martes, 24 de diciembre de 2013


MI NIÑO PEINADITO

Tengo delante de mí la pantalla del ordenador, claro, pero un poco más arriba tengo una pequeña preciosidad. Véanla, aunque la foto no sea muy buena:

 


Este pequeño tesoro vino del Perú un buen día y otro día, aún mejor, llegó a mis manos por la generosidad de un par de amigos.

Ahora, en la próxima madrugada, llega, aún más que cualquier día, el nacimiento de este Niño, mi Niño peinadito. Es Navidad y la celebramos con lo que necesitamos tener y necesitamos dar a todos: alegría y calor. Que no nos venza la tristeza ni nos domine la frialdad, la insensibilidad, la indiferencia, el egoísmo, la vanidad, la ambición, la codicia. Que no nos venza lo que puede destruir a las personas y está destruyendo nuestra sociedad.

Para muchos, es el Niño, Dios y hombre verdadero, mi Niño peinadito, la fuente de toda energía interior. Sin él estaríamos perdidos. Sin él ni siquiera creeríamos en él.

Por la historia, que no se puede alterar, lo que celebramos en estos días es el nacimiento del Niño, la Navidad. Con más o menos fe, o sin ella, es un hecho que el nacimiento de este niño peinadito a raya, más documentado que el de Alejandro Magno, cambió la humanidad: con grandísimas luces, aunque que nos hemos encargado de arrojar no pocas sombras a la vida de los hombres durante más de dos milenios.

Los creyentes no somos mejores que nadie. Como decía un gran hombre y un gran santo, estamos hechos del mismo barro de botijo que todos. Lo que tenemos son más deberes, más responsabilidad. No tenemos, de ordinario, ningún deber de juzgar y sí, en cambio, el deber de comprender (tarea de la cabeza, sobre todo) y de amar: el más lindo querer, que dice la jota navarra, el querer sin la esperanza de nada a cambio. Las fuerzas para intentar afrontar ese deber, esa responsabilidad, nunca las tendremos sin el Niño. Y sin su Madre.

A todos los lectores de este blog, piensen lo que piensen y crean o no, mi más intenso deseo de paz y felicidad en esta Navidad y en el nuevo año que se acerca. Lo escribo con el corazón enternecido al contemplar mi pequeño tesoro.

Y va mi recuerdo más afectuoso y compasivo —sí, compasivo de verdad— para quienes, en esta concreta Navidad, parecen no comprender que el valor de toda vida humana, también la de quienes aún se encuentran en el seno de su madre sin ser parte de ella, es un punto de partida necesario para edificar la convivencia sobre la base de la dignidad del hombre. No es una cuestión de fe. Es un asunto, con la más sólida base científica, de conocimiento y de sensibilidad, al alcance de todo hombre y de toda mujer. Si no valoramos como es debido la dignidad de cualquier vida humana, el edificio de nuestra vida en sociedad no se sostiene. No hablo de proyectos de ley ni de Constituciones ni de derechas o izquierdas: hablo de lo esencial y básico. Hoy, deseemos y procuremos con todas nuestras fuerzas que nazcan todos los que han de nacer, los que, siempre en la historia y ahora también, han sido llamados los nascituri. Nadie tiene un genuino derecho a declarar moriturus a uno solo de ellos.

¡Feliz Navidad a todos!

5 comentarios:

Sinretorno dijo...

Feliz Navidad. Me ha enternecido a mi oiga....

Lisias dijo...

Lisias dixit:
En otros tiempos ya me lo contaron mis amigos Suetonio, Tácito, Flavio Josefo y Plinio el Joven; y si no fuera por los incendios de Jerusalén, tendríamos muchos más documentos que confirmarían aún más la historicidad del personaje que cambió el curso de la humanidad.
Lo curioso es que la Navidad se ha desprovisto de su esencia ‘cumpleañera’ para convertirse en un fenómeno social-festivo, un producto de comercio, una época de celebración de no se sabe qué. El ser humano ‘reinventando’ (horrorosa expresión de moda, por cierto), llamando a las cosas por distintos nombres para ofrecer como producto nuevo lo que no es sino un cambio de ropajes. Ahora la creencia en la deidad se sustituye por la fe en la llamada ‘energía universal’ y demás inventario de esoterismo; y para ello tiramos hacia horizontes lejanos del Este, cual aderezo de misticismo (India, Japón…). ¡Qué torpes somos! ¡ si resulta que la Tierra es redonda! tanto viajar hacia Oriente en busca de respuestas, para acabar situados en el mismo punto de partida…
En el tema que postula, profesor, se ha perdido la destreza reflexiva; quedándonos en esos lugares comunes de derechos maternales erga omnes, con adhesión fácil a opiniones de epidermis. Amaestrados de posmodernidad, alimentados de consumo o acomodados en la tecnología, la reflexión en la historia y en el porvenir trascendente parece ser que es cosa de despistados.
Ese Niño peinado, luego joven despeinado, perforó la huella de la contingencia y limitación humana, dejando fecundas resonancias; ahí es nada: márgenes para las cosas cotidianas a disposición de todo el que quiera.
Que tenga muy buen año, D. Andrés, plagado de anhelos.

Anónimo dijo...

El "problema" (si de algún modo he de llamarlo) estimado profesor, desde mi punto de vista, y refiriéndome muy concretamente al último párrafo de su último post, tan bien y sentidamente redactado, es que quiénes no ven /comprenden, como usted dice, "que el valor de toda vida humana, también la de quienes aún se encuentran en el seno de su madre sin ser parte de ella, es un punto de partida necesario para edificar la convivencia sobre la base de la dignidad del hombre" son también aquellas personas a las que la madre naturaleza les ha otorgado el único poder real de decidir sobre el tema.

