sábado, 14 de abril de 2012

POR FAVOR: MIREN MÁS A ESPAÑA Y MENOS A BRUSELAS (Y A BERLÍN)



REACTIVACIÓN MUCHO MÁS QUE EQUILIBRIO PRESUPUESTARIO


APOLOGÍA (COYUNTURAL, PERO FIRME) DE LA ECONOMÍA DOMÉSTICA SUMERGIDA



Lo he he dicho muchas veces en este blog y de diversas formas. Lo repito en una de las posibles: nunca se ha visto (ni se verá) que la economía real de una sociedad (la que mantiene y aumenta la demanda y la producción y crea empleo) mejore en lo  más mínimo si la gente (no cuatro importantes, megarichs) no tiene dinero. Parecía que el Gobierno español, al batallar por una meta de déficit público menos dura, entendía que debía ajustar el presupuesto sin ahogar la economía real. Pero en las últimas semanas parece evidente que el Gobierno sigue detrás de la tesis de Dña. Angela Merkel, que sólo entiende de equilibrio presupuestario. Frau Merkel ganará quizás las próximas elecciones en Alemania, pero si sigue así eliminará un importante mercado para los productos alemanes… entre otras más amplias consecuencias.

Aquí, en vista de que no nos fían y nos amenazan, el Gobierno del Sr. Rajoy,  además del enorme error -político y económico- de subir los impuestos, prosigue una política, ya obsesiva, de equilibrio presupuestario y de “nosotros cumpliremos” (se lo dice a Dña. Angela y a Bruselas). El Gobierno está desequilibrándose a todas luces, cada semana, porque le importa mucho más aumentar la recaudación que disminuir racionalmente el gasto. Eso quiere decir, hablando en plata, que está más preocupado por sostener el Estado español (que es el "Estado de las Autonomías") que por relanzar la economía española.

Aunque sigo en la tesis de la guerra financiera USA-Europa, no me duelen prendas en reconocer que el 12 de abril de 2012 el New York Times (NYT) no se equivoca mucho (quiero decir que acierta sustancialmente) cuando resume la política global de la Eurozona, liderada por Merkel y concluye, en su editorial titulado “Una sobredosis de dolor para España”, que sería necesario un mayor apoyo al crecimiento y menos medidas de austeridad. Vean el editorial en http://www.nytimes.com/2012/04/13/opinion/an-overdose-of-pain-for-spain.html?_r=2&hp. Vale la pena leer este breve texto sin prejuicios de escuela económica (http://www.elmundo.es/elmundo/2012/04/13/economia/1334310630.html , para lectores en español).

Se me ocurren, no obstante, dos matizaciones al NYT. Primera: no se trata tanto de “menos medidas de austeridad” como de “mejores medidas de austeridad” y, desde luego, de menos voracidad recaudatoria para seguir sosteniendo lo insostenible. Ayer, 13 de abril de 2012, el Gobierno español, tras su Consejo, nada ha tratado sobre la Radiotelevisión pública ni sobre otros posibles recortes de gasto y ha proseguido su cantilena sobre el fraude fiscal y la economía sumergida, como si en eso estuviera el quid de la situación. Segunda matización: que ahora, en vez de apoyar al crecimiento, nos conformaríamos con que se procurase parar el decrecimiento, la recesión, el desempleo.

Dejo para otro día tratar del “Estado de las Autonomías”, sobre el que, frente a propuestas fragmentarias y discutibles, el Gobierno no parece tener otra idea que defenderlo porque está en la Constitución (lo que es falso, porque no está en la Constitución como está en la realidad). Ahora voy a sostener, a ciencia y conciencia, en serio, una gran “herejía”, a saber, que, dejando a un lado fallos recaudatorios sobre enteros sectores, cuando la presión fiscal es excesiva, depredatoria y nada equitativa (porque exprime sobre todo a la clase media), recurrir al “dinero B”, a la economía sumergida, puede ser ilegal, pero también perfectamente legítimo: concurre  la eximente de legítima defensa y hasta la del estado de necesidad en muchos casos.

Alguien paga en B, en “negro”, si le es posible, porque no privarse ni privar a otros conciudadanos de una parte del precio (el añadido del impuesto), tiene el doble efecto de no sustraer de la economía real un dinero que la mueve y de evitar que el Estado lo malgaste. No defiendo ni la economía sumergida por sistema ni el fraude fiscal en general ni la falsificación de facturas o de cualesquiera otros papeles (y mucho menos el delito fiscal, aunque ahora mismo, en medio de esta situación, el Gobierno haya decidido una amnistía fiscal: ¡qué cosas! ¿Qué pensarán los autónomos perseguidos sañudamente por Hacienda?). Lo que digo es que, hoy y ahora, mientras los dirigentes políticos y económicos carezcan de legitimación para exigir al ciudadano común más sacrificios y mientras no aprueben los test de sinceridad y racionalidad en el recorte del gasto público, uno puede -con total tranquilidad de conciencia y con plena coherencia- pagar cash al pintor, al electricista o al fontanero, sin perdirles factura. Porque eso es mejor, no sólo para uno mismo y para el pintor, el electricista y el fontanero, sino mejor para la economía real y para la depuración de una clase política que sigue malgastando y  endeudándose (endeudándonos) y que continúa con dimensiones estructurales y actividades tan injustificadas como manifiestamente recortables. Para rematar la analogía con el Derecho Penal, en la economía sumergida doméstica concurriría la antigua antenuante de obrar por motivos altruistas y patrióticos.

