jueves, 16 de diciembre de 2010

EL DERECHO, A LA ESCUPIDERA DEL CONSEJO DE MINISTROS: VUELTA A LA “LÓGICA” DEL “GAL”


APOTEOSIS DEL "PENSAMIENTO ALARMANTE"
La destrucción del Estado de Derecho empezó en serio con la expropiación de RUMASA y la posterior bendición de esa expropiación en la Sentencia 111/1983, de 2 de diciembre, por la mayoría mínima del Tribunal Constitucional (empate a votos, pero voto dirimente del entonces Presidente, Manuel García Pelayo). Y ha terminado -finito, kaputt, killed- con el Real Decreto 1673/2010, de 4 de diciembre, “por el que se declara el estado de alarma para la normalización del servicio público esencial del transporte aéreo”, con el funeral de su más que probable prolongación, ya decidida por el “Gobierno de España” (“GdE”) y a la espera de la aprobación del Congreso de los Diputados. Decretar el “estado de alarma” ilegalmente, mantenerlo ilegalmente y prolongarlo ilegalmente ha sido estrenar en la historia de nuestra reciente y nunca consolidada democracia lo que se hacía, con mayor y más fundamento legal, en la dictadura franquista. Se trata de un colofón perfectamente proporcionado a la magnitud e importancia de la paulatina demolición del Estado de Derecho establecido en la Constitución de 1978. Entre aquel puente de la Inmaculada del año 1983 y éste del 2010, el Estado de Derecho ha sufrido muchos traumas, amputaciones y enfermedades, incluídas, por supuesto, las venéreas. Pero ahora se ha enterrado vilmente el Derecho y se ha prostituido al Estado, convertido en un monstruo sin entrañas y sin otro rumbo que su máxima continuidad posible en el tiempo para beneficio de una pequeña minoría de españoles -los jefes de la partitocracia- que han hecho de la existencia de este Estado su modus vivendi, su industria extractiva, su empresa personal a coste cero.
Lo que hicieron los controladores estuvo muy mal. Pero el Estado nunca puede ponerse al nivel de quienes, en ocasiones, carezcan de consideración hacia sus conciudadanos. El Estado es una máquina jurídica y legal: jurídica y legal en su raíz legitimadora y necesariamente jurídica y legal en su comportamiento. Podemos comprender e incluso disculpar -que no es justificar- a un conjunto de trabajadores que nos dejan sin Metro o sin transporte aéreo. No podemos comprender ni disculpar ni justificar a quienes utilizan la máquina del Estado haciéndola funcionar en contra de aquello que la legitima y para su exclusivo y personalísimo beneficio. Los ciudadanos que, pese a tantos abusos, aún nos creíamos sustancialmente libres, vemos que el “GdE” no se iguala simplemente con un grupo profesional que paraliza servicios esenciales, no se sitúa al mismo nivel de quienes ese “GdE” denomina “chantajistas”, “privilegiados”, “secuestradores”. No: el "GdE" supera enormemente en bajeza y terriblemente en gravedad a la desmesurada reacción de un colectivo previamente machacado sin pausa durante muchos meses (todo hay que decirlo).
Como los controladores son (o eran) unos privilegiados retributivamente y son pocos, son malos. Y si, además, caen en mi trampa y hacen algo muy mal, no son malos, sino “los malos”, de modo que, para este “GdE”, todo vale. Es, si bien lo miran, la misma lógica del “GAL”: contra los etarras, pistoleros a sueldo y cal viva, pagando todos los españoles las primas por asesinato. «Esto está justificado -pensaron y siguen pensándolo: lo ha confesado hace poco ese enfermo ególatra que es el Gran González- porque se trata de “los malos”». Y contra “los malos” todo vale. Todo vale cuando soy yo, claro, quien decide quiénes son “los malos” y tengo a mi disposición el BOE, el dinero de los españoles y hasta las pistolas.
La gente que quiso empezar por vía aérea el mega-puente festivo de comienzos de este mes lo pasó mal, muy mal. Pero querría yo que intentasen imaginar lo que es -desde hace tiempo, pero más ahora- dar clases en una Facultad de Derecho, en España, como si en España hubiese de verdad un Estado de Derecho, cuando no es que no lo haya, sino que su misma idea está siendo escarnecida bellacamente. Sin duda, algunos colegas han desarrollado una epidermis paquidérmica y de algunos sé que no leen los periódicos y se han aislado de toda información.. Esos pueden abstraerse y hablar de los temas de su asignatura que correspondan como si estuviesen en Heildelberg o en Alfa-Centauro. Pero no somos pocos los que nos vemos obligados a un esforzadísimo disimulo de la tristeza interior más profunda, como si por dentro llorásemos ante las ruinas de Itálica y oyésemos, Patria, tu aflicción, a todas horas.
EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS. Estas palabras deben figurar cuanto antes, en gigantescas letras, compuestas con gruesas cadenas y alambre de espinos, en el frontispicio de todas las Facultades de Derecho. Una vez advertidos bien a las claras de lo que hay, los que entren en esas Facultades verán que en ellas se enseña a conocer y a apreciar en cuántas materias y ocasiones y hasta qué punto y de cuántos muy diversos modos puede el poderoso afrentar, dañar, lesionar, engañar, defraudar y explotar antijurídicamente a quien carece de poder, propio o prestado. Porque al débil no le protege ya el Estado de Derecho, impensable e imposible sin Derecho. Las Facultades de Derecho son ya los recintos en cabe aprender las iniquidades, los abusos y los dolores todos contra el Derecho, convertido en salivazos de los delincuentes de cuello blanco, que trituran y mascan con sus dientes la Constitución y las leyes, escupiéndolas después a los antihigiénicos recipientes de loza blanca, que creíamos desaparecidos, pero han tenido que ser recuperados.
