lunes, 26 de abril de 2010

YA (CASI) NO OCURRE NADA QUE NO SEA “LO DE GARZÓN”


HISTORIA Y REALIDADES DESAPARECIDAS

Regreso después de cinco días en Italia, sin excesivo aislamiento, porque allí funciona internet. Cinco días entre juristas y apenas sale "lo de Garzón". Pero vuelvo y me encuentro con que prosigue la murga de las nuevas Brigadas Internacionales a ver si pueden dejar en suspenso la acción de la Justicia española, porque, como ya dije aquí, los héroes nunca delinquen. Lo primero que veo es que siguen dándole al pandero de los crímenes del franquismo (que Garzón no intentó investigar) y, en definitiva, que continúan utilizando a Garzón (encantado) como bandera de una moviola histórica: ni la Segunda República española fue un fracaso -dijeran lo que dijesen en su día, antes de Franco, buena parte de los promotores republicanos e incluso el presidente Azaña-; ni hubo desmán ni crimen alguno durante esa etapa, tristemente perdida para cualquier progreso racional, ni se dio la Revolución de 1934 en Asturias ni se armaron milicias populares, ni nada de nada. No hubo checas ni “¡Viva la URSS!” en la Puerta de Alcalá con el retrato de Stalin. Calvo Sotelo no fue asesinado. Ocurrió que, a las bravas y en medio de un paraíso democrático, unos “milicos” se lanzaron a sofocar el paraíso y desataron el infierno. Ganaron en 1939. Y Franco murió en su cama, de viejo y de encarnizamiento terapéutico, en noviembre de 1975. Y después de Franco, en vez de matarnos de nuevo entre nosotros, como bastantes ignorantes esperaban y algunos "hispanistas" hubiesen encontrado muy interesante, se hizo, con votaciones libres y secretas y referéndum con urnas transparentes, una operación política llamada Transición.

Esa operación admiró al mundo entero (¡pero qué tonto debía estar entonces el mundo, sin hipotecas sub prime ni ingeniería financiera!). En la Transición participaron abiertamente los sucesores de los contendientes de nuestra guerra civil e incluso algún destacado contendiente (en sentido amplio), como Santiago Carrillo. Se pactó y se votó una Constitución en 1978. La “joven democracia española” echó a andar. Y, no sin problemas, andaba y el país progresaba a ojos vistas. El progreso era indisimulable, a pesar de los excesos autonomistas y de la ETA. Pero, así las cosas, vuelve el PSOE al poder de la mano de Rodríguez Zapatero. Y Rodríguez Zapatero es un joven profesional de la política “full time” con una educación entera, radical y exclusivamente revisionista. No admite fallo alguno en la Segunda República, no quiere entender y ni siquiera conocer con detalle la Guerra Civil y las barbaries por ambos bandos, no valora la Transición positivamente, sino todo lo contrario y se encuentra francamente (¡con perdón!) a disgusto con la Constitución de 1978. Y, día tras día, va poniendo toda la historia española patas arriba. Y cuando la realidad acucia con serios problemas, los niega, los disimula y sólo acaba por reconocer ciertos errores de apreciación, alguna tardanza en ver la realidad.

Rodríguez Zapatero pudo pasar a la historia como el primer gran político que sinceramente declaraba no tener ni idea de qué hacer ante la super-crisis económica (que es, en realidad, lo que, más o menos, les ha ocurrido y les sigue ocurriendo a todos, en todas partes). Podía, en coherencia con ese reconocimiento, haber declarado que el Gobierno dejaría que la sociedad encontrase vías de recuperación, puesto que movilizar al poder para no se sabe qué resulta una gigantesca insensatez. Pero no. Rodríguez Z. no tuvo esa grandeza histórica. ZP gastó y siguió gastando a manos llenas, se endeudó y continuó endeudándose, pero, por supuesto, salvó a los bancos (sin que a día de hoy sepamos aún ni cómo ni por cuántos miles de millones) y ahora aparecen subalternos suyos hablando a todas horas de cómo salvar también a las Cajas de Ahorros (el ciudadano medio no sabe bien ni de qué ni cómo). El paro sigue aumentando. Pero, ¡oh milagro laico! Aparece Garzón. A varias personas, muy diversas, se les ocurre que el juez Garzón se ha saltado la ley en exceso y con claridad. Y el Tribunal Supremo -al que Garzón está aforado, porque en España, como dije hace muchos años, hay hoy tantos aforados o más que en el franquismo- entiende que, con la Ley en la mano, no tiene más remedio que admitir tres querellas. El resto ya lo saben. (Aunque vean, de paso, lo que alguien de entre las víctimas no protegidas escribió al dar Garzón el carpetazo: http://www.memorialibertaria.org/spip.php?article1029)