Lo que acabo de escribir me parece ineludible conclusión de lo que he sostenido en el “post” anterior. Nuestros gobernantes, tras un nuevo Consejo de Ministros, siguen sin justificar debidamente los ajustes y siguen sin aprobar el “test” de las televisiones y las radios públicas. Y siguen, por añadidura, en una actitud de defensa numantina del actual “Estado de las Autonomías”. No puedo explicarme una tal defensa si no es por un interés político deleznable. Es verdad que reformar el actual “Estado de las Autonomías” sin vulnerar la Constitución no es cosa que se pueda hacer por simple Decreto. Pero no dar muestras de haberse puesto seriamente a estudiar el tema parece una neurótica negación del más importante “punctum dolens” de nuestro Estado hipertrofiado e insostenible. Pues bien: pagar con dinero B, sin factura, además de que puede ser bueno para que no cierren más empresas y no se pierdan más puestos de trabajo, es también un modo de decir, callada pero eficazmente, a los responsables de un gasto público injustificable: “no con mi dinero”.

Item más: no sé si esa nueva medida del límite en 2.500 € de las operaciones en metálico será o no eficaz, mucho o poco. En esa discusión no entro. Lo que resulta indudable es que nos ata aún más a la banca. Y digo yo que sí, que la banca se ha hecho necesaria. Pero me parece que demasiado necesaria. Si no hubiésemos tenido, in illo tempore, que domiciliar las nóminas  y todo lo que vino detrás y si el dinero efectivo hubiese seguido siendo relevante en las economías domésticas ¿habrían podido las entidades financieras contribuir tan eficazmente a la crisis económica mundial? Los servicios bancarios son, sin duda, útiles e incluso muy útiles, pero ¿acaso no sería deseable que poner nuestro dinero en el banco obedeciese a la mutua conveniencia del banco y nuestra, sin necesidad de imposiciones gubernamentales? ¿No es hora de que, como mínimo, los Gobiernos cuiden las apariencias de no vivir en fortísima simbiosis con las entidades financieras? A cambio de obligarnos más fuertemente a tener dinero en el banco, ¿no debería un Gobierno prohibir que pagar con un talón o una transferencia bancaria de 2.550 € lucrase a un banco?

No tengo ningún deseo de criticar al Gobierno. No me arrepiento de haber escrito aquí, no hace mucho, que era el único grupo de personas que yo veía arremangadas en el trabajo de hacer frente a nuestra crisis económica. Y como no me arrepiento, no rectifico esa afirmación. Pero que se les vea trabajar (a unos más que a otros, desde luego) es cosa distinta de que estén acertando. Con mi falibilidad por delante, en las últimas semanas me parece que están cometiendo errores de mucha importancia.

2 comentarios:

Joaquín Galán dijo...

Completamente de acuerdo profesor, en mi opinión uno de los límites que hemos traspasado es el establecido en el Artículo 31 de la Constitución “1. Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio”. Sería muy conveniente concretar que es lo que se entiende por “alcance confiscatorio” y quizás incluso relacionarlo con las prestaciones y servicios que se reciben a cambio del sostenimiento de los gastos públicos.

Hace poco he estado investigando sobre el estado benefactor sueco y su evolución desde la Segunda Guerra Mundial. Una de las curiosidades que he descubierto es que en los años 60, en Suecia, el fraude fiscal era considerado por todos un delito tan abominable que casi se esperaba que el que fuera pillado se hiciera el harakiri. Unos 20 años más tarde esa percepción había cambiado completamente como consecuencia de una presión fiscal que se hacía intolerable y los innumerables abusos que se producían en la administración de los recursos públicos.

Cuando un hombre se enfrenta a leyes inmorales tiene dos opciones: perder el respeto por la ley o perder el respeto por la moral. Quitar a las personas para dar a los bancos es una iniquidad de tal calibre que saltarse la norma es un ejercicio de legítima defensa.

El límite de 2.500 € para operaciones en efectivo no es mas que una de tantas medidas que se adoptan a tontas y a locas, pisoteando la libertad y la igualdad y sin mas justificación que la mayor gloria de quien la adopta. Si anuncian una amnistía fiscal y reciben palos hasta en el cielo de la boca la siguiente medida táctica para tranquilizar a la población debe ser una demostración de firmeza en la persecución del fraude fiscal. Y si de camino echan una mano a sus amiguetes, ¡miel sobre hojuelas!. Podrían haber restablecido la igualdad indicando que las citadas operaciones efectuadas en los bancos estarían exentas de gastos y comisiones, pero eso ya es mucho pedir.

Joaquín Galán dijo...

Otro comentario que viene al pelo:

http://jrzorita.blogspot.com.es/