miércoles, 30 de diciembre de 2009

EL TUNEL CON LOS CARTELES CAMBIADOS (2009-2010)


UNA OPORTUNIDAD PARA DOS COSAS BUENAS


Todavía hay bastante gente que, en estas fechas, te desea "feliz salida y mejor entrada" (aunque algunos, con ironía y buen humor, prefieran soltarte un trabalenguas con esos términos: "mejor entrada y peor salida", p. ej.). A mí nunca me ha gustado ese modo de expresar el tránsito de un año a otro. Para empezar, tiene el tono literario de una estación de metro o cosa parecida, aunque con los carteles cambiados. Se diría que en la tarde-noche del 31 de diciembre nos disponemos a adentrarnos en un túnel del que saldremos inmediatamente después de las 24.00 horas de ese 31 de diciembre, tras devorar ávidamente doce uvas. Y parece una operación cuyo feliz inicio y desenlace dependen de la suerte, que por eso se nos desea tantas veces en estas últimas horas del año.

Encuentro inquietante y nada alentador ese planteamiento del túnel. Porque "salir" bien de un año y "entrar" mejor en el siguiente tiene poco que ver (nada, pienso) con la suerte. Los viajeros del Eurostar del Canal de la Mancha han salido casi siempre del túnel a la hora prevista, pero recientemente han tenido la mala suerte de quedarse atrapados dentro muchas horas. Nada parecido le va a ocurrir a nadie entre el 2009 y el 2010. La realidad y la puntualidad de entrada y salida y están garantizadas. No padeceremos el bucle temporal de "Atrapados en el tiempo" o el "Día de la Marmota" (genial película, por cierto, para mi gusto). El tránsito de un año a otro (en nuestro calendario: no sé en el chino) no es una arriesgada operación que justifique un montón de buenos deseos ajenos y necesite abundancia extraordinaria de alimentos sólidos y de líquidos, más confetti, trompetillas, serpentinas, espumillón, matasuegras, etc.).

No trato de aguarle la fiesta a nadie (ni a mí mismo). Me parece bien, rotundamente bien, que se celebre el año nuevo y el fin del año anterior, que muere de puro viejo. Celebrar con una buena cena la Nochevieja y desearse felicidad el primer día del nuevo año, también con buenos manjares, es cosa buena, siempre que no se haga como un conjunto de supersticiones para que cambie nuestra suerte. Lo que pienso que nos va muy bien es recordar alegremente que estamos vivos. En Viena, a la que nos trasladamos televisivamente millones de personas, avivan ese recuerdo con la genialidad musical de los Strauss y la excelencia orquestal de la Wiener Philharmoniker (aquí no quiero omitir un recuerdo al entrañable Willi Boskovsky, estupendo violinista y para mí el mejor director de los Strauss). No sé si todos allí, en la Grosser Musikvereinssaal, gozarán tanto como otros (como yo mismo, p. ej.). Algunos habrá que acudan por dejarse ver. No hay quien lo impida. En todo caso, a los lectores yo les invito, aunque dispongan de TV, a ver y escuchar esta muy difícilmente superable versión de “An den schönen blauen Donau”, con un ballet extraordinario (el de la Wiener Staatsoper, con Vladimir Malakhov como primer bailarín) y la Wiener Philharmoniker soberbiamente dirigida por Seiji Oshawa, en el concierto de 2002:


Pero la superación del túnel tiene más enjundia y de mucha importancia. Si es cosa buena recordar con alegría que estamos vivos, esto de la “salida” y la “entrada” también nos sirve para recordar que necesitamos hacer balance interior con frecuencia (cada cual con la que le vaya mejor). Y el nuevo año es un buen momento. Estamos vivos, qué bien. Y, ¿qué hacemos con nuestras vidas? ¿Qué hacemos con el tiempo? ¿Qué vamos a hacer (o procurar hacer), que sea distinto o igual, pero que haremos algo o mucho mejor que hasta ahora?

Porque tenemos cada uno nuestro tiempo, no ilimitado. Y no podemos malversarlo, pero tampoco agobiarnos por su limitación y su fugacidad. Lo que nos proponemos hacer, las ilusiones que, sin ser ilusos, mueven nuestros actos hacia sus metas, requieren aprovechar el tiempo, pero también darle tiempo al tiempo.

