NO JUGAR CON EL REINO
A CAUSA DEL MONARCA
(Actualización a las 20.00 horas del 18 de abril de 2012)
(Actualización a las 20.00 horas del 18 de abril de 2012)
En algún momento de la
pasada semana, el Rey de España, D. Juan Carlos de Borbón, salió de
viaje para ir a cazar elefantes a Botswana y no tenía previsto volver
hasta otro momento desconocido, pero, en todo caso, posterior al lunes 16 de
abril de 2012, porque se sabe que ese día no despacharía con el Presidente del
Gobierno. Sin embargo, sufrió ya en Botswana
una fractura de cadera y tuvo que regresar a España para ser operado el día 14
de abril de 2012.
Voy a dar por supuestos
dos factores. El primero, que esa expedición privada no le iba a costar y no le
ha costado nada al contribuyente, pues la asistencia del médico personal y de los
tres escoltas que acompañaban al Rey en todo caso estaba cubierta por el
presupuesto y porque todo lo demás, viaje de ida, estancia e inesperado viaje
de vuelta lo pagará D. Juan Carlos de
Borbón a cuenta de su personal fortuna, que, al parecer, es grande.
Es de sobra conocido
que el Rey es un grandísimo aficionado a la caza, también la denominada caza
mayor. Así que voy a dar por supuesto y aceptado un segundo factor, a saber:
que la caza mayor y, en concreto, la de elefantes
en Botswana (una de las grandes
reservas de caza en África) no ofrece mayor reparo, aunque sé que un creciente
número de ciudadanos se oponen a la caza en general o a la de ciertas especies (el
hombre puede colaborar racionalmente, mediante una caza controlada, a lo que se
denomina “control de población” cuando ésta, sea de conejos, de ciervos, de
jabalíes, de palomas torcaces o de lobos, resulta excesiva y perjudicial para
la especie misma de que se trate, para otras especies y, en definitiva, para el
equilibrio ecológico). Voy a mostrar, por tanto, la máxima comprensión hacia
los impulsos del tipo de cazadores a que pertenece D. Juan Carlos y no me cuesta imaginar que el viaje a Botswana se le presentaba como una
oportunidad especial para cobrar una pieza notabilísima de elefante. También
tengo en cuenta que a la apasionada afición y a la correspondiente ilusión del
cazador ante el proyecto de viaje probablemente se añadía una sensación de
necesidad de cambiar radicalmente de ambiente durante algunos días.
Además, pudo el Rey pensar
a) que por permanecer en La Zarzuela
no iba a resolver ninguno de nuestros problemas; b) que, en caso de urgencia,
siempre podría volver antes de lo previsto (como, efectivamente, ha ocurrido) y
c) que, desde luego, su viaje privado no aumentaría el gasto público. Comprendo
la tentación, pero no acabo de comprender siquiera que no se viese como tal y que
no fuese rechazada. En unas cuantas ocasiones de mi vida, ante personajes
públicos, inclinados o decididos a una actuación secreta, he tenido la
oportunidad de expresar esta regla elemental de comportamiento: si no quieres que algo se conozca, si incluso te molestaría o incomodaría que
algo se supiese, no lo hagas.
Esta regla era, a todas luces, de aplicación a la cacería en Botswana. Pero, ante todo y sobre todo,
por sentido y sensibilidad, por conciencia de su condición, el Rey debió ver
claro que no era el momento de irse de caza de elefantes al sur de África, dada
la situación de España. Comparto, pues, el juicio negativo que este episodio ha
merecido a un sinfín de personas.
Quizás hayan observado
que no he tocado nunca en este “blog” noticias relativas al Rey de España, Jefe
del Estado. Hay algunos, muy pocos asuntos, que uno, casi instintivamente,
considera prudente no tratar. Pero, ante ese viaje, callarse podría ser muy malinterpretado.
Callar por completo cuando se ha constuido una tribuna de opinión, por modesta
que sea, como lo es este blog, bien pudiera considerarse cobardía, miedo,
ausencia de criterio, conformidad con el comportamiento, indulgencia absoluta
hacia el real agrado. Como no hay en
mí nada de eso y sería injusto que se me atribuyese, dejo escrito mi disgusto.