Un nuevo pensamiento: el pensamiento alarmante
Lo peor de todo es el conformismo. Porque mucho peor que el abuso del tirano es la aceptación, incluso complacida, de la tiranía. En realidad, no oímos la aflicción de la patria, sino el balido de los corderos. Un gran diario nacional ha consultado a sus lectores internéticos y casi el 60 por ciento eran partidarios de despedir a todos los controladores aéreos. Así funciona de bien la maquinaria de los Rubalcabas, los Pepiños, los González, los Jáureguis, engrasada por un descontrol imperdonable de los controladores y por la envidia y el rencor social, que, paradójicamente, saben atizar muy bien en los mal pagados y mal tratados ciudadanos, justo aquellos que los malpagan y maltratan, esto es, unos cuantos politicastros sin oficio conocido, vividores que no se privan de nada con el dinero de todos. La propaganda más estúpida y sucia funciona tan bien que 60 de cada cien ciudadanos, agobiados por unos gobernantes incompetentes, están dispuestos a que España se quede sin comunicación aérea. Algo así, completamente ilógico, ha sido fruto del nuevo pensamiento: el pensamiento alarmante. El pensamiento alarmante conduce a alinearse con el suicidio colectivo, que sería también la miseria para muchos y la penuria para todos. Por eso es alarmante.
Tenemos un Fiscal General del Estado que lleva bastantes días amenazando públicamente con la cárcel a los controladores (así, genéricamente, a todo controlador) y que, al llegar cada noche, se retira a sus aposentos sin formular acusación alguna ante algún Juzgado, que es para lo que está y no para acompañar a su compinche Pepiño en algaradas que no arreglan ningún problema. Este Conde-Pumpido, que lo mismo asesora al “Ambasador USA” que se planta en La Moncla con sus “productos”, ha alumbrado una nueva criatura: el “matón togado”. Está a sus anchas en el clima del pensamiento alarmante. Como lo están, con publicidad gratis en los noticiarios de TV, varios “prestigiosos bufetes” que recaban adhesiones de afectados y afirman (¡qué cosas!) que van a pedir ¡al Fiscal! que “embargue los bienes de los controladores”. ¿Demuestran ocurrencias como ésta un mínimo, ínfimo, microscópico, conocimiento del Derecho? ¿Qué creen estos “prestigiosos bufetes” que dicen las leyes españolas?
El pensamiento alarmante es un nuevo tipo de producto humano de apariencia intelectual. Se caracteriza por ser espasmódico, desestructurado, incoherente y, ordinariamente, de muy baja, casi imperceptible, intensidad eléctrico-cerebral. El “pensamiento débil” fue un modo elegante de referise a desarrollos intelectuales caracterizados por sincretismos improvisados y discursos banales, sin originalidad sustancial ni formal. Pero el nuevo pensamiento, el pensamiento alarmante, es un sustituto de la actividad cerebral producido por otras vísceras humanas (se han localizado varias como posibles orígenes) y lo único comprobado sin lugar a dudas es que sus convulsiones en forma de aparentes ideas van acompañadas de taquicardia e hipertensión. O sea, lo típico de la ira ciega.
Para el pensamiento alarmante, será muy buena idea, en estos días, despedir a todos los controladores, ya que fusilarles en las cunetas encierra dificultades técnicas, porque no se han repartido armas, munición y plenas impunidades. Los que abracen y cultiven el pensamiento alarmante se dejarán esquilmar por las plataformas y asociaciones que les van a conseguir indemnizaciones suculentas por la módica cuota asociativa de 500 euros, por ejemplo, lo que hace un capitalito inicial de 500.000 euros a nada que firmen 1000 afectados. No importa que AENA deba 12.000 (DOCE MIL) millones de euros, a causa de haber construido aeropuertos nuevos en lugares desde los que vuelan y a los que vuelan algo así como tres docenas de personas al mes. No importa qué empresas construyeron esos aeropuertos, cobrando lo suyo por levantar esas fuentes de la ruina de todos. No importa a qué bancos extranjeros se deben gran parte de esos DOCE MIL MILLONES. No importa que esté en marcha una “privatización” de AENA que, dice la Vicepresidenta Salgado, nos reportará 8.000 (OCHO MIL) millones de euros (hagan los cálculos). Con el pensamiento alarmante, en eso no se piensa. No se piensa tampoco en que, por la lógica de “contra los malos, vale todo”, cualquier día uno se puede encontrar clasificado entre “los malos”. Cualquier día, uno se entera de que ha sido convertido en judío en el III Reich. Con el pensamiento alarmante, lo que ocurre es que deja de interesar saber, conocer. Y los que sacrifican, no una pequeña porción de libertad por algo más de seguridad, sino la libertad entera por la promesa de total seguridad (siempre una falsa promesa), de inmediato dejan de pensar por libre y, poco después, dejan de pensar en absoluto.
Lo curioso es que los promotores del “pensamiento alarmante” (y los que nada hacen contra él) estén seguros de que los despersonalizados adeptos y adictos a ese pensamiento nunca pueden tener la “idea”, muy simple, muy propia del “pensamiento alarmante”, de linchar, ahorcar o quemar vivos a quienes ahora les tienen enganchados. Porque el “pensamiento alarmante” no es una enfermedad propiamente incurable (algunos tratamientos de shock han funcionado) y, sobre todo, es muy difícil de controlar. Mucho más incontrolable que los controladores aéreos.