En este punto, he tenido dos recuerdos muy diversos. El primero, de hace muchos años, es la visita a una bodega en las orillas del Rin. Allí vi escrita en una de las barricas esta frase de Goethe: “Nicht Kunst und Wissenschaft allein, Geduld will bei den Werke sein” (se dice en el Fausto, acto I). “No bastan el arte y la ciencia, las obras salen con paciencia”. Los bodegueros aplicaban esa sentencia a su buen vino. A nosotros nos conviene aplicárnosla para casi todo. Aprovechar el tiempo no se logra con impaciencias. No es bueno “ansiarse” (o estresarse, que es la dolencia de moda) y es pésimo ser atolondrado o dejarse atolondrar. Y no vale la excusa de ser joven. Ser joven es tener mucho horizonte, muchas energías y muchas oportunidades, no disponer de un salvoconducto para malgastar las energías, cometer estupideces y hacer chapuzas. Pero la prisa no es buena. Lo bueno es la diligencia, que no en vano viene etimológicamente del verbo latino diligere, amar. Por eso el amor de calidad es el que está cuidadosa y constantemente en los detalles, no el que se expresa atontolinadamente, como dicen en mi pueblo.

El otro recuerdo, muy diferente, ha sido musical y cinematográfico. He recordado el título de la canción famosa por “Casablanca”: “As time goes by”. He recordado el título y la canción misma. Al pensar sobre el tiempo y su flujo, esa asociación de ideas no ha tenido nada de particular. Pero la canción me ha parecido digna de ser escuchada de nuevo, no sólo por ser una de las grandes canciones de amor (¡y hay muchísimas, extraordinarias!), sino por algunas frases que vale la pena recordar. Sobre todo ésta: “The fundamental things apply as time goes by”, que me atrevería a traducir, muy libérrimamente, así: "las cosas fundamentales se dan con el tiempo”. Sin prisa, pero sin pausa, con paciencia propia (la paciencia ajena, mejor no fomentarla).

Recuerden la canción en esta versión de Frank Sinatra, en la que se omiten las estrofas de introducción:

http://www.youtube.com/watch?v=AY62QByUYJQ

Paz, dentro y fuera de nosotros, en el 2010. Y que cambien muchas cosas. Porque demasiadas cosas no están bien y porque queremos que no nos modernice nadie según su criterio, sino que nos dejen modernizarnos libremente, de verdad.

5 comentarios:

SAM dijo...

El día de Nochebuena, dejé un comentario, pero algo debí de hacer mal porque no lo he visto publicado. No importa, aprovecho esta otra ocasión festiva, para contar una anécdota de esta misma mañana.
Estaba en la pescadería, comprando algunas cosas de última hora. Los pescaderos son buena gente y estábamos bromeando sobre los "atragantones" de las uvas. Una mujer anciana, también cliente de la tienda, me observaba. Estaba esperando algo, pero yo no sabía qué era...
Cuando he terminado de hacer mis compras, la anciana se me ha acercado y me ha pedido que la acompañara hasta su casa: "está aquí mismo, a la vuelta de la esquina", me ha dicho. La mujer caminaba con dificultad y se me ha colgado literalmente del brazo.
Hemos caminado sin hablar, hasta que, al llegar a su portal, me ha dicho: "Salud física y mental. Estar en paz con Dios, con uno mismo y con los demás. Eso te deseo".
Me ha parecido tan bonito, que lo he apuntado nada más llegar a casa.
Eso te deseo a ti también, Andrés.
Mil gracias por tus post!!!
Un beso muy fuerte de SAM.

Andrés de la Oliva Santos dijo...

¡Preciosa anécdota! El de tu "compi" de mercado es un deseo insuperable. ¡Feliz 2010, artista!

P.S. Fui yo el que, por no ver a tiempo el segundo mensaje y ver a toda prisa que el primero era de un "anónimo" no identificable, lo borré.

Sinretorno dijo...

Que tenga buen año Maestro. Por cierto que hay que hacer para que me conteste alguna vez? Seguramente no soy digno, pero aquí tiene un fan...puede que sea eso.Es usted un poco Bogart.

Andrés de la Oliva Santos dijo...

"Sin retorno", caro amico, muchísima felicidad y muchas alegrías en el 2010 y siempre, con un gran abrazo.

Sinretorno dijo...

Muchas gracias, es la felicitación que más ilusión me ha hecho.