Pero es que, además, me parece que puedo añadir algo de utilidad, que no se
daría en una opinión más sobre el viaje, como tantas otras. Y lo que tengo que añadir es que,
en todo caso, el Reino importa más que
el Monarca, más que el Rey.
[Actualización: al ser dado de alta, D. Juan Carlos ha reconocido y lamentado su error. Es un gesto, poco habitual, que le honra y que merece gratitud, al menos la mía. Que conste. Y, por lo demás, aprovecho la ocasión para llamar la atención de los lectores sobre un texto aparecido en EL MUNDO digital y titulado "LAS EXCENTRICIDADES DE OBAMA". No se pierdan qué desmesuras de gasto y lujo son consideradas "excentricidades": parece una invención, pero no concibo que lo sea al estar firmado con nombre y apellidos por la corresponsal en Bogotá: http://www.elmundo.es/america/2012/04/16/colombia/1334591165.html]
[Actualización: al ser dado de alta, D. Juan Carlos ha reconocido y lamentado su error. Es un gesto, poco habitual, que le honra y que merece gratitud, al menos la mía. Que conste. Y, por lo demás, aprovecho la ocasión para llamar la atención de los lectores sobre un texto aparecido en EL MUNDO digital y titulado "LAS EXCENTRICIDADES DE OBAMA". No se pierdan qué desmesuras de gasto y lujo son consideradas "excentricidades": parece una invención, pero no concibo que lo sea al estar firmado con nombre y apellidos por la corresponsal en Bogotá: http://www.elmundo.es/america/2012/04/16/colombia/1334591165.html]
El Rey está sufriendo ya el juicio negativo de
muchos españoles: en el error está llevando una dura penitencia. En cambio, el
“Reino de España”, que es la denominación oficial de nuestro país en el ámbito
internacional, no merece sufrir a causa de la cacería en Botswana. Ya son muchos nuestros sufrimientos colectivos y
personales. Una cosa es la crítica y otra el enredo con asuntos muy serios. Y
voy directamente al grano. Aunque comprendo muy bien que el hartazgo con el
poliédrico status quo puede desencadenar primeros movimientos de
cólera y hasta de discurso revolucionario, pienso que, recobrado el pulso, se
ve muy claro que, objetivamente, España
no está para Terceras Repúblicas: sería un cambio más difícil y mucho más
incierto que el de la Transición tras la muerte de Franco. De manera que, opínese
con toda libertad sobre el viaje del Monarca, pero entiéndase, con
responsabilidad, que el viaje a Botswana
a cazar elefantes -añadido a otras situaciones ciertamente deplorables- no es un
motivo suficiente para agitar el ambiente en favor de un cambio de régimen, de
la Monarquía a la República, por más que a uno ésta le guste más que aquélla.
No pienso que tal cambio esté, como quien dice, a la vuelta de la esquina y,
por tanto, no me mueve a escribir este “post” el temor de que se produzca ese
cambio. Lo que temo son las consecuencias de un debate prolongado que no
conduzca a nada útil y factible, pero que nos distraiga en exceso de lo que es
más importante y preocupante y, sobre todo, que alimente la visceralidad cuando
los tiempos requieren energía y sentido crítico, sí, pero también serenidad, prudencia
y frialdad racional.
Está, además, la
Historia. Si dejamos a un lado el
esperpéntico episodio de la primera República española (esperpento con muchos
ingredientes trágicos: no todo fue cómico), la experiencia de la Segunda
tampoco aconseja ponerse ahora a propugnar, de palabra o de hecho, la Tercera
República, aun a sabiendas de que se trata de una cuasi-utopía. Se dirá que la
España de 2012 no es la de 1931: algo evidente. Pero no veo yo tantas
diferencias sustanciales en la clase política y en los dirigentes de esta
España de 2012 -que las han hecho y las siguen haciendo mucho más gordas que el
viaje africano- respecto de los de 1931. Al borde de la Segunda República, una
clase política con muchas y profundas diferencias, pensó que ver salir de
España a Alfonso XIII sería la
catarsis necesaria (y suficiente) para
la regeneración nacional. Se olvidaron de
ellos mismos. Actuaron como si el
problema fuese Alfonso XIII.
Simplificaron. Y ocurrió que, con su extrema simplificación y sus tremendas
diferencias, originaron nuestro mayor fracaso colectivo. No puedo dejar de
recordar que las mejores cabezas de aquella “Agrupación (de intelectuales) al
Servicio de la República” ya veían trágicamente frustradas sus esperanzas e
ilusiones de regeneración nacional muy poco después de que la Segunda República
cumpliese medio año.
