIA NACIONAL


A CUENTA DEL “CASO FAISÁN”, UN “NO VA MÁS”  DE DESPRECIO AL DERECHO


Con una gravísima crisis económica, en verdad planetaria, y con España muy malamente, en muchos sentidos, parecerá estrafalario, casi maniático, que vuelva yo sobre un asunto judicial interno. Pero este blog se llama POR DERECHO también por la preferencia que siempre he atribuido al comentario de cuestiones jurídicas y, de entre ellas, a las que atañen a la Justicia. Bien que hubiese yo querido no ocuparme más del embrollo judicial en torno al “caso Faisán”. Pero, como verán, no me dejan.

Cuando parecía que el record de barbaridades jurídicas se había batido por unos cuantos años, salta una noticia alarmante y estupefaciente a partes iguales. Según esa noticia, que considero fiable, el Sr. Gómez Bermúdez habría reunido en secreto a todos los Magistrados de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional (AN) para explicarles la explicación enviada (ahora dicen que por e-mail) al Presidente del Consejo General del Poder Judicial y a otros miembros. Y, a resultas de esa reunión -esto es lo importante de la noticia-, se estaría planteando que los miembros de la Sala de lo Penal  de la AN se reuniesen en lo que han dado en llamar “Pleno no jurisdiccional”, con la finalidad de fijar los criterios con los que habría de resolverse, no el “caso Faisán”, sino de qué se acusa, en concreto, a los personajes imputados. Así lo habrían planteado algunos de los Magistrados reunidos.

Ninguna ley -y en concreto, no la Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ), en la que se regula todo lo relativo a la organización y funcionamiento de los Tribunales- acoge la figura de los “Plenos no jurisdiccionales” ni de las “Juntas Generales” de Magistrados, como han sido también denominadas ciertas reuniones legalmente innominadas. Como veremos, esos “Plenos no jurisdiccionales” o “Juntas Generales” se están reuniendo fuera del supuesto en que la LOPJ permite la reunión y para fines que la ley expresamente prohíbe, por contrarios a la Constitución y a varios preceptos de la misma LOPJ.

Ya dijimos que Gómez Bermúdez, como cualquier otro Presidente, podía y puede, conforme al art. 197 LOPJ, llevar un asunto que, en principio, iba a ser resuelto por una “sala de justicia” de tres o cinco miembros, a un tribunal formado por todos los Magistrados de la Sala, que, entendida como entendida como unidad organizativa, se convertiría en “sala de justicia”. Vean los preceptos legales: art. 196 LOPJ: “En los casos en que la Ley no disponga otra cosa bastarán tres magistrados para formar la sala.” Y, acto seguido, el art. 197 LOPJ excepciona: “Ello no obstante, podrán ser llamados, para formar sala, todos los magistrados que la componen, aunque la ley no lo exija, cuando el presidente, o la mayoría de aquellos, lo estime necesario para la Administración de Justicia.” Ésta sería una “sala de justicia” a la que se podría llamar “Pleno jurisdiccional”, porque tendría la indudable función de juzgar, de ejercer la potestad jurisdiccional.

Los llamados “Plenos no jurisdiccionales” o, más inventiva y antijurídicamente, “Juntas Generales” (ésta es la denominación que en el mismísimo Tribunal Supremo han recibido y utilizado públicamente), no juzgan casos enteros o aspectos concretos de esos casos, sino que tendrían como finalidad formar (o intentar formar) criterios uniformes en casos de previas discrepancias entre secciones de una misma Sala.  Esas reuniones sólo tienen la base legal del art. 264 LOPJ, que literalmente, dispone lo siguiente:

“1. Los magistrados de las diversas secciones de una misma sala se reunirán para la unificación de criterios y la coordinación de prácticas procesales. Las reuniones se convocarán por el presidente de la sala, por si, a petición mayoritaria de los magistrados, así como en los demás casos que establezca la Ley. Serán presididos por el presidente de sala.”

“2. En todo caso quedará a salvo la independencia de las secciones para el enjuiciamiento y resolución de los distintos procesos de que conozcan.”

Con expresa invocación de ese precepto, se han celebrado “Plenos no jurisdiccionales” o “Juntas Generales” de Magistrados de una misma Sala (que yo sepa con certeza, de las Salas de lo Civil y de lo Penal del Tribunal Supremo, aunque estoy seguro de que también en otras Salas de otros Tribunales). Como Vds. ven, la Ley Orgánica no pone nombre a esas reuniones y no lo pone con acierto, porque es evidente que no las considera ni órganos jurisdiccionales ni órganos gubernativos. Pero lo grave no es que se hayan adoptado denominaciones para lo innominado, sino que se ha procedido clara y abiertamente en contra del art. 264 LOPJ, aunque fuese expresamente invocado. Porque no se han reunido todos los Magistrados cuando las diversas Secciones (o “salas de justicia”) dentro de un mismo Tribunal habían manifestado criterios distintos, sino cuando no se había expresado ningún criterio. Y, sobre todo, porque se ha pretendido -y logrado, por el momento- que los acuerdos sobre criterios (y más aún: sobre los mismos acuerdos) sean considerados vinculantes.

Así, en el caso de los  muy publicitados y citados Criterios sobre recurribilidad, admisión y régimen transitorio en relación con los recursos de casación y extraordinario por infracción procesal, regulados en la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil”, que se presentaron como adoptados en “Junta General de 12 de diciembre de 2000”, de la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo. En ese caso, todos los Magistrados de esa Sala fueron llamados a adoptar esos criterios -relectura de preceptos en sentido absolutamente restrictivo- cuando aún no se había planteado uno solo de esos recursos y, por tanto, era imposible que se cumpliese el requisito de divergencia de criterios (dejando a un lado, por otra parte, que esa Sala del Tribunal Supremo no está dividida en Secciones). Ni siquiera el Tribunal Constitucional se atrevió a desautorizar el Acuerdo de la “Junta General”, que, pese a haber sido duramente criticado por muchos relevantes autores, ahí está, como una mini-ley, que prevalece sobre la Ley verdadera y que, por supuesto, es considerado vinculante.

En la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo rizaron el rizo hasta la más frontal oposición a la LOPJ y a la Constitución. Existe un denominado “Acuerdo del Pleno no Jurisdiccional, de 18 de julio de 2006”, con el siguiente tenor: “Los acuerdos de la Sala General (Pleno no jurisdiccional) son vinculantes”.

¿Acaso el apartado 2 del art. 264 LOPJ no dice con suficiente claridad que la unificación de criterios a la que se pueda llegar conforme al apartado 1 de ese mismo precepto, tiene que dejar a salvo la independencia de los tribunales que estén llamados a dirigir y resolver los distintos procesos? Lo dice claramente y no podría dejar de decirlo, porque esa independencia es la que establece el art. 117.1 de la Constitución, cuando declara a los Jueces y Magistrados “sometidos únicamente al imperio de la ley”. Por si fuera poco, el art. 12.1 LOPJ afirma que “en el ejercicio de la potestad jurisdiccional, los Jueces y Magistrados son independientes respecto a todos los órganos judiciales y de gobierno del Poder Judicial. Y lo son: si cualquier Magistrado se apartase al impartir justicia del acuerdo de un “Pleno no jurisdiccional” no pasaría absolutamente nada. Nadie podría reprochar formularle reproche alguno. En todo caso, ocurriría lo contrario.

Quizás algún lector dude de que pueda tener yo razón, frente a la mayoría de los Magistrados de esas Salas del Alto Tribunal. Pues no duden: les acabo de proporcionar todos los datos constitucionales y legales. Son claros y sencillos. Y no es ni mucho menos la primera vez que afirmo lo que aquí he dejado escrito. Escrito estaba ya y publicado en libros y artículos, sin ni un amago de refutación. Es lógico que no haya habido refutación, porque sus Excelencias saben que es imposible: saben que han prescindido de la ley y han convertido su voluntad en ley por la pura fuerza de su posición suprema y por la escasísima predisposición general y particular a llevarles la contraria. Así que, ingenuo lector, siga Vd. atribuyendo autoridad a los Tribunales de Justicia, como yo lo hago, pero no los considere infalibles y aplique a las resoluciones judiciales un sentido crítico junto a los conocimientos jurídicos. Sus Señorías y sus Excelencias, a quienes sigo defendiendo habitualmente y en quienes deposito mis esperanzas de ciudadano libre, son personas falibles y lo son, muy especialmente, a la hora de regir por la ley su propio funcionamiento. En cuanto a esa ley, no la conocen bien y además la consideran, me parece, cosa suya, de la que pueden dispensarse. Prefieren en exceso “lo que se ha venido haciendo” o “lo que nos parece conveniente”.

Si en la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional se metiesen ahora (quiero decir en septiembre) a celebrar un “Pleno no jurisdiccional” sobre el “caso Faisán” estarían aceptando añadir a los errores de su Presidente otro gravísimo, de todos ellos. A todo lo dicho cabe añadir que, según Gómez Bermúdez, en el “caso Faisán” no aparece una discrepancia de criterios entre Secciones, sino, siempre según el Presidente “mentalista”, una disparidad de criterios entre miembros de la misma Sección.

Más de un lector pensará que este “post” va más allá del “caso Faisán”. Así es. Estoy diciendo que son frecuentes las excesivas “libertades” que jueces importantes se toman con la ley. Estoy diciendo que jueces importantes no se oponen, ni siquiera suavemente, a lo que les limitaría ilegalmente: no defienden su independencia. Es un fenómeno muy grave y que, conforme a la experiencia, se diría que no puede ser eliminado. Precisamente por eso he dejado para más adelante la crisis planetaria y la española. Porque sobre éstas se estará ya escribiendo. Este desmán judicial, en cambio, no aparecerá en los “medios”. Y no empecé este “blog” y sigo con él para pasar por alto asuntos como éste.