Estamos asistiendo ahora a la desaparición de la realidad con ocasión y en obsequio del juez Garzón. Ha desaparecido la historia real y ha vuelto una Segunda República virtual. Han sido borradas la Transición y la Constitución de 1978. Por lo visto, debe desaparecer también la Monarquía reinstaurada, porque, como siempre dijeron y cantaron los falangistas, “que no queremos, no, reyes idiotas, no, que nos quieran gobernar”. Etc. Y Garzón, que ni investigó desaparición alguna ni abrió causa alguna por los crímenes franquistas, sino que abrió y cerró en un mes una fantasmagórica causa al “Alzamiento Nacional”, liquidado judicialmente por él con fuerza de cosa juzgada, ese juez Garzón que interviene ilegalmente comunicaciones y agradece patrocinios con los términos confianzudos y afectuosos en él habituales (“querido Emilio”; “querido José María”; “querido Felipe”; “querida María Teresa” etc.), ese Garzón es lo que hay en España. No hay más.

No hay negocios que cierran; no hay un absoluto desconcierto sobre el desastre educativo; no hay cajas que se fusionan o no se fusionan. No hay déficit público. No existe Afganistán ni el Líbano ni se sabe por qué se retira un proyecto de nuevo Estatuto de Castilla-La Mancha del que apenas se había informado. Ha desaparecido la reforma sanitaria de Obama y el problema español de las pensiones. Ha desaparecido el Ministro de Justicia español, no fuera a ocurrírsele pedir respeto a los tribunales españoles. No sucede nada en China ni en Paquistán. Ha desaparecido incluso un volcán islandés, del que se hablaba mucho hace unos días. Ha desaparecido hasta la Alianza de las Civilizaciones. Lo único que hay en España es una persecución franquista contra un juez antifranquista. Bueno, en realidad, también está eso de que no somos Grecia, aunque tampoco exista Grecia.

Todos los medios, hala, todos a construir o al menos seguir la epopeya garzoniana, de la que, al parecer, depende el futuro planetario. Es innegable que hay otras noticias distintas, pero son como la ensalada y los tomatitos insípidos, guarnición del plato principal: “Garzón a los 17 sabores.” Los pulgares de Alonso valen 10 millones de euros, una niña entra y sale de un instituto con velo o con capucha, Hawking advierte que nos apartemos de los extraterrestres y “El Bulli” (que cierra) ya no es el restaurante nº 1 del mundo según no sé qué perspicaz clasificador. Por supuesto, continúan en las TV las peleas entre “famosos” y siguen apareciendo bichos rarísimos en lugares muy raros. Ahora, son unos gusanos que, una vez decapitados, regeneran la cabeza, cerebro incluído.

Pero, a fin de cuentas, aquí no hay nada más de interés que Garzón y su epopeya. Mientras Garzón, solo o con un jurado popular de viejas glorias antifascistas, no mande fusilar a los muertos culpables de otros muertos; mientras no se inhabilite o depure a los fascistas del Supremo; mientras no se deshaga la Transición y se promulgue una Constitución nueva, con un Tribunal Constitucional nuevo, aquí no hay nada más que Garzón. D. José Bono, el teólogo, puede seguir adoctrinando, pero sólo a propósito de Garzón.

Dicen que hay una enorme y poliédrica crisis de los medios de comunicación. Se puede hablar mucho del papel vs. internet. Pero el asunto de los contenidos, el asunto del esfuerzo por dar noticias y seguirlas, ése es independiente del papel o de internet. Aunque, eso sí, el papel no está en sus mejores momentos. Y si el presente del periodismo no parece esplendoroso, su futuro, la verdad...¿qué quieren que les diga?

1 comentario:

Tòfol dijo...

Profesor de la Oliva:

Suscribo todo lo que dice, y ahora una pregunta ¿no cree que dado el cariz que han tomado los acontecimientos, seria el momento de proponer que se crease una comisión de investigación imparcial para que investigase todo lo que ocurrió durante la II República, durante la guerra y la posguerra, que quedase todo escrito en un texto y que cada cual apechugase con lo suyo? Al fin y al cabo, el tema ya está en la calle, por lo menos si se deja constancia de lo que realmente pasó, el tema quedaría libre de manipulaciones y podría ser enterrado tal como debería estar.

He escrito un artículo sobre ello, si quiere verlo…, ya sabe nosonbromas.blogspot.com

Saludos