Y es que usted, como tantas otras personas parece hablar sobre lo que usted considera que debe ser, porque sus convicciones más profundas son esas. Y son unas convicciones bellas y ensalzadoras del espíritu. No lo dudo. Pero las convicciones no se pueden imponer. Como no se puede imponer la fe. Como no se puede imponer nada de nada a nadie. Porque cada uno tiene unas convicciones que son suyas. Que forman parte intrínseca del libre desarrollo de su personalidad, única e irrepetible.

Si algo nos caracteriza como especie animal, es que somos seres vivos con voluntad propia. Más tarde o más temprano, de forma individual o conjunta, como seres humanos, nos revelamos contra la opresión, contra las medidas que impiden ese libre desarrollo de nuestra personalidad, el ejercicio de nuestra voluntad en libertad.

Puede debatirse eternamente sobre si el aborto sí o el aborto no, pero para mi, es un debate estéril en el que la realidad de los hechos nos obliga a bajarnos a lo más elemental. Toda mujer que quiera abortar, lo hará. Porque su voluntad es esa, y que el nasciturus siga viviendo en sus entrañas, depende sólo de ella. De su voluntad.

Ningún hombre, ninguna mujer, ningún gobierno, ninguna Ley podrá evitar que un ser humano libre, al que la madre naturaleza le ha otorgado esa honrosa responsabilidad de dar o no dar la vida, decida. Y lo hará con o sin Ley que lo impida.

De aprobarse esta nueva Ley (que se aprobará sin duda) se estaría, una vez más, intentando matar moscas a cañonazos. Si de lo que se pretende es de convencer a las mujeres que quieren abortar, de la importancia y dignidad de la vida que llevan dentro, para que no aborten, tendrán que hacerlo a través de la Educación, con apoyo del Estado a todos los niveles, social, laboral, educativo, etc … Como hacen en otros países, en los que sí se cuida de las vidas de sus ciudadanas y ciudadanos o futuros ciudadanos. Pero es más fácil y menos costoso privar de derechos a las ciudadanas que invertir en educarnos en valores que sustenten una sociedad más justa, solidaria, generosa, culta y avanzada…

En definitiva, si una mujer decide, por la razón que sea, llámese ignorancia, insensibilidad, conocimiento o desconocimiento, deseo, o simplemente voluntad, que ese nasciturus no llegue a nacer, ninguna Ley podrá detenerla. Y acabará abortando. Guste o disguste a quién le guste y tenga, en libertad, otras convicciones distintas a las que ella tenga. La diferencia está en que si esa mujer tiene medios, lo hará en otro país, con todas las garantías necesarias para preservar su salud. Y si no los tiene, pondrá en riesgo su propia salud e integridad… Créame es muy fácil abortar en la clandestinidad, pero sin supervisión médica, es un riesgo para la salud de un ser humano, ciudadana, tan digno y valioso, como cualquier otro.

Un saludo
LG

Andrés de la Oliva Santos dijo...

Para LG:

Saludos, amigo.

A ver si me aclaro de una vez por todas. Cuando opino y cuando, por una vez, muestro mis sentimientos, no pretendo imponer nada a nadie. Nunca. Me limito a ejercer mi libertad.

Quizás piense o escriba Vd. que no me ha acusado de eso, pero es un hecho que su comentario existe (me lo parece muy mucho, al menos), porque Vd. ha considerado necesario dirigirme admoniciones sobre la libre condición humana, que ni en este post ni en ningún otro he cuestionado yo. O sea: que Vd. reacciona ante mi opinión y mi sentimiento, ambos libérrimos, oponiendo a mi libertad la libre decisión de las personas a las que "la madre naturaleza les ha otorgado el poder real de decidir sobre el tema".

A mí me ha otorgado también la madre naturaleza un considerable poder. Vd. elude la cuestión: el uso que se hace del poder. Vd., ante mi criterio, me opone los hechos y, en concreto, los hechos del poder, como si yo no tuviese acreditado conocer los hechos (incluidos los relativos al aborto, clandestino o legal, aquí y fuera de España) o como si yo no supiese lo que es el poder. Es decir, Vd. me amonesta como si yo fuese un genuino idiota. No tengo duda de que Vd., estimado LG, no ha querido llamarme idiota ni insultarme de ningún modo. Pero, objetivamente, eso es lo que trasluce -lo trasluce perfectamente- su apología de lo obvio.

Si se aplicase ese modo de ver las cosas -frente a este o aquel criterio, frente a esta o aquella normal, el hecho de que no todos lo comparten ni tienen por qué compartirlo y (este "y" es clave)lo relevante es el hecho de que se puede actuar en contra de tal criterio o tal norma- me parece que iríamos apañados.

Dicho quede todo lo anterior sin que -que conste bien clarito- haya hecho uso yo en mi post de mi libertad de opinar sobre ninguna ley o proyecto de ley relativos al aborto. Porque no me daba la gana -o sea, porque era libre- escribir sobre eso en la víspera de la Navidad.

Como ahora, libérrimamente, me limito a responder a sus exhortaciones a admitir lo obvio, innecesarias, puesto que lo admito. Y es que, libérrimamente, no quiero discutir con Vd. sobre la autonomía absoluta de la voluntad que otorga Vd. a los miembros de la especie humana, que Vd. considera ·"especie animal", aunque con características muy singulares a las que nada tengo que objetar, salvo que la capacidad de autodeterminarse no es la única característica relevante.

Le deseo lo mejor en el año 2014.

Lucía Victoria Dans dijo...

Ojalá se cumpla ese deseo tan hermoso y tan (objetivamente) justo. Y que ese Niño peinadito reine en los corazones de todos cuantos, con mayor o menor frecuencia, pululamos por este blog.
Lucía (de baja por maternidad)