Aunque resulte poco
racional, la Monarquía es un rasgo histórico constante de España, favorable a
su unidad y estabilidad. A mí me gustaría mucho una España que se pudiese plantear
devenir en República. Pero no es ésa, desde luego, la España actual. No me
parece necesario decir nada más. Si acaso, les recomiendo el breve ejercicio de
imaginar posibles primeros Presidentes de una Tercera República española. A mí
me ha producido la desazón propia de la más inquietante pesadilla.
Otra cosa distinta, que
se plantea en un terreno nada utópico, es ese movimiento de cierta envergadura
que se advierte en estos días turbulentos, aunque ya existía antes del viaje a Botswana, y que es la llamada, no abierta y clara, pero sí indisimulable, a la abdicación de D.
Juan Carlos en favor de D. Felipe de
Borbón. Aquí seré muy escueto y querría ser igualmente contundente. Además
de mis dudas sobre los resultados de la comparación entre personalidades
heterogéneas, además de mi aversión extrema a las intrigas palaciegas y cosas
similares y además de mi muy seria desconfianza hacia buena parte de los abdicacionistas del momento, me atengo
al conocido consejo de no cambiar de
caballo mientras se cruza el río. Que el Rey abdique si quiere y cuando
quiera.
3 comentarios:
Este episodio me parece un linchamiento público atizado precisamente por aquellos que no tienen ningún derecho a criticar.
Buena parte de los españoles viven por encima de sus posibilidades permitiendose cosas que no pueden pagar y endeudandose hasta las pestañas. El Estado que los representa hace exactamente lo mismo incurriendo en lujos que han de pagarse con prestamos. Linchar al Rey por esto es pura hipocresía y envidia, dos de los defectos mas rancios del pueblo español.
Es extraño que nadie haya pedido safaris para todos.
La disculpa del rey me ha dejado absolutamente impresionado. Mas que sus palabras, sus ojos lo decian todo. Eso es ser ejemplar. Ojalá lo imitaran aquellos que lo critican.
Un saludo profesor.
(Lisias)
Los naturales de Hispania somos la pera: pendulares, bipolares, siempre sacudiéndonos la moralidad aristotélica de la virtud y el término medio. Aquí pasamos de querer al Rey a mancillarlo por un tropezón (léase en sentido amplio) para luego volver a amarlo pero ya bajo sospecha, quedándonos apostados tras la esquina con el palo en la mano por si se vuelve a caer en errores terrenales. Por si acaso, alguno se sube al andamio –o baja a las trincheras de la primera mitad del s.XX- para silbar al paso de una eventual novia, fantasmal, de repente añorada, sin cabeza, sin carnes, con un trapo tricolor como única vestimenta. Sí, esa cuyas dos hermanas mayores, de andares patosos, torpes y hasta ciegos, terminaron por descalabrar la Historia.
Aristóteles señalaba como ejemplos de virtud el valor (medio entre la temeridad y la cobardía), la templanza (medio entre la intemperancia o libertinaje y la insensibilidad); y, por encima de todas las virtudes, la justicia.
Poca justicia hacemos con esta facilidad para el olvido del innegable servicio que la monarquía democrática ha hecho y sigue haciendo: la transición, la referencia como auctoritas al margen de pugnas políticas, la eficacia como embajador; la rentabilidad calidad-precio (lo que nos cuesta la institución y lo que nos da), etc, etc.
¿República?, ¿y quién es esa?, ¿nos va a sacar de la crisis económica?; lo siento, me da miedo bailar con espectros.
Cayo, líbrate tú de tus fantasmas, que de los tontos regios, si hubiere y lo viere, ya me libraré yo.
Cordial saludo, profesor.
Hola a todos!
Ya han pasado varios meses desde la polémica surgida entre el rey y su viaje de caza mayor.
No sé si seguirá siendo relevante o no a nivel social. Para limar asperezas, he querido compartir con vosotros este "cuento" que a pesar de ser una fábula, para mí tiene mucho de cierto.
A ver qué os parece y qué opináis
http://cazaworld.com/social/blog/el-rey-pierde-la-corona-y-la-recupera-gracias-a-los-cazadores/
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