3 comentarios:

Aguador dijo...

Estimado D. Andrés:

Nos vamos acercando lentamente a la dictadura. «Derechas» e «izquierdas» ya no son términos válidos para designar lo que se nos está viniendo encima.

El gobierno abusa de su poder bajo la complaciente mirada del presunto opositor Rajoy, quien, lo que se dice oposición, únicamente ha hecho la de registrador.

Quisiera traerle a colación una cita. Su origen no es muy académico, pues proviene de un videojuego (Alpha Centauri, 1999), pero creo que es muy expresiva de lo que está ocurriendo:

«Como aprendieron de manera tan dolorosa los hombres en el ultimo siglo de la vida, el flujo libre de la información es la única salvaguardia contra la tirania. El pueblo encadenado cuyos líderes pierden por fin el control del flujo de la información, florecerá pronto, libre y vital. Pero la nación libre que poco a poco guarda el discurso publico, comienza un rápido descenso hacia la tiranía. Guárdate bien del que te niega el acceso a la información, porque en su corazón tan sólo desea ser tu amo».

Cordura dijo...

Se agradece que haya mentes lúcidas y preparadas que no se cansen de denunciar tanto abuso.

Hace un tiempo, la etiqueta 'IV Reich' que, procedente de la extrema izquierda, se asignaba al mundo hoy emergente, a muchos les resultaba exagerada. Si hoy les sigue pareciendo así es que están ciegos.

Un saludo y gracias, insisto, por seguir ahí.

Andrés de la Oliva Santos dijo...

Muchas gracias. Aguador.

Y muchas gracias también a Cordura. Para mí es muy reconfortante -lo necesito- saber que no estoy solo. Sí, Cordura, estamos yendo derechitos a un IV Reich edificado sobre la miseria moral (en la que sobresale la cobardía) y la miseria intelectual.

Un afectuoso saludo y enhorabuena por esos blogs.