UN HOMENAJE CHOPINIANO
Una vez más, Polonia es un país conmocionado, después de tantas veces destruido y otras tantas veces probada su inmortalidad. No nos importa cómo fuera Lech Kaczynski, el Presidente muerto, con tantas otras personalidades polacas, al estrellarse el avión en los bosques de Smolensk. Lo que vemos es un país desolado, justo en las vísperas de un especial homenaje ruso-polaco a las víctimas de la llamada “matanza de Katyn”, una masacre de miles de oficiales polacos confinados en el campo de prisioneros de guerra de Kozielsk en el bosque de Katyn, a poca distancia de Smolensk. Fueron, no obstante, 22.000 ciudadanos polacos, prisioneros en varios campos y cárceles rusas, los asesinados en pocos días. Durante décadas, se atribuyó oficialmente a los nazis la masacre de Katyn, aunque se conocía con certeza la responsabilidad soviética. Parece seguro que fue Boris Yeltsin (no Gorbachov) quien, en 1992, entregó a las autoridades polacas el expediente sobre Katyn. En ese expediente se incluía la decisión del 5 de marzo de 1940 del Politburó del Comité Central del Partido Comunista de la URSS aprobando el fusilamiento de 14.700 oficiales y de otros 11.000 ciudadanos polacos más. La resolución estaba firmada por Stalin, Beria y Molotov, ministro de Exteriores de la URSS durante la Segunda Guerra Mundial.
Pero en la Polonia ocupada por los nazis, éstos exterminaron, como es bien sabido, no sólo a muchos miles de judíos, en Varsovia y en otros muchos lugares, sino también a innumerables polacos opuestos a la sumisión hitleriana. Aplastada entre dos gigantes durante la segunda guerra mundial y luego especialmente esclavizada por la URSS (ni mucho menos era igual la situación en todos los antes llamados “países satélites”), en 1980, en que viajé a Varsovia con motivo de un congreso, aún era Polonia un país donde, a pesar de su rica agricultura, la gente, en las ciudades, pasaba hambre de verdad. En Cracovia me explicaron la masiva eliminación nazi del profesorado de su Universidad. En el avión de vuelta a Viena, leí la primera noticia de las revueltas trabajadoras. Poco después, nació “Solidaridad”. Nunca un sindicato mereció más su honroso nombre ni hizo tanto por su país y por el mundo entero. Suele decirse que Karol Woityla, Juan Pablo II, contribuyó decisivamente con “Solidaridad” a la caída del muro de Berlín y del “llamado telón de acero”. A mí, sobre todo en Cracovia, me pareció notar que Polonia estaba madura para rehacerse plenamente.
Este país admirable, tantas veces invadido, despedazado, repartido y resucitado, está de luto, que es también luto y dolor mío.
En homenaje a Polonia, acompañemos a los polacos de todo el mundo. Y no se me ocurre expresión más intensa y afectuosa de esa compañía en el sentimiento que escuchar a Federico Chopin.
Un tópico comprensible y no desatinado es, sin duda, la célebre “Marcha Fúnebre”, de la Sonata n. 2, op. 35. Pero tras escuchar la extraordinaria versión de Arthur Rubinstein, les propongo emocionarse con dos maravillosas interpretaciones de Vladimir Ashkenazy y de Maurizio Pollini, (el Estudio op. 10, nº 1 y el Nocturno n. 8, op. 27, respectivamente) para terminar con la soberbia interpretación del Scherzo n. 2, op. 31, a cargo del genial Sviatoslav Richter.
Arthur Rubinstein, III. Marcha fúnebre:
http://www.youtube.com/watch?v=g3qXC4w3DvE&feature=watch_response
Vladimir Ashkenazy, Etude Chopin op.10 no.1 in C major:
http://www.youtube.com/watch?v=WpZr_cbYbXo&feature=related
Maurizio Pollini, Chopin Nocturne no. 8 op. 27 no. 2:
http://www.youtube.com/watch?v=6cxkLZoEFEk&feature=related
Sviatoslav Richter, Chopin Scherzo no. 2 Op. 31:
http://www.youtube.com/watch?v=ttmJ_psfVSI&feature=related
Descansen en paz los muertos. Y ¡viva Polonia!
1 comentario:
Plagiado parcialmente -por derecho de cita, que no se si existe- y transmitido a los Erasmus polacos. Best Regards.
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