viernes, 12 de agosto de 2011

MENSAJE A DÑA. ANGELA MERKEL: NO TODOS LOS ESPAÑOLES SOMOS ZAPATERO



“UNA MIAJA DE CIRCUNSPECCIÓN”, SEÑORA, BITTE SEHR

Parece mentira que estos alemanes -tan admirables y por mí tan admirados por muchos conceptos- estén de nuevo dando muestras de la soberbia intelectual y política que tantos disgustos le ha costado a la Humanidad (y a ellos). La Sra. Merkel, que sin duda procura representar a Alemania, no cesa de prodigarse en diatribas y desprecios  a los países mediterráneos y, por tanto, a España. No seré yo quien hable por ItaliaFrancia. Pero, como español y como europeo, que conoce decentemente la historia, la cultura e incluso la mentalidad alemana (si se puede generalizar; y si Frau Merkel puede, yo también, al menos “en términos de defensa”, que dicen los abogados), me declaro harto de Dña. Angela Merkel y de los dirigentes alemanes. Y voy a tomar mis modestas medidas personales, en coherencia con el hartazgo que esta Sra. Cancillera me produce.

Quiere que seamos austeros, ahorradores y abominadores de la siesta, precisamente ahora que la siesta está a punto de ser declarada terapia preventiva universal. Pues, siesta aparte, yo también quiero que seamos austeros y ahorradores. Por eso digo: si Frau Merkel no rectifica en un mes, no compramos ni alquilamos más productos alemanes. Venga, lectores, vivan y difundan este mensaje: en septiembre, fuera BMV, Audi, Mercedes, Porsche, Volkswagen, etc. No sustituyan su vieja nevera, su antiguo aspirador, su lavaplatos que renquea, su máquina de afeitar eléctrica o manual (cuchillas incluidas), etc., por ningún producto alemán. Es lo primero que yo voy a hacer al volver a Madrid: que me cambien el renting a un vehículo francés. El Audi que utilizo me va bien, pero le alegra la vida a quien me produce malhumor semanal. Pues se acabó. Austeridad y ahorro, pero en beneficio de la reciprocidad. ¿Me ofende Vd., Sra. Merkel, con sus malhumorados reproches y con sus desabridos consejos (el último el de que vendamos nuestro oro: ¿para qué? ¿para seguir teniendo liquidez y gastar en productos alemanes?)?: ¡pues pague Vd. el malhumor que Vd. me produce!

Tal parece que cierta “intelectualidad” española (de nuestra clase política más vale no hablar: pero tampoco mucho de la alemana, ojo), que no pierde ocasión para la autoflagelación y la regurgitación de los tópicos antiespañoles más burdos e injustos, encuentra en estos días especial satisfacción para su inflada autoestima confeccionando comentarios que secundan las despectivas frases de Frau Merkel, de modo que, en síntesis, cuán trabajadores y austeros son todos los alemanes y cuán perezosos y manirrotos somos todos los españoles. Estos “intelectuales” nuestros de chichinabo, papanatas iletrados, igual se creen regeneracionistas al soltar esa tan elaborada idea, pero en realidad ejercen de voceros de lugares comunes viejísimos que nos condenarían a no regenerarnos nunca. Tal vez la ilustre química Merkel, de sinuosa trayectoria vital y política, disponga de estudios sobre una genética inferioridad española, siempre conforme a las DIN (Deutsche Industrie Normen), pero de cultura, de historia y hasta de historia de la economía no anda muy impuesta. Y el sentido político o el simple buen sentido lo tiene perdido. Como acabará perdiendo las elecciones. Por supuesto, no en el momento pensado por nuestro inefable Zapatero, sino cuando los clientes y los socios de Alemania digamos ¡basta ya!, durante una buena temporada, a la profesional antipatía de Frau Merkel. Los políticos no son buenos por ser simpáticos (el simpático profesional es, indefectiblemente, un farsante), pero un antipático (o una antipática) profesional no es buen político (o buena política). Y a los alemanes, tan finos ellos en el humor, cualquier día de éstos les puede resultar ya cansina la aspereza de esta señora de Hamburgo, recriada en la RDA, que, a base de regañinas, les puede hacer perder hasta la menor simpatía de muchos europeos, entre ellos los camareros y camareras españolas y, lo que resultaría más doloroso, puede destrozarles la clientela de sus sofisticados productos, no pensados precisamente para la más austera de las vidas. Y oigan, no todos los alemanes austeros, como los Von Bismark o los Hohenholle, se pueden venir a vivir a Marbella. Bastantes, que vienen a aquí sólo quince días y otros muchos, que nos venden de todo todo el año, pueden considerar inconveniente una Cancillera tan gruñona. Y es que hay días en que a Frau Merkel se le pone cara de “solución final” al hablar de los mediterráneos. Y eso es malo, muy malo.

Mire Vd., Dña. Angela Merkel, siempre que logre Vd. sonreir un poco, cuidar sus modales, dejar la acidez para las coles y afinar su educación, cuando tenga claro que lo que dice no lo escuchan o lo leen sólo sus mosqueados electores de Prusia, p. ej. (lo leemos en todo el mundo), será bienvenido sin reservas cualquier consejo sensato que Vd. nos proporcione o que proporcione a nuestros dirigentes políticos. Lo que Vd. necesita es sólo, como dice la zarzuela, “una miaja de circunspección”. Bitte sehr!

Frau Merkel, de verdad: ahí va un consejo de amigo. Todavía arrastra Alemania su Schuldkomplex. Yo lo lamenté profundamente cuando lo palpé por vez primera en Bonn y Colonia hace más de tres décadas. Unos cuantos años después lo lamenté menos y lo entendí más. Y es que, sencillamente, la culpa había sido muy gorda. No fanfarronee con la virtud cívica propia y los graves vicios ajenos hasta adentrarse en una nueva soberbia nacionalista. Juegue Vd. en Europa, Sra. Cancillera, el papel que libérrimamente le parezca mejor. Pero juegue limpio y claro. Aunque algunos de sus dirigentes hayan copiado tesis doctorales, se espera de Alemania que no haga trampas. Si piensa que esta Europa no puede funcionar, proponga otra. Pero no ande todos los días como reprochándonos que no seamos todos alemanes. Es que no podemos, Sra. Merkel, ¿no lo comprende? Y, aunque pudiéramos, Sra. Merkel, algunos no querríamos serlo. Vds. tienen grandes virtudes y algunos que otros defectillos. Conceda Vd. a estos españoles, siempre tan orgullosos  (ya sabe Vd. Frau Merkel lo que se dice en su tierra: Stolz wie ein Spanier!), algunas virtudes con ciertos defectillos. No tenemos el mismo clima, no tenemos el mismo tono vital: no pretenda que sean iguales nuestras mentalidades. Armonicemos y verá qué bien nos va. Así ha sido mucho tiempo y así debe volver a ser.

Mire, Sra. Merkel, no se confunda: aquí no somos todos, ni la inmensa mayoría, unos vagos e insolventes morales e intelectuales como algún español que Vd., como nosotros, ha tenido la desgracia de conocer. A ver si se convence: si España va bien (si vuelve algún día a ir bien), Alemania irá aún mejor. No haga Vd. caso de Mr. Barack Obama, que ya se aproxima al nivel del Sr. Zapatero (ZP), sólo que no se retira a su Camp David como ZP a Doñana. Infórmese sobre los buenos viejos tiempos. Verá que tengo razón. Prioridad alemana: restaurar las mejores relaciones con España.  Si no, en septiembre empezaremos austeridades con los productos alemanes.

No hay